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ARTÍCULO V

De la Tierra - Firme.

En el año 1514 paso un Gobernador español á la Tierra-Firme, tirano tan aborrecible que podia ser mirado como instrumento del furor de Dios, pues no solo era cruelíssimo, sino bárbaro destituido de toda prudencia, el mas proprio en fin para despoblar el pais que queria poblar con gentes españolas. Ya para entónces habian ido á la Tierra-Firme algunos capitanes españoles con intencion de robar oro y matar; pero no habian pasado de la Costa marítima. El gobernador, de quien hablamos, excedió á todos en la barbarie, y penetró mas de quinientas leguas en lo interior desde el Darien hasta el reyno <de Nicaragua, tierra la mas feliz del mundo; extremamente poblada, y llena de minas riquísimas de oro, todavía intactas.

Este Gobernador inventó nuevos modos de atormentar á los Indios de Tierra-Firme para que revelasen la situacion de las minas, y descubriesen el oro que ya tuviesen cogido. Fray Francisco de SanRoman, religioso franciscano habiendo acompañado á un capitan que pasó con comision del gobernador á cierta provincia de la Tierra-Firme, vió perecer mas de cuarenta mil Indios, asados, degollados,

ahorcados, despedazados por perros lebreles y de otras varias maneras á cual mas cruel solo por el concepto de que mentian cuando no manifestaban tanto oro cuanto el esperaba sacar de ellos.

Es tambien horrible lo que hacian para guardar las apariencias de cumplir las ordenes reales. Se prevenia en estas que cuando las tropas fuesen á paises no descubiertos o no poseidos, el gefe llevase consigo sacerdotes que predicasen á los habitantes el evan gelio y no hiciera gestion alguna guerrera sino con tra los que resistiesen el abandono de la idolatría. Aun en este caso no era lícita esta conducta por ser opuesta enteramente al modo que Jesu-Cristo encargó á sus apostoles, y jamas dijo que si los hombres no recibian la doctrina evangélica, perdiesen sus tierras, sus bienes, sus riquiezas, su libertad, su vida, la de sus mugeres, hijos, y familia. Pero en fin veamos lo que hacian los Españoles.

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Determinado el viage á un pueblo de Indios, paraban las tropas un cuarto de legua ó media legua de la poblacion para pasar allí la noche bien llegada esta, mandaba el gefe militar publicar allí luego un bando que se decia ser un sermon, cuyo tenor en substancia contenia lo siguiente: Caciques é Indios » de la Tierra-Firme habitantes de tal pueblo. No» sotros os hacemos saber que hay un Dios, un Papa, » y un rey de Castilla, que es señor de estas tierras )) porque el papa (que es vicarió de Dios todo pode» roso y dispone del dominio de todo el mundo)

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» las ha concedido al rey de Castilla con la obligacion » de hacer cristianos á sus habitantes para que sean >> eternamente felices en la gloria celestial despues » de su muerte. Así pues Caciques, é Indios venid, » venid, abandonad vuestros falsos Dioses; adorad » al Dios de los cristianos; profesad la religion de >> estos, creed al evangelio, recibid el santo bautis>> mo; reconoced al rey de Castilla por rey y señor >> vuestro; prestadle juramento de obediencia, y » obedeced lo que se os mandare á nombre suyo y » por sus ordenes; pues si no lo haceis, os declara» mos guerra en la cual os matarémos, os harémos » esclavos, despojandoos de todos vuestros bienes, »y atormentandoos cuando como y cuanto tuvié>>remos por conveniente por el derecho de la >> guerra ».

Predicado en desierto este pregon por la noche salian de allí al amanecer, entraban en el pueblo, violentaban las Casas, les ponian fuego; por lo comun eran de paja; y morian abrasados en sus mismos lechos los inocentes Indios. Los que conserbaban la vida, eran marcados por señal de ser esclavos; se les requeria de mostrar el oro que poseyeran, el que supiesen poseido por otros, y los parages y los otros pueblos donde habia mas oro.

En estas iniquidades empleó el impio gobernador siete ú ocho años de 1514 en adelante, destinando criados, y dependientes para tan diabólicas expediciones; cuyos comisionados le daban despues la

quota de oro, perlas, y joyas que le correspondia como á gobernador, y aun otra parte separada que se hacia prometer para darles la comision de egercer tan execrables tiranías.

Los oficiales del rey imitaron la conducta del gobernador; enviaban á diferentes pueblos sus criados y dependientes y los tiranizaban en la propia forma, Un obispo nombrado para estos nuevos paisanos destinó tambien criados para recibir una parte que se habia asignado de lo que se llamaba despojos de la guerra y no era sino perlas, oro, y joyas.

mil

Matáron en estas expediciones mas de ochocientas personas, robáron mas de un millon de Castellanos de oro, y solo enviaron al rey por su quinta parte tres mil Castellanos,

Otros gobernadores que hubo en aquella tierra desde los años de 1521, hasta 1533 siguieron las mismas máximas, matando, y esclavizando para robar, y tratando mal á los pobres Indios ya esclavos de suerte que Begáron á despoblar el pais.

Entre inumerables egemplos de crueldad merece contarse el de un Cacique rico. Este dió al Gobernador nueve mil Castellanos en oro por conciliarse su afecto. El gobernador por agradecimiento mandó atarlo á un palo con los pies extendidos, y quemarselos porque no daba mayor cantidad. El Cacique no pudiendo resistir el fuego hizo traher para el gobernador tres mil Castellanos mas. No se contentó este ladron; hizo renovar el fuego, El Cacique dijo no

tener mas; el martirio prosiguió á pretesto de decir que el infeliz mentia; y murió el desgraciado expediendo por las plantas de los pies el tuétano de sus huesos.

Habiendo visto que no era mal producto el de tan infernal invencion, se repitió su escena muchas veces con diferentes Caciques de la Tierra-Firme, para sacarles el oro.

En una ocasion salió un Capitan español con su gente á perseguir una porcion de familias que habian huido al monte por librarse de las crueldades indicadas. Los Españoles matáron á muchos Indios y robáron setenta u ochenta mugeres jóvenes. Los Indios no pudiendo soportar con paciencia este robo sc reuniéron y marcháron contra los Españoles. Estos inhumanos las matáron para estar mas expeditos á la defensa. Los Indios penetrados del dolor gritáron : «Barbaros con las Iras (esto es con las mugeres) >> procedeis asi? Y vosotros sois hombres? » Es eso aprobado por vuestra religion cristiana? Vosotros no sois sino bestias fieras abominables.

A diez ó quince leguas de Panamá vivia un Cacique mui rico, señor de un território de treinta leguas, sumamente poblado, cuya capital era mui grande y estimada. Llegó allí un Capitan cristiano con su compañia. El Cacique lo recibió como á hermano suyo; sabiendo que el mayor obsequio era dar oro, regaló cincuenta mil Castellanos. El Capitan y su gente pensáron que quien daba voluntariamente tan

y

le

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