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todas las ordenanzas que hizo el Rey entonces eran muy buenas y sábias; mas no bastaron à suavizar el yugo de estos miserables ni surtieron efecto. Como se habian multiplicado las bestias de carga en la isla, se prohibió espresamente valerse de los infelices para cualquiera carga, ni de castigarlos con el palo ni el azote. Fué acordado que se nombrásen visitadores que fuésen como protectores de los indios, sin cuyo consentimiento no los podian poner en la cárcel. Finalmente se ordenò que además de los domingos y dias de fiesta, tendrian un dia de recreo y descanso cada semana, y que las indias preñadas no serian constreñidas á trabajar. Verémos adelante el poco caso que se hizo de estas órdenes.

Esto es lo que resultó de la junta célebre de varones ilustres por sus empleos y letras que de nuevo habia formado el Rey D. Fernando, queriendo que entre ellos asistiese el padre fr. Alonso Espinar. Tambien se ventilaron todos los puntos concernientes á la conversion y buen tratamiento de los indios del nuevo mundo, y se determinó lo mas favorable para la propagacion de la fé y la inmunidad de los neófitos. Ordenóse asimismo que se fabricásen en la isla de San Juan de Puerto Rico, iglesias y un convento de San Francisco, para que le ocupàsen veinte y tres misioneros franciscanos enviados con provision competente de ornamentos y de todo lo necesario para llenar el objeto de estas providencias. Y en cuanto á los indios repitió el Rey sus órdenes, encargando con eficacia que se les hiciése buen tratamiento, dàndoles bien de comer, y no cargándoles como ántes se hacia, y lo mismo se acordó para la isla Española. Ya se habia prevenido esto mismo en la primera instruccion que dieron los Reyes al Almirante D. Cristobal Colón, que refiere á la letra el obispo de Chiapa, (149) cuyo estracto conducente al asunto dice así:,,Y porque esto ,,mejor se pueda poner en obra, despues que en buen hora de lle,,gada allá la armada, procure y haga el dicho Almirante, que to,,dos los que en ella van, é los que mas fueren de aquì adelante, ,,traten muy bien y amorosamente á los dichos indios, sin que les ,,hagan enojo alguno, procurando que tengan conversacion los unos ,,con los otros, y familiaridad, haciéndoles las mejores obras.... y ,,si acaso fuere que alguna ó algunas personas trataren mal á los ,,indios en cualquiera manera que sea, el dicho Almirante como vi,,sorrey y gobernador de sus Altezas, lo castigue mucho por virtud ,,de los poderes que para ello lleva."

Lo mismo se encargó despues por los mismos Reyes católicos el año de mil quinientos uno al comendador D. Nicolàs Ovándo, que fuè á gobernar la isla de Santo Domingo, mandándole,,,que "procuràse con gran vigilancia y cuidado, que todos los indios de ,,la Española fuésen libres de servidumbre, y que no fuésen mo„lestados de alguno, sino que viviésen como vasallos libres, gober

[149] Chiap. in replicat. alt. ad. object. sepul. ved. pag. 52 citat. á Solórzano politic. Ind. lib. 1. cap. 12. pag. 50 no. 12.

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,,nados y conservados en justicia, y que procuráse que en la san„ta fé católica fuésen instruidos, porque su intencion era que fué„sen tratados con amor y dulzura, sin consentir que nadie les hi „ciése agravio, porque no fuésen impedidos en recibir nuestra san,,ta fè, y porque por sus obras no aborreciésen à los cristianos, „&c." Tuvo sin duda semejante instruccion el Almirante D. Diego Colón, y hace fuerza como pudiésen dudar los castellanos de la intencion del Rey D. Fernando sobre el particular; pero si se refleja cuanto pierden en la distancia las mejores providencias, no habrà que admirarse de los abusos que querian introducir los enemigos de D. Diego Colón.

Mientras proveía el Rey católico al buen tratamiento de los indios y apoyaba con su real autoridad el trabajo de los misione ros en reducirlos al gremio de la iglesia católica, pensaba el Almirante D. Diego Colón asegurarse de la isla de Cuba, temiendo que si tardaba en formar allì un establecimiento, no diése la córte esta comision à otro, y separase todavia esta isla de su gobierno. Hasta entonces no sabia mas de ella sino que tenia buena tierra, abundante de bastimentos, y llena de indios mansos y buenos; determinò pues poblaria, y para conquistarla y fundar allí una ciudad, enviò al capitan Diego Velazquez con el carácter de su teniente. Velazquez era uno de los mas antiguos colonos de la Española: habia tenido en ella los primeros cargos, y sido criado del Adelantado D. Bartolomé Colón: habiàse portado en dichos empleos con mucha conducta, y se habia adquirido la estimacion de los antiguos españoles de la isla; era rico, dotado de prendas, muy amable, y pasaba por un hombre rectìsimo y muy honrado. Apenas se hubo publicado que el Almirante intentaba la conquista de Cuba, y que habia puesto los ojos en él para encomendarle esta empresa, que se movió mucha gente para seguirle, no contribuyendo poco á esta apresuracion el rumor muy valido de que en aquella grande isla habia minas de oro. Asi se vieron llegar à la villa de Salvatierra de la Sábana, á donde se formaba el armamento mas de trescientos voluntarios de todos los parages de la isla Española, además de las tropas arregladas que se enviaban de orden del Almirante en este año de mil quinientos once.

Cuando estuvo el armamento pronto (que fué por el mes de noviembre) hízose à la vela con cuatro carabélas, y fué à desembarcar á un puerto llamado Palmas, situado al cabo de la parte oriental, que llamaban Maici en tierra de un cacique llamado Hatuey. (150) Este cacique habia nacido en la Española, y era de la provincia de Guába: como era hombre animoso salió de su tierra para evitar la esclavitud á que veia condenados á todos sus compatriotas, y habia pasado à la isla de Cuba, poco distante de su provincia, no habiendo mas que diez y ocho leguas de punta

[150] Que renunció al cielo porque supo que á èl tambien iban los españoles.

á punta, donde ayudado de gran número de indios que le quisieron seguir, se apoderó de las tierras inmediatas á la punta de Maici, y reinaba en ellas pacíficamente. Como temia que algun dia habian de pasar á Cuba los castellanos y que ejecutarian lo mismo que en su pàtria, tenia siempre sus espias para saber lo que podian intentar, y avisado con tiempo, disponerse para recibir al enemigo, cuando le viniese à acometer; pero como no fiaba mucho sobre sus fuerzas para la resistencia, tenia tambien gran cuidado de vivir con los demàs caciques, guardando grande union y armonía. Juntólos un dia y les descubrió la causa de sus recelos, diciéndoles que todo el motivo de sus precauciones serian inútiles, si no procuraban_ante todas cosas tener propicio al Dios de los españoles. (*) „Yo lo ,,conozco, (añadió él) á ese Dios, es el mas poderoso de todos los ,,dioses: yo sé el modo de tenerlo contento y os lo voy à ense,,ñar:" sacó una cestilla de palma en que tenia oro, y dijo: „veis ,,aquí el Dios de los españoles, á este sirven y tras este andan; ,,hagámosle una fiesta, para que cuando vengan, les diga que no „nos hagan mal." Comenzaron todos á fumar al rededor de la canastilla, y despues de bailar y cantar hasta no poder mas, quedaron bien cansados y emborrachados del humo y fatiga de tanto cantar y danzar á compàs, en que aventajaban á los de la Española: el dia siguiente que dispertaron los caciques, los volvió á juntar Hatuey, y les habló de esta manera.,,He reflejado mucho ,,sobre el negocio que os propuse: mi ánimo está todavia desasosega. ,,do, y despues que lo he mirado bien, pienso que no estarémos ,,seguros mientras tengamos entre nosotros el Dios de los españo,,les: en cualquiera parte que lo encuentran, allí se viven para „poseerlo: es inútil ocultarle porque saben un secreto maravilloso ,,para descubrirle; aunque le guardarais vosotros en las tripas os ,,lo habian de sacar: no hallo otro medio sino que le echemos en el ,,mar, donde no irán por cierto á buscarle, en sus profundidades: „allí es donde conviene meterle, porque cuando ya no esté entre ,,nosotros, nos dejarán los castellanos vivir quietos puesto que este Dios ,,es el que los saca de sus tierras, y como lo habeis oido, ya ,,quieren pasar acà no pretendiendo mas que buscar à tal señor." Pareció bien este espediente maravilloso, y al instante juntando los caciques todo el oro que tenian y pudieron recojer, lo echàron al mar bastante lejos de las orillas de su tierra, y se volvieron muy contentos, como si con su oro hubieran sumergido sus temores. (151) Por eso se sorprendiò mucho el cacique Hatuey, cuando al cabo de algun tiempo vió abordar à su territorio los españoles. Púsose en defensa, y en estado de oponerse al desembarco; pero como no duró su resistencia, pues à la primera descarga de los arcabuces que hicieron los castellanos se disipó toda la multitud de indios

[*] Herrera decad. lib. IX. cap. 3. fol. 194 mihi cap. IV. ibid. [151] Si esta providencia hubiera tomado Moctheusoma acaso no habrian penetrado; pero los atrajo regalándoles.

que guarnecian las orillas del puerto, acordaron de esconderse por los bosques; lo mismo ejecutó el cacique Hatuey conociendo que era por demás pelear con los castellanos. Velazquez queria libertarse de un enemigo que podia favoreciéndose de las espesuras de los montes causarle mucho daño, y mandó que le buscásen, dieron con él despues de muchos dias y trabajos que padecieron en su demanda, y presentado á Velazquez, éste le hizo expiar con el fuego el yerro que habia cometido de no haberse rendido de buena gana á unos conquistadores, cuya fuerza no podia resistir. De este cacique refieren un hecho célebre en las historias del nuevo mundo, y por el que se puede formar el debido concepto del òdio tan grande que tenian los indios á los españoles primeros por las mu chas vejaciones que les hacian. Ya estaba atado al palo para quemarlo vivo, cuando quiso un padre franciscano hacer sus últimos esfuerzos para ganarle á Jesucristo: despues de haberle exhortado mucho tiempo á que se apiadase de su alma y no la espusiése à arder eternamente, cuando podia con la resignacion y haciendo las diligencias cristianas procurarla una felicidad eterna en el paraiso; preguntóle Hatúey (152) si en aquel lugar de delicias que le decia habia españoles? los hay, le respondiò el padre, pero solo los buenos son los que hay allá: „el mejor de ellos (replicó el caci,,que) no vale nada, y no quiero ir á donde pueda haber uno siquiera." Agotó el misionero toda su elocuencia, para disuadirle de este pensamiento; pero no le quiso dar oidos Hatúey, y se dejó quemar.

Con este castigo se allanó toda la provincia, y Velazquez se vió sin enemigos: vinieron todos los caciques voluntariamente à prestar la obediencia, sin que hubiése nadie que se atreviése à hacer rostro á los castellanos, quienes sin que les costase un hombre, hicieron la conquista de una de las mayores y mas hermosas islas del mundo, la que por su situacion y la comodidad de sus puertos que son los mejores de la América, les es de suma importancia. (153) Han estado muchos autores en la inteligencia, que Cristobal Colón le dió el nombre de Fernandina: se engañan y solamente la llamó Juana, y fué el año de mil quinientos catorce: que el Rey católico le quitó este nombre para darle el suyo, y al fin prevaleció el que los indios le tenian puesto. El haber dejado pasar tanto tiempo los castellanos sin emposesionarse de esta isla, fuè porque tenian concebido que en ella habia poco oro, y ciertamente que bien poco se encontró; pero en recompensa se han descubierto otras ventajas en órden à sus producciones, y hoy es una de las colonias mas florecientes del nuevo mundo. (154)

[152] Dicho memorable de un cacique en honor de los españoles.

[153] Es el último atrincheramiento que ha quedado á la tiranía española, verémos como se emancipan.

[154] Donde entran anualmente de todas naciones mil y

La isla de Cuba es mas fértil y templada que la Española y á dos leguas de la mar fundó una ciudad de este nombre su conquistador D. Diego Velazquez, poblóla, y tiene un puerto capáz, seguro y sondeable: tiene doscientas veinte y cinco leguas de longitud, y treinta y seis de latitud, y está en veinte y tres grados: es prodigiosa esta isla y tan frondosa, que casi se pueden andar doscientas leguas por debajo de árboles muy diversos y odoríferos: abunda en las mejores y mas finas maderas del mundo: son muchas las aves que cria como papagallos, tòrtolas, perdices, palomas é infinitas otras de distintos colores: hallóse oro en muchos rios, motivo porque algunos autores han colocado en esta isla el ophir de donde Salomón sacaba tanta cópia de oro. Es muy abundante de bastimentos, como de maiz, yuca y otras frutas y producciones muy regaladas é importantes: à mas de esta ciudad de Cuba, cuyo distrito es abundante de carnes por las grandes estancias de ganado que tiene, fundó otras villas Diego Velazquez, la de San Salvador del Balsamo, que dista veinte y cinco leguas de la de Santiago de Cuba: su temple es bueno, y es el mejor y mas bello pueblo de los de este distrito: la de Santa Maria del puerto del príncipe que está à cuarenta leguas distante de la de Cuba y otras tantas de la villa de Ballamo; la de Sancti Espíritus que dista cincuenta leguas de la de Cuba, y sesenta de la de Bàllamo. En la ribera del norte hay buenos puertos, y el mejor es el que se llamaba de Carenas, despues el de Abanatán, y ahora la Habana, capaz y hermoso; y veinte leguas mas adelante está el de Matanzas, que no es tan bueno ni tan seguro. De allí à pocos años fundó el capitan Diego Velazquez con la gente que habia poblado el puerto de Carenas, una ciudad que hoy se llama San Cristobal de la Habana: (155) es la llave de todas las Indias occidentales y el almacén de todas las riquezas de la Amèrica, por su situacion, y porque goza de un puerto muy cómodo y capaz de abrigar mil navios: aun hoy hacen escala, y concurren en él las flotas y demás navios sueltos, que vuelven de Indias á la Europa. Guarnécen á esta ciudad varios castillos, y entre ellos el de la Fuerza se ha comparado con las ciudadelas de Amberes y de Milán. En estos tiempos las fuerzas del Morro, la Punta, Fuerza Vieja y castillo de la Boca de la Chorrera, á mas de ciento nueve piezas de artillería muy buenas de bronce y hierro colado que tenia por los años de mil seiscientos cuarenta y seis, con las nuevas obras del castillo de Atares, de la Cabaña y Morro Renovado, y à prueba de bomba, tendrán cerca de trescientas piezas de la mejor y mas bien acondicionada artillería. Los ingleses saquearon la ciudad de Cuba el año de mil seiscientos sesenta y dos, y en el puerto de Matanzas Pedro Heiu, holandés, se apoderó el

quinientas embarcaciones.

[155] No olvidemos la villa de Azúa donde fué escribano del ayuntamiento Hernán Cortés que vino con la espedicion.

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