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En esta isla de Bendenao hay mucho oro, é nos truxieron para que les comprásemos; empero el Capitan mandó que nadie fuese osado de comprar, por lo cual no se compró nada; y así hubimos de ir nuestra derrota sin refresco. Aquí tomamos un indio, que llevamos á Maluco, el cual nos dixo que cada año venian dos juncos de la China, que son unas naos en que ellos navegan, á comprar oro é perlas que habia en gran cantidad; é tambien venian más navios á otras islas á lo mismo. Tambien hay en esta misma isla canela, por la parte del Oeste.

Partimos de este puerto de Bizaya, é obra de cuarenta leguas de allí, fuimos á surgir á otra isla que se llama Talao, donde hallamos la gente de buena conversacion, é nos vendieron muchos puercos é cabras é gallinas é pescado é arroz é vino de palmas, é otros muchos bastimentos; de manera que se refrescó la gente muy bien. Aparejamos la nao muy bien, é asentamos la artillería é adreszamos nuestras armas, porque estábamos cerca de Maluco. Los indios de esta isla nos dixieron que á la parte del Este habia unas islas, donde habia mucho oro, é quisieron ir con nosotros; empero por ser la nao grande y hacer mucha agua, no osamos andar entre islas, y así no fuimos allá. Como llegamos en este archipiélago de los Zélebes, proveyó Martin Iñiguiz de Carquisano de oficiales, á Martin Garcia de Carquisano de thesorero general, é á Diego de Solier de fator general, é á Francisco de Soto de contador general.

A cabo de quince dias, que estuvimos en esta isla de Talao, partimos para Maluco, y éramos cient é cinco personas; morieron dende el Estrecho aquí, obra de cuarenta hombres.

Al tercero dia que partimos de Talao, surgimos en la

isla de Batachina, por la parte del Este, en un puerto que se llama Zamafo, y los indios deste pueblo son vasallos del rey de Tidore, (1) los cuales nos rescibieron con mucho placer, como vieron que éramos castellanos, en demás el gobernador del lugar, que se llama Bubacaz. En este pueblo hallamos un esclavo de portugueses, que estaba fugido, el cual hablaba muy bien portugués, é nos dijo en cómo estaban en las islas de Maluco portugueses, é tenjan una fortaleza en la isla de Terrenate, (2) é habia muy pocos dias que habian destruido al rey de Tidore, el cual siempre tuvo guerra con los portugueses, por causa de las dos naos que se habian cargado de clavo en su isla, de Juan Sebastian del Cano y Espinosa. Luego este dicho dia pidió el capitan Martin Iñiguiz al Gobernador de Zamafo un parao, que es un navío de remos, para inviar á las islas de Maluco secretamente á los reyes de Tidore é Gilolo, (3) los cuales nos dixieron los indios de la tierra, que eran grandes amigos de castellanos; é luego en la misma hora mandó aparejar el dicho parao el Gobernador.

Esta dicha tarde me invió á mí el dicho Capitan con otros cinco compañeros en el dicho parao á los reyes de Tidore y Gilolo, haciéndoles saber en cómo íbamos siete naos que S. M. inviaba para Maluco, é que nosotros solos habíamos llegado en el puerto de Zamafo, é las otras naos venian detrás; é que habíamos sabido en cómo estaban portugueses en aquellas islas, é tenian guerra con el rey

(1) Tidore ó Tidor, una de la más fértiles especias, de las islas Molucas.

(2) Su verdadero nombre es Ternate.

(3) Gilolo ó Halamahera es la isla mayor del archipiélago de las Molucas,

de Tidore é le habian destruido por ser amigo y servi dor de V. M., é por haber vendido clavo á los capitanes Juan Sebastian del Cano y Espinosa; que les pedia por merced le mandasen decir qué era lo que mandaban, que él éstaba con toda su gente y nao é artillería para les fa vorescer, como á leales amigos de V. M., contra quien ellos fuesen servidos; y asimismo les pedia por merced le quisiesen favorescer contra cualesquier que le quisiesen hacer guerra, así portugueses como naturales de las islas. É así fuimos secretamente á un pueblo del rey de Gilolo, é de ahí le hicimos saber en cómo estábamos ahi; é le inviamos pedir licencia para ir á la ciudad de Gilolo, donde él estaba, que está en la misma isla de Batachina, por la parte del Oeste. É como supo, luego nos invió un sobrino suyo, con diez paraos armados, á rescibir; é así fuimos al dicho pueblo donde el rey estaba, el cual nos rescibió muy bien é amostró mucha alegría é placer con nosotros, é por consiguiente, rescibieron mucho placer todos los caballeros é gente de la tierra. Y mandó el rey juntar toda la gente de alrededor de aquellos pueblos para rescibir la embajada que llevábamos, y así la rescibió otro dia siguiente. Y como diximos que queríamos ir al rey de Tidore, luego mandó aparejar un navío pequeño de remos, muy ligero, y envió con nosotros dos caballeros de los suyos, y faimos á la isla de Tidore, que está obra de seis leguas de la ciudad de Gilolo. Y hallamos al rey de Tidore retraido arriba en la montaña; é cuando supieron que castellanos iban á Maluco, aunque el rey era muchacho, amostraron tanto placer los caballeros, que era cosa de ver, é por el consiguiente toda la otra gente; é rescibida la embajada que llevábamos, ofreciéronse hasta morir de nos favorescer con todo lo que pudiesen,

é rogáronnos mucho que en ninguna manera dexásemos de ir allá con la nao, porque les parescia que no habíamos de osar ir con una nao sola por miedo de los portugueses. É así mandó el rey de Tidore dos caballeros con nosotros al capitan; é tornamos al reino de Gilolo, y por el consiguiente se ofresció el Rey de Gilolo de nos favorescer é ayudar en todo lo que se ofresciese, aunque al presente estaba en paz con los portugueses; y envió tres navíos de remos con un sobrino suyo en mi compañía, é tornamos por tanto á donde dejamos la nao, y quedaron tres castellanos de mi compañía, con dos arcabuces grandes, con el Rey de Gilolo, por si viniesen allí los portugueses, sabiendo cómo habíamos estado con el Rey.

Llegados á Zamafo, donde estaba la nao, el capitan Martin Iñiguiz recibió muy bien á los embajadores de los reyes de Tidore é Gilolo, é les dió algunas dádivas; é sabida la voluntad de los reyes, luego nos hicimos á la vela para ir á Tidore, aunque los de Gilolo quisieran más que fuéramos á su pueblo, por causa que Tidore estaba toda destruida é todos los pueblos quemados.

Estando surtos con viento contrario en una isleta que se llama Rao, vino un parao de la isla de Terrenate á la nao, donde venia un portugués, por nombre Francisco de Castro, con cartas del capitan de la fortaleza, que se llamaba D. Garcia Enriquez, é con requerimientos que no entrásemos en las islas de Maluco, sino fuese donde ellos tenian su fortaleza, por cuanto aquellas tierras eran del rey de Portogal; é haciendo así, nos seria hecha toda honra é cortesía, é donde no, nos echarian á fondo la nao con todos nosotros.

El capitan Martin Iñiguiz respondió á la carta y al requerimiento, no concediendo lo que en ellos pedian, an

las

tes dixiendo que aquellas tierras é islas eran de S. M., y que como su capitan que era, iria á cualquiera de las isque á él bien viniese. É asi se tornó el dicho portugués, é nosotros anduvimos bien dos meses, no pudiendo doblar el cabo de la isla de Batachina, y los paraos de Gilolo se tornaron. En este comedio vino otras dos veces á requerirnos un portugués, llamado Hernando de Baldaya, fator de la fortaleza que tenian los portugueses; que fuésemos derechos á su fortaleza, ó nos fuésemos de aquellas partes, sin tocar en Maluco ni en las islas de la banda, ó donde no, que se vendrian con gran armada, y nos tomarian por fuerza ó nos echarian al fondo. Siempre les respondíamos al contrario de lo que ellos querian, protestando todas las pérdidas é dagnos é muertes de hombres que sobre ello se recresciesen; é así se volvia el dicho portugués amenazándonos muchas veces.

En la misma isla de Rao supimos cómo los portugueses venian con gran armada contra nosotros; y el capitan viendo esto, tomó el parescer de la gente, que fue que por ninguna cosa dexásemos de ir á las islas de Maluco, aunque nos pusiésemos á todo riesgo. É así el capitan viendo la buena voluntad y esfuerzo de la gente, mandó que nos hiciésemos á la vela, porque hacia el viento bueno; é así nos levantamos para irá la isla de Tidore, é comenzamos á navegar con buen viento largo é fresco que nos hacia, toda nuestro artillería cebada, é la gente bien armada é con buena voluntad de morir en servicio de V. M.

A 29 dias del mes de Diciembre de 526, yendo con viento recio, que íbamos á la vela para Tidorc, salió la armada de los portugueses de entre unas islas, que se llaman las islas de Doy, porque nos estaban esperando ahí;

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