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en definitiva á copelarse y dan al dia 9 arrobas de plata. El segundo pasa desde luego al comercio ó la fabricacion.

Alli en fin hay orden en todo, intelijencia, y esmero. Alli se compra el mineral cuando conviene, y se da salida á flor de agua á los productos cuando trae cuenta, llevándolos á todos los mercados y cruzando todos los mares, para sostener sin temor en cualquier punto del globo la concurrencia con las fundiciones estranjeras.

Despues de esta descripcion de la fábrica de S. Andrés de Adra, de sus medios y de sus productos, tengo por escusado hacer su comparacion con los otros establecimienlos de menor escala de la costa de levante, y señalar en qué consiste que estos decaen cuando aquel prospera. El uno llena todas las condiciones industriales de la época : los otros se quedan muy atrás. Las consecuencias son indeclinables. ¡Ojalá que estas observaciones hagan conocer á los empresarios que pierden, cuales son sus intereses verdaderos, y cual es el nuevo jiro que les corresponde adoptar para que, aun cuando desaparezcan algunos establecimientos, se salve la fundicion en las cercanias de Sierra Almagrera! ALEJANDRO OLIVAN.

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En el artículo anterior espusimos las razones que impiden en un estado social dado hacer desaparecer ciertos abusos por graves que sean, y manifestamos cual debe ser la conducta del hombre de gobierno en semejante situacion. Ahora nos resta acabar de desenvolver aquellas consideraciones, y pasar á su aplicacion en nuestras colonias.

Desde luego hay siempre que tener en cuenta un hecho en tales controversias; y es que cuando se arraiga en una sociedad por causas particulares una institucion evidente. mente abusiva, no produce todos los males y consecuencias funestas que teóricamente debian suponerse: á la manera que los buenos principios no dan jamás todos los resultados que se espera de ellos, asi tambien los perjudiciales no dan la cantidad de mal que se cree. Hay en la sociedad puesta en juego constante una accion que limita el bien y que limita el mal: esta es á nuestro entender una ley eterna y providencial. Hay todavia otra consideracion importante, y es que cuando una institucion viciosa se arraiga en un

pueblo, y existe en él por espacio de siglos, el tiempo va lentamente modificando lo mas funesto de sus efectos. Hacemos estas reflexiones no para escusar vicios ni abusos: nosotros siempre defendemos lo bueno, creemos que debe combatirse el mal, y aspirarse constantemente á hacerle desaparecer del suelo, en cuanto es dado al hombre; pero nos espresamos asi contra ese lenguaje falso y declamatorio, que todo lo exajera, y que acusa de alto crímen á la humanidad entera, si dilata un momento ceder á sus violentas y apasionadas teorías. Nos place en verdad ver al hombre defender su dignidad moral, y aquellos principios, que son por decirlo asi, el ornamento de la especie humana: observamos con íntima satisfaccion, que se lancen la reprobacion y el desprecio contra los intereses sórdidos y egoistas; y causas son estas, que nos hallarán siempre de su lado: pero confesamos francamente que el lenguaje de abolicionistas y radicales en semejantes cuestiones nos parcce intolerable. No son hombres que discuten con serenidad, ni razonan con calma: arrastrados de una teoría, no ven mas que ella, y harian desaparecer el mundo, si les fuese posible, a trueque de verla triunfante.

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Mas no es esta la manera de resolver tan difíciles cuestiones; y el argumento último que se puede oponer, que es imposible, que es el argumento supremo en política. Recórrase la historia, examinense todas las instituciones ó hechos, que han deshonrado la humanidad, y se verá que jamás han desaparecido de repente los mismos periodos terribles que llamamos revoluciones, han venido á tiempo: de otra manera no hubieran existido. En la vida del hombre, como en la vida de los pueblos, como en la vida de las ideas, nada sucede per saltum: un hecho se substituye lenta y gradualmente á otro hecho, y una idea nueva á otra antigua. El deber pues del hombre de esta

do es seguir esta marcha natural: fuera de ella no hay mas que caos y desorden.

Aplicando ahora estas observaciones á la cuestion de la esclavitud, comprendemos que esta es una institucion evidentemente abusiva y deshonrosa que conviene hacer desaparecer cuanto antes se pueda: pero la esclavitud es un hecho antiquísimo, se pierde en el orijen de nuestras colonias, y se halla intimamente enlazado con el órden material y económico. No se puede concebir su desaparicion repentina sin una total perturbacion: porque no se trata solo de que se produzcan tantos sacos mas de azúcar, ò tantas arrobas mas de café: se trata de un hecho económico, que se halla intimamente enlazado con el estado social y material de las colonias, y de un hecho moral y politico, que está relacionado con el òrden público. La existencia material de las colonias pende por una parte del trabajo del esclavo, que es imposible reemplazar de pronto, y por otra no puede accederse sin preparaciones á dar de repente libertad á seres degradados por la esclavi tud, y á poner bajo el pie de igualdad á la numerosísima poblacion esclava ante el corto número de la blanca. Y no se objete que la continuacion de la esclavitud es un crímen: porque el hombre de estado no es responsable de los delitos cometidos en una larga série de siglos, ni puede enmendar de un golpe el error ò el crimen de muchas jeneraciones. Si este argumento de alta moralidad tuviese al guna fuerza, era necesario declarar criminales à todos los gobiernos en todos los paises existen abusos graves, que no se cortan de raiz ni de pronto, y cuya enmienda se prepara lenta y gradualmente.

El deber del hombre de estado es conservar la sociedad, y defenderla de toda perturbacion violenta si halla pues abusos graves, ó instituciones evidentemente viciosas,

pero íntimamente enlazadas con el estado social, no debe empeñarse en desarraigarlas de improviso, alterando y perturbando la sociedad, sino modificar sus funestos efectos, y dirijirse á la desaparicion lenta y gradual. El gobernar en sus mas importantes y delicadas funciones es elejir entre principios ó intereses que luchan: y como los principios y los intereses tienen valor é importancia en el estado social, lo mas funesto que siempre puede hacer se, es sacrificar completamente los unos á los otros: esto jamás debe verificarse, sino cuando no hay otro recurso: la razon es muy obvia: no pueden desatenderse intereses ó principios que tienen importancia social sin causar graves males y sin una perturbacion; y esto debe siempre evitarse si es posible, tanto mas cuanto el mal y las calamidades de los que sufren son siempre mayores por de pronto, que el beneficio de los que disfrutan de los efectos de la reforma. Esta conducta la han seguido las dos naciones que han abolido la esclavitud; la Inglaterra y la Francia. En la primera han sido necesarios muchos años y toda la perseverancia y espíritu relijioso del pueblo inglés para que se haya acordado la emancipacion; y aun esta no se ha decretado sino despues de sujetar á los esclavos á un determinado número de años de aprendizaje. Este sistema de preparacion no ha dado los resultados que se esperaban, antes si ha traido funestas consecuencias. Y aunque los abolicionistas y antiabolicionistas desfiguran los efectos de la emancipacion, aunque estos han sido varios segun las colonias, la mayor o menor abundancia del trabajo, y la clase de cultivo en grande ó pequeño de las haciendas, ha habido sin disputa y existen graves perturbaciones, y no solo en el órden material, ó económico, sino en el órden moral. Los mas furiosos abolicionistas y entre ellos Victor Schoelcher confiesan este hecho. La produccion de ciertos jéneros co

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