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fensa de la libertad de los naturales para expeler á los Cristianos. Pusiéron á los Indios en armas: pero estas son debiles, tanto que. las

guerras entre Indios son menos fuertes que los juegos de cañas en Europa. Los cristianos tenian caballos espadas y lanzas, y facilmente mataban haciendo una cruel carnicería.

Entrando en los pueblos sacrificaban á su furor los viejos, los niños y las mugeres: no respetaban á las que se hallaban preñadas ni á las que habian acabado de parir á todas desbarrigaban con la espada ó con la lanza, y degollaban personas como á corderos ccrrados en un aprisco. Apostaban inhumanamente sobre quien partia mejor á un hombre en dos trozos con una sola cuchillada, ó sobre quien le sacaba mejor las entrañas. Quitaban á las madres los niños pendientes de sus pechos; los tomaban por una pierna y los tiraban sobre una piedra de manera que la cabeza fuera estrellada. Otros arrojaban dichos niños al rio proximo para que pereciesen ahogados diciendo con risa inhumana: Refrescate ahora bien, cuerpo de tal. Otros atravesaban con sus espadas al niño, á su madre, y á las otras personas que á la sazon allí se hallasen. Hiciéron ciertas horcas mui largas, no mui altas, ataban á ellas trece hombres, les aplicaban fuego por debajo, y los quemaban vivos diciendo con horrible sacrilegio que los ofrecian á Dios en sacrificio para honor de Jesu-Cristo y sus doce apostoles. Otros cubrian al hombre con paja, lo ataban, y despues aplicaban el fuego para que

de

muriese aquel infeliz Indio entre las llamas. Cortaban las manos á los que no mataban, y luego les insultaban diciendoles, Llebad ahora cartas á los que han huido á los bosques. Todavia eran mas crueles para con los Indios señores de pueblos ; pues los ataban y tendian sobre parillas de madera hechas de intento, y los quemaban por debajo para que muriesen abrasados á fuego lento entre los mas insufribles tormentos."

Yo mismo vi una vez que quemando en dos o tres pares de parrillas á cinco señores de pueblos y á otras personas se dió por ofendido el capitan español de que aquellos infelices le quitaban el sueño con sus gritos de dolor. Mandó que los ahogasen al instante para que no gritasen mas. El alguacil ( quien yo conocia como tambien á sus parientes por ser todos naturales de Sevilla) mas cruel que su jefe, no quiso ahogarlos; les metió en sus bocas un palo para que no pudiesen gritar, y atizó el fuego para que muriesen quemados con mayor tormento. Vi tambien otros muchos casos de los otros modos atroces de martirizar que antes he referido..

Habiendo notado los Españoles que muchos Indios abandonaban al pueblo, y se retiralan á los montes y los bosques, amaestráron perros lebreles sanguinarios para perseguir á los Indios, y los animales llegáron á ser tap diestros y tan feroces que apenas veian un Indio lo destrozaban en dos momentos, y se lo comian como si fuera cadaver de

un Puerco. No hay cálculo de los Indios despedazados por los Lebreles. Si los Indios mataban á un cristiano aunque fuera en caso de justa defensa, los cristianos manifestáron tan inhumana venganza que promulgáron ley mandando matar cien Indios por cada cristiano.

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De los reynos que habia en la Isla Española.

En la isla española habia cinco reynos grandes con cinco reyes mui poderosos, á los cuales obedecian por voluntad muchos señores particulares de territorios distintos y lejanos cuya soberanía era reputada como independiente.

Uno de los cinco reynos se llamaba el reyno de Maguá, que significa de la Vega; hombre tomado de la calidad del territorio porque esta vega es ochenta leguas de larga desde la mar del sur hasta la del Norte. Su anchura, es por unas partes de cinco á seis leguas; por otras de ocho á diez. Entran en la vega mas de treinta mil corrientes de agua entre rios y arroyos doce rios son como el Ebro, el Duero, y el Guadalquivir. Hay sierras altíssimas por la derecha y por la izquierda. La del poniente contiene tan grandes minas de oro que hacen salir este por sus rios, los cuales pasan de veinte mil. En la misma

sierra está la provincia de Cibao donde son famosas las minas de Cibao, porque su oro es mui superior en quilates al de otras minas.

El último rey se llamaba Guarionex tenia vasallos tan poderosos que uno de ellos le servia en las guerras con treinta mil hombres. Era el rey un hombre dotado de caracter pacífico; afecto al rey de Castilla por las noticias que habia oido. El mandó á sus subditos que cada jefe de familia contribuyese al rey de Castilla con un cascabel lleno de oro. Despues redujo la contribucion á medio cascabel porque los Indios eran poco industriosos para coger el oro, é introducirlo en el cascabel, por lo cual fue forzoso darles un cascabel abierto con la obligacion de que devolviesen la mitad llena de granos de oro. Viendo el rey Guarionex que aun así cumplian mal sus Indios por causa de su impericia para coger el oro, pretendió exencion del pacto, prometiendo recompensar y aun sobrepujar el valor con el establecimiento de una labranza del terreno que hay desde la ciudad de Isabela (primera poblacion española) hasta la de Santo-Domingo, cuya distancia es de cincuenta leguas.

Yo sé muy bien que Guarionex podia cumplir conmodamente su promesa ; que la labranza hubiera producido mas de tres millones de la moneda llamada Castellanos; y que su resultado hubiera sido haber ahora ya en aquel espacio mas de cincuenta ciudades tan grandes como Sevilla.

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Sin embargo el pago que un rey tan generoso recibió, fue infame, indigno de hombres honrados. Un capitan cristiano le robó su muger, y se la violó : Guarionex tenia medios de juntar tropas y vengarse, pero no lo hizo assi. Avergonzado del suceso, se disfrazó, abandonó su corte, y marchó solo sin comitiva, y desconocido á la provincia de los Ciguayos cuyo señor era vasallo suyo y le recibió bajo su proteccion. Los Españoles llegáron á saberlo; pidiéron al señor la persona de Guarionex; el señor no accedió; aquellos le hicieron guerra, y habiendose apoderado del rey, lo llevaron preso con grillos y cadenas á un navió para conducirlo á España. No llegó Guarionex á Europa: pereció en el mar ahogado con la embarcacion con todos los Españoles embarcados y con inmensas sumas de oro que se conducian de las cuales componia parte un grano de oro tan grande como una hogaza de pan que pesaba tres mil seiscientos Castellanos.

y

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que

El segundo reyno de la Isla Española se llamaba reino del Marien; comenzaba donde ahora es PuertoReal, al fin de la vega erà mas extendido el reyno de Portugal; y de mejor tierra, y mui digno de ser poblado; tiene muchas y altíssimas sierras con minas de oro y cobre. Su rey se nombraba Guacanagary; entre cuyos súbditos habia un crecido número de señores particulares, de los cuales. yo conoci á varios. Este es el reyno á donde aportó el Almirante viejo cuando descubrió las Indias. Guq

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