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este testimonio, y por el contesto de dos cartas que escribió á los reyes católicos, la una de mil quinientos uno, y la otra por el de mil cuatrocientos noventa y cinco, á los cuales no podia contar sino aquello que fuese verdad, que se pueden ver por estenso en la his toria de Fernando Colón, hijo del almirante, podemos entender cuan esperimentado fuese este naútico en las cosas de mar, y las mu chas tierras, y lugares que anduvo antes que se metiese en la empresa del descubrimiento.

Esta multitud de viages no le habian enriquecido; pero hicieronle el mas hábil naútico de la Europa, y le suministraron los medios para formar muchas observaciones que le empeñaron al fin á mover sus intentos sobre el descubrimiento del occidente, para buscar por aquella parte nuevas tierras. Entretanto los demás de su profesion no pensaban por entonces en otra cosa que en encontrar por el mediodia un camino para el oriente. Yo me figuro aquel hombre estraordinario, aniquilando dentro de sí las falsas preocupaciones de su siglo, triunfando de las objeciones de una razon tímida, mediante un instinto más impetuoso y fuerte que ella, y mirando de la otra parte de los mares regiones hasta entonces desconocidas. Me parece que le veo inflamado del entusiasmo del proyecto más vasto y atrevido que jamás cupo en el entendimiento humano. Sin embargo, se han inventado muchas fábulas para oscurecer la gloria que tuvo Colón de descubrir el nuevo mundo. Herrera asegura que el año de 1190, esto es, trescientos veinte y dos 'años antes de la famosa navegacion de Colón, Madóc, hermano de David, hijo de Owen Guoncth, príncipe de Gales, descubrió una tierra rica, que es la Florida, la Virginia ó México. Se puede leer lo que ha escrito sobre esto á lo último de la relacion de su viage, tomo tercero de la primera edicion Haduit, de quien ha sacado esta singular noticia. Cita cuatro versos en lengua de Gales, que le habian sido comunicados por Camdén, y cuyo autor es Meredith, hijo de Rhesus, que vivia por el año de 1477. Consta por dichos versos y obra, que dicho Madóc se aplicó enteramente à des- ́cubrir el occeano. Powél, autor de la historia de Gales, dice que Madóc hijo de Owen Guoncth, navegó muy lejos del lado del norte, mas allá de la Islanda, y que en una tierra incógnita donde fue á dar, vió muchas cosas estrañas. Sucedió esto (como lo pretenden) cerca del año de 1470. Powél escribe tan solamente por congeturas, que debió de haber ido ácia las Indias Occidentales. Lo demás es sacado de la adicion de Hebert, bastante ignorante en la historia española y portuguesa (*).

Mas una opinion vulgar que tuvo bastante crédito en vida de Colón, hubiera disminuido mucho la gloria de este gran piloto, si la hubieran creido personas capaces de darle autoridad. Decian que Alonso Gonzalez de Huelva, que está en el condado de Niebla, como lo refiere Garcilaso de la Vega en su historia de los In

[*] Vertót, Hist. cap. 1. tom. 7.

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cas, comerciaba con un pequeño navio algunas mercadurías de España, que llevaba a las Canarias despues de una tempestad que duró veinte y nueve dias, se halló cerca de una isla que llaman hoy Santo Domingo, habiendo corrido ácia el sur, y despues al oriente, y halló en ella hombres totalmente desnudos: otros dicen que era la tierra de Fernaobuco en el Brasil. Habiendo saltado en tierra, tomó la altura, apuntó lo que vió y le habia sucedido, hizo agua➡ da y provision de lo necesario, haciéndose á la vela sin saber el rumbo que debia tomar, faltándole á él y á su tripulacion la agua y provisiones en su viage, y cayeron enfermos sus marineros de resulta de las incomodidades de la navegacion. Llegó tan solamente con cinco hombres á la isla tercera, y le dió hospedage Cristobal Colón, que tenia la fama de un piloto excelente: murió en su casa, y sus compañeros tambien, y le dejó todos sus papeles en pago del hospedaje y amistad que habian contraido, y que sobre estas memorias habia el piloto genovés formado su plán para el descubrimiento del nuevo mundo: mas que habia sido instruido de antemano sobre este proyecto por Martin de Bohemia, famoso cosmógrafo; pero solo algunos de nuestros autores españoles dicen esto, y con demasiada pasion apoya esta opinion el R. P. Torrubia en su crónica seráfica parte nona, quien infiere de la misma relacion del viage del almirante Colón, escrita por su hijo D. Fernando, y por la autoridad de Garcilaso, (*) que si no fuera por es--ta noticia que Alonso Sanchez de Huelva le dió, no pudiera de sola su imaginacion de cosmografia, prometer tanto y tan certificado á los reyes católicos, como prometió en salir tan presto con la empresa del descubrimiento....., pues segun aquel autor, no tardó Colón mas de sesenta y ocho dias en el viage....., que si no supiera por la relacion de Alonso Sanchez, qué rumbos habia de tomar en un mar tan grande, era cası milagro haber ido allá en tan breve tiempo.

Francisco Lopez de Gomára escribe lo mismo, y dice que Colón vendia cartas marítimas trabajadas de su mano: que en tendia muy bien la lengua latina, segun decian algunos: que sabia perfectamente la cosmografia, ciencia que le hizo nacer el deseo de buscar los antípodas, y el Cipango de Paulo de Venecia. Añade que habia leido el Trinéo, y el Criticas de Platon, donde habla de la isla Atlandida, el libro de las Maravillas del Mundo, donde se hace mencion de ciertos mercaderes que pasaron mas allá de las columnas de Hércules ácia el poniente, y mediodia; y que habiendo navegado largo tiempo sobre la mar, descubrieron una isla grande despoblada y proveida de todas las cosas necesarias para la vida humana. Despues de esto concluye, que si Colón hubiese sabido por sí mismo donde caian las Indias Occidentales an ́tes de ir à España, no hubiera faltado de informar de ello primero á los ginovéses que comerciaban en todas las partes del

[*] Garcilaso. lib. 1. Comentar. cap. 3.`°

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mundo conocido, y que jamas pensó algun viage que emprendió sino despues del feliz encuentro de ese piloto español, que fué llevado á las Indias Occidentales por una tempestad. Gonzalez de Oviedo es menos decisivo en este asunto, y por consiguiente mas racional que Gomára, pues dice que toda la aventura de este piloto, no tiene mas fundamento que un rumor popular, que no lo tiene por verdadero, y vale mas segun el testimonio de San Agustin, dudar de una cosa que se ignora, que el empeñarse en suste.. nerla cuando no hay certidumbre de ella, y faltan instrumentos, y documentos fuertes para probarla. Pero lo que mas destruye estas opiniones y fábulas es, que á mas que Colón siempre ha · reclamado contra estos rumores inventados por personas émulas de su gloria, todo lo que ha habido de autores sensatos, aun entre los mismos autores españoles que han tenido ocasion de hablar del descubrimiento del nuevo mundo, le hacen justicia á este insigne genovés. A mas de eso, no se vé que hubiese pensado pasar por el Ecuador, lo que hubiera debido ejecutar para dirigir su rumbo, segun las memorias del citado piloto andaluz ó portugues, ó vizcayno, porque lo hacen de estas tres provincias; en fin, hubiera hablado mas claro, si hubiera tenido seguridad de su proyecto, y no hubiera pensado tantos años en las cortes de España, y de Portugal, por falta de explicarse con mas claridad, como lo refleja juiciosamente nuestro autor español, y tan autorizado Herrera. Lo que hay de cierto, y en lo que convienen casi todos los historiadores de las Indias Occidentales es, en que era gran cosmógrafo; no ignoraba la pretendida profecia de Senéca en su Medéa, ni lo que Platon ha escrito en su Trinéo, que mas allà de las columnas de Herculès habia una isla llamada Atlantida, mayor que todas las que se conocian entonces, la que se habia sumergido de resultas de un dilubio, acompañado de temblores de tierra espantosos: parece aun que contaba demasiado sobre estos monumentos equívocos de la antigüedad. Pero con razon hizo mas atencion que nadie á lo que se publicó poco despues del descubrimiento de las Azóres, Canarias, y la Madera; es á saber, que al amainar los grandes vientos de oest, se hallaban muchas veces sobre las costas de aquellas islas trozos de maderas extrañas, cañas de una especie incognita, y aun cadáveres, que se reconocian por muchas señales no ser europeos, ni africanos. Habia tambien observado en los viages diferentes que hacia, estando en Portugal, que ácia al occidente soplan en ciertas estaciones del año vientos que continuaban con igualdad, y sacaba por consecuencia que era precitego que viniesen de un parage mas allá del mar, y que ese parage era una tierra desconocida para los de Europa. Sus congeturas sobre la existencia de un mundo nuevo, se hallaban apoyadas sobre fundamentos mas sólidos que todos estos rumores populares. -La figura y la extension del globo de la tierra, cuya mitad co mo-se evidencía, eran para él, y debian al parecer ser para todos los sabios, una demostracion de que podian existir regiones en

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el occidente, que no repugnaba fuesen habitadas. Habia despues observado, que soplaban de este mismo lado ciertos vientos que duraban con bastante igualdad por muchos dias, y se persuadió, que no podian ser causados mas que por tierra que alli habia. Estas observaciones le llamaban á lo que Platon despues de haber hablado de su Atlantida, añade, que mas allá de aquella grande isla habia un gran número de pequeñas, que bastante cerca de las últimas se hallaba un continente mas grande que la Europa y Asia juntas, y que despues estaba el mar verdadero. Y es bastante de admirar que todo esto se haya verificado con exactitud, como lo habia escrito este filósofo dos mil años antes; porque por úl timo menos su Atlantida que decia haber desaparecido, se ha descubierto mas allá de nuestro occeano un Archipiélago muy gran de que costéa un continente, quien solo forma casi la mitad de la tierra, y mas adelante un mar, que es sin contradiccion el mayor de todos.

Hay todavia alguna cosa bien notable en lo que han referido algunos autores antiguos de lo acaecido á un navio cartaginense, el que el año de 356 de la fundacion de Roma, buscando nuevos descubrimientos, tomó su rumbo entre el mediodia y el poniente, se atrevió á meterse por mar desconocido, sin otra brújula que la atencion del piloto en observar la estrella del norte, y al fin dió fondo en una isla desierta, muy espaciosa, abundante en pastos, cortada por todas partes de rios hermosos, y cuyos grandes y espesos bosques, llenos de árboles de estraña magnitud parecian corresponder á la fertilidad del terreno: que las ventajas y amenidad del clima empeñaron á muchos aventureros á quedarse en aquella isla: que los demas se volvieron à Cartago, donde despues de haber dado cuenta al senado, éste quizás mas sabio que sus antecesores, creyó deber sepultar en un profundo olvido el <conocimiento de este suceso, condenando á muerte secreta á todos aquellos que podian divulgarlo, y dejando los que habian quedado en la isla sin ocurso para salir de ella (*). Juan Barros refiere en su historia de las Indias un hecho que pudiera tener alguna conexion con la antecedente aventura, y servirle de prueba, ó tomar de ella alguna luz. Dice que en la isla de Cuerbo, la mas occidental de las Azóres, se halló en ella cuando se descubrió una estatua ecuestre de piedra, ó de una especie de tierra cocida: sobre un pedestal habia una inscripcion, cuyos caractéres jamas se han podido descifrar, y que el caballero ó ginete vestido á la usanza de la mayor parte de los americanos, que no están del todo desnudos, se ñalaba con el dedo el poniente, como en ademan de avisar que alli habia tierras, y hombres que las habitaban. Era demasiado reciente este descubrimiento por el tiempo en que fuè Colón á Portugal para que dejase de oir hablar de esta circunstancia.

Tuvieron mas realce estas congeturas despues de la feliz em◄

[*] Teófilo de Serraris de las maravillas de la naturaleza.

presa de Colón, y antes que él mismo hubiese formado su proyesto, creyeron mas que el en ellas, y las dieron mas valor los mismos españoles que tan largo tiempo habian tratado de visiones. era de la existencia de una cuarta parte del mundo, fundando sus razones en que hasta entonces no habia sido conocida. Pretendieron despues de su descubrimiento, recobrar en ella provincias de su imperio, que la infelicidad de los tiempos les habia usurpado, y reclamar sobre ellas los derechos incontestables de los soberanos. Oviedo el historiador se arroja á decir, que las Antillas son las famosas esperides tan celebradas por los poetas; y añade con atrevimiento, que cuando Dios las puso bajo la dominacion de los reyes católicos, no ha hecho otra cosa que restituir á su corona lo que la habia pertenecido tres mil ciento y cincuenta años antes en tiempo del rey Héspero, de quien habian tomado el nombre. Añade tambien que Santiago y S. Pablo habian predicado allí el evangelio, y para fundar su propuesta cita á S. Gregorio Papa en sus morales. El que quisiere ver bien refutada esta opinion de Gonzalez de Oviedo, puede leer el capítulo nono de la historia del almirante Colón, escrita por su hijo D. Fernando. Dió lugar esta opinion estraña, como lo refiere Juan Diez de la Calle, XXXVIII, en sus noticias sagradas, á que en 25 de octubre del año de 1533 escribiese el emperador al capitan Gonzalez Hernandez de Oviedo y Valdés su crónista de las Indias, castellano de la fortaleza de Santo Domingo, una carta en respuesta de otra suya, en que hay entre otros este notable capítulo.

(*),,Tambien vi lo que decís que teneis escrito y entendeis ,,enviar probado con cinco autores, que esas islas fueron del rey de ,,España duodécimo, contando desde el rey Tubál, que tomó estos ,,reinos despues de Hércules, año de 1558, antes que nuestro Re„dentor encarnase; de manera que este presente año, tres mil no„Venta y un años hace que esas tierras eran del cetro real de Es„paña, y que no sin gran misterio al cabo de tantos años las vol,,vió Dios á cuyos eran, y todo lo demás que acerca de esto decís: „ holgaré de ver el fundamento que para ello teneis, y asi os mando, que si cuando ésta recibais no lo hubiereis enviad, lo en,vieis en el primer navio que para estos reinos partiere, y dupli,,cado, en caso que lo hubiereis enviado." (3)

Este autor es el primero que escribió la historia natural y general de las Indias, islas y tierra firme del mar occéano, en veinte libros, impresa en Sevilla á 30 de septiembre de 1535, y segun esto, compúta creyendo esta fabula el dicho D. Juan de la Calle, que ha tres mil doscientos cuatro años que las Indias son de la corona de España, que es una cosa bien notable. Vatablo [otro autor

[*] Este rey se llamaba Hespero, de quien España tomó el nombre. Annal del Dr. D. Martin Carrillo, folio 18 y 500. [3] Yo suplico al cielo que no devuelva esta América á ios españoles porque lo pasarémos muy mal con ellos. E. E.

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