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jantes.. Uno de ellos jugó un dia á una carta y perdió quinientos esclavos, y permitió luégo al que los habia ganado que fuese á apoderarse de ellos en una parte de su distrito.

Otro gobernador que residia en Méjico á doscientas leguas de distancia de su distrito, jugaba doscientos ó cuatrocientos esclavos á la vez. Cuando los perdia mandaba decir á su lugarteniente que necesitaba fondos para pagar una deuda equivalente al precio de tantos indios; y le ordenaba el apoderarse de un número suficiente de los más jóvenes y robustos; y con estos esclavos, ó con el producto de su precio en venta, cubria sus compromisos de honor.

al

Dice que el gobernador de Honduras llegó á tomar y vender tal número de esclavos, que tuvo que pagar al rey más de quinientos castellanos por el quinto de sus beneficios, á pesar de que gunas veces daba un indio en cambio de un queso. Y exclama Las Casas: « ¡Cuántos no serian ne>> cesarios para que el quinto de su venta su>>biese á quinientos castellanos! ¡Cuántas vícti- · >> mas de la codicia de los tiranos españoles, puesto que cada europeo podia entregarse al >> mismo género de especulacion!

>> Cuando se recibió en el país, continúa Las >> Casas, la cédula imperial que prohibia en lo >>sucesivo marcar ningun indio como esclavo, el

>> infame tirano de que hablo, que debia mucho >> á los mercaderes de esclavos, hizo poner con

un hierro candente en la frente de una multi» tud de indios la palabra desterrados, como si >> hubiesen sido condenados al ostracismo por los » tribunales. Los comerciantes los recibian en >> cambio de sus géneros, y los iban á vender á » Cuba. >>

Este género de comercio se hizo durante cuatro años con cinco ó seis buques, y aniquiló por completo la poblacion de Guatemala y Nicaragua, arrancando á Méjico, á Tabasco y otras provincias una multitud de habitantes. Segun escribió al Consejo Real de Indias el arzobispo de Méjico, el gobernador de Panuco solamente cargó con esclavos por su cuenta hasta veintiocho buques.

Los mismos ultrajes contra la especie humana denuncia Las Casas como cometidos en la provincia de Jalisco y en el Yucatán y en Venezuela por los alemanes, de los cuales dice que sabian todavía mejor que los españoles el arte de robar los indios y hacerlos esclavos.

« Vuestra Majestad, continúa, verá que no » exagero al asegurar que más de cuatro millones » de hombres han sido reducidos á la esclavitud, >> y que todo esto ha acontecido contra las órde>>nes é instrucciones reales de Vuestra Majestad.

>> Todos estos hechos son la prueba la más

>> cierta y más completa de lo que establecí en mi >> primer proposicion, á saber, que los indios que >> fueron reducidos á la esclavitud despues de des>> cubiertas las Indias occidentales, han sufrido tan » desgraciada suerte sin razon y sin derecho. >>

Para demostrar la segunda proposicion dice que los españoles conocian el origen de la posesion de aquellos esclavos; que sabian cómo se adquirian; que conocian las órdenes del rey y sabian lo que se hacía para eludirlas; y que con tales circunstancias es incompatible la buena fe de la posesion.

La tercera proposicion la demuestra dando minuciosa cuenta de una multitud de prácticas injustas y absurdas por medio de las cuales los indios en Méjico venian á ser esclavos unos de otros, y despues de los españoles; y de esto deduce que es casi imposible que los españoles comprasen de buena fe, esclavos indios de los mismos indios; y en vista de todos los hechos que acumula, afirma que, legalmente hecho y adquirido, no habia un solo esclavo indio en las Américas, ni un solo español residente en América ó en España, poseedor de esclavos, que ignorase que habian sido robados por alguno de los sistemas indicados.

En esta primera parte de la Memoria de Las Casas, de que venimos dando cuenta, llaman mu

chísimo la atencion la avidez y las extraordinarias y cínicas estratajemas que describe, con las que los conquistadores se dedicaban al reproductivo tráfico de esclavos indios; cómo se burlaban de las leyes, y hasta qué punto llevaban sus crueldades para llegar á saciar su insaciable codicia, de tal suerte que no se puede prescindir de que vengan á la memoria los recuerdos de algunos episodios bastante parecidos que tenian lugar en tiempos no lejanos en América, cuando se efectuaba todavía la trata de negros para las Antillas españolas, el Brasil y los Estados-Unidos, y muy recientemente para la isla de Cuba, áun despues que se organizó el sistema de emancipados.

Los negros bozales africanos que caian en poder de los buques de guerra españoles ó de las autoridades de Cuba ántes ó despues del alijo subrepticio en la isla, no sabiendo qué hacer con ellos el Gobierno, ordenó que quedasen bajo su proteccion ó patronato, con la denominacion de emancipados, distribuyéndolos despues entre los que podian necesitarlos y los solicitasen como alquilados para trabajar por cierto número de años, mediante el pago al Gobierno de cierta suma al entregar cada uno, y el pago de un jornal al negro emancipado, con otras obligaciones y condiciones para que pudiese tenerlo en su poder.

Esta disposicion, dictada sin duda con el mejor deseo y buena fe por parte del gobierno de España, pronto dió lugar á las mayores injusticias y abusos en la práctica. Las condiciones con que el Gobierno habia dispuesto dar en alquiler estos emancipados, eran demasiado ventajosas para los que necesitaban jornaleros para sus trabajos; y por otro lado, la escasez de brazos abria un campo inmenso á especular con los que así ofrecia el Gobierno. Cuando habia quinientos negros emancipados para alquilar, los pedidos eran diez ó veinte veces mayores, ofreciendo cuantiosas primas para obtenerlos; de manera que muy pronto la concesion de esos negros se hacía únicamente por favoritismo á personas que despues traspasaban sus contratos á los que los necesitaban, obteniendo una considerable suma como prima del traspaso..

Cualquiera que allá por los años de 1860 á 1866 obtenia del Gobierno en la Habana veinte ó treinta emancipados, era lo mismo que si recibiese en efectivo un regalo de diez á quince mil dúros, pues á tanto subia la prima que le darian por ellos al traspasar los contratos. Esta era la primera operacion inmoral que se verificaba, habiendo muchas personas que en pocos meses han hecho una grande é inesperada fortuna en la gran Antilla, contando únicamente con el espe

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