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PRÓLOGO DEL EDITOR.

Cuando uando anuncié al público en uno de los periódicos de esta capital la próxima edicion de esta obra, dije que una feliz casualidad la habia puesto en mis manos. Considerándome el actual padre provincial de S. Francisco afecto á la lectura de esta clase de libros, me proporcionó ocho tomos manuscritos del padre fray Manuel de la Vega de la obra que dejó inédita intitulada: Crónica de Michoacán. En uno de ellos halle la historia que ahora ofrezco al público: parecióme la mas completa que pudiera redactar todo lo que sobre el descubrimiento de las Américas por Colón han escrito diversos autores, tanto españoles como estrangeros: en tal concepto la ofrezco al público deseoso de que facilite la inteligencia de la de las Conquistas de Cortés que en breve verá la luz,

No puedo menos de celebrar la constante aplicacion de su autor para desempeñar el argumento que se propuso, complaciéndome de que el pueblo de México entienda prácticamente lo que ya le he dicho otras veces, á saber: que los frailes encomendados de la conquista espiritual de los indios fueron utilísimos al Estado en este continente: ellos embotaron la espada de los conquistadores con su lenidad y mansedumbre; tronaron á la vez contra la tirania de los gobernadores sin temor de su prepotencia, debiéndose á sus respetos el que no hubiesen acabado con toda la raza indígena del Anáhuac: ellos, en fin, enseñaron las ciencias y las virtudes, y sus monasterios fueron por no pocos años los talleres de unas y otras. Por tanto yo miraré en los misioneros de los primeros tiempos de la conquista, unos verdaderos amigos de la humanidad, unos apóstoles y génios bienhechores de los miserables indios, y desearé que el gobierno protector de estos establecimientos, de tal modo los fomente, que en la presente edad se renueven aquellos preciosos dias que semejaban á los de la primitiva iglesia, y que ahora se recuerdan con ternura. Tenemos aun naciones que civilizar.

Como el padre Vega se conformaba en sus escritos,

(á mas no poder) con las doctrinas de su tiempo que procuraba sostener el gobierno español, para quien era legítimo título de posesion y dominio de las Indias la bula inter coetera de donacion que de ellas hizo Alejandro VI. al rey Fernando el Católico, y desconocia la soberania del pue blo; me ha parecido conveniente poner sobre esto algunas adiciones á la obra para que el público no sea engañado, sino que conozca los términos y lindes de ambas potesta des; ¡dichoso si he conseguido mi objeto principal que es la ilustracion de la juventud americana en la historia de este continente, de que tenemos poquísimos libros buenos! Espero que algunos de mis compatriotas lleven adelante esta empresa, hagan iguales esfuerzos, vea yo en esta parte cumplidos mis deseos, y no se exhalen en invectivas y sarcasmos groseros como los que me han prodigado en estos dias y he visto con el desprécio que merecen, sin tomarme la pena de responderles. No pudiendo ser autor de una obra original y de esta especie, me contentaré siquiera con publicar la que sin mis afanes jamás viera la luz, y que parece estaba destinada a servir de pasto á la polilla en un estante viejo, pereciendo en el olvido juntamente con la gloria de su sábio autor.-Vale.

Α

CAPITULO 1.°

Breve noticia del descubrimiento de las Indias

Occidentales.

Al fin amaneció la luz del evangelio en este hemisferio, per

mitiendo Dios conforme al plan de sus impenetrables decretos, que se comenzasen á descubrir las Indias que llamamos Occidentales, ó el nuevo mundo.

Dió feliz principio á este prodigioso descubrimiento el insigne D. Cristobal Cólumbo, ó Colón, que fué el primero de tantos, y muy hábiles naúticos que hicieron por sus nuevos descubrimientos tan célebre el siglo XV, quien cesó de limitar sus ideas á la Africa y á las Indias Orientales por ese camino. Los portugueses entonces trabajaron en abrir al comercio un nuevo camino por la parte del oriente, á tiempo que Cristobal Colón, agitado de aquellos impulsos, ó digámosles tormentos del génio, que de ben llamarse como unos precursores de los grandes sucesos, estendió su vista al occidente, á donde parece le arrastraba una fuerza invencible. Fué este grande hombre piloto genovés, natural de Sabóna, en opinion de muchos de una pequeña aldea del mismo rio de Génova, llamado Gucuréo ó Cuguréo, segun algunos, de Nervi segun otros, ó como afirma con verdad Fr. Gerónimo Román (1) de Arbicélo, lugar obscuro y humilde de la Luguria, y que la capi tal misma de aquella república, apoyada de la autoridad de Pedro Martin de Angleria, tambien ha querido reconocerlo por uno de sus vasallos. Se llamaba Cristobal Colomb, y Mr. Vertó (*) dice que Colombo se llamaba en latin Columbus de terra nigra, aldea pequeña sobre el rio de Génova; y Fernando Colón, hijo de este insigne hombre, dice en sus memorias lo contrario, pues asi se esplica:,,porque alguno reparará que dice Columbus de terra nigra, digo que he visto algunas firmas del Almirante antes que adquiriese el estado, en esta forma, Columbus de terra rubra." El mismo Pedro Mártir citado, asegura que era de muy oscuro nacimiento, y algunos aun refieren que habia aprendido el oficio de cardador de lana; pero otros lo hacen originario de Placencia en Lombardia, y de la ilustre casa de Pelestrello, tal vez confundiendo este nombre con el de su primera muger Doña Felipa Muñiz de Perestrello, hija del gobernador de Porto Santo. Herrera, dice, que querian que descendiese de los antiguos señores de Cucán, en el Monferrat; y añade, que esta disputa tocante á su origen, debia terminarse en el supremo consejo de las Indias.

[1] Fr. Geronimo Román. República de Indias, lib. 1. cap. 1. citado por Calancha Chron. S. Agustin, Cap. 4 fol. 27. [*] Mr. Vertót. Historie du Monde.

D. Fernando Colón su hijo, se inclina al dictámen de los que hacen venir su familia de Placencia; pero no le da otro nombre que el de Columbo, que se ve, segun dice, en aquella ciudad con las armas de la familia sobre muchos túmulos antiguos. Añade que por la infelicidad de los tiempos, causada por las guerras de Italia, se haba visto obligado Domingo Colomb, padre de Cristobal, á retirarse al estado de Génova. Habla de un Colombo llamado el Jóven, famoso marinero de aquellos tiempos, que tomó en una ocasion cuatro galeras á los venecianos, y cita el fracmento de una carta de su padre, escrita á la ama del serenísimo príncipe D. Juan, que contiene estas palabras.,,No soy el primer almirante de „mi familia, pónganme el nombre que quisieren, que al fin David, rey muy sàbio, guardó ovejas, y despues fué hecho rey de Je ,,rusalén, y yo soy siervo de aquel mismo Señor, que puso à Da,,vid en este estado."

De cualquiera modo que sea, como bien lo reflexióna el P. Charlevoix (2), no mendiga nada de sus antepasados, que no son conocidos, la gloria de este varon grande, y ha sabido inmortalizar su nombre colocándolo sobre los de todos aquellos que se han hecho célebres en aquel siglo. Aun no sé que diga, si hubiera sido mas glorioso para un cardador de lana, que para un hombre noble, haber subido como lo ha hecho Cristobal Colón á las primeras dignidades, y haber levantado su familia al punto de ponerla en estado de contraer alianza con la de su soberano, y de perderse, como lo ha hecho, cincuenta años despues de su muerte en la casa real de Portugál. Lo que sabemos de mas cierto en órden á sus primeros años, es, que salió muy jóven de su tierra, y que en ella habia estudiado con grande aprovechamiento: que despues se aplicò al estudio de la Cosmografía, de la Astronomía, de la Geometria, y de la Naútica, y que salió escelente eu todas estas ciencias. Añadió siempre en cuanto le fué posible la práctica á la teórica; y aunque no estemos perfectamente instruidos del detalle de sus primeros viages, se sabe, no obstante, que habia hecho muchos, y en todos los mares conocidos en su tiempo, antes que pensase en el descubrimiento del nuevo mundo. Dice en una de sus memorias ó anotaciones, que refiere su hijo D. Fernando Colón en sù historia (*):,,El año de mil cuatrocientos setenta y siete, por febrero, ,,navegué mas allá del Tile, cien leguas, cuya parte austral dista ,,de la equinoccial setenta y tres grados, y no sesenta y tres, como ,,quieren algunos; y no está esta dentro de la línea que incluye el "Occidente de Toloméo, sino es mucho occidental: y los ingleses, „principalmente los de Bristol, van con sus mercadurias á esta isla, ,,que es tan grande como Inglaterra. Cuando fuí allà no estaba helado ,,el mar. Verdad es que Tile, de quien Prolomeo hace mencion, "está en el sitio, donde dice, y hoy se llama Frislandia &c." Por

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Hist, de la Isla de Santo Domingo por el P. Charlevoix
Hist. del almirante Colón por su hijo D. Fernando.

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