Imatges de pàgina
PDF
EPUB

destinado para proseguir este descubrimiento, juzgó entónces prudente el volverse á Cuba. Sin embargo, Bernal Diaz dice que este comandante quiso establecer aquí una colonia permanente; pero se opusieron á ello los oficiales de la espedicion, esponiendo como impedimentos insuperables á la permanencia, lo avanzado de la estacion y la falta de provisiones. De este viaje, el mas largo y próspero hecho hasta aquella época por aventureros en América, volvió la escuadra en octubre á Santiago. Se supo ahora que Yucatan no era una isla, y que el continente se estendia muchos centenares de millas en una direccion ántes no esplorada. La alegria de Velazquez es indecible. Mantenia la esperanza de burlarse impunemente de los derechos de don Diego Colon (como Cortés se burló despues de los suyos); y despachó á Castilla á su capellan Benito Martinez con cartas para su protector el obispo Fonseca y otros personages de consideracion y poder en la corte, pidiéndoles le consiguieran una comision para procurar oro y hacer establecimientos, en la manera que él creyese mas conveniente, en cualquiera rejion del Nuevo-Mundo. Obtuvo cuanto deseaba, y ademas el empleo de Adelantado de Cuba, cuyo nombramiento le trajo Martinez. Empero, sin aguardar á la vuelta de éste, ya se habia anticipado Velazquez á preparar un poderoso armamento.

Antes de que empecemos á hablar de la espedicion de Cortés, para continuarla de una manera no interrumpida, nos parece que convendrá hacer en este lugar algunas observaciones, aunque breves, sobre la estension de lo conocido hasta entónces en América y sobre algunos otros particulares. Ya estaban descubiertas todas las islas de las Indias-Occidentales, y se habian visitado las mas importantes de ellas. Los españoles habian pisado por diferentes veces la Tierra-firme, desde la costa de la Florida hasta el grado 35 de latitud sur. Los ingleses en el mismo tiempo habian navegado desde el Labrador hasta la Florida; y los por

tugueses habian tocado en la misma rejion, buscando un paso á la India por el nord-oeste. Nada se sabia aun con certidumbre acerca de Méjico, del Perú y de los paises al sur de la latitud mencionada. La cuestion de-¿Quienes fueron los primeros pobladores de este continente?—; cuestion que ha dado motivo á tan estravagantes y visionarias disputas, se ve contestada con la mayor simplicidad por el arzobispo de Méjico, que publicó las cartas de Cortés en 1770, y de cuya edicion nos hemos valido para la presente. "Es en vano, dice, fatigarse sobre sus ascendientes; pues de la torre de Babel se estendieron las gentes por todo el mundo; y así, por el polo ártico no se ha descubierto fin á la tierra en esta América; por lo que hoy es inútil la cuestion de como vinieron por mar, pues por la tierra pudieron venir de las otras partes del mundo; porque ninguno puede asegurar lo contrario, pues por el norte de Nueva-España no se ha hallado el término." Probablemente el arzobispo anduvo en este asunto mas de la mitad del camino de lo cierto. Las tradiciones de los mejicanos y las de algunas de las tribus de indios del norte prestan muchos datos al buen sentido para hacerle concurrir con ellas en asegurar que del nordeste del Asia llegaron á este continente los antecesores de la mayor parte de las naciones que en él se encontraron. Al mismo tiempo hay fuertes pruebas de haberse arribado á ámbas de sus divisiones y en diversas épocas desde otros parages del viejo mundo. Y á ménos que el poema de Ercilla no sea una mera criatura de su imaginacion, y la historia del abate Molina mas apócrifa que la de Herodoto, los muchos puntos que se encuentran en la mitologia araucana, conformes con los de la egipcia, nos autorizan á clasificarlos bajo el título de Coincidencias singulares. Però el ingenio del hombre no es bastante, al parecer, para aclarar si hubo buques en tiempos antiguos, que estraviados de rumbo, atravesaron completamente el Atlántico, hecho que no escede de lo posible; ó si las islas que forman la Po

linesia son los vestigios de alguna poderosa convulsion de la naturaleza. Las tradiciones de los mejicanos, que son los únicos de que ahora tratamos, eran las que brevemente y en sustancia se indican mas abajo. Entretanto es preciso observar que el fundamento de su historia descansa meramente en las relaciones tradicionales; porque la mayor parte de las pinturas en lienzos de algodon, en pieles o pergaminos y en corteó zas de árboles, en que este medio-civilizado pueblo tenia archivados sus supuestos acontecimientos históricos, fueron destruidas por la autoridad eclesiástica despues de la conquista, bajo el pretesto ó la idea de que eran cosas de magia y diabolismo.* Sin embargo, varios escritores de aquellos dias, tanto mejicanos como españoles, trasladaron inmediatamente al papel los figurados contenidos de las pinturas así destruidas. Estas tradiciones, ilustradas por pinturas, manifiestan que el pais llamado Nueva-España fué antiguamente nombrado Anahuac, ó Rejion cerca del agua. Este nombre fué dado en el principio solo al valle de Méjico; pero despues se estendió á los territorios circunvecinos. Las tradiciones de cinco de las naciones que se establecieron en este distrito concuerdan en que sus antecesores, como ya hemos mencionado, vinieron del norte. Los huesos y reliquias gigantescas encontradas en lugares, tenidos por sepulturas, hayan pertenecido ó á hombres ó á animales, nada prueban al presente que merezca consideracion. Por sus anales cronológicos, segun nos los presentan los modernos europeos, consta que un pueblo, denominado los toltecas, emigrado de una tierra lejana, llegó al nordeste del valle de Méjico, en el año del Señor, 550. Despues de una peregrinacion casi dos veces tan larga coma la de los israelitas,

Las vicisitudes de la guerra llevaron á Inglaterra y Francia algunas de estas pinturas escapadas de la destruccion. En Viena aun existen otras. La lista de tributos, publicada en la edicion original del arzobispo Lorenzana, no ha sido grabada para esta obra. De las Ilustraciones á la historia de Clavigero se ha sacado una muestra de los geroglíficos mejicanos.

[ocr errors]

fundaron una ciudad á unas cincuenta millas del sitio que ahora ocupa Méjico. Se hace conmemoracion de esta ciudad, como de la mas antigua de Anahuac, y una de la mas célebres en la historia mejicana. La monarquia de estos toltecas duró por espacio de 384; esto es, desde el 667 al 1051 de la era vulgar, en el que la hambre y la peste obligaron á la nacion á dispersarse por el continente. Unos marcharon á Yucatan, otros á Guatemala, y algunos permanecieron en lo que habia sido el reino de Tula, esparciéndose sobre todo el valle de Méjico. Los toltecas formaban un pueblo agricultor; conocian el arte de fundir y trabajar el oro; y su calendario era tan correcto como lo fué el romano despues de su arreglo en tiempo de Julio César. Hasta aquí es un estracto de sus anales. Credat Judæus Appella.

Como cien años despues de la dispersion de los toltecas, los chichimecas, pueblo parte salvage y parte civilizado, gobernado por jefes inmediatos, una nobleza y un soberano, segun el régimen feudal, ó mas bien el patriarcal, dejaron sus domicilios setentrionales y vinieron á establecerse en Tenayuca, á seis millas de la ciudad de Méjico. Contrajeron alianza con algunos de los restantes toltecas y aprendieron sus artes y ciencias. Pocos años despues, bajaron á Anahuac otras tribus procedentes de paises confinantes con aquellos de donde los chichimecas habian emigrado. La mayor de estas fué la nacion Acolhua, tres príncipes de la cual se casaron con tres princesas de los chichimecas. La residencia real estaba indiferentemente en Tenayuca y en Tezcuco. Todo el reino asumió en breve el nombre de Acolhuacan; bien que muchos de los chichimecas, conservando sus antiguas costumbres salvages, se mezclaron con los otomites, nacion feroz y belicosa, que habitaba ácia el nordoeste, mas allá de las montañas, y que hacia la guerra á los moradores de las llanuras, mas civilizados que ellos. La dinastia de los chichimecas duró hasta principios del siglo 15, habiendo go

zado la corona en debida sucesion hasta el sesto monarca; despues de lo cual ocuparon dos usurpadores el trono de Acolhuacan. Hubo una sucesion nominal de otros cinco soberanos, con cuyo reinado está mezclada la historia de Méjico y la de la conquista. No particularizarémos las diferentes hordas que se dice haber llegado sucesivamente á Anahuac. Basta con mencionar los nombres de siete de las principales ramas de la misma familia, que emigraron en épocas diversas de la provincia de Aztlan. Fueron, segun el órden de su llegada, los xoquimilcos, los chalmecas, los tepanecos, los calhuis, los tlahnicos, los tlascaltecas y los mejicanos; todos los cuales convienen los historiadores en que pertenecieron á la misma gran familia. Llegaron al valle de Méjico en diferentos periodos: y aprovecharémos al presente la oportunidad de hablar sobre la mayor parte de ellos. Los tlascaltecas merecen alguna noticia, ántes que bosquejemos el diseño de la historia mejicana. Este pueblo se fijó primero en la costa oriental del lago de Tezcuco, donde se vió obligado á mantenerse de la caza, por no tener una estension suficiente de tierra para seguir las pacíficas ocupaciones de la agricultura. Sus vecinos tomaron las armas para arrojarlos del terreno; pero estos ismaelitas occidentales se defendieron con el valor de la desesperacion. Aunque victoriosos, conocieron la necesidad de mudar de domicilio; y divididos en dos bandas, la una marchó ácia el setentrion, y la otra ácia el mediodia. Ambas divisiones echaron en su tránsito los cimientos de varias ciudades y villas. Sin embargo, la parte mas temible y respetable de la nacion quedó aun errando por la vecindad de la laguna, lo que ocasionó guerras, que terminaron en haberse fijado los tlascaltecas como á cuarenta millas al este del lago, bajo una forma republicana de gobierno, la que conservaban en tiempo de la invasion.

Por lo que respecta á la historia, los mejicanos son los mas importantes de las siete tribus á que nos hemos

« AnteriorContinua »