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tratamiento de Perros, y los maltrataban con palos, vergas azotes, latigos y cualquiera otro instrumento cruel que la ocasion ofreciese. Algunos Indios no pudiendo soportar ya tan cruel persecucion huyéron á los montes y de sus resultas nació la idea de crear otros gefes españoles títulados Alguaciles del campo (cuyo ministerio era buscar por las montañas á los Indios fugitivos) y un juez con el título de Visitador. El Indio fugitivo y preso, era conducido al tribunal del Visitador y este no satisfacia su odio mandándolo castigar, pues mas inhumano que las fieras lo ataba por sí mismo á un poste de su casa y les daba cruelísimos azotes con un revenque alquitranado conocido en las galeras con el nombre de Anguilla, y comparable con una verga de fierro, en tanto grado que unos Indios morian entonces, y otros á poco tiempo de sus resultas, dejando el suelo de la casa del Visitador regado con su sangre. Si quisiera contar por menor las tragedias derivadas del abuso de la órden de la Reyna, no podria yo decir á V. M. la décima parte de lo que seria en verdad.

En cuanto á la quinta condicion relativa á la modera cion y calidad de los trabajos basta saber que imponian á los Indios las obras mas fatigantes de la explotacion de minas; pues resulta de la historia que la pena mayor de la de muerte era entre los Romanos la condenacion al trabajo de minas metálicas á las cuales fuéron destinados muchos que veneramos por mártires. Para conseguir el oro, es necesario con frecuencia, ya derribar montañas, ya penetrar en sus entrañas inferiores

hasta el abisino; encontrar allí gran cantidad de agua,' vivir en ella, extraerla con los brazos, y hacer otras labores las mas penosas. La experiencia hizo conocer que morian casí todos, y por economía no por piedad, inventáron nueva distribucion de trabajos, de suerte que los Indios estuvieran solos cinco meses por año en las minas; luego cuarenta dias títulados de huelga, ó descanso, pero sin razon, pues los Indios no holgaban sino que hacian montones de la tierra del oro, el cual era trabajo mayor que el de cavar las viñas en España. Durante las labores de minas y de tierra no se observaba la fiesta del Domingo ni otra ninguna. El alimento que ordinariamente se les daba, era una porcion escasa de pan del pais, esto es de Cazabi, compuesto con ciertas raíces, el cual es de muy poca substancia si no se le mezcla carne ó pescado. Les daban tambien la pimienta esti- lada en aquellas provincias, la cual es cierta raiz semejante á los nabos asados. El Español que pretendiese opinion de ser generoso, hacia matar cada semana un puerco para cincuenta Indios; pero el minero se reserbaba la mitad, y repartia la otra entre los cincuenta Indios; de suerte que cada uno de estos recibia por dia una racion tan pequeña como la que suele tomar de pan bendito cada uno de los cristianos asistentes á la missa mayor en los domingos. Españoles huvo que por no tener bastantes facultades para sustentar á los Indios, los enviaba á los montes para que se mantuviesen dos ó tres dias allí con las frutas

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silvestres de los árboles, y volviesen á casa : trabajaban en ella otros tantos dias, y repetian la expedicion. Con tales arbitrios hubo Español que formó hacienda y la vendió en seiscientos castellanos, segun me contó uno de los Indios que habian trabajado en la tierra. Considere V. M. que dulzura y que suavidad de trabajos para unas personas débiles, ya por naturaleza, ya por la escasez y mala calidad de los ali

mentos.

En cuanto á la sexta por la que se prevenia que se asignase y pagase á los Indios un jornal correspondiente á sus trabajos y otras cosas hay observaciones mui dignas de la noticia y de la consideracion de V. M, El indicado gobernador se contentó con señalar, por año medio-castellano que vale doscientos veinte y cinco maravedis, ó cuatrocientas y cincuenta blancas, que es poco mas de una blanca por dia; ó bien que se diesen tres blancas por dos dias; que solo aumentan noventa y siete blancas en todo el año sobre el medio-castellano. Como si esto fuese una grande paga mandó el gobernador que se hiciera en efectos llevados desde Castilla conocidos entre los Indios con el nombre genérico de Cocona, equivalente á nuestra palabra castellana Galardon; de manera que con los 225 maravedis se podria comprar un peine, un espejó, y una sarta pequeña de cuentas verdes ó azules. Aun esto no se les pagó en muchos años; y ciertamente los Indios cuidaban poquísimo de reclamarlo, porque todos sus pensamientos esta

ban reducidos á satisfacer el hambre que les atormentaba, ó bien á morir cuanto ántes para librarse de aquel tormento. Así huvo muchos suicidios y continuo desprecio de una religion que no entendian, ni se les explicaba, y cuya moral creian ser tan injusta como manifestaba semejanté práctica..

Por lo respectivo á la séptima de que los Indios fuesen tratados como hombres libres, dejándoles tiempo para descansar y cuidar de sus haciendas, el gobernador no solo no cumplió la voluntad de la Reyna, sino que convirió á los Indios en verdaderos esclavos y con una esclavitud insuportable. Cuando los infelices decian estar enfermos y pedian descanso, los Encomenderos les imputaban la ficcion diciendo que los Indios eran haraganes y que fingian enfermedad por no trabajar. En su consecuencia los maltrataban con hambre, golpes, y otros modos inhumanos para compelerles al trabajo, los Indios enfermaban gravemente; y solo entonces eran enviados á sus casas distantes cuarenta leguas cuando ménos: el mayor número de ellos moria en el camino, y los demas poco tiempo despues. Yo mismo hallé varias veces en mis viages algunos Indios muertos en el suyo, y otros expirando de hambre. Vea V. M. como se cumplen en América las reales órdenes.

Por lo tocante á la octava circunstancia, es evidente que la Reyna dió la providencia indicada por haber sele informado que el medio mas suave mas pronto y mas facil parà convertir á los Indios era distribuirlos

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entre cristianos españoles para que oyesen hablar de Dios y de la doctrina cristiana con frecuencia. Consiguientemente no es posible hallar excusa del modo que usó el gobernador en el repartimiento de Indios; y mucho menos el sistema que observó despues con positiva tiranía pues sí al año de la distribucion estaban ya muertos dos tercios de los Indios repartidos, el suplia la falta por medio de nuevo repartimiento que producia efectos iguales á los del primero.

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Este tirano nombrado, en 1502, gobernó la Isla Española desde ántes de 1504, en que murió la reyna Isabel hasta 1513 en que gobernaba la monarquía el rey Católico Fernando V, al cual no se dijo nunca la verdad de los hechos como eran en sí. Los que le rodeaban, tenian interes en la prosecucion de los robos y desórdenes. Así pereciéron nueve partes décimas de la poblacion de la Isla en nueve años de aquel gobierno.

En 1509 y 1510, fuéron tambien otros Españoles á gobernar las islas de San-Juan, de Jamaica, y de Cuba, y no tuviéron dificultad en imitar la conducta del gobernador de la Española. Huvo Español que recibió trescientos Indios en Cuba; y que solo tenia ya treinta en el termino de tres meses yo soy testigo de vista pues estuve allí desde el descubrimiento de aquella isla, y podia contar otros casos que horrorizarian á V. M. I.

En 1514, el Rey católico nombró á Pedro Arias por gobernador de Tierra-Firme, y le dió una instruc

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