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giosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir los vecinos y moradores de ellas en la fe católica; y los enseñar y dotar de buenas costumbres y poner en ello la diligencia debida; segun más largamente en las letras de la dicha concesion se contiene; por ende suplico al Rey mi señor muy afectuosamente, y encargo y mando á la dicha princesa, mi hija, y al dicho príncipe, su marido, que así lo hagan y cumplan y que éste sea su principal fin, y que en ello pongan mucha diligencia. Y no consientan ni den lugar que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados. Y si algun agravio han recibido lo remedien y provean por manera que no excedan cosa alguna de lo que por las letras de la dicha concesion nos es injungido y mandado. »

¡Hæc illa in forma! exclama Las Casas al terminar esta cita.

Dirigiendo observaciones al doctor Sepúlveda, se expresa Las Casas en uno de los últimos períodos finales de su réplica en los términos siguientes:

« Debiera de saber el muy reverendo doctor que las tierras de todo aquel orbe son fertilísimas y utilísimas para ser ricos todos los que quisieran ayudarse sin desollar indios. Y la gente provechosa, labradora y no holgazana como la de guerra, es para allá; y esta basta para que los indios que no son aún apaciguados de las

tiranías que han padecido de los españoles no vengan á hacer á los religiosos daño. »

Aquí se ve la perfecta idea que tenía Las Casas de la fertilidad de América У de que la agricultura era la fuente inagotable de riqueza y porvenir del Nuevo mundo.

Hablando de la muerte de fray Luis Cancer, que Sepúlveda habia citado como uno de los muchos asesinatos cometidos por los indios, que reclamaban venganza, se expresa Las Casas con tal vigor y fruicion evangélica, que sus palabras hubiesen sellado los labios, no diremos á Sepúlveda, sino á todo un areópago de doctores cristianos al que se hubiese dirigido; hélas aquí:

«Y el primero que entró en ellas y las apaciguó fué el bienaventurado fray Luis que mataron en la Florida, de cuya muerte se quiere ayudar el reverendo doctor Sepúlveda. Pero aprovéchale poco, porque aunque mataran á todos los frailes de Santo Domingo y á San Pablo con ellos, no se adquiriera un punto de derecho más del que antes habia, que era ninguno contra los indios. La razon es, porque en el puerto á donde lo llevaron los pecadores marineros que debieran desviarse de allí como ivan avisados, han entrado y desembarcado cuatro armadas de crueles tiranos, que han perpetrado crueldades extrañas en los indios de aquellas tierras, y asombrado, escandalizado é inficionado mil leguas de tierra. Por lo cual tienen justísima guerra hasta el dia del jui

cio contra los de España y áun contra todos los cristianos. »

Termina Las Casas su importantísima réplica contra Sepúlveda con los dos períodos que vamos á copiar casí íntegros, respecto á los cuales llamamos muy particularmente la atencion de los lectores:

«Dice (Sepúlveda) que la esperanza de las minas del oro y plata y de la ayuda de los indios los lleva allá (á los españoles). Y así lo creo yo bien y verdaderamente, porque siempre por sus obras lo han mostrado. Porque ni los lleva la honra de Dios, ni el celo de su fe, ni el socorrer y ayudar á salvar sus prójimos, ni tampoco el servir á su rey, de que ellos siempre con falsedad se jactan; sino sola su codicia y ambicion por tiranizar, señoreando los indios que desean que los repartan, como si fuesen bestias, por repartimiento perpétuo, tiránico é infernal, que no es otra cosa, hablando en romance, sino despojar y echar ó desterrar los reyes de Castilla de todo aquel orbe, y quedarse ellos con él, usurpándoles y tiranizándoles por buen estilo su supremo y real principado.

>> Contra esta ceguedad y plaga y para estorbar estos y otros innumerables males, y porque los reyes de Castilla no pierdan las Indias, y porque la total perdicion de tantas gentes y despoblacion de tan luengas tierras no tenga efecto, como presto la tendrá; y para impedir los azotes que Dios da y más crueles que ha de dar por ellos á toda España, como tengo experiencia dellos desde cin

cuenta años atrás, pongo treinta y cinco años á tanta diligencia en esta corte.»>

Tal es el resúmen de la célebre contienda entre Sepúlveda y Las Casas, en la que ha quedado victorioso este último moralmente, pues la congregacion, por razones de alta política que es fácil adivinar, no pronunció fallo definitivo.

Considerando este episodio de la vida de Las Casas como uno de los más ruidosos y trascendentales en favor de la causa que habia abrazado, quisimos reunir en este capítulo las citas importantes que dejamos consignadas, que hemos sacado de un libro impreso en Venecia, año de 1645, en el que se encuentran reimpresos en español y traducidos al italiano todos los documentos referentes á la contienda, que fueron publicados primeramente en Sevilla el año de 1552.

Sentimos no poder entrar en consideraciones que nos han sugerido muchos de los argumentos y no pocas de las tésis de Las Casas en su controversia con Sepúlveda, porque para ello tendríamos que extendernos en otra porcion de citas. Pero sí haremos notar que la libertad con que hablaba Las Casas en aquel tiempo censurado de oscurantismo y encarcelador del pensamiento, no tiene nada que desear de la libertad

tan decantada de los tribunos y oradores públicos de los tiempos actuales, áun en los países en que se da más libertad á la expresion de las ideas.

Es tambien muy notable el observar que Las Casas manifiesta tendencias muy marcadas hácia la libertad de cultos, esto es, á respetar lo suficiente cualquier religion que los hombres tengan de buena fe ó por ignorancia, para no imponerles la religion católica por la fuerza, ni atacar y destruir sus templos, concediendo tan sólo el que se les debe de convertir con la predicacion dulce y cariñosa y con ejemplos de virtud (1).

Pero las más notables entre las citas que hemos elegido son las dos últimas: en la primera describe Las Casas con inmejorable precision, las virtudes civicas y morales de los aventureros españoles que con diversos pretextos iban entónces

(1) Entre otras citas de Las Casas sobre este punto, mencionaremos las siguientes:

-« Qui sincera intentione extraneos á Christiana religione ad fidem cupiunt recta perducere, blandimentis debent non asperitatibus studere: ne quorum mentem reddita ratio aplano poterat revocare, pellat procul adversitas, etc. San Gregorio, epist. 15, lib. II.

» Eos enim qui á Religione Chistiana discordant, mansuetudine, benignitate, admonendo, suadendo, ad unitatem fidei necesse est congregare: ne quos dulcedo prædicationis, et præ

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