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ban muertos de hambre por los caminos. Y en ir y venir á la costa los Indios cargados de las cosas de los Españoles, mató cerca de diez mil personas; porque ninguno llegó á la costa que no muriese, por ser la tierra caliente.

>> Despues de esto, siguiendo el rastro por el mismo camino que vino Juan de Ampudia echando los Indios (que habian sacado del Quito,) los envió adelante una jornada, para que descubriesen los pueblos, y los robasen ántes que el llegase con su gente; y estos Indios eran de él y de sus compañeros poseyendo cual doscientos, cual trescientos, cual ciento; ellos acudian á sus amos con lo que robaban; haciendo para esto grandes crueldades en los niños y mugeres,

» La misma órden observó en el Quito abrasando toda la tierra é las casas del deposito de Maiz que tenian los señores; y consintiendo hacer grande estrago en ovejas, de las cuales mataban un crecido número con crueldad; pues, eran el alimento principal de los naturales y aun de los Españoles ; no obstante lo cual permitia matar doscientas ó trescientas ovejas para aprovechar solamente los sesos, y el sebo, desper diciando la carne. Los Indios amigos de su comitiva imitando su egemplo mataban una multitud de ovejas: para comer solamente sus corazones, pues no acostumbraban mas. Así es que dos hombres en una provincia nombrada Purua matáron, por solo comer los sesos y el sebo, veinte y cinco animales entre ove

jas y carneros de los de carga cuyo precio es entre los Españoles á razon de veinte y veinte y cinco pesos cada animal.

» Este desórden de matar excesivamente hizo perder mas de cien mil cabezas de ganado; por lo cual la tierra vinó á sufrir gran escasez de carnes, y despues una mortandad considerable por hambre. Quito abunda de animales de lana; mucho mas de maiz; y sin embargo por consecuencia de aquel desgobierno llegó á costar una oveja diez pesos, la fanega de maiz otro tanto.

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Despues que el dicho Capitan volvió de recor rer la costa, resolvió separarse del reyno de Quito y buscar al Capitan Juan de Ampudia con mas de doscientos hombres españoles de á pić, y de á caballo, de los cuales algunos eran ya vecinos de Quito. Autorizó á estos para que pudieran sacar y llevar en el viage á los Caciques que les perteneciesen por los repartimientos con todos los Indios que quisieran : los Españoles usáron de la facultad.

» Alonso Sanchez Nuita sacó á su Cacique con mas de cien Indios y sus mugeres. Pedro Cobo y su sobrino mas de ciento y cincuenta con las suyas : muchos Indios sacaban á sus hijos porque se morian de hambre.

» Moran vecino de Popayan sacó mas de doscientos Indios; y poco mas o menos hicieron otro tanto los Españoles vecinos y los soldados.

>> Estos preguntáron al Capitan si les autorizaba

para poner en prision cada uno á sus Indios. Si por cierto (respondió aquel) hasta que se mueran; y entonces no hay sino tomar otros; que si ellos son vasallos del rey, tambien lo son los Españoles que mueren en la guerra.

» Fué á un pueblo llamado Otabálo que le habia sido asignado en el repartimiento; pidiò al Cacique quinientos Indios para servir en guerra. El Cacique se los dió con algunos Indios principales que pudicran serle utiles en las marchas. De los quinientos el Capitan dió una parte á los Españoles de su comitiva; y se quedó con los demas; unos llebaban carga; otros iban en cadenas; y otros libres para servirle en cuanto se le ofreciera.

» Serian como seis mil Indios los que saliéron así de la provincia de Quito entre ambos sexos; pero de todos ellos no volviéron á sus Casas veinte acabada la expedicion; porque los grandes trabajos les aniquiláron en tierras cuyo clima era mas calido que el de Quito.

» Acacció en aquel viage que habiendo el gefe dado comision à Alonso Sanchez para entrar en una provincia, encontró Alonso en el camino cierto número de mugeres y de muchachos que le saliéron á recibir con provisiones de comida ; y sin embargo el mandó matar á todas estas personas á filo de espada. En la egecucion de la órden huvo cosas particulares. La espada de un soldado se partió en dos mitades al primer golpe tirado contra una India y en el segundo

quedó con sola la empuñadura en la mano. El puñal de dos cortes de otro soldado experimentó en circunstancias iguales los mismos efectos.

» Cuando el Capitan salia de Quito para la expedicion despojó á muchos Indios de sus mugeres jóvenes, y las repartió entre los Indios designados á su servicio para que vivieran estos contentos con este artículo; y repartió las mugeres de mas edad entre los viejos que se quedaban en la ciudad.

>> Una cargada con tres niños pidió al Capitan que no se llevase á su marido porque perecerian de hambre aquellas tres criaturas. El Capitan no hizo caso; la muger insistió segunda y tercera vez con gritos y lamentos; el gefe la despreció mandando separarla. Entonces ella perdió el juicio, tiró el niño que tenia en sus brazos á las piedras, y lo mató del golpe.

>> Habiendo llegado el mismo Capitan á un pueblo llamado Palo junto al Rio-Grande, provincia de ili, encontró allí al Capitan Juan de Ampudia que habia ido á descubrir y pacificar la tierra por comi

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regalos por obsequio; visto lo cual por los Indios de los pueblos vecinos, imitáron el egemplo de Ampudia los Caciques é Indios de Palo, Xamundi, Soliman, y Bolo, poblaciones Indias de aquella comarca.

» El Capitan se irritó cierto dia porque los Indios no llevaban tanto maiz como el queria; envió Esp:ñoles, Indios, é Indias de su mando á tomar en Bolo y en Palo el maiz; y la egecucion se hizo robando á los habitantes el oro, las mantas, y cuanto halláron ademas del maiz: tambien atáron á los Indios que intentaban evitar el robo.

>> Los habitantes fuéron despues á quejarse al Capitan; no pudiéron conseguir el decreto de restitucion; hubiéron de contentarse con la promesa de que no irian mas los Españoles á dichos pueblos. Sin embargo á los cinco dias fuéron y multiplicáron los robos. Entónces los naturales del pais, viendo que no habia fidelidad en el cumplimiento de las promesas, se alzáron contra el dominio español, y resultáron gravísimos daños contra el servicio de Dios del rey.

y

» Habia en las tierras vecinas unos Indios llama

dos Olomas y otros nombrados Manipos, gentes bravas, indomitas, y de mucha fiereza. Notáron estos Indios que los de la tierra llana carecian ya de proteccion española y que se morian de hambre ; aprovecháron la ocasion, robáron y matáron á gusto, y el país quedó casí desierto.

» El Capitan, vistos estos desastres, se retiró á la

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