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casi como Massanielo, fué fusilado el 19 de Julio de 1824.

Bolivar, que por sus hazañas recibió el título de libertador, murió haciendo tristes pronósticos respecto á las Américas, y su aura popular, adquirida á costa de su genio, la vió marchita con un sinnúmero de desengaños.

Los hermanos Carreras, en Chile, fueron fusilados por sus propios compatriotas.

El ilustre general Morazan, presidente de la Confederacion Centro-americana, tratando de restablecer el Gobierno nacional, fué fusilado en Costa Rica por sus émulos. Su secretario de relaciones exteriores, el general Saravia, jóven de talento, ilustre y de las más distinguidas familias, al presenciar que se ponian grillos á su jefe y amigo, tomó un veneno para librarse de una muerte ignominiosa, y espiró ántes de ver ejecutado á su jefe. Un segundo jefe de Morazan, el general Villa Señor, para librarse de los atropellos del pueblo, trató de suicidarse á estocadas, y en lamentable estado, espirante, fué conducido al patíbulo y ejecutado por sus enemigos. El asesinato de Quirino Flores en un templo de Quezaltenango, en Guatemala, puede dar asunto histórico para la más extraordinaria tragedia.

El presidente de Costa-Rica, D. Braulio Carrillo, expulsado de su patria, fué asesinado por sus

enemigos, hallándose trabajando unas minas en el Salvador. Y el jefe que regentaba la partida que lo asesinó, fué poco tiempo despues fusilado en una revolucion.

El general Malespin, presidente del Estado del Salvador, fué derrocado de la presidencia, fusilado, descuartizado, y su cabeza colocada en una jaula á la entrada de la ciudad de San Salvador.

En el Estado de Honduras la misma suerte fatal persiguió casi constantemente á sus principales gobernantes y hombres públicos. Los Herreras, que ocuparon los primeros puestos en aquel país, fueron desterrados, y murieron en el ostracismo, agobiados con sufrimientos. Uno de ellos, D. Próspero Herrera, fué enviado á Europa en calidad de ministro plenipotenciario, y padeció tantos contratiempos y miserias, que tuvo en Bruselas que refugiarse á un sótano, en el cual algunas personas caritativas, con sus limosnas, evitaron que muriese de hambre, á tal grado habia llegado su destitucion. Pero no pudieron evitar que perdiese el juicio, en consecuencia de sus desgracias, y así fué enviado á Centro-América, en donde terminó sus dias.

El general Muñoz, ex-presidente de Nicaragua, fué asesinado en 1855 en el combate del Sauce, dado contra el general Guardiola; y los dos que tomaron participacion en el asesinato

fueron á su vez prisioneros poco tiempo despues, y pasados por las armas (1).

El presidente Rivera, uno de los hombres más patriotas de Honduras, fué fusilado durante la administracion del general Ferrera. Éste á su vez tuvo que huir de su patria y refugiarse al Salvador, en donde espiró al poco tiempo.

El general Guardiola, tambien presidente de Honduras, fué alevemente asesinado en su dormitorio por unos cuantos perversos, que ni siquiera le dieron minutos de tiempo para prepararse á morir.

Por último, D. José María Gutierrez, militar pundonoroso al servicio de Morazan, sucumbió tambien en la primavera de sus años, poco despues de la independencia, víctima de ese destino inexorable al cual nos venimos refiriendo (2).

(1) En las Memorias para la historia de Nicaragua, por, don Jerónimo Perez, publicadas en 1865, se dice que despues de tener ganado el combate del Sauce el general Muñoz, recibió un balazo y cayó muerto, atribuyéndose su muerte á uno de sus artilleros, José María Herrera, que confesó el asesinato poco despues, al ir al patíbulo; y á un oficial llamado Santamaría, que le ayudó, y murió tambien fusilado por otro delito en 1857.

(2) Apenas existe en las repúblicas hispano-americanas familia alguna de importancia, descendiente de los españoles, que durante la independencia ó despues de ella no tenga que recordar algun padre, hermano, hijo, pariente ó deudo inmolado

Reciente está todavía la historia del célebre aventurero Willian Walker y su fin trágico. Nació aquel desgraciado en Tennessee, en los Estados-Unidos; fué doctor en medicina, abogado, periodista y despues buscador de oro en California. Invitado por Castellon, corifeo democrático de Nicaragua, para llevar una expedicion de filibusteros y apoderarse del país, ofreciéndole 52.000 acres de terrenos, desembarcó con 68 hombres

allí se

durante las revoluciones, trastornos y calamidades que han sucedido, sin tregua ni escarmiento. Séale, pues, disculpable al que tambien perdió su padre en uno de esos tristes episodios hispano-americanos, aprovechar la oportunidad para intercalar en esta obra algunos apuntes biográficos como filial recuerdo á su memoria.

Don José María Gutierrez, natural de Madrid, era hijo del coronel español D. Pedro Gutierrez, que destinado por el Gobierno de la metrópoli á las entónces provincias de CentroAmérica, le llevó consigo, siendo todavía muy jóven, y lo dejó estudiando en la Universidad de Guatemala hasta poco ántes de declararse la independencia, en cuya época D. Pedro retornó á España por Inglaterra, dejando á su hijo terminando sus estudios en Londres. D. José María volvió despues á CentroAmérica para arreglar algunos negocios, y se casó entonces con doña Margarita Lozano, prima hermana de la esposa del general Morazan. Éste, conociendo las aptitudes militares y oratorias de Gutierrez, su carácter enérgico y decidido, trató de atraerlo á la vida política, ofreciéndole la jefatura del departamento de Tegucigalpa. En consecuencia, Gutierrez tomó una parte activa en el partido político de Morazan, y luego acompañó á este ilustre militar en la mayor parte de sus expe

en Realejo en 1855. Despues de algunos contratiempos se apoderó de la ciudad de Granada, fusiló al ministro Mayorga, estableció el reino del terror y mandó quitar la vida, entre otros, al general Corral. Los demás estados de Centro-América le declararon la guerra. Walker incendió á Granada en 1856. Rindió al presidente Mora de Costa-Rica la ciudad de Rivas en 1857, y se retiró con su estado mayor y 260 hombres á Nue

diciones, habiéndose hallado con él en diversas batallas y en la capitulacion de Guatemala.

No tardó en conocer Gutierrez que aquellas luchas civiles serian interminables, á pesar de que entónces apénas empezaban. Se decidió, pues, á realizar su fortuna y regresar á España con su esposa y sus tres hijos. Emprendió su viaje para Belice, con el objeto de embarcarse allí para España; pero al llegar á Cedros se enfermó uno de sus hijos y tuvo que detenerse. Entonces ocurrió la insurreccion del coronel español Dominguez, y Morazan entretenido con los sucesos del Salvador instỏ nuevamente á D. José María Gutierrez para que abandonase su viaje y tomase el mando de las tropas del Estado para combatir á Dominguez.

La esposa de Gutierrez, con aquel instinto profético que con frecuencia inspira á las mujeres, le rogó que no aceptase aquel mando por las consecuencias que podia traer para ella y sus tiernos hijos cualquier desgracia en el combate. Pero siendo Gutierrez español igualmente que Dominguez que atacaba su patria adoptiva, no quiso que pudiese sospecharse que rehusaba batirse con él por abrigar simpatías en favor de la loca tentativa de Dominguez, ó por otros motivos que pudiesen empañar su honor. Se puso, por lo tanto, al frente de las fuerzas,

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