Cataluña, Volum 2

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D. Cortezo y c.a, 1884
 

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Passatges populars

Pàgina 91 - ... triste presentimiento oprimía todos los corazones; pisaban un suelo volcánico, y ni una sola senda había que no cruzase sobre el abismo; pero el dedo de Dios iba a señalar el homicida. Movióse el capiscol, y en su voluntad y conciencia entonó el Subvenite,* pero las palabras no correspondieron a su intento, y su voz hizo resonar la terrible pregunta del Señor: ¡Caín! ¿dónde está tu hermano Abel?* Un frío terror cundió por los circunstantes al oír estas palabras; no hubo una frente...
Pàgina 128 - Sicilia, sino también de los reinos de Aragón y Valencia y del principado de Cataluña, y sin que precediese amonestación, citación ni juicio, lanzó decreto de excomunión contra el rey D.
Pàgina 254 - Sufrióme entonces tu piedad divina, y sacóme de aquel hediondo cieno, do sin sentir aun el hedor estaba con falsa paz el ánima mezquina, juzgando por tan rico y tan sereno el miserable estado que gozaba, que...
Pàgina 89 - ... ágiles sabuesos atravesaron la maleza, y desembocaron donde fue asesinado el conde. Al ver el charco de la sangre, arrastráronse hasta él y ansiosamente olieron sus negros vapores. Lanzando entonces un aullido tristísimo y prolongado, echaron a correr con todas sus fuerzas alrededor de la sangre, describiendo con frenesí anchos círculos y parando de cuando en cuando para aullar lenta y dolorosamente : el azor correspondíales con sus agudos chillidos. El eco repitió más cercanos los pasos...
Pàgina 245 - ... la Virgen. Bajos los ojos y con el rosario en la mano avanzan devotamente los peregrinos; allí, ni esplendor ni riqueza; humilde, muy humilde es su andar; fervientes los rezos que murmuran, y los hay que esmaltan con la sangre en sus pies descalzos las espinas y las piedras de los caminos. Las niñas, suelta la cabellera, que sujeta sólo una guirnalda de flores silvestres, responden con voz tímida...
Pàgina 89 - Las trompas volvieron a resonar lejos, muy lejos; los gritos de los cazadores llevados en alas del vendabal parecían siniestros gemidos de espíritus que rápidamente cruzaban; bramaban los pinos como un mar enfurecido y hondamente murmuraban palabras de muerte. Dos ágiles sabuesos atravesaron la maleza, y desembocaron donde fue asesinado el conde. Al ver el charco de la sangre, arrastráronse hasta él y ansiosamente olieron sus negros vapores. Lanzando entonces un aullido tristísimo y prolongado,...
Pàgina 254 - Al pisar el umbral del ermitaño de Montserrat, nuestros antepasados miraban con admiración la sanidad, beatitud y dulcedumbre que por entre las huellas de las vigilias y ayunos aquellos rostros respiraban. Orar y trabajar, esta era su vida; bien como en el Oriente hundiéronse un tiempo á meditar en los desiertos los Antonios, los Pablos, los Jerónimos, figuras portentosas que asombran y llenan las soledades del Egipto, de la Palestina y de la Tebaida.
Pàgina 216 - Comunica la iglesia por siete ú ocho gradas con un claustro, cuyos ciento y doce arcos semicirculares, distribuidos desigualmente en cuatro lados y en dos pisos, descansan sobre elegantes columnas pareadas, de bases regulares y de capiteles bizantinos. Esta es sin duda la parte del monasterio que presenta más unidad, belleza y armonía. Ningún pilar, ni ninguna clase de estribo interrumpe las largas series de sus arcos; las líneas generales de la ornamentación son constantemente las mismas.
Pàgina 88 - Una bandada de cuervos sacudió sus negruzcas alas graznando tristemente, y desapareció arrastrada por el viento. Pero el conde ató su mejor sortija al cuello de la alondra, y la entregó á su fiel paje, que estremeció el suelo con el galope de su bridón. Siguió Ramón el alcance del jabalí, parando de cuando en cuando su curso para escuchar el débil y lejano ladrar de los perros y el toque moribundo de alguna bocina. La espesura del bosque robaba la escasa luz del día, y en medio de tan...
Pàgina 87 - Un jabalí cruzara la senda delante de los cazadores e internárase en la maleza, llevando tras sí la enfurecida jauría de los sabuesos y la estrepitosa cabalgata, que se dividió para cercarle en una batida general. Ramón Berenguer hundió el acicate en los flancos de su buen caballo y se lanzó al alcance de la fiera seguido del más fiel de sus...

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