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desvelan en escribir tratados y tener por principal negocio el excusar y defender que las guerras que se les han hecho, y las que se les podian hacer, que tanta jactura y estragos, perdicion de tantos y tan grandes reinos, inmensos pueblos y infinitas almas han causado, sean justas; y ántes que aquellas gentes oigan por la predicacion de la fe el nombre de Jesucristo, guerreándolas para primero sujetarlas, se pueda sufrir segun nuestra fe cristiana.

» Ahora me parece que se ha manifestado y declarado por principal sustentador y aprobador de ellas el muy reverendo y egregio doctor Sepúlveda, respondiendo á las razones y autoridades y soluciones de las contrarias, que para demostracion y detestacion de la iniquidad y tiránica injusticia de las dichas guerras, que por otro nombre llaman conquistas, compilé en una Nueva Apologia, cuya parte leí ante vuestras excelencias y señorías; y pues ha querido descubrirse, y no temió ser tenido por factor de tan execrables impiedades que resultan en tan gran infamia de la fe, deshonra del nombre cristiano, jactura espiritual y temporal de la mayor parte del linaje humano; justa cosa me parece que es descubiertamente impugnarle, y para atajar el venenoso cáncer que en estos reinos para destruccion y aniquilacion de aquéllos quiere derramar, irle á la mano.

» Por ende, á vuestras ilustres señorías, mercedes y paternidades suplico que miren este tan importante y peligroso negocio, no como mio, pues á mí no me va á más de defenderlo como cristiano, sino como á hacienda de Dios y de su honra y fe y de la universal Iglesia y del estado espiritual y temporal de los reyes de Castilla, á cuya cuenta está tanta perdicion de ánimas como han

perecido y perecerán, si no se cierra la puerta á este calamitoso camino de las guerras que quiere justificar el doctor Sepúlveda. Y no admita esta excelente condicion la falacia de que usa para encubrir y dorar su nociva y cruel opinion, por la cual muestra pretender, corroborar ó defender la autoridad que dice apostólica, y el señorío en aquellas Indias de los reyes de Castilla y de Leon; porque con guerras injustas y con enchir los montes y campos de sangre inocente humana, con infamia y blasfemias de Cristo y de su fe, no puede algun cristiano, lícita ni honestamente, corroborar y defender la autoridad apostólica ni el señorío de cristiano rey. Ántes se infama y desautoriza la Sede Apostólica, deshonrándose el verdadero Dios, aniquílase y piérdese el verdadero título y señorío del rey, como cada prudente y cristiano fácilmente conocerá con lo que el doctor Sepúlveda inventa.

>> Este título y señorío no se funda entrando en aquellas tierras y gentes robando y matando y tiranizando con color de predicar la fe, como han hecho y entrado los tiranos que han destruido aquel orbe con tan cruel y universal matanza de tan numerosa multitud de inocentes, sino en la pacífica, dulce y amorosa evangélica predicacion, introduccion, fundacion y asiento no fingido de la fe y del principado de Jesucristo.

» Quien otro títuló á los reyes nuestros señores dar quiere para conseguir el principado supremo de aquellas Indias, gran ceguedad es la suya; ofensor es de Dios; infiel á su rey; enemigo es de la nacion española, porque perniciosamente la engaña, enchir quiere los infiernos de almas. Y porque no vayan á parar muchos en estas condenadísimas calidades, será propio de vuestras

señorías, mercedes y paternidades, como de cristianísimos y doctísimos, poner silencio á opinion tan nociva y nefanda, y aunque en nuestra Apología, copiosamente á todo lo que por ella se puede traer, creemos que está satisfecho y respondido; pero, pues, el doctor ha renovado las que piensa ser defensas para él, dividiendo el sumario della en doce objeciones, la razon recta dicta que yo replique contra él, mostrando ser frívolas Ꭹ de ningun efecto ni valor cada una de sus soluciones. >>

No nos atrevemos á reseñar las doce réplicas de Las Casas, curiosísimas, atrevidas, eruditas é irrefutables, porque sería necesario casi el trascribirlas integras, y sólo nos fijaremos en la duodécima y última, en la cual apura toda su energía en defensa de sus indios y en contra de Sepúlveda. Dijo así:

« A la final objecion, son tan enormes los errores y proposiciones escandalosas contra toda verdad evangélica y contra toda cristiandad, envueltas y pintadas con falso celo del servicio real, dignísimas de señalado castigo y durísima reprehension las que acumula el doctor Sepúlveda, que nadie que fuese prudente cristiano se deberia maravillar si contra él, no solo con larga escritura, pero como á capital enemigo de la cristiana república, fautor de crueles tiranos, extirpador del linaje humano, sembrador de ceguedad mortalísima en estos reinos de España lo quisiéramos impugnar. Pero lo más modesto que pudiéramos segun la ley de Dios nos obli

ga respondiendo brevemente á cada partícula de las que aquí toca, su gran confusion será confirmada. »

Demuestra Las Casas en seguida que la intencion del papa Alejandro VI al conceder el señorío de las Indias á los Reyes Católicos, fué para procurar la conversion y salvacion de aquellas almas por medio de la predicacion del Evangelio y no por medio de guerras de conquista; y que así lo entendieron los Reyes Católicos como se deduce de las instrucciones que dieron al primer Almirante la primera vez despues que descubrió las Indias que lo enviaron con labradores y gente pacífica, no á conquistar, ni robar, ni matar las gentes, sino á poblar y edificar y cultivar la tierra, entre cuyas instrucciones se lee la siguiente:

« Por ende sus Altezas, deseando que nuestra santa fe católica sea aumentada y acrecentada, mandan y encargan al dicho almirante visorey y governador que por todas las vias y maneras que pudiere procure y trabaje atraer á los moradores de las dichas Islas y Tierra Firme á que se conviertan á nuestra santa fe católica. Y para ayuda dél los sus Altezas envian allá al devoto padre fray Buyl, juntamente con otros religiosos que el dicho Almirante consigo ha de llevar, los cuales por mano é industria de los indios que acá vinieron procuren que sean bien informados de las cosas de nuestra santa fe, pues ellos sabrán y entenderán ya mucho de nuestra lengua, y procurando de los instruir en ella lo

mejor que ser pueda. Y porque esto mejor se pueda poner en obra despues que en buena hora sea llegada allá la armada, procure y haga el dicho Almirante que todos los que en ella van y los más que fueren de aquí adelante traten muy bien y amorosamente á los dichos indios sin que les hagan enojo alguno, procurando que tengan los unos con los otros conversacion y familiaridad, haciéndose las mejores obras que hacer puedan. Y asi mismo el dicho Almirante les dé algunas dádivas graciosamente de las cosas de mercaduría de sus Altezas que lleva para el rescate, y los honre mucho. Y si caso fuere que alguna ó algunas personas trataren mal á los indios en cualquier manera que sea, el dicho Almirante. como visorey y governador de sus Altezas lo castigue mucho por virtud de los poderes de sus Altezas que para ello lleva, etc. >>

Asimismo demuestra Las Casas que los Reyes Católicos habian interpretado perfectamente la Bula del papa Alejandro VI en el sentido indicado, citando una cláusula del testamento de la reina Isabel, que dice así:

« Item, por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede apostólica las islas y Tierra Firme del mar Océano descubiertas y por descubrir, nuestra principal intencion fué al tiempo que lo suplicamos al papa Alejandro VI de buena memoria, que nos hizo la dicha concesion, de procurar de inducir y traer los pueblos dellas y los convertir á nuestra santa fe católica y enviar á las dichas Islas y Tierra Firme prelados, reli

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