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DE LA LIBERTAD DE COMERCIO

gov don José Joaquin de Mora.

Con interés hemos leido el tratado que sobre la libertad de comercio acaba de publicar en Sevilla D. José Joaquin de Mora, y aun cuando no estemos absolutamente de acuerdo con todas las teorías, ó mas bien con las aplicaciones, que su autor deduce, no por eso dejaremos de reconocer su mérito, y de llamar sobre él mismo la atencion del público. Nosotros, que mirando con algun desvío las cuestiones políticas, consideramos urgentísimo y de utilidad mas positiva y demostrada ocuparnos en todas aquellas que están íntimamente enlazadas con la buena administracion del estado, con el progreso del comercio, y el bien estar material del pais, no podemos ni debemos dejar pasar desapercibido un tratado, en que se hallan recopiladas si no con novedad al menos con vigorosa lógica todas las razones que justifican la libertad de comercio al paso que se encuentran contestadas sus objeciones opuestas á la misma por los defensores del sistema prohibitivo y protector: el Sr. Mora comienza su obrita definiendo la naturaleza y límites de la libertad de comercio, y manifiesta que entiende por libertad comercial aplicable á los paises, cuya felicidad se trata de promover, la facultad ilimilada de esportar é importar todo género de productos naturales y fabriles con los derechos mas bajos compatibles con las necesidades del fisco, y sin otras obligaciones, requisitos, ó diligencias, que las absolutamente indispensables para asegurar el pago de aquellas exacciones. De

aqui colegirá el lector, que el señor Mora no admite el pago de derechos de Aduana sino como una necesidad fiscal, y de ningun modo como un sistema bien combinado para proteger las industrias importantes del pais, y dar á la importacion y esportacion el movimiento mas conforme á los intereses nacionales. Espuestos la naturaleza y límites de la libertad de comercio, el Sr. Mora demuestra en una série de capítulos el benéfico influjo que aquella ejerce en la creacion y acumulacion de capitales, en la agricultura y en la poblacion, en las relaciones mútuas de los pueblos, en la industria fabril interior, en las costumbres públicas, y en el tesoro público, pasando despues á refutar las objeciones opuestas á la libertad de comercio, fundadas en la dependencia esterior, en la balanza del comercio, estraccion del dinero, fomento de la industria interior, y reciprocidad de medidas restrictivas entre las naciones modernas. El señor Mora concluye su tratado con una reseña de la inmensa masa de mercancías que entran en España por medio del contrabando, manifestando la utilidad de estrechar nuestras relaciones mercantiles con Inglaterra, y levantar las barreras que opone á las mismas nuestro régimen prohibitivo.

Por esta rapidísima esposicion comprenderán nuestros lectores, que el señor Mora ha tratado la cuestion de libertad de comercio bajo todos sus aspectos, debiendo nosotros decir, que en la defensa de esta teoría, como en la refutacion de las objeciones que se la hacen, ha presentado aquel con vigorosa lógica y mucho órden y claridad cuantas razones pueden aducirse sobre tan importante asunto, mostrando en ella vastos estudios económicos y haber examinado bien la cuestion que se propuso examinar: se nota ciertamente cierta exajeracion en la defensa de las teorías absolutas económicas, pero esto es muy disculpable en quien

estudia con empeño una materia importante, y cree poseer la verdad: nosotros, sin embargo, admitiendo casi todos los principios del Sr. Mora, y reconociendo el mérito de su obra, nos permitiremos una observacion, que no ataca la verdad de sus teorías, incontrovertibles las mas científicamente consideradas, sino que se dirije mas bien contra las aplicaciones, que de aquellas pudieran deducirse en grave perjuicio á nuestro entender del Estado.

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A poco que el hombre profundice, examinando la marcha y las leyes del entendimiento, y la marcha de los gobiernos y de los pueblos, echa de ver fácilmente, que hay una verdad científica, y una verdad por decirlo asi práctica; que hay una verdad absoluta y otra relativa; una verdad para el filósofo y otra verdad para el hombre de estado podrá repetirse cuanto quiera que la verdad es una, podrá declamarse mucho en contra de este hecho; pero todas las aserciones y las declamaciones no destruirán el hecho, ni destruirán la historia, que presenta siempre este fenómeno cuando en otra ocasion formamos un juicio crítico del tratado de economía política de Mr. Rossi, esplicamos esta teoría, y espusimos que el entendimiento del hombre no puede jamás demostrar la verdad con esa pureza y unidad con que el entendimiento la comprende por medio de una abstraccion meramente racional. Esto es todavia mas palpable, cuando se quiere pasar de la region científica á la region práctica, de la teoría á la aplicacion; y la razon es muy sencilla: la verdad, considerada en sí misma, es independiente de los hechos; pero el hombre no puede convencerse ni demostrarla sino por medio de los hechos: descarte el filósofo la observacion de los hechos internos y esternos, y el entendimiento no puede dar un paso, ni puede haber para él criterio de verdad; de suerte que el fundamento de las teorias, la base de que parten

son los hechos: mas como el entendimiento no puede tener noticia ni abrazarlos todos, forma un sistema y proclama como verdad el resultado que da la observacion y juicio sobre los hechos mas conocidos, mas constantes y jenerales: de aqui se colije, qué de modificaciones debe sufrir la verdad científica, cuando se la quiere aplicar al gobierno de los pueblos el filósofo ó el hombre de la ciencia ha examinado y tenido presente para sus deducciones los hechos mas jenerales, y constantes; y el hombre de estado, sin desconocer estos, necesita mas que todo formar su juicio sobre aquellos que son especiales, locales de la sociedad que dirije esta observacion es aplicable á casi todas las teorías económicas y señaladamente á la de libertad de comercio: los economistas sientan tesis jenerales, dan por supuestos ciertos hechos, y pasan á deducir consecuencias; y no hay duda, en que dados por ciertos aquellos, las teorías y las consecuencias son lógicas; pero cabalmente la falta está en que el mundo no existe tal cual se lo figuran, y que por mas que se proclame la utilidad de ciertas teorías, como las sociedades se han organizado, si se quiere, de una manera viciosa, como las leyes y los intereses han tomado una direccion contraria, y no es posible ni conveniente hacerlos variar de repente, de aqui el que las teorías no pueden ser admitidas, ui aplicadas en todo su rigor, aun cuando se aspire á realizarlas en lo posible: asi científicamente no puede combatirse la libertad de comercio, y sin embargo, ninguna nacion se ha atrevido, ni se atreverá á decretaria, porque la rechazan los intereses y el buen sentido, y aquel instinto de conservacion que todos los pueblos tienen: se citan con elojio por los partidarios de la libertad de comercio las medidas administrativas del célebre ministro inglés Huskisson, y sin embargo este no hizo otra cosa que bajar en unos artículos los derechos, y en otros alzar la prohi

bicion, sometiéndolos á un 30 por 100: por ello la libertad de comercio será una teoria verdadera, y los hombres de estado deberán encaminar hácia ella en lo posible el movimiento industrial y comercial; pero se cuidarán muy bien de decretarla en toda su latitud, porque esto arruinaria empresas, destruiria capitales importantes, y produciria perturbacion social; y el hombre de estado jamás puede autorizar tales desastres y aberraciones: aun cuando contra la libertad absoluta de comercio, no se alegase otro argumento, que el que con ella se tendria el optimismo, y que esto jamás ha sido, ni será dado á sociedad alguna, porque se opone á la ley eterna y providencial de la imperfeccion humana, habria bastante para combatir su entera aplicacion; asi nosotros creemos, que los economistas exajerados parten de un mundo ideal y científico para dirijir un mundo positivo y práctico; deducen de ciertos hechos determinadas teorías; y ó aquellos no son universales, 6 existen otros en contrario, que deben atenderse por el hombre de estado: por estas consideraciones, que serian sus. ceptibles de mayor estension, no admitimos la libertad absoluta de comercio, y consideramos necesario para ciertas industrias importantes y establecidas el sistema protector, no aprobando en manera alguna las teorias exajeradas acerca de la libertad del hombre para comprar lo que quiera y al precio mas económico; porque el estado tiene derecho para exigir aquellos sacrificios que convengan al procumunal, y por tales reputamos los que se dirijen á proteger industrias importantes y arraigadas, y á evitar la ruina de empresas de consideracion, y la pérdida de grandes capitales. No queremos por último concluir estas observaciones, sin manifestar que el principal fundamento en que se apoyan los partidarios de la libertad de comercio, acerca de que los capitales toman en este caso una direccion menos vicio

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