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quiera hubiera podido ejecutar la misma hazaña, y que consiguien¬ temente se hubieran podido pasar muy bien sin un italiano, para emprender una cosa de tan poca importancia. D. Cristobal Colón que se hallaba presente oyendo todos estos discursos, no respondió palabra; pero poco despues se levantó, fué á buscar un huevo, púsole sobre la mesa, y les preguntó si habia alguno de entre ellos que pudiese poner ese huevo parado sobre la tabla; no faltaron algunos tan simples, que tratasen de intentar à hacer la esperiencia, otros negaron absolutamente que fuese posible, mas Colón les replicó que no habia cosa mas fàcil, esto es en quebrando el huevo por la punta, lo que ejecutó al instante mismo, dejando el huevo para. do sobre la mesa. (26) Se echaron à reir los asistentes, haciendo burla de la pretendida agudeza de Colón, suponiendo que cualquiera podia hacer lo mismo. Es verdad, replicó Colón, pero ninguno de vosotros ha podido ejecutar cosa tan facil, hasta que yo os la hubiese enseñado: lo mismo es respecto al descubrimiento de un mundo nuevo, nadie lo ha podido hacer ántes que yo, y ahora que lo hé hallado, á todos os parece facil la empresa. (27)

Sin embargo, de estos discursos hijos de la envidia, los Reyes hacian justícia á su mérito y fué grande el gusto que tuvieron de este descubrimiento importantísimo, porque veian que se les abria el camino, para hacer á Nuestro Señor otro servicio muy grande como el de la guerra de Granada, conquistando estas gentes bárbaras y convirtiéndolas à nuestra santa fé católica. Dióse órden en Barcelona con toda solemnidad y presteza, para la vuelta del Almirante á la Española. Habia llevado Colón unos seis ó siete indios para que aprendiesen la lengua española, y se habia conmovido toda la corte y España al verlos; pero él deseaba ver sus indios bautizados ántes de su partida: y así tuvo gran cuidado de que fuesen ins. truidos en nuestra santa ley, y despues se celebró su bautismo con magnífico aparato. El Rey, la Reina y el príncipe de España quisieron ellos mismos ofrecer á Dios estas primicias de la gentilidad del nuevo mundo. El Rey fué padrino del pariente de Guacanagari, y se le puso el nombre de D. Fernando de Aragon: á otro el mas distinguido se le puso el nombre de D. Juan de Castilla por el príncipe que quedó en su córte, y murió de allí á dos años: los demás bautizados tambien por los Reyes, que fueron sus padrinos se volvieron á su tierra. Pusieron luego los piadosos Reyes sus pensamientos en la conversion de estos idólatras, y la forma que se tendria para predicarles el evangelio, cuidado que siempre ha sido muy grande de parte de los Reyes católicos sus succesores en

[26] Segun esto no fué Juanelo sino Colón el autor de esta conseja. Muy tontos serian aquellos á quienes la contó el Almirante.

[27] Fleury cit. Barros de Asia decad. 1. lib. 3 сар. 11 Surita tit, 5 lib. 1 cap. 25. vid. hist. eccles. Fleury an, 1493 cit. supra.

los descubrimientos y conquistas, como bien lo refleja el señor So→ lórzano, (*) que los bárbaros é infieles de este nuevo orbe vinie– sen en conocimiento de Dios y de su santo evangelio de que tan remotos estaban, y se incorporasen como lo han hecho en el cuerpo y gremio de la iglesia católica romana, à quien han prestado humilde y religiosa obediencia los mas de ellos con piadosas embajadas y dones; de suerte que en un siglo solo, le ha dado nuestra diligencia mas hijos y fieles en Cristo, que cuantos se pueden contar de los pasados, como tambien lo reconoce, y encarece Tomás Bocio en varios lugares de sus escritos, y otros muchos graves autores. (28)

Conformandose, pues, los Reyes D. Fernando y Doña Isabel, con la innata y heredera piedad de sus gloriosos progenitores, para probar la reverencia que tenian à la Santa Sede Apostólica, quisieron antes de despachar el Almirante á las indias dar cuenta primero de lo que pasaba al sumo pontífice, que era Alejandro sexto de la casa de Borja, el que recibió el mismo gusto que todos, viendo que en su tiempo se hubiese hallado ocasion para dilatar el santo evangelio, y tambien suplicarle fuese servido de aprobar la conquista del nuevo mundo, que así llamaron el hallazgo de media docena de islas, y concederles el dominio no solo de cuanto hasta entonces se habia descubierto, sino tambien de las tierras que se descubriesen en adelante. Condescendió su santidad à súplica tan justa: envióles su bula aplomada por la cual les hizo gracia de la conquista de estas nuevas tierras, adjudicàndoles el directo dominio (29) de todo lo que descubriesen, sin perjuicio de los Reyes de Portugal, que ya descubrian de algunos años atràs por el oriente. Por esta bula se dió á los Reyes de Castilla y de Leon, á perpetuidad el soberano imperio y principado de las indias; es á saber, todas las islas y tierras firmes descubiertas, y por descubrir, ácia el occidente y el mediodia, tirando una línea imaginaria desde el Polo Artico hasta el Antartico; esto es desde el septentrion hasta el mediodia, la que cortaba en dos partes iguales el espacio que se hallaba entre las islas Azores, y las de Cabo Verde. Y para precaver todas contestaciones el soberano pontífice especialmente en su bula de tres de mayo de mil cuatrocientos noventa y tres, en otra del dia cuatro del mismo mes y año que empieza Inter coetera, y en otra tercera que espidió algun tiempo despues, dice, que distarà esta linea de las islas de los Azóres, y las de Cabo Verde ácia el occidente y mediodia, por espacio de cien leguas, y que

[*] Politica Indiana de Solórzano lib. 1. cap. 8. p. 31. [28] Buzinç de signis eccles. lib. 4. cap. 13. et trat. imper. pend. avirt. et de Italie statu citat. á Solórzano ubi suprá, et. d. cap. 16 núm. 6970. et 72: ubi et eam pleves alios alegat. Bellarm. tom. 2. Aex. VI: const. 2. núm. 77 p. 42. Barros de Assia decad. 1. lib. 3. cap. 11.

[29] Risum tentatis amici!!..

todo lo descubierto, y que se descubriese al occidente ó mediodía de la dicha línea fuese de la navegacion, y descubrimiento de los Reyes de Castilla y de Leon; de modo que todas las indias y tierra firme descubiertas y poseidas por cualesquier Rey ó príncipe cristiano antes del dia de la Natividad, inmediato al principio del año de mil cuatrocientos noventa y tres ácia el occidente medio dia, quedarian en su posesion, sin que los Reyes de Castilla pudiesen pretender derecho sobre ellas, y lo que se descubriese ácia el oriente de esa línea quedaba concedido al Rey de Portugal. Despues por un convenio celebrado entre las dos coronas se retiró esta línea trescientas setenta leguas àcia el ouéste. Esta es la célebre línea de demarcacion del señor Alejandro sexto tan mentada, por cuyo medio repartia entre estas dos coronas los paises conquistados y descubiertos, y por conquistar y descubrir, no estando ocupados por algun príncipe cristiano. Añade el papa, que no les concede esta gracia, sino con la condicion de que enviarán á dichas tierras hombres doctos, virtuosos y temerosos de Dios, para que instruyan aquellas gentes bàrbaras en la fé católica y buenas costumbres. (30)

No se puede dudar de esta bula, por hallarse y quedarse original en los archivos del real consejo de las indias, y referirla Pedro Mateo, y Laercio Cherubino en sus bularios, y otros infinitos autores, así estrangeros como españoles á cada paso [*] y es entre otros muy principal título de dominio de las indias esta donacion, hecha por la silla apostólica. [**] Sobre esta concesion y con→

[30] Tom. 1, Bullar magn. Roman. pág. 454 466. [*] Solórzano polític. ibid. lib. cap. XI cit. extact. 1 tom. Sehed. impres. 1. pag. apud. Solórz. lib. 2 eap. 24 núm. 26. Petro Mathe in sun constit. pontif. pág. 150 et. in 7. tomo Decretal. lib. 1. tit. 9 de Insulis novi Orbis Cherub. 1. tomo Bullar. pág. 322. et in numeris fere alli ad. Solórz. d. 1, tom. lib. 2 cap. 23. exn 53. et 137. et cap. 24 ex núm. 18.

Herrera hist. ind. decad. 1. lib. cap. 4. Se halla tambien en el bulario romano tomo 1. fol. 454.

[**] Nota del editor. La ilustracion del siglo en que vi vimos no me permite referir estos hechos sin mostrar lo errado de las opiniones que prevalecian en aquellos tiempos en cuanto á la facultad de donar reinos que se suponia en los pontifices de Roma. Los Reyes que pasaban en Europa por mas súbios y cristianos tenian una equivocada idea del vicario de Jesucristo: figurabanlo en el Vaticano del mismo modo que los antiguos grieárbitro señor y gos y romanos á Júpiter en el capitolio, un supremo moderador de los imperios; pero tan altipotente que con el arquéamiento de sus cejas hacia retemblar el Olimpo, y por tanto adornado con la ominosa facultad de destronar à los Reyes establecidos, y relajar á los pueblos que le estaban sue jetos del juramento de fidelidad que les habian prestado: este error monstruoso produjo horribles estragos en la Europa, y aun

quista hubo especialmente á los principios grandes debates, dificultades y disputas; algunos decian y entre ellos es de esceptuar

que los Reyes y algun pueblo como el francés estaban convencidos de lo absurdo de tal doctrina, no se atrevian à oponerse à ella descaradamente, unos por preocupacion o temor, otros por interés. El de España ha sido mayor en esta parte que el de otras naciones por los diezmos y bulas de Cruzada de que sacaron por algunos siglos inmensas sumas de dinero. Jamàs podia reclamar con energía el enviado español en la curia de Roma alguna falta y ultraje hecho á las regalias de su amo, por que en el momento se le amenazaba con que se le suspenderian las gracias de dichas bulas y otras, y héme aquí al enviado precisado à callar, y sufrir con desdóro y mengua de su córte. D. Juan Bautista Muñoz cuando refiere este suceso en su historia del Nuevo Mundo, [pág. 158] lo hace con cierta timidéz por temor de la corte de Madrid; precaucion que no le valió, pues á pesar de ella no se le permitió que continuase escribiendo aunque lo habia autorizado Carlos 3. No faltan aun quienes quieran conceder al papa esta autoridad soberana; pero es menester condenar á tales visionarios al desprecio, y decirles como aquel Rey del Perú á quien los españoles notificaron la entrega de su reino en nombre del papa. „ Ese hombre que os lo ha dado debe de estar loco, pues os ha concedido lo que no es suyo:" respuesta que sin duda està en la naturaleza de las cosas, pues haciéndose las donaciones precisamente de lo que es nuestro y en lo que tenemos dominio, es claro que Alejandro 6.° no pudo dar lo que no era suyo; por eso el jurisconsulto Heinecio se esplica á propósito con estas espresiones.... Unde ipsis. barbaris Indis ludibrium debuit Papa Romanus quando Regi Hispaniæ donavit Indiam et Americam. La conquista por los españoles fué una agresion de vandidos inmorales que jamás pudo autorizar el primer gefe de una religion santísima que prohibe el hurto, la agresion, violencia y rapiñ, y tiene por base la caridad. La potencia del cristianismo [dice Muñoz] consiste en la virtud de Dios, cuyas armas son la exhortacion, la paciencia y los trabajos, cuya propagacion debiera en todos tiempos procurarse por los medios únicos que enseñó su divino autor, y usaron sus discípulos é imitadores con asombroso fruto. Pero la práctica de los cuatro últimos siglos desde el principio de las famosas cruzadas habia consagrado la guerra contra infieles, á título de quitar obstáculos al progreso de la religion. Cuantos no creian en Cristo eran enemigos; echarlos de sus posesiones una obra santa. Los principes cristianos que mayores fuerzas empleaban en ello, esos eran reputados por mas piadosos, y nadie les disputaba el derecho à semejantes conquistas.... En estos últimos tiempos ya no es cuestionab e este punto, à sar de que la malignidad de la corte de Roma es tanta que

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el historiador eclesiàstico, el Abate Fleury (31) que nuestros Re yes no necesitaban de la donacion del pontífice para adquirir el dominio de aquellos reinos descubiertos, y el historiador Herrera dice en términos espresos (32) que hubo grandes letrados, que consultados para este fin, decidieron que no era necesaria la confir-macion ni donacion del pontífice, para poseer justamente aquel nuevo orbe; otros por el contrario defendian que el papa no podia ha-cer donacion de dominios temporales, motivo por qué un autor degran erudicion (33) se arroja à decir con chiste malicioso, que Alejandro hijo de Felipe de Macedonia que distribuia provincias y reinos, no entendia palabra en materia de liberalidades en comparacion de Alejandro VI hijo de Godofredo Borgia de Valencia, y añade: Despues que Dios dió la tierra al hombre, ya solo le toca ba al papa conceder. á nuestra. España. la cuarta parte del mundo.. Lo cierto es que con esta bula como dice bien Pagi, (34) puso fin el sr.. Alejandro VI á las controversias que podian suscitarse entre cas-tellanos y portugueses, pues estos pretendian pertenecerles las islas. descubiertas por Colón: lo negaban los castellanos, y à estos favo reció su Santidad. Alegaban (35) los portugueses tocarles i con~~ ha dado órden à sus legados que se sostengan en sus antiguos prin➡. cipios. El padre Vega, autor de la historia que no publico, tambien se esplica con timidez, ¡ay de él si no lo hubiera hecho así! EL conde de Revillagigedo lo habria perseguido de muerte cuando recogió sus escritos; pues en cuanto à opiniones de conquista: y sujecion à España, pensaba con la misma rigidéz, [si no con mas que los otros vireyes gachupines, como se lee en sus cartas remitidas por la via reservada de estado, pues él barruntά. nuestra revolucion por la de los Estados Unidos de Norte América que acababa de suceder. Quede, pues, firme en el ánimo del lector, que los españoles jamás adquirieron un derecho legitimo de dominio sobre los inocentes pueblos de las Américas que conquistaron, y mucho menos pudo concederselo el pontífice de Roma, cuya autoridad es espiritual, porque el reino de Jesucristo de quien es dispensacior en la tierra, no es de este mundo, y sobre todo porque los pueblos y sus derechos no son pro-. piedad enagenable de nadie. Véase sobre esto la sáb a memoria. político-instructiva, enviada desde Filade fia en agosto de 1821, à los gefes independientes del Anahuac, llamada por los españoles Nueva España, escrita por el sabio padre D. Servando de Mier, reimpresa en México el año de 1822, en la oficina de Ontiveros, donde se leeràn razonés solidísimas que demuestran esta verdad,

[31] Hist. Eccles.. Fleury an. 1493. pág. 176. [32] Herrera ut supra decad. 1. lib. 2 cap. 4. [33] Mr. Labbé Vertot. hist. del mund. lib. IX cap. 1. p. 21.. [34] Pagi Brev, gestor. Ponticifi. an. 1493. núm. 24 et 25.. [35] Fieury et. alli, ut supra. p. 176 et. 177. Genebrardo

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