Imatges de pàgina
PDF
EPUB

bajo de su proteccion á alguno de los cristianos de su equipaje, en tanto que iba à Castilla à traer joyas y otras cosas que darle. Hizole enseñar nuestras espadas como cortaban y se defendia n de ellas asegurandole, que quedando aquellas armas en su defensa, cesaría el temor de los caribes. A ésto el cacique, que nó cabia de gusto, se quito la corona de oro que traia en la cabeza, y se la puso sobre la del Almirante, que correspondió con agasajos estimados del ca cique. Habiendo el Almirante hallado tanta voluntad en aquellos indios, y tan buenos modos en su gefe, se persuadió que podia contar sobre la conducta de aquel Rey bàrbaro; pareciéndole igualmente que la tierra era fértil, y tenia tantas muestras de oro, juzgó que la pérdida de su nave habia sido por permision divina, (18) para que se poblase aquella tierra de cristianos, y se comenzase por aquella isla la predicacion del evangelio. Inclinóse mas à esto, por que muchos de los suyos se ofrecian à quedar voluntariamente, y vivir en aquella tierra; y así luego que volvió à Puerto Real, mandó fa, bricar una torie con la madera del navio que se habia ido à pique, y abrir fosos grandes al rededor, persuadido que era lo bastante pa. ra contener à unas gentes desnudas, sin arm is y poco aguerridas. Llamóse el fuerte de la Nwidad, en memoria de que en este dia habia saltado en tierra, salvandose del peligro del mar.

[ocr errors]

Acabóse dicho fuerte en diez dias, porque trabajaban hombres sin número, y ayudó mucho á acelerar la obra la noticia que se tuvo de que una carabela estaba en la costa àcia el Cabo de Levante de la isla, y sospechando el Almirante que podia ser la Pinta, para saberlo de cierto, pidió al Rey Guacanagurix una canoa con algunos indios, y en ella despachó un marinero castellano con una carta suya pera Martin Alonso Pinzón, pidiéndole amorosamente que se fuese à juntar con él, ofreciéndole el perdon por haberlo desamparado. Volvió la canoa diciendo que habia andado mas de veinte leguas sin hallar cosa, lo que dió màrgen al Almirante para creer que la carabela habia hecho vela para España, queriendo Pinzón tener la honra de llevar á la córte las primeras nuevas del descubrimien to de tantos y tan hermosos paises, y atribuyéndose así toda la gloria, prevenir el ànimo de los Reyes contra él. Estas sospechas le determinaron á apresurar su vuelta á España, iemitiendo el recono cimiento de las minas de Cibá para otro viage. Eligió para que. darse en la fortaleza treinta y nueve hombres, los de mejor dispo sicion y de mejor conducta, á quienes encargó que viviesen como buenos cristianos, obedeciesen à su capitan D. Diego de Arana, natural de Córdova, que les dejaba, y à los que nombraba en caso que muriese este, à saber Pedro Gutierrez, y Rodrigo de Escobedo, natural de Segovia, pues que el rey que les mostraba tan buena voluntad

..་

[18] He aquí como los visionarios y fanáticos saben hacer intervenir al cielo en sus mayores maldades. Cada página de la historia de la conquista, está manchada con semejantes imputaciones al cielo, E. E.

sin molestará sus vasalios, ántes bien que procurasen hacerles bieff, y aprender su lengua, pues les seria necesaria para cultivar la amistad de los naturales y muy provechosa: que no se dividiesen ni ejecutasen violencia alguna a hombres ni mugeres, ni entrasen en la tierra, y en que sin descuidarse de sus obligaciones de cristianos, hiciesen por tener un perfecto conocimiento del pais para instruirle á él à la vuelta que seria breve; y encomendó mucho a Guacanagarix su gente, y los que dejaba por gobernadores de la fortaleza. Les dejó vituallas para un año, armas y artillería, y demás que era necesario para el fomento de este establecimiento. Despues de eso se dis. puso con gran presteza, para volver derecho á Castilla, recelándose de alguna desgracia que ocasionase, que los reyes católicos no supiesen de aquellas tierras nuevamente descubiertas.

Saló el Almirante de Puerto Real, haciéndose á la véla el dia cuatro de enero de mil cuatrocientos noventa y tres, llevando bastante oro, para que en la corte de España se concibiesen grandes esperanzas de la riqueza de la tierra, porcion considerable de algodon, y mucho pimiento ó axi. Contaba hacer algunas ganancias considerables de este último efecto, porque por los celos del comereio, que fueron siempre grandes desde este primer viage de Colón, entre españoles y portugueses tenia algun corriente el pimiento americano; mas no dará mucho, y se quedó su uso regional en las tierras de donde saló, no gustando á los europeos por su acrimónia. (19) Navegó primero al Leste con el intento de reconocer toda la costa ee la Isla Española. Luego que se hubo apartado del Cabo Francés, percibió un monte alto que le parecia estender su base sobre la mar, y es una peninsula muy elevada que llamó MonteCristo, y está diez y ocho leguas de Cabo Santo, cuatro leguas del puerto de Navidad; y como le habian dicho al Almirante que jun to á ese monte estaba la embocadura del rio Yaque que tenia su nacimiento en las minas de Cibáo, quiso reconocerlo, entró en él, y hayando que sus arenas estaban mezcladas de algunas pajuelas de oro, lo llamó el Rio del Oro; pero despues los españoles lo han dejado con su nombre primitivo, y los franceses lo han llamado Rio de Monte-Cristo. Entonces mas que nunca se persuadió Colón, que la Isla Española era el verdadero Cipango de Marcos Pablo de Venecia: error que conservó siempre. Hizo aguada en ese parage, y luego levantó velas. Apenas se hubo apartado del rio del oro, que se descubrió la Pinta que venia al navio del Almirante, viento en popa, y al instante que llegó y entró Martin Pinzon su capitan en la carabela del Almirante, comenzó á disculparse de haberse apartado de él, diciendo que habia sido contra su voluntad, sin haber podido hacer otra cosa; y aunque el Almirante sabia bastante lo contrario, disimuló con él preponderando mas en su án

[ocr errors]

[19] ·Bastante se usa en Europa donde gusta mucho la sal sa de chile colorado que llevan remolido en botes para Inglaterra.

m el gusto de verse libre de las inquietudes que le habia causado esta separacion, que no su justo enojo, y por no romper el designio de su empresa. Recibió pues sus sumisiones, y le preguntó, à donde habia navegado y qué habia reconocido? respondió Pinzón, que habia ido de puerto en puerto trocando sus mercadurias por oro, que habia tomado la mitad para sí, y que habia repartido la otra mitad á la gente que venia con él. No quiso pregun➡ tar mas el Almirante, dándose al parecer por satisfecho. Camina➡ ron ambas carabelas, y entraron en un pureto que tenia al lado un rio distante quince leguas de Monte-Cristo donde habia rescatado oro Martin Alonso Pinzón, y habia sacado de allí por fuerza cuatro isleños, los que le mandó el Almirante dejase en tierra, y quizás esta accion dió lugar á que se liamase Puerto de Gracia; bien que como fué en este puerto donde el Almirante perdonó a Pinzón es, opinion de muchos autores que esta fuè la causa de ponerle este nombre,

CAPITULO 4.°

su

Sigue Colon el descubrimiento de la Isla: primera batalla entre indios y castellanos en la bahia de Samanà, y parte para Castilla, año de 1493.

Al salir de Puerto de Gracia se vió una cercanía que pareció cubierta de nieve; pero acercándose mas, se reconoció que era una piedra muy blanca que cubria toda la cima de aquella sierra, y por habérseles figurado á los nuestros plateada, fué llamada Monte de Plata; (20) y un puerto que està al pie de ella, fuè por la misma razon nombrado Puerto de Plata, que es de he chura de una herradura de caballo, y los franceses corrompiendo este nombre lo llaman Port Plate. De allí Colón corrió toda la costa podiendo nombres á todos los Cabos que vió, y despues de haber andado como treinta leguas maravillado de la grandeza de la isla, llegó á visitar otro Cabo que llamó de los Enamorados, y emparejando con el descubierto vió una grandísima bahia formada por una península que los isleños llaman Samaná, y hoy conserva este nombre. Envió el Almirante la barca á tierra, y en la playa hallaron los nuestros algunos indios feroces en el aspecto, con arcos y flechas, armas que no se habian visto en ellos en los ante cedentes lugares descubiertos. Algunos españoles travaron conversacion con ellos: compraron un arco ó dos, y algonas flechas: rogaron a uno de ellos fuese á hablar con el Almirante á su carabela: su habla se conformaba con su fiereza, y como creyese el Almirante que este fuese de los caribes, por verlo desnudo, embijado y con los cabellos muy largos y recogidos delante con una redecilla de plu

[20] Si no hubieran traido el corazon fijo en el oro y la plata, los objetos que veian no se les figuraran de estos metales,

mas de' papagayo, le preguntó donde habitaban los caribes, y el indio señalo con el dedo que mas al oriente estaban en otras ris las. Preguntando asimismo donde habia oro, dijo con las mismas. señas que entre su isla y la de los caribes antropófagos, habia otra isla llamada Boriquén que hoy es San Juan del Puerto Rico, cu❤ yos habitantes no eran caribes. y que allí habia oro; pero de me-nos calidad que el de Cibáo. Esto es lo que pudieron entender los indios intérpretes de San Salvador. El Almirante le regaló algunas vagatelas y lo despidió. Los marineros que le acompañab n para dejarlo en tierra, se sorprendieron al acercarse de ver escondidos entre los árboles una vandada.competente de indios armados con sus arcos y flechas. Los nuestros se pusieron sobre las armas: el indio que iba en la barca hizo señas á los otros para que dejasen las armas referidas, y un palo grueso que llevaban en lugar de espada, de palma durísima y pesada con que daban crudísimos golpes. Llegáronse á la barca y los nuestros les compraron arcos y flechas de órden del Almirante y otras armas. Habiendo vendido dos arcos los indios no quisieron vender mas, àntes irritados se aparejaban para prender á los españoles; pero estos que eran siete, como estaban sobre aviso, los embistieron y hirieron á dos de ellos con las espadas. Espantados los indios consideraron las heridas que harian nuestras armas, huyeron, dejando caer arcos y flechas, y hubieran muerto muchos, si les quisieran seguir, y esta fué la primera vez que en esta isla se tomó las armas entre castellanos é indios, motivo porque se llamó esta bahia Golfo de las Flechas nombre que no ha conservadó. De aquella escaramusa no le pesó al Almirante para que supiesen los bàrbaros á que sabian las armas de los cristianos, y fuesen respetados los que andaban en la Navidad, llegando á saber los isleños que siete castellanos habian ahuyentado cincuenta y cinco indios tan feroces.our n'hap

Como ambascarabelas se sentian del gran trabajo y riesgo que se corre en tan prolija navegacion, y la tripulacion fastidiada padecia mucho en sostenerla, no juzgó el Almirante por conveniente el continuarla,

El diez y seis de enero partió con buen tiempo la vuelta de Castilla, y corriendo el Nordeste los indios que llevaba señalaron la isla de San Juan ó Boriquén: vió tambien algunas islas de las pequeñas Antillas, y aunque deseaba reconocer aquellas islas, por no desconsolar la gente, no se acercó á ellas. Despues de haber navegado con próspero viento cuatrocientas ó quinientas leguas en alta mar, empezó de dia en dia á ensobervecerse esta, lo cual to leraban con gran fatiga, y por eso el jueves catorce de febrero cor rieron de noche á donde el viento los quisiese llevar. Entonces la carabela Pinta en que iba Pinzón porque no podia mantene se tanto en el mar, à poco correr el norte se desapareció: al amanecer fué mas recio el viento, y mayor el miedo de perderse, con el desconsuelo de pensar que se habia perdido la Pinta. Viéndose todos en gran peligro, hicieron votos sobre votos, y el último fué de

if descalzos y en ́ camisa (21) en procesión á hacer bracion en la' pri→ mera tierra que encontrasen, donde hubiese iglesia de Nuestra Señora. No cesaba el mal tiempo, porque por falta de lastre, ocasionado del consumo de los víveres, se veia el navio del Almirante muy espuesto a perecer. Entonces considerándose Colón muy cerca la muerte, se valió de un arbitrio bastante singular, para que no dejase de llegar á noticia de los Reyes lo que en su servicio habia trabajado. Escribió en un pergamino con la brevedad que pedia el tiempo todo lo que pudo de lo que habia descubierto; y envuelto en un paño encerado, metióle en un gran barril cerrado y lo echó al mar, sin que nadie pensase, sino que era alguna devocion. En esta ocasion como lo refleja un autor, (*) no obró segun las màximas de su prudencia acostumbrada, porque cualquiera otra corte que ño fuese la de España podia hallarse informada de una cosa que únicamente pertenecia saber à los Reyes católicos, y aprovecharse de semejante noticia en su perjuicio; pero el cielo que lo reservaba para grandes cosas, le libró de ese peligro, pues luego aflojó el viento, calmó el mar, y al amanecer se avistó tierra en las cerca nias de la isla de Santa Maria, que es una de los Azores. Con mucho trabajo anduvieron dando bordos sin poder tomar la isla, y el Almirante muy fatigado de las piernas por haber estado siempre descubierto al aire y á la agua, durmió un poco, y el lunes diez y ocho despues de una tempestad desecha que habia durado quince dias continuos, surgió al fin à la parte del Norte de la isla. Apenas tuvo noticia de la llegada del Almirante el capitan D. Juan de Castañeda, que mandaba en la isla, le enviò refrescos con muchos cumplimientos de su parte. Agradeció esta atencion política el Almirante, y con todo se portó con cuidado, diligencia que le aprovechó. Acordose el Almirante del voto que él y toda su gente habian hecho, por la noticia que le dieron los mensageros portugueses del capitan Castañeda, supo que allí estaba cerca una hermita de Ntra. Señora, y pareciéndole que era esta buena ocasion para cumplirlo, mandó que la mitad de la gente saliese en procesion como lo habian ofrecido à dicha hermita, resuelto en voviendo à salir él con la otra mitad. Como se tardaba mucho su gente en volver, quiso saber la causa de su detencion, y supo que habia sido arrestada. Enviò sus quejas al gobernador portugués, à las que satisfizo con una respuesta muy orgullosa, y muy insultante para los Reyes de Castilla; con todo hubo de bajar de tono Castañeda, y se contuvo por las amenazas que le hizo el Almirante de que habia de usar de re. presalias: pidió testimonio de todo lo que habia pasado à todos los que estaban en el navio, y aun le remitió sus mensageros, de quienes supo que ciertamente habia òrden del Rey de Portugal de asegurarse de su persona, y que Castañeda estaba muy pesaroso por haber errado el tiro.

[21] No es muy decente trage por cierto. E. E. [*]· Padre Charlevoix.

« AnteriorContinua »