Imatges de pàgina
PDF
EPUB

no está de allí sino treinta leguas poco mas. Estrañaron los castellanos la cal.dad de aquellas mercadurías, y el Almirante viendo muchas muestras de honestidad en las indias, y que se cubrian el rostro y cuerpo con sus mantas, luego que acaecia asiles e los pañetes con que cubrian sus vergüenzas, se movió á tratarlos bien restituyendoles su canoa y dàndoles algunas cosas de Castilla en trueque de las que se les habia tomado, y detuvo solo consigo a un viejo que parecia de mayor autoridad y prudencia que los demàs para informaise de las cosas de la tierra, lo que ejecutó el indio con mucha facilidad todo el tiempo que corrió todo el pais donde se entendia su lengua, y cuando se llegó á donde se hablaba otra, que fué antes de llegar al Cabo de Gracias a Dios, le dejó volver á su tierra dándole muchas cosas de que quedó muy contento. Por las mercadurías vistosas que habian traido los indios de la canoa, y en especial por lo que le dijo aquel indio viejo de las cosas, y provincias que señaló al oriente, dejó el Almirante de proseguir su viage por el occidente, pareciendole que estando aquellos paises à Sotavento, podia navegar à ellos desde Cuba cuando lo tuviese por conveniente. (Ese pais tan rico de oro que señalaba aquel viejo seria verosimilmente el Perú) y cierto es que si hubiera seguido adelante, hubiera dado con los puertos de nuestra España, y primero con la tierra de Yucatán, que distaba solo treinta leguas, y tal vez hubiera descubierto toda la costa del seno mexicano; pero quiso Dios reservar este descubrimiento para otros, y con el designio que traia de descubrir el estrecho de tierra, para ir à dar a la mar del sur, determinò navegar àcia el oriente donde creia que estuviese el estrecho, como en efecto estaba; pero no como lo pensaba, porque es estrecho de tierra y no de mar, cuyo conocimiento se ha perfeccionado despues del descubrimiento de nueva España. La primera tierra que vió al levante fué una punta de tierra firme que llamó de Casinas porque ha bia en ella muchos árboles, cuya fruta es una manzanilla arrugada con hueso espongioso, buena para comer, que los indios de la Española llamaban casinas. No se quiso detener el Almirante en un gran golfo que allí se forma, sino seguir su camino la vuelta del Léste à lo largo de una costa, que llamó Colón de Ore. ja, porque los habitantes de ella que estàn mas àcia el Cabo de Gracias a Dios, son casi negros y muy burdos, andan desnudos, comen carne humana, y traen las orejas ahngeradas con grandes ahugeros, que cabe por ellos un huevo de paloma. Despues de haber corrido el Almirante por aquella costa al poniente, como sesenta à setenta legnas, llegó à un Cabo á quien puso por nombre Gracias a Dios, porque padeció mucho en la navegacion con los vientos levantes que allí reinaban, y coino desde dicho Cabo viò que la tierra volvia al medio dia, y se podia con mucha comodidad seguir la navegacion, daba toda su gente gracias à Dios. Pasado el Cabo por la necesidad que tenia de aguada, mandó ir las barcas à un gran rio, á donde se perdió una vez con su gen→

(

de no

te, y por esto le llamó el rio del Desastre. De allí siguiendo el rumbo de medio dia, surgió en una isla llamada Quiriviri que dista una legua de un pueblo de tierra firme llamado Cariari donde hay un gran rio cerca, y el pais es de lo mas amèno y frondoso que se puede imaginar: concurrieron infinitos indios de aquel contorno con arcos, flechas y macanas con ánimo de querer defender la tierra firme, y como los hicieron señal de paz, dieron ellos á entender que querian rescatar. Traian muchas mantas de algodón y planchuelillas de oro bajo que se colgaban al cuello, y llevaban esas cosas nadando á las barcas, porque el Almirante no permitiò que saliesen à tierra, y no se les quiso recibir nada para mostrarles que no iban à su tierra llevados del interés, ántes mandó que se les diesen de nuestras cosas. Salió el Adelantado á tierra el dia siguiente para saber sus secretos; y como hubiese mandado al escribano del navio apuntase lo que le decian unos ancianos de quien tomaron lengua, se admiraron al ver el papel y la pluma, y creyendo que los enhechizaban con palabras y señales, huyeron de miedo, y despues cuando se acercaban á los cristia nos, hacian zahumerios de ciertos polvos, procurando que el humo fuèse ácia los cristianos, y se conociò que por el mismo temner ser enhechizados no quisieron nada de lo que los castellanos les habian dado. Lo que se vió allí de particular fué, que dentro de una casa grande de madera cubierta de cañas, tenian sepulturas donde estaban unas tablas de relieve, á donde se veian esculpidas figuras de animales, y en algunas las del difunto, adornado de varias joyas preciosas. El dia cinco de octubre se hizo el Almirante á la vela, llevando unos indios de Cariari para in. dagar las cosas de aquel pais y por guias: y como el indio viejo de la isla de los Guanajos le dijo, que por allí cerca estaba la tierra que tenia oro, dirigió su rumbo para donde le mostraba el indio, y fué à Cobrara ácia el levante, á donde habia una rada de seis leguas de largo, y de ancho mas de tres, con muchas isletas, cuyos pueblos están situados cerca de los rios de aquella costa. Pasó per cinco pueblos de mucho rescate, entre los cuales era uno Veragua, donde decian los indios que se cogia el oro, y se hacian los espejos de este metal. Corrió toda aquella tierra observando todos estos pueblos, y llegó à uno que se llama Cuvigua, donde segun le decia un indio de Cariari se sacaba la tierra del rescate, que tenia principio en Carabóra en que hay cincuenta leguas de costa, y sin detenerse el Almirante, navegò hasta que entró el dia dos de noviemore en Porto Belo, al cual puso este nombre porque es muy grande y muy hermoso, y dista cuatro ó cinco leguas del Nombre de Dios. Allí se detuvo el Almirante siete dias por las muchas lluvias y malos tiempos, entretenièndose su gente en rescatar bastimentos y ovillos de algodón por quincallería y sillas de latón.

Com

A nueve de noviembre salió el Almirante de Porto-Belo, na vegando ocho leguas àcia levante con mal tiempo, lo que le forzó

à entrar en unas isletas cerca de tierra firme donde está Nombre de Dios; y porque todos aquellos contornos estàn llenos de tierras labradas de maiz, se le puso por nombre Puerto de Bastimentos. Allí se estuvo hasta veinte y tres de noviembre, componiendo los navios, y éste dia se partió àcia oriente, y llegó à una tierra llamada Guiga: al salir las barcas á tierra, esperaban á los castelianos mas de trescientos indios, con deseo de rescatar bastimentos y algunas joyas de oro que traian colgadas de las orejas y narices. No quiso parar allí el Almirante, y à veinte de noviembre entró en un portezuelo, que se llamò el Retrete, porque no cabian en él mas que cinco ó seis navios, y la entrada era por unos arrecifes y peñas, como punta de diamante, y era tan profundo el canal por enmedio, que allegándose un poco à la orilla, se podia saltar en tierra, y esta misma profundidad fué causa de que no pereciesen los navios al pasar por la angostura de aquel puerto: se halló al fin algun fondo, pero poco, y se mantuvo en este puerto el Almirante, no sin algun peligro, con tiempo revuelto, que no le dejaba salir afuera. La causa de meterse en este mal puerto provino del engaño de los marineros, que deseaban saltar en tierra pa. ra rescatar. No pudo el Almirante por la fuerza de los nortes y levantes pararse mucho alli para contratar con aquellos pueblos, y asi determinó volver á cerciorarse de lo que decian los indios de las riquezas de las minas de oro de Veragua, motivo porque retrocedió para Porto-Belo, y siguiendo su camino fué envestido de un viento ouéste contrarisimo à su nuevo designio. Sufrió mucho en esta travesía por la instabilidad de los vientos: forcejó nueve dias, contrastando con todos los elementos, y experimentó tempora les tan espantosos, tan contrarios y diversos, que parecia que ningunos navegantes hubiesen podido padecer mayores trabajos en tan poco camino como hay desde Porto-Belo hasta Veragua, por lo cual se llamó aquella costa despues la costa de los Contrastes. No se hallaba el Almirante lejos del puerto, y no se atrevia à acercarse á él por no tener conocimiento de su entrada, y nadie hubo de su tripulacion que no creyése haber llegado á su última hora, con la vista de una de aquellas bombas ó golpos de agua que los marineros llaman tropas marinas, y los ingleses fronks, de cuyo efecto no se ten a noticia alguna por entonces, y han sumergido tantos navios. Viene à ser una especie de nube, agitada de un movimiento en redondo, ó turbillón que baja al mar, saca una porcion de agua y la levanta muy alto en forma de columna, y espelida despues por el viento revienta en fin, y desdichado del navio que encuentra con ella, pues el único remedio que hay para precaverse es dispararle á tiempo una pieza de artillería. El Almirante admirado de este fenòmeno que jamás habia visto, hizo recitar el principio del evangelio de San Juan: la bomba ó culebra de agua reventó bien cerca de su navio, sin que le siguièse perjuicio, y la piedad que le hizo recurrir á Dios en lance le afianzó mas en el reconocimiento que le debia á su su

mas que

este

aya bondad, por haberle librado de un naufragio inevitable; y así prosiguió dando singulares gracias a Dios, dueño soberano del mar y de los vientos, y que preside à las tempestades. Llegó bien enfermo el Almirante de la gota, y toda su gente bien cansada de los trabajos de la navegación el dia seis de enero del año de mil quinientos tres á un rio que los indios llamaban Yebra, y el Almirante le llamó Belén, en reverencia y memoria de aquel dia en que los Reyes magos aportaron à aquel santo lugar: adelante de este situado mas al occidente, se halló otro que los naturales llamaban Veragua: hizo sondear ambos rios, y mandó entrar las barcas por el rio de Belen hasta llegar al pueblo, á donde les dieron noticias de que habia minas de oro en Veragua, y los indios hicieron ademán de defenderse é impedir la entrada. El dia siguiente se fué la gente en las barcas por el rio de Veragua, y los indios de allí se pusieron tambien en armas, con intento de defenderse por tierra, y por mar con sus canóas; pero un indio de aquella costa que venia con los cristianos les hizo señal, y les dió á entender que no venian á hacerles daño, y que no se les tomaban nada sin pagarlo: luego se sosegaron viniendo de buena gana á rescatar sus espejos de oro, y algunos cañoncitos y granos de este metal sin fundir, encareciéndolos con decir que los traian de muy lejos, y` que cuando lo cogian no comian, y se apartaban de sus mugeres del mismo modo que se habia experimentado en la Española cuando su descubrimiento.

gen

Despues que hubieron entrado todos los navios por el rio de Belén, trató el Almirante de subir con las barcas por aquel rio hasta el pueblo donde vivia el cacique ó Rey de tierra, que llamaban Quivio; se recibieron mutuamente el Almirante y el cacique que le habia venido à ver, y sin mucha ceremonia se despidió este. Como Veragua tenia la fama de tener minas y grandes riquezas, se embarcó el Adelantado para entrar por el rio, y Quivio salió en sus canóas, para recibir á los castellanos: se trataron con mucha cortesía dándose uno à otro las cosas que mas estimaban, y despues de un gran rato de conversacion, se despidieron con gran paz y quietud, prometiéndose el Almirante y el Adelantado su hermano grandes esperanzas de una tierra rica, y poblada de te tan mansa y benévola. Estaban muy contentos los castellanos deseosos de correr la costa y reconocer la tierra para saber donde estaban las minas, y escoger un sitio proporcionado para formar una poblacion, porque tenia determinado el Almirante dejar à su hermano con la mayor parte de la gente en aquella tierra hasta que se fuése á Castilla, para enviarles mayores fuerzas, y socorros competentes para sugetarla, pues daba muestras de mucha riqueza. Mucho impidió el correr la tierra á la gente del Almirante ura tormenta que hizo crecer derepente el rio de Belén, y rompió una de las anclas de la capitana; maltratáronse de tal suerte otros navios, que estuvieron en peligro de perde se y toda la armada tambien. Despues que abonanzò el tiempo, se fuè el Ade

lantado el dia seis de febrero con sesenta y ocho hombres por la mar á la boca del rio Veragua, que subió hasta el pueblo del cacique Quivio, quien le dió guias para llevarlo al camino de las minas Cuando hubieron llegado al parage efectivamente encontraron mucho oro, y en dos horas que allí se detuvieron cada uno cogió su poco de oro entre las raices de los árboles que son altisimos en aquel país; y no siendo su viage mas que para informarse del sitio de las minas, y no llevando instrumentos para sacar'e, se volvieron muy alegres á Veragua. Súpose despues que aquellas minas no e an las de Veragua, sino las de Urira, que era otro de los enemigos de Quirio, que mandó guiar los castellanos allà para darles pesar y para que se aficionàsen á aquellas minas, y dejàsen las suyas. Se ocupó toda la gente por casi todo el mes de febrero en recorrer la costa, y no habiendo encontrado puerto alguno ni io tan grande como el de Belén, se volvieron todos por el mismo camino para fabricar allí sus habitaciones: levantaron casas de madera, cubiertas de hojas de palmas à la orilla del rio de Belén, y se procedió à rescatar mucho oro en espejuelos, que eran como patènas de cálices mayores y menores, de doce escudos de valor que traian aquellos naturales colgados del cuello. Se dió órden para fabricar una casa grande à fin de que sirviese para almacen, en la cual metieron la artillería y cuanto era necesario para el servicio de los pobladores, y el bizcocho, vino, aceite y demás vìveres: dejaronlos en un navio que habia de quedar como en parte ms segura, y este fué el primer pueblo que los castellanos furdaron en la tierra firme, aunque duró poco como se verá adelante. Las costumbres de los indios de aquella tierra son comunmente semejantes á los de la Española é islas vecinas, con esta diferencia, que los de Veragua y sus contornos, cuando hablan uno con otro se ponen de espaldas, y cuando comen mascan sus yerbas, causa porque tienen los dientes podridos: mas se proveen de pescado que de carne, aunque hay sus especies de animales, y no bastan para el sustento de la gente. Hay en aquella region mucho pescado, y en todos los rios hay de diversas especies por ciertos tiempos del año, v aquellos indios hacen muy buenas redes con anzuelos de hueso que hacen de concha de tortuga, cortándolas al hilo con hebras de cierto cañamo que en la Española llaman Cabuya, supliéndose así por falta de hierro. Conservan el pescado que cogen asandolo y envolviéndolo en hojas de árboles: usan de vino de mar, de palmas y de piñas à que son sumamente aficionados.

[ocr errors]

Estando ya el Almirante para part'r á Castilla, dejando diez ó doce casas fabricadas á las orillas del rio Belén, y en órden todas las cosas de la poblacion, se vió en estado de no poder salir de allí porque el rio que antes con las muchas aguas se habia ensolvado tanto que le puso en grande peligro, ahora por falta de ellas se ensolvó de arena y le cerraba todo el puerto: hubo de esperar que lloviese para poder salir, y entretanto se supo que Quivio, cacique de Veragua, enfadado de que hubiesen poblado en aquel rio, queria ve

« AnteriorContinua »