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lo bueno, pero repugnamos todo cambio absoluto, y toda transformacion repentina, porque tan lejos de lograrse el fin, no vemos en ella sino el mal y el desórden. Terrible plaga de la antigüedad era la esclavitud: pero estaba tan enlazada con su estado social, que era imposible abolirla de repente: sofistas y filósofos tuvo la Grecia, y hombres que como Platon y Aristóteles sostuvieron inmoralidades y absurdos de bulto, solo por el funesto influjo de teorías esclusivas; sin embargo, á ninguno se le ocurrió decir que la esclavitud debia abolirse de repente. ¿Y qué se hubiera hecho, si alguno lo hubiese propuesto? Probablemente se le hubiera tenido por loco. Suponganios mas: figurémonos la misma sociedad antigua, y encargado de gobernarla un europeo con todas las máximas del cristianismo y de la civilizacion moderna. Se atreveria á abolir de repente la esclavitud? ¿Podria dar este paso, sin alterar y destruir la sociedad antigua? Claro es que no: y sin embargo nadie negará que la esclavitud era un mal funesto, era un crimen moral véase pues, como hay circunstancias tales en el estado social de los pueblos, en que es imposible querer hacer triunfar una teoría por buena que ella sea. Pasemos mas adelante y vengamos á los tiempos modernos y á la Europa. Supongamos hallarnos en el siglo X; y que por una parte tenemos el clero y la aristocracia con sus pecheros y villanos, y por otra asambleas y filósofos, que proclaman la igualdad del hombre, la abolicion de todo señorio feudal y la reforma de todos los abusos eclesiásticos. ¿Se concibe siquiera que esto fuese hacedero en el siglo X? En verdad que no se concibe; y sin embargo nadie negará que la desigualdad de condiciones era un grave mal, que la aristocracia de aquella época vejaba y oprimía, que el clero tenia un influjo desmedido. Véase pues como en un estado social puede haber abusos y vicios repugnantes, é in

morales hasta cierto punto, y sin embargo estár combinados de tal manera con su organizacion, que sea imposible hacerlos desaparecer sin causar mayores males y trastornos. Y viniendo á tiempos mas modermos, cualquier hombre que no se hallase profundamente enterado de la vida y estado social de Inglaterra, tendria por una de las mayores iniquidades los privilejios de su aristocracia, las leyes cereales, la desigualdad en que ha estado y todavia jime la poblacion católica, é Irlandesa : y sin embargo un inglés se indignaria ó reiria, si se le dijese que debian cesar inmediatamente los privilejios de la aristocracia, las leyes cereales, y el diezmo, y hubiera de ponerse á los católicos y protestantes en el mas completo pié de igualdad. Casi tres siglos de opresion han pasado hasta la sancion del bil de reforma, y Dios sabe cuantos años pasarán todavia hasta que se vean realizados los deseos de los irlandeses. Y nadie puede sin embargo defender en teoria la conducta del parlamento inglés, sin adoptar nuestros principios prácticos. ¿Esto qué prueba ? lo mismo que hemos sostenido: que aun cuando se observen en el estado social de un pueblo abusos gravisimos, si se hailan íntimamente enlazados con su organizacion, no es posible hacerlos desaparecer de un golpe. Lo que en tal caso aconsejan la razon y la prudencia, es esperar el progreso del tiempo, y la modificacion lenta y gradual de los hechos sociales. Sucede entonces, que hay en pugna principios y consideraciones de un orden muy respetable, que no conviene sacrificar completamente; y en semejante situacion, el único partido que tiene el hombre de estado, es hacer por de pronto una transaccion, dejando que una direccion atinada y el tiempo den el triunfo completo á los principios progresivos y morales.

Espuestas estas consideraciones filosóficas, pasaremos á aplicarlas á nuestras colonias en el artículo inmediato. FERMIN GONZALO MORON.

El último individuo

DE LA FAMILIA DE VOLTAIRE.

Leyendo últimamente el Diario de los debates me encontré en una de las columnas destinadas á la relacion de hechos sueltos y noticias varias con el párrafo siguiente.

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Los viajeros acaban de esperimentar una gran pérdida. El hombre que desde su infancia no se habia se"parado de la quinta de Ferney, el jardinero que alcanzó « á servir á Voltaire y que consevaba varias reliquias del «< escritor ilustre, el llamado Mateo Dailledouze, ha muer«<to en 1.o de setiembre. Su hijo menor Daniel heredó

« el

cargo de jardinero que aquel desempeñaba. De espe« rar es, que acostumbrado desde su infancia á oir las rela«ciones del padre, el nuevo cicerone siga prestando una "preciosa asistencia á los forasteros que visiten la her« mosa casa de campo que por tantos años fué residencia « del gran filósofo.»

La lectura de este párrafo meramente curioso para la jeneralidad de los que tomen de él conocimiento, ha despertado en mi recuerdos ya casi olvidados. Borradas de mi memoria las impresiones del agradable viaje que en época ya remota, en el verano de 1828, hice á los cantones suizos, la conmemoracion hecha por el periódico frances del conserje de Ferney ha venido á renovar reminiscencias á que se agarra la fantasia, como ocasion de volver la vista hacia los

fujitivos años de la vida, tesoro perdido para siempre, inecsorable sepulcro de las esperanzas de la juventud, rápido sueño en que al traves de las visicitudes, de los azares, de las tribulaciones de nuestro siglo ajitado, ha consumido tantas existencias que no han dado fruto y devorado facultades que jimen bajo el peso de su esterilidad.-Desdichados los seres cuya personalidad se mueve á impulso de un interior é intenso desco de influir en la suerte de los demas hombres, de ocuparse de ellos, de darse en espectáculo á su admiracion ó á su ira. Esta peligrosa vocacion exije para ser llenada con gloria dos condiciones esenciales. La de una abnegacion absoluta, completa, heróica de todo movil de mezquino interes personal, de todo cálculo de provecho material directo; y ademas la de no distraer un solo dia. una sola hora que no sean empleadas en la obra de estudio ó de humanidad á que se consagra el hombre superior. -Basta para reducir á estos al nivel de entes superficiales, vulgares, sin influencia, ni valor moral, el que estraviados por el vicio, por la vanidad, seducidos por el interes, olviden que no caben en un mismo círculo la teoría y la practica, ser iniciadores de ideas y cazadores de fortuna, que jamas vuelve el tiempo que atras dejamos y que no hay vida por larga que sea, que baste á la instruccion del hombre que se propone enseñar á los demas.

Voltaire satisfizo á ambas condiciones; se consagró al culto de una sola idea, y empleó en servicio de ella todas sus facultades y todo su tiempo, y no se diga que existe contradicion entre el precepto sentado y el ejemplo que citamos, pues si Voltaire fué dichoso en el sentido que comunmente se da á esta palabra, esto es, si fué hombre considerado, rico, influyente, debiólo á la voga y aceptacion de las doctrinas que predicaba, á haberle tocado hacer la oposicion á un órden de cosas que se venia abajo, á haber sido

el tribuno y el misionero de una propaganda que estaba en moda, cuyo cuarto de hora era llegado, sirviéndome de una espresion francesa.

La admiracion hácia el jenio del escritor, el espíritu de proselitismo que lo elevó a las nubes entre sus contemporaneos, hicieron juzgar á Voltaire por los críticos del siglo pasado como grande historiador, gran poeta, hombre de ciencia consumada, de vasta y profunda erudicion. ¿Y como podria negarle estos díctados, una jeneracion mas ardiente que instruida, apasionada, lijera, relajada, irritada contra los abusos y debilidades de un réjimen que despreciaba y que era ineficaz para dirijir, enmendar, guiar á la sociedad amotinada ya, y en visperas de poner en escena el drama de la revolucion? El hombre que con elementos sobrados para figurar en aquella sociedad medio sublevada, se aparta del mundo y de las seduciones y elementos que este le ofrecia, para retirarse á un rincon vecino al lago de Ginebra y construir alli una solitaria morada, en la que dado aparentemente á la ciencia escribe volumen sobre volumen y llena la Europa de poemas, de trajedias, de historias particulares de príncipes y de épocas, de una historia jeneral de la civilizacion del mundo, de una enciclopedia ó diccionario filosófico, ejecutado por él sin auxilio ni cooperacion de otros literatos como es propio de esta clase de obras; que al mismo tiempo publica novelas, cuentos, disertaciones, memorias y mantiene una correspondencia epistolar inmensa con los principales reyes, ministros y literatos de su tiempo, este hombre extraordinario, fecundo, este escritor elegante y popular, no podia menos de ser aclamado por sus contemporaneos y discípulos como el padre de la filosofía, como el sabio por escelencia, como un portento de saber.

Negar el poderio, la influencia intelectual que Voltaire ha tenido sobre su siglo, seria desconocer la potencia des

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