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Indios. Parece que Dios los ha dejado de su mano para que caigan en lo mas profundo de la inhumanidad.

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ARTÍCULO IIIo.

De las dos Islas de San-Juan de la Jamaica.

Los Españoles pasáron año de 1509 à las islas de San-Juan y de la Jamaica con las mismas disposiciones de ánimo de hacer allí lo que habian hecho en la Española. La tierra de aquellas dos islas era buena,

y estaba cultivada como una huerta porque la poblacion parecia una colmena de hombres, teniendo en mi concepto mas de un millon de almas y de positivo mas de sciscientas mil. Hoy no tendrá cada isla doscientas personas : las demas han perecido como en la Isla Española por ignales medios y aun otros mas crueles y horrendos. Muchos Indios muriéron asados, y no pocos fuéron victimas de perros lebreles enseñados á perseguirlas y multiplicarlas.

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La isla de Cuba es (como ya queda expresado) tan grande como el espacio de Valladolid à Roma

dividido en varias provincias y todas mui pobladas. Los Españoles pasáron allá en el año 1511, y se condujéron del mismo modo que en las otras islas. Entre los muchos acaecimientos particulares hubo uno bien extraordinario que merece contarse.

Un señor mui rico de la Isla Española habia huido á la de Cuba; llamabase Hatuey y le habian acompañado muchos de sus súbditos por librarse de la horrible persecucion. Supo que los Castellanos iban allá y dijo á su gente: « Bien sabeis lo que hacen » los cristianos; lo mismo harán aquí si pueden: » pero ¿ habeis conocido la causa? Habeis reflexio>> nado bastante para ver el origen de las desgracias » de Haiti ¿(Este es el nombre antiguo de la Espa»ñola). Pues sabed que todo proviene de la reli>>gion que siguen. Ellos adoran un Dios que se lla>> ma Oro; han visto que nosotros lo poseemos, y » quieren destruirnos por poseerlo ellos solos.

Tenia cerca de sí un cesto lleno de oro y de joyas; les mostró el oro y dijo: « Ved aquí al Dios de los >> cristianos; hagamosle nosotros unos areites (esto »es, fiestas y danzas ); tal vez darémos gusto á este » Dios, le agradarémos, y nos ayudará para librar» nos de caer en poder de los cristianos».

Bien está (respondieron sus gentes), y todos bailá ron delante del oro hasta cansarse luego les dijo el señor Hartuey: « Mirad, si guardamos este Dios, » lo sabrán los cristianos, nos matarán, y se apoderarán de el: ¿No será mejor echarlo al rio? Si

>> mejor será (respondieron las gentes) y sin dilacion >> arrojáron la cestita de oro con joyas preciosas al » rio grande que corria mui cerca del sitio ».

Huyó con su gente temeroso de caer en poder de los Españoles pero al fin cayó con toda su gente. Se le condenó á morir asado; se le ató á un palo para sujetarlo en la hoguera. Un religioso franciscano le exortaba á recibir la religion católica prometiéndole que iria derecho al cielo: ¿Que gentes hay allí? (preguntó el Cacique); Van al cielo tambien los cristianos? Si, (le dijo el religioso), allá van los cristianos si son buenos. « Pues yo no quiero ir allá (dijo) si con efecto van algunos cristianos al cielo. >> Mas quiero ir al infierno y estar lejos de ellos, y » no ver una gente tan cruel ». Vease aquí el modo de hacer conquistas para la mayor honra y gloria de Dios.

En otra ocasion los Indios noticiosos de que habiamos de pasar Españoles por su pueblo, salieron en gran número á recibirnos dos leguas antes con pan, pescado, y todas las otras cosas que pudiéron reunir. Sentáronse luego á nuestra vista en un prado muy espacioso y no se porque pretesto comenzó la crueldad; solo sé que no huyo ningun motivo grave ni leve, pero que habiendo entrado el Diablo en los corazones de los cristianos, estos degolláron alli mismo á mas de tres mil Indios, hombres, mugeres, y niños.

A pocos dias el capitan español determinó pasar

á la provincia de la Habana. Los Caciques y señores principales estaban asombrados de lo que habian oido contar relativo á las crueldades hechas en otras provincias; y no sabian que hacer. Yo les envié mensageros con acuerdo y autoridad espresa del Capitan, díciéndoles que nó huyesen de la provincia, sino que antes bien saliesen á recibirnos con víveres y regalos, pues se les trataria bien y no se haria mal ninguno. Con efecto veinte y un Caciques salieron confiados en mi promesa; pero sin embargo el Capitan mandó ponerlos presos, y que los quemasen vivos sin mas pretexto que el de creer que con el tiempo tratarian de revelarse y que seria mejor precaver ese peligro, Yo trabajé imponderablemente para que cumpliera el salvoconducto que me habia hecho prometer; y me tuve por mui dichoso de haberlo conseguido, pues por fin los veinte y un Caçiques se salváron.

El asunto vino á parar, segun costumbre, en que todos los habitantes de la isla de Cuba fuéron hechos esclavos distribuidos y maltratados como los de Isla Española, Muriéron infinitos por hambre, fatiga, Į crueles tratamientos. Otros en grande número huyé ron á los montes. Muchos se ahorcáron á si mismos; y llegáron á desear ésta muerte con tantas ansias que los maridos y las mugeres formaban convenio de ahorcar primero á sus hijos por amor, despues el marido á la muger, y luego el marido á si mismo, todo por no sufrir las crueldades atroces de un Es

pañol á quien yo conocí mucho, á causa del cual mas de doscientas personas se ahorcáron á sí proprias.

Huvo en la isla un oficial del rey, hombre tan cruel que habiendo recibido en repartimiento trescientos Indios, tenia solos treinta en el termino de tres meses, por haber hecho morir 270 en las fatigas de minas le diéron otros trescientos, los mató en muy poco tiempo; le repitiéron el número, y cuando mas cruelmente renovaba las escenas de carnicería, murió entregando al Diablo su alma,

Estando yo en la isla vi morir en tres ó cuatro meses mas de siete mil niños de hambre por haber sido destinados al trabajo de minas los padres y las madres. Entónces vi tambien otras varias crueldades horrendas.

Por ultimo se determinó salir á los montes contra los Indios que habian huido de los pueblos por miedo de la muerte; y se hacian cacerías contra ellos como contra las bestias feroces con perros lebreles bien adiestrados para destrozar hombres, y con otros medios inhumanos. Así lográron desolar la isla de modo que habiendola yo andado ahora poco tiempo hace, la he hallado casi toda desierta; cosa que da compasion.

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