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>> les más prudentes y perfectos, y si no querian hacerlo que debia sujetárseles por medio de la » guerra. »

El doctor Sepúlveda parecia querer justificar en su libro el título que tenian los reyes de Castilla y Leon al señorío y suprema autoridad universal sobre los indios, y lo presentó al Consejo Real de Indias suplicando la autorizacion para imprimirlo. Pero los ministros que componian el Real Consejo tuvieron respeto á la moral y honestidad públicas y no quisieron dar el escándalo de autorizar una apología artificiosa de la violencia y sus crímenes consiguientes.

Viendo Sepúlveda que el Consejo de Indias le habia negado el permiso para la impresion, procuró con sus amigos, que residian en la corte del Emperador, que le alcanzasen una cédula para enviar su tratado al Consejo Real de Castilla, el cual estaba ignorante de lo que en Indias sucedia; y obtuvo, en efecto, la dicha cédula; pero el Consejo de Castilla observó que eran en gran parte cuestiones de teología las que en el libro se trataban, y lo remitió á las Universidades de Salamanca y Alcalá para que diesen su parecer sobre el permiso de imprimirlo, las cuales opinaron que contenia doctrinas perniciosas y no debia de publicarse.

A pesar de las repulsas de los dos Consejos

reales y las Universidades, no se dió Sepúlveda por vencido y envió su Tratado á Roma, disfrazándolo bajo la forma de una apología contra la censura del mismo libro hecha por el obispo de Segovia; y no sólo consiguió así el imprimirlo, sino que preparó en castellano un sumario de dicha obra y al alcance de las personas que no sabian latin, el cual tambien lo imprimió despues.

Al tiempo que esto pasaba, hallándose la cor

te y los Consejos en Aranda del Duero, fué cuando llegó nuevamente de las Indias el incansable Las Casas, el cual se enteró pronto del Tratado y Sumario del doctor Sepúlveda, que vió más tarde circular impresos.

El Emperador ordenó recoger la edicion; pero Las Casas, no contento con eso, trató de combatir públicamente á su adversario, y se puso á escribir una apología en castellano impugnando el Sumario de Sepúlveda, hecho en el mismo idioma. Al mismo tiempo no perdia ocasion de atacar de palabra en todas partes á donde concurria los funestos escritos de Sepúlveda.

La cuestion entre estos dos contendientes fué tomando muy sérias y trascendentales proporciones, y al fin ordenó el Emperador en 1550 que se reuniese en Valladolid una congregacion compuesta del Consejo de Indias, teólogos y le

trados, para que dijesen si se podia lícitamente hacer la guerra de conquista contra los indios.

Fué llamado Sepúlveda á la primera sesion y dijo en ella cuanto sobre el particular tuvo por conveniente; luégo fué llamado el obispo de Chiapa, fray Bartolomé de Las Casas, el cual tardó cinco dias en leer su apología. Terminada ésta, dispusieron en la Congregacion que el padre fray Domingo de Soto, confesor de S. M., reasumiese los argumentos de ambos contendientes, y luego que se tomasen del resúmen catorce copias para repartir entre los jueces de aquella notable liza, á fin de que decidiesen.

El resúmen hecho por el padre fray Domingo de Soto es correcto é imparcial; pero tiene alguna extension, y á pesar de su importancia, es difícil compendiarlo de una manera conveniente. En él se encuentran la mayor parte de las citas en que apoyaba el doctor Sepúlveda sus conclusiones, y aquéllas con que atacaba el obispo de Chiapa la perniciosa doctrina de su adversario, todas ellas citas del Levítico, Deuteronomio, Paralipómenos, Salmos y Nuevo Testamento, de San Atanasio, San Gregorio, San Crisóstomo, San Jerónimo, Santo Tomás, San Agustin, Nicolao de Lira, Orosio y otros comentadores, filósofos y santos padres. Nos contentaremos, pues, con citar algunos períodos literalmente, como muestra

del estilo, y muy á la ligera indicaremos los demás puntos principales de la contienda.

Así principia el doctísimo fray Domingo de Soto al dar cuenta de la disputa:

<< Muy ilustres, muy magníficos y reverendos señores y Padres: lo que vuestras señorías, mercedes y paternidades me han mandado es que reduzca á suma y órden lo que estos señores, el egregio doctor Sepúlveda y el reverendísimo obispo de Chiapa, en este consultísimo Consejo han propuesto uno en contra de otro.

» Para que el punto y las razones de su controversia, reducido todo á compendio, den mayor luz á vuestras señorías y mercedes que lo han de juzgar, mandáronme que no dijese aquí ni significase mi parecer, ni añadiese á la sentencia del uno ni á la del otro ningun argumento, sino que fielmente refiriese la sustancia de sus pareceres y la suma de sus razones. Hícelo, pues, así, aunque si tuviera más libertad, pudiera por aventura, segun mi flaco juicio, dar á este compendio otro lustre. Empero lo reservo para cuando vuestras señorías y mercedes fueren servidas mandarme les diga mi parecer.

>> El punto que vuestras señorías, mercedes y paternidades pretenden aquí consultar es: en general, inquirir y constituir la forma y leyes como nuestra santa fe católica se pueda predicar y promulgar en aquel nuevo orbe, que Dios nos ha descubierto, como más sea á su santo servicio; y examinar qué forma puede haber para que quedasen aquellas gentes sujetas á la majestad del emperador, nuestro señor, sin lesion de su real conciencia, conforme á la Bula de Alejandro.

>> Empero, estos señores preopinantes no han tratado esta cosa así en general y en forma de consulta; mas en particular, han tratado y disputado esta cuestion, conviene á saber: si es lícito á su majestad hacer guerra á aquellos indios ántes que se les predique la fe para sujetarlos á su imperio, y que despues de sujetarlos puedan más fácil y cómodamente ser enseñados y alumbrados por la doctrina evangélica, del conocimiento de sus errores y de la verdad cristiana.

>>El doctor Sepúlveda sustenta la parte afirmativa, afirmando que la tal guerra no solamente es lícita sino expediente. El señor obispo defiende la negativa, diciendo que no tan solamente no es expediente, sino inícua y contraria á nuestra cristiana religion.»

Manifiesta en seguida fray Domingo de Soto, que Sepúlveda solamente hizo indicacion de sus argumentos, pero que Las Casas leyó todo su libro; y además, que no habiendo oido el obispo de Chiapa lo que dijo el doctor Sepúlveda, hay razones entre las expuestas por el obispo, que se pueden omitir, considerándolas como digresiones. Despues continúa así:

« Fundó, pues, el dicho señor doctor Sepúlveda su sentencia brevemente, por cuatro razones: la primera, por la gravedad de los delitos de aquellas gentes, señaladamente por la idolatría y otros pecados que cometen contra la naturaleza.

» La segunda, por la rudeza de sus ingenios, que son de su naturaleza gentil, servil y bárbara, y por ende,

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