Imatges de pàgina
PDF
EPUB

en el trabajo de las minas, y aquellas al cultivo de las tierras; y cuando unos y otros tenian mas que trabajar y que hacer, les daban el alimento mas escaso, esto es, unas pocas de yerbas y raices: asi es que no se veia otra cosa que morir indios é indias, ó de pura fatiga, ó en la reparticion de los azotes que les daban con impiedad algunos amos crueles: las madres cuya leche se habia secado ó corrompido por los malos alimentos, caian muertas de inanicion, y acabadas de pesadumbre sobre sus hijos muertos ó moribundos. Pasò mas adelante la crueldad: como algunos de aquellos isleños se habian refugiado à los montes para precaverse de la tiranía, se nombró un oficial con el título de alguacil de campo, para ir á recoger estos indios, y hubo ocasion que entró este oficial con algunos perros bravos que destrozaron gran número de ellos: muchos para libertarse de una muerte tan cruel bebian el sumo de la yuca ò munioc que es un veneno muy activo: otros se ahorcaban en los árboles à vista de sus mugeres é hijos. Esto es lo que sucedió con estos repartimientos funestos en la práctica que se habian aprobado sin todo el examen que correspondia, por parecerles á algunos preciados de doctos que eran absolutamente necesarios para la conversion de aquellas gentes. (177) Aquellos mismos castellanos mas moderados en el trato de sus indios, poco se esmeraban en enseñarles la doctrina cristiana, disculpàndose de su descuido con decir que eran incapaces, y que no era dable hacer fruto en ellos por su poca memoria: otros fundados en razones contrarias, pretendian que no convenia enseñarles unas verdades tan altas, (178) porque seria abrirles los ojos y hacerles mas dificiles para la sujecion y el trabajo: llegó á tanto estremo la cosa, que se impedia á los misioneros el que les predicasen el santo evangelio, y se ejecutaron violencias escandalosas hasta en las iglesias. Con este proceder tan vario se quedaban los indios en su infelicidad, formando un juicio poco ventajoso del Dios de los cristianos, por lo que estos hacian con ellos. Sin embargo como la' luz del santo evangelio es de por sí tan penetrante, llegó al fin á di-sipar las tinieblas en que estaban sumergidos los corazones de aquellos infelices y vencer tantos obstáculos de parte de la preocupa→→ cion, del ódio y de las tinieblas, como de las violencias y escándalos de los cristianos; porque mediante los santos ejemplos que dieron los misioneros de ambas órdenes de Santo Domingo y San Francisco, y el cuidado que tenian de su instruccion y alivio en sus trabajos, venian los indios à pedir con ansia el santo bautismo, reduciéndose de buena gana al suave yugo de nuestra santa ley; pero estos buenos efectos llegaron á verificarse muy tarde, pues entonces llegaba el número de estos indios en la isla Española á catorce mil de padron.

[177] Y luego se quejan al cielo los españoles de haber perdido la dominacion en las Indias!!..

[178] Casi, casi se pensaba lo mismo en México durante los

2

[ocr errors]

En aquel calamitoso y turbulento estado de cosas que entonces padecia la isla Española, ocurrió al remedio de muchas el Rey D. Fernando, valiéndose de los frailes de San Francisco, que en todo tiempo fueron: desempeño de sus confianzas. Ya habia mandado que se redujese à pueblos la multitud de indios que andaban dispersos en los montes, viviendo sin doctrina ni policia, dados à la holgazanerìa, segun su mala inclinacion, y como no se habian podido llevar à puro y debido efecto sus órdenes, las repitió mas apretadas en este año de mil quinientos trece: contenian. ordenanzas muy sábias, despachadas en Valladolid en treinta y dos capítulos, concernientes al tratamiento de los indios, á su instruccion en la doctrina cristiana, y á la mudanza de sus estancias cerca de los pueblos de los cristianos. Para la mayor comodidad y logro espiritual de estos infelices, como tambien para perfeccionar la poblacion, mandò entre otras cosas, que todos los hijos de los caci ques, de tres años abajo, se diésen à los frailes de San Francis→ co para que los tuviesen cuatro años: enseñándoles la fé, y á leer y escribir, yelos volviésen despues á sus padres, bien instruidos en: la doctrina cristiana, y en las letras humanas, en la forma que se usaba en España. Contradice al parecer á estas últimas clausulas: que despues de Haroldo refiere el tenor del real decreto que trae Herrera, y dice: „Y para que se enseñase gramática latina á los ,,hijos de los caciques, mandó el Rey que fuese el bachiller Her,,nán Juarez, y se le mandó pagar su salario del real erario;" pero nada impedia á los padres franciscanos, al mismo tiempo que inspiraban a aquellos indios en tierna edad las maximas santas del cristianismo, el que se valesen de su docilidad y habilidad de algunos para enseñarles algunas reglas de gramática, y si despuntaban algo mas, perfeccionarles en la latinidad: de este saludable establecimiento provinieron las fundaciones de los franciscanos en aquellas partes que se llaman cristiandades de los niños nobles. Enseñados en ellas de vuelta à sus casas, cuidaban de que sus parientes, familia y súbditos, fuésen instruidos en la fé de Jesucristo, de tal suerte que en poquísimo tiempo se bautizaron millares de almas en la isla Española y demàs islas adyacentes, siendo inmenso el beneficio espiritual que se consiguió mediante la piadosa sagacidad de los franciscanos. Pero ¿qué importa si en aquellas primeras conversiones se estorbó el fruto con la cizaña de la tiranía? producian es cierto, grandes frutos y buenos efectos en los hijos de los caciques la enseñanza y buenos ejemplos de los franciscanos; pero la làstima era que acaecían al mismo tiempo sucesos que impedian la buena disposicion de sus ànimos. En la isla de Cuba por el descuido de Narvaez iba á despoblarse en un instante toda ella, à no haberse remediado tanto daño por el gran crédito que tenia el lic. Bartolomé de las Casas para con los indios. No era menester mas para cualquiera cosa que quisiese, sino enviar un indio

"

[ocr errors]

gobiernos de Revillagigedo, Branciforte, Venegas y Calleja.

ellas

con una esquela suya ó un pedazo de papel puesto en una vara, enviándoles á decir que no les harian mal, que de no hacerse así el padre se enojaría, y luego obedecian. Y es de advertir aquí, 、 que estos indios lo mismo que los de la Española se espantaban de las cartas mísivas pareciéndoles mas que milagro que por se pudiése saber lo que hacian los ausentes. Admirados en una ocasion estos indios de ver los españoles, como gente tan nueva para ellos, y en especial cuatro yeguas que llevaban, estando Narvaez á caballo en su yegua, y el lic. Casas mirando repartir las raciones de pan y pescado, a multitud de indios que estaban sentndos de cuclillas, segun su costumbre, viendo pasmados las yeguas un castellano sacó derrepente la espada, y luego todos los demás, y comenzaron á dar sobre los indios que serian como dos mil: ahuyentados estos sin qué ni para qué, se infundió el terror en toda la isla, de modo que no quedó nadie que no huyése al mar á meterse á las islas inmediatas, que son muchísimas, y las que el Almirante Colón llamó el Jardin de la Reina. Al cabo de algunos dias se vino un indio de unos veinte y cinco años, bien dispues to, y derecho se fué á la barca del padre Casas, que le recibió muy bien, y como sabia el padre el modo de sobrellevar à los indios, se valió de uno de estos que se llamó despues Adriànico, para traer á los demàs indios: cumplió Adrianico su palabra trayendo los mas de los indios huidos y algunos regalos para el padre, y se sosegó por aquella vez esta alteracion.

Entre tanto pasaban estas cosas en la Española y Cuba, poco despues que los españoles se hubiésen aproximado de un territorio que llamaron el Darién, á la entrada del golfo de Ozaba, no contentos de conquistar las tierras en las inmediaciones de las ya adquiridas, deseosos de gloria, proyectaban llevar sus armas por el mar del sur: emprendiólo Basco Nuñez de Balboa, y con la gente castellana que pudo juntar, salió del Darién à principios de setiembre de este año: penetró en el continente de las Indias occidentales atravesando unas sierras muy altas y ásperas, y despues de bastantes trabajos cuando llegó él con sus castellanos á la cumbre de ellas, divisò á veinte y cinco de setiembre la mar del sur: dió gracias a Dios, bajó las sierras, y despues de haber hecho reconocer la costa por algunos de sus oficiales se metió en la mar hasta los muslos, y tomó posesion de la mar del sur y de cuanto le pertenecia por los Reyes de Castilla y de Leon: embarcóse concluida esta ceremonia en unas canoas y se vió en grandísimo peligro de anegarse por las olas de la mar, que levantaron bravísimas, y son allí continuas, por donde le pesó no ha ber tomado el consejo de un cacique de aquella tierra que le di suadia de esponerse á un peligro manifiesto de perderse por aquel golfo que se llamó de San Miguel, por la circunstancia del dia en que entraron los castellanos en él, estaba siempre agitado y muy tempestuoso. Luego que escapó de aquel peligro, habiendo reconocido la costa, corrió toda la tierra inmediata y tuvo en distintas

#casiones noticia de las riquezas del Perú. Uno de los caciques llamado Tumaco, cuya tierra estaba en un rincon del dicho golfo de San Miguel, le dijo que toda aquella costa adelante corria larguísimamente, y casi sin fin, señalando ácia el Perú, y que en ella habia gran cantidad de oro, y que usaban los naturalos ciertos animales à donde ponian sus cargas, que eran las ovejas de aquellas regiones y tierra: hizo una figura para que mejor se entendiése. Alegròse mucho Basco Nuñez de Balbóa con estas noticias, y concibiendo grandes esperanzas de alcanzar tantas riquezas el verano siguiente determinó volverse al Darien: tomó otro camino diferente para descubrir otras tierras, y al fin entró en el Darién el dia diez y nueve de enero del año de mil quinientos catorce con la gloria de haber descubierto la mar del sur, y cargado de perlas y de una porcion de oro; como era de suyo generoso, sacado el quinto del Rey, repartiò las riquezas que habia recogido entre los que le habian seguido en su espedicion, sin dejar quejosos à los que se habian quedado en el Darién.

No tardó Basco Nuñez de Balbòa en hacer saber al Rey, como habia descubierto la mar del sur, y de cuanto habia visto en aquel viage, en especial remitièndole una cantidad competente do las mejores perlas que habia encontrado: le aseguraba que por los caciques de aquella tierra habian tenido nueva de la riqueza increible del Perú. Enterado el Rey D. Fernando de la relacion que le enviaba Balboa, y de tan felices progresos en el descubrimiento del continente y de la mar del sur, aunque agradecido de los buenos servicios de aquel capitan, no le dió el gobierno del Darién sino que hizo eleccion del comendador D. Diego del Aguila, que no quiso aceptar, por fin proveyò è instruyó por gobernador de tierra firme à Pedarias Dávila, contador mayor de Castilla, quien llevó consigo mil doscientos castellanos: se le dieron las instrucciones necesarias para el mejor gobierno de los indios atendiendo al aumento de la fé católica y conversion de aquellos infelices infieles, para cuyo efecto se le asoció el obispo fr. Juan de Quevedo, franciscano, de la provincia de Andalucia, con los clérigos -que parecian necesarios: se le encargó en ciertos puntos concernientes à encomenderos de indios, que estuviese sobre aviso para no concederles lo que pedian, instigados de la codicia, y que parecia al Rey que el mas sano consejo seria el del padre fr. Juan de Quevedo, obispo del Darién, y de los sacerdotes que iban en su compañia, por ser sugetos desinteresados, y que habian de mirar mejor por el alivio de los indios; y que en caso de haber de hacer repartimientos, habia de disponer que se 'guardásen las ordenanzas que para ello llevaba, que eran las que con mucho acuerdo y grande maduréz, se habian hecho para la isla Española. Quiso asimismo el Rey que fuése con Pedarias el obispo del Darién, para que se procuráse lo espiritual y eclesiástico, y mayormente lo concerniente á la conversion de los indios: y por lo tocante al haber real nombrò cuatro ministros con òrden de que sin el parecer

del obispo y de aquellos ministros, no pudiese el gobernador proveer nada, y que con ellos se habian de consultar los negocios mas arduos. Dió tambien el Rey católico varias órdenes y reglas para facilitar la conversion de los infieles del continente, destinando para ese fin un número copioso de misioneros franciscanos, con órden de que si no bastaban se pudiese prover de los religiosos del mismo órden seráfico de la isla Española. Fué el illmô. Quevedo nombrado este año de mil quinientos catorce para obispo de Santa Maria de la Antigua del Darien, que fué la primera iglesia catedral de la tierra firme, y el primer obispo por presentacion y súplica del Rey D. Fernando, hecha à la santidad del señor Leon X., quien le concedió muchas facultades y especiales privilegios para la creacion y aumento de aquella nueva iglesia, y le diò el Rey clérigos seculares en suficiente número para el gobierno de las iglesias que se habian de fundar. Consagróse con el título de aquella iglesia, de cuya creacion no se halla memoria (179) en los actos consistoriales. Salió de Sevilla el gobernador del Darién Pedarias a doce de abril de este año de mil quinientos catorce, llevando en su compañia á este illnô. y demàs ministros y misioneros referidos, y á últimos del mes de julio del mismo año llegaron sin novedad al Darién, donde luego este primer obispo de tierra firme de las Indias en consorcio de los primeros misioneros franciscanos de aquella misma tierra, se dedicaron con trabajo increible à la conversion de aquella numerosa gentilidad.

Pero este celoso obispo, enviado con tanta autoridad y facultades por el Rey D. Fernando, de modo que el gobernador no podia determinar sobre ningun negocio grave sin consulta y asenso syo, sin embargo no podia refrenar la codicia de los españoles y crueldades con que trataban á los pobres neofitos, ni apagar el fuego de la discordia que reinaba entre los principales y acomodados de los castellanos: ponia cuantos medios le sugeria la prudencia para impedir que los indios se apartàsen de la fé católica, atemorizados con los malos tratamientos, y escandalizados por los malos ejemplos que daban los cristianos. Para que no empeoràsen los indios á vista de la vida liçenciosa de los castellanos, no dejó piedra por mover, valiéndose ya de los ruegos, ya de la razon, y tambien de la autoridad amplia que le habia dado el Rey católico D. Fernando para el fin de la conversion: hubo por último de informar al Rey de lo que pasaba, instándole se sirviese estirpar con nuevos decretos el cáncer de tantos abusos. En efecto en aquello poco que poseia la nacion Española en lo que llamaban Indias occidentales, y reduciéndose entonces por los años de mil quinientos catorce y quince todo lo conquistado de aquel nuevo mundo à las cuatro islas de Santo Domingo, Cuba, San Juan de Puerto Rico y Jamaica: al descubrimiento de la mar del sur, á las es

[179] Fr. José Torrubia catálog. de los arzobispos y obispos de Indias de la religion seráfica circa finem pagina 22.

« AnteriorContinua »