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Vargas, á los hermanos y primos de Artigas, á un Benavides, á un Vazquez de San José, á un Baltasar Ojeda, etc.; sujetos que por lo conocido de sus vicios y condiciones son capaces de todo, que es lo que conviene en las actuales circunstancias, por sus talentos campestres y opiniones populares que han adquirido con sus hechos temerarios, y así deben escogerse los demás para formar buenos cuerpos.»

Reflexion 16. «Todas las fincas raíces, y demás clases de bienes de los que han seguido el partido contrario, serán secuestrados á favor del Erario público, é igualmente los bienes de los españoles que no hayan abrazado abiertamente nuestra causa.»>

Los demás artículos del proyecto estaban redactados con el mismo espíritu. Su autor, el doctor Moreno, fué nombrado poco tiempo despues, por los patriotas, representante diplomático en Londres; pero pereció en el Océano durante el viaje. Sus máximas de exterminio quedaron, sin embargo, inoculadas en la masa de la sangre de muchos de los independientes, y las pusieron en práctica, no solamente durante el período de la emancipacion, sino despues en el larguísimo. y no terminado período de su constitucion y organizacion.

Con el documento terrorista del doctor Moreno, del cual quedan extractados algunos períodos, contrasta otro documento de aquella época, en sentido diametralmente opuesto, el cual procede

del

rey de España D. Fernando VII, y merece ser mencionado para la historia; dice así:

Instrucciones dadas por Fernando VII al general Morillo cuando fué enviado en 1815 á pacificar la América.

«Córrase un velo impenetrable sobre todos los pasados desaciertos: no se derrame la preciosa sangre de mis amados pueblos de América: agótense todos los medios de la dulzura: prométaseles y se cumpla religiosamente la más decidida proteccion, áun con preferencia á mis vasallos peninsulares: óiganse todas sus quejas y reclamaciones: socórranse profusamente las públicas necesidades: repártanse con igualdad los empleos y gracias: ábranse las puertas de la reconciliacion áun á los más obstinados, áun á los que en su fiebre revolucionaria se han cebado en las inocentes víctimas españolas; propónganseme los medios de cicatrizar las llagas, y de dar nuevo impulso á la prosperidad de aquellas regiones: que vuestro norte sea la paz, vuestras guías la moderacion y templanza, vuestros auxiliares la persuasion y el exhorto, vuestro noble aguijon la clemencia y vuestro triunfo el establecimiento de la más cordial, de la más pura y de la más sólida fraternidad entre los hijos de ambos continentes. Que la oliva sea la señal que anuncie vuestro regreso, y no funestos laureles cogidos sobre mis propios súbditos. Y si á pesar de mis generosos sentimientos el hado adverso trocase en desprecio y terquedad de los revoltosos lo que es efecto de los estímulos del corazon; y si la fuerza imperiosa de las circunstancias os obligase á tomar el último y doloroso recurso de sacar la espada, tenerla siempre pronta á volverla á la

vaina; que vuestros brazos jamás se nieguen á estrechar á los arrepentidos, ni vuestra mano á firmar el perdon, aunque algunos abusen una y más veces de tanta bondad. Quiero, finalmente, que si el mundo me ha de acusar de algun error, me acuse de piedad, no de rigor.»

Puede establecerse que las primeras víctimas sacrificadas en la lucha de la independencia de la América española fueron el virey de BuenosAires D. Santiago de Liniers, el intendente don Juan de la Concha, el asesor D. Victoriano Rodriguez y el coronel realista D. Santiago Allende, ejecutados en el monte de Papagayos, en las Pampas de Buenos-Aires, por órden del coronel patriota French y del doctor D. Juan José Castelli. Liniers era un ilustre militar francés al servicio de España que supo vencer heróicamente al general inglés Whitelocke cuando éste se apoderó de Buenos-Aires y de Montevideo en 1807, y que merecia por este solo hecho de armas, aparte de sus talentos militares y dotes de mando, la gratitud y el aprecio de los habitantes en las márgenes del Plata. Sin embargo, los tormentos y humillaciones que se le hicieron sufrir ántes de su ejecucion, igualmente que á sus compañeros de infortunio, dan penosísima idea de las pasiones que empezaban á dominar en algunos de los que se pusieron al frente de la independencia america

na; causa noble, pero que, como todas las grandes causas, debiera haberse conducido evitando actos de crueldad injustificables.

Durante la época de la independencia de América, pasaron á aquel continente una multitud de aventureros que no tenian campo á propósito para sus hazañas en Europa y querian probar fortuna en aquellas regiones. Entre ellos hubo algunos, muy pocos, que tuvieron suerte, como el inglés Lord Cochrane en las aguas del Pacífico; desgraciados fueron muchos otros que habian brillado en Europa hasta llegar á tener una hoja de servicios militares tan extraordinaria como la de Guillermo Perks, comparable solamente á la historia de sus decepciones en Europa y América, el cual, respetado por la muerte en cien batallas y combates en Europa, murió oscuramente asesinado por unos salteadores al ser expulsado del servicio de Guatemala y tratar de ir á ofrecer sus servicios al Salvador en 1827. No obstante, y por lo general, todos esos extranjeros al servicio, primero de la causa de la independencia y despues. al de los nuevos Estados, se mostraron crueles con sus prisioneros, vengativos, ambiciosos y sin conciencia alguna para llegar al fin de sus miras, reproduciendo muchos de los excesos de los primitivos conquistadores y dando un funesto ejemplo en las guerras que allí se han librado, y por

lo tanto, contribuyendo á perpetuar hasta hoy en toda revolucion ó guerra civil ese sistema inhumano de venganzas y fusilamientos tantas veces reproducido, que es el corolario de toda revolucion, de toda conmocion popular y de todo cambio violento de gobernantes.

El mismo doctor Castelli, ántes citado, fué el que mandó fusilar en la plaza mayor de Potosí en 1810 al general D. José Córdova y á otros jefes prisioneros, sin justificado motivo; pero á su vez Castelli, que tan implacable se mostraba con los enemigos que caian en sus manos, y cuyas blasfemias en su lenguaje familiar escandalizaban al más impio, murió con la lengua gangrenada, sufriendo horribles dolores y agonías, de resultas de haber introducido en la boca el cigarro encendido al revés y haberse quemado un poco en ella.

El conde Ruiz de Castilla, gobernador español en Quito, fué asesinado por el pueblo en 1812. El comandante Zapata, defensor de Chillan, fué arrastrado pocos dias despues de la defensa por los mismos chillaneses en 1821.

Benavides, natural de Concepcion en Chile, guerrero esforzado y comandante de los indios araucanos fieles al rey de España, recibió la muerte más cruel, infamante y afrentosa que se puede inventar: arrastrado en un cuero tirado de

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