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nardino Manzanedo y fray Alonso de Santo Domingo, para que con el carácter de comisarios regios pasasen á las Indias á ponerlo en práctica acompañados de Las Casas.

Podrá admirarnos el que la eleccion de Cisneros para la investigacion de las cosas del Nuevo mundo recayese en tres pobres reclusos, monjes jerónimos, necesariamente ignorantes de asuntos mundanales y dedicados á la contemplacion y á la vida cenobitica. Resistíase primero la religion jerónima á aceptar tan espinoso cargo para sus monjes, pues le parecia poco propio y hasta contradictorio á la regla, y sobre todo al carácter y costumbres de la Orden. El cardenal Cisneros no quiso, sin embargo, admitir sus disculpas por muy «discretas» que fuesen, pues el gran estadista conocia bien que eran los hombres más aptos para lo que se proponia hacer. Los jerónimos eran, además de sus grandes conocimientos, enteramente imparciales en los negocios de Indias. Los dominicos se habian desde luego pronunciado á favor de Las Casas, y varios de los predicadores de dicha Orden no le iban en zaga al clérigo en el ardor con que defendian á los indios y en la vehemencia con que atacaban á los pobladores que los tenian por esclavos y los maltrataban. Los frailes franciscanos, por lo contrario, parecian asustarse de las declamaciones de tan

acérrimos defensores y temian las consecuencias que podian sobrevenir del rencor de los pobladores contra los que querian privarlos de sus intereses materiales. El mismo licenciado Alonso de Zuazo, que expuso despues con tanta elocuencia los males del Nuevo mundo, en una de sus cartas à M. de Chievres le dice: «Suplico á uste» des en todo lo que arriba digo, me mande te>> ner secreto, porque son cosas que tocan á mu» chos, é non querria que, haciendo yo lo que >> debo é soy obligado, segun el cargo que traje » de su alteza en estas partes para decir la verdad » en todo, é que dare informacion si fuese me»> nester, que criasen en sus pechos conmigo >> nuevas enemistades. » Los franciscanos se mostraban todavía más prudentes, y se les podia considerar como formando un partido antagonista al de los dominicos y por consiguiente al de Las Casas. Lo que hacía, pues, á los monjes jerónimos esencialmente elegibles para el cargo de comisarios en Indias, era su completa y absoluta imparcialidad en la cuestion suscitada por Las Casas.

En el mismo tiempo que se hizo el nombramiento de los tres padres jerónimos para el referido cargo de comisarios regios, fuéle tambien dado á Las Casas el título y empleo de Procurador ó Protector universal de todos los indios de

las Indias; y en verdad no podia dársele ninguna otra prueba más digna del profundo respeto que habian despertado sus reclamaciones en el ánimo del Cardenal y del fondo de moralidad y de justicia que habia en ellas, siempre que abogaba por sus pobres indios, que ese título tan merecido como sublime que le concedió la majestad real, título antes desconocido, desconocido despues de Las Casas, y por lo mismo único en la historia, con el cual se designa al Apóstol humanitario del Nuevo mundo.

Cuando los tres padres jerónimos nombrados llegaron á Madrid, algunos enemigos de Las Casas consiguieron hablarles en secreto, indisponiendo sus ánimos contra los objetos de la expedicion, representando á los indios como salvajes fieras, y á Las Casas como á un hombre fanático y preocupado. Se dispusieron, sin embargo, á emprender su largo viaje provistos de las instrucciones que habia redactado Las Casas, pero que habian sido muy modificadas en el Consejo del Cardenal. Nuestro buen Padre las hallaba concebidas en espíritu demasiado angosto, pues de ellas no dimanaba la libertad general que él hubiera querido que se diera á sus amados indios. A pesar de todo son dignas de especial mencion y de ser reproducidas integras con el preámbulo que las precedia, como documento curiosísimo

que hace mucho honor á los buenos deseos del cardenal Cisneros para satisfacer en lo posible, segun las exigencias de la época, las justas quejas y reclamaciones de Las Casas.

Hé aquí el texto de este documento:

<«< Lo primero que deben hacer los Padres que fueren á las Indias para las reformar, en llegando á la isla Española hagan llamar ante sí los principales cristianos, viejos pobladores, y decirles que la causa principal de su ida es los grandes clamores que acá se han hecho contra ellos y contra los otros pobladores, especialmente contra los que han tenido y tienen indios encomendados, que los han maltratado y hecho muchos males, matando á muchos de ellos sin causa y sin razon, tomándoles sus mujeres é hijas y haciendo de ellas lo que han querido, haciéndolos trabajar demasiadamente y dándoles poco mantenimiento, compeliendo á las mujeres y á los niños á que trabajasen, y haciendo á las mujeres malparir y no dejándolas criar sus criaturas, y otras muchas fuerzas y daños de que se dieron grandes memoriales al reverendísimo señor Cardenal, los cuales llevan los dichos Padres. Y porque sus Altezas y el reverendísimo señor Cardenal y el señor Embajador quieren saber la verdad de todo esto como pasa, para lo proveer y remediar porque las islas no se pierdan del todo, mandaron á los dichos Padres que de todo ello se informen para que se proveyese y remediase; que los dichos pobladores digan lo que saben de como esto ha pasado y pasa, y, si vieren los Padres que conviene, tomalles juramento que dirán la verdad, y por otra parte tambien ellos se informen dello. Háganles entender como todo esto se hace para la

conservacion dellos, y de los indios, y de las dichas islas, y que si de voluntad y consentimiento de partes se pudiere hablar y tomar algun buen medio con que Dios y sus Altezas sean servidos, y ellos y los indios aprovechados, y las islas remediadas, que aquel se tomará. Por tanto, que ellos y los otros hombres, principales pobladores, se junten y hablen y platiquen en ello, y piensen más sobre ello, y con lo que acordaren vuelvan á los Padres y se lo digan; esto y todo lo que más á los Padres pareciere díganlo á las personas principales. Despues llamen á los principales caciques de la Isla, y díganles como á sus Altezas, y al reverendísimo señor Cardenal, y al señor Embajador ha sido hecha relacion de su parte, como en los tiempos pasados han sido muy opresos y agraviados de los pobladores que allá han ido, y están en muchas maneras contenidas en ciertas peticiones y memoriales, que sobre ello fueron dadas por ciertos clérigos y religiosos, y porque la voluntad de sus Altezas, y del reverendísimo señor Cardenal y del señor Embajador ha sido y es de remediar y castigar los males pasados, y proveer en lo venidero para que ellos y sus indios, de aquí en adelante, scan bien tratados, pues son cristianos, y libres y súbditos de sus Altezas, mandaron á los dichos Padres que fuesen allá, y se informasen de todo ello, y supiesen la verdad de cómo ha pasado; para que se proveyese así en el castigo de lo pasado, como en el remedio de lo venidero. Por tanto, que ellos lo debian hacer saber á los otros caciques y á sus indios, para que entre sí platicasen sobre ello y pensasen en lo que se podia y debia hacer, así en lo pasado como en lo venidero; y que si algun buen medio se hallase, de voluntad. de partes, para que Dios y sus Altezas fuesen servidos y

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