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que no tenia el mismo empeño de lisongear a la nacion española], ha escrito sériamente que la isla Española era el Ophir donde Salomón enviaba á buscar el oro, pavos reales, y dientes de elefante, lo que ciertamente no se hubiera atrevido á proferir, si hubiera sabido que en la isla española, ni en ninguna parte del nuevo mundo se han hallado elefantes.

En fin, y con verdad Columbo que sabia perfectamente el arte de observar la latitud, ó la altura del polo con el astrolabio, lo que nadie habia puesto en practica antes que él en alta mar aunque se enseñase publicamente en las escuelas, no arriesgaba tanto como se pensaba en penetrar el occearo mucho mas adelante que hasta entonces se habia tentado; y por cualquier rumbo que dirigiese su próa, bien sabia que cuando muy mal le saliese su empresa, no tenia mas que volverse sin haber hallado nada Se lisongeaba aun de encontrar al fin, y alcabo las tierras de la Asia, la que creia mencs distante de lo que estaban efectivamente. Habia leido la relación de los viages de Marcos Poblo de Venecia, donde habla de Catáy, que cáe á la parte septentrional de la China, y de una isla llamada Cipango, abundante en oro, y que des pues se creyó ser el Japón. Sobre esta relacion habia especialmente fundado su sistema, motivo por qué en la mayor parte de sus expediciones no perdia de vista el descubrimiento de Cipango de Pablo de Venecia; pero antes de poner por obra tan ardua empresa, tuvo que sufrir este insigne hombre muchos bochornos y desaires, llevando de corte en corte sus ideas, y sus esperanzas, esperimentando los insultos de los animos apocados, y los desdenes del orgullo, y sufriendo por espacio de ocho años, repu lsas que le afligian sin desalentarle. A esta perseverancia inalterable parece que estaba ligado el éxito de esta resolucion, de que Colón debia ser el instrumento.

La que conforme á la relacion del Inca Garcilaso de la Vega, que tienen varios autores por cierta, y otros que cito y sigo por hija de la envidia, é inventada en la que dá por asenta❤ do que descubrió este nuevo mundo, fué Alonso Sanchez de Huelva, natural de la villa de Huelva en la Andalucia. Sea digo que se valiese Colón de los papeles y apuntes que este piloto le dejó en agradecimiento del hospedage que le dió en su casa, á donde muriò, habiendo llegado de resulta de una tempestad desecha á la isla tercera á donde vivia entonces; (4) sea que supiese de este descubrimiento (segun dicen otros) de un gran marinero llamado Ruifalero portugués, quien huyendo de la India Oriental, ó derrotado por una fuerte tormenta, vió unas islas, hizo su derrotero, y llegando á Sevilla murió en la casa de Colón, y le dió noticia: (5)

lib.

[4] Garcilaso de la Vega Inca, Commentar. del Perú lib. 1. cap. 3. Pizarro, Varones ilustres de Indias. Mariana 26. cap. 3. Carrillo en sus annales, y otros.

[5.] Calancha Chrónic. de S. Agustin lib. 1. cap. 4. fol 27+ v

sea, y es lo mas cierto por su pericia grande en la náutica, pues era gran piloto, y cosmógrafo como convienen todos los autores (*) fundado en las congeturas que he relatado, y traen por estenso Herrera y otros; llegó á certificarse de la tierra, que estaba al occidente de la Europa, y puso los medios mas eficaces para dese cubrirla; pero reconociendo que empresa tan grande no convenią sino á principe que pudiese hacerla, y sostenerla, y que no se podia ejecutar sin grandes facultades, quizo proponerla al Rey D Juan II. de Portugal, en cuyo reino estaba, y por estar empeñado en la conquista de la India no le atendió. Antes de responderle el Rey, quiso que se consultase este proyecto á D. Diego Ortiz, obispo de Ceuta, conocido por el Dr. Calzadilla, del lugar de su nacimiento, y que se exâminase por dos medicos judios muy estima→ dos por su pericia en la cosmografia; lo primero que hicieron estos comisionados fue pedirle un detalle mas circunstanciado, en forma de memorial; lo dió, y luego que lo tuvieron á las manos, dişpusieron que saliese secretamente una carabela con orden al piloto de seguir puntualmente lo que demarcaba Colón en sn escritó. Habiéndo tomado los marineros la derrota que el almirante habia ma, nifestado al Rey no lo acertaron, porque les faltaba la inteligencia, y constancia del piloto genovés: no anduvo muy lejos la carabela, y despues que esperimentó algunas borrascas bastantemente fuertes, y se vió perdida por algunos dias, y sin atinar, volvió á Portugal, burlándose y detestando esta empresa, que les pareció tan desatinada, como peligrosa. Luego que supo Colòn la treta de estos consultores, no pudo menos que enfadarse con el Rey de Portugal, y su tierra, picado de que le afeasen una empresa que tuvo mal suce so por mal concertada; asi es que se salió del reino con su hijo Diego Colón, [que le succedió en el estado] y mas cuando despues de muerta poco antes su esposa, nada le tiraba en aquel reino, y temiendo que el Rey como capitan, que habia de atribuir esta mala tentativa mas bien à la falta de habilidad y esperiencia de su piloto, que á los memoriales que éi habia dado lo hiciese arres-tar, se embarcó sin decir nada a nadie, al fin del año de 1484. Tomo tierra en Andalucía con su hermano Bartolomé Colón, y le envió á Inglaterra á tratar con Henrique VII, entretanto él procurase intentar lo mismo con la córte de España.

Aunque Bartolomé Colón tenia pocas letras, era, como di. ce su sobrino Fernando Colón, práctico, y juicioso en las cosas de la mar, y hacia esféras, cartas de maréar, y otros instrumentos naúticos á la perfeccion, enseñado de su hermano el almirante. Embarcóse en efecto, y le robaron unos corsarios, y á los demas que iban á Inglaterra; y como se vió muy pobre y en tierra agena, se aplicó á hacer mapas de maréar para ganar su vida, y presentó al Rey un mapa-mundi esplicandole el discurso de su hermano, y de tal suerte le agradó al Rey, que le rogó hiciese ve

[*] Illescas hist. pontifi. lib. 6 pág. 132.

nir al autor su hermano, prometiéndole de contribuir á todos los gastos de la empresa; pero como Dios por altos juicios la tenia guardada para Castilla, no tuvo efecto, pues ya el almirante en aquel tiempo habia conseguido lo que deseaba. Se hace dificil conciliar esta relacion con lo que dice Antonio Herrera del viage de Bartolomé Colón, y decidir ¿quien de estos dos autores merece mas crédito sobre este punto? Par cerà tambien estraño que los dos hermanos ocurriesen en un mismo tiempo á dos cortes que no de bian considerarse tan remotas en la aceptacion de sus servicios, y en caso de admitirlos prontamente, podian verse bien embarazados; pero segun todas apariencias, Cristobal Colón tiraba á lo mas seguro, y contaba que por los celos que nacerian de alli entre ambas cortes, émulas la una de la otra, seria solicitado con orden de las dos, y por este medio se hallaria en estado de afianzar unas condiciones mas ventajosas, en lo que se engañó.

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Vino á Castilla, y dejando á su hijo Diego en Palos, pasó á Córdova, donde estaba la corte: presentó un memorial al Rey, que pareció gustarle su proposicion, y cometió el exâmen de ella al prior del Prado, quien despues fué arzobispo de Granada, para que con los mas habiles cosmógrafos confiriese con Colón, y hasta que quedasen plenamente instruidos de su designio, y le informasen con su dictamen para deliberar sobre empresa tan plausible. Lo que resultó de estas conferencias fué aquello mismo que prevenia Colón, y espresaba en su memorial al Rey, esto és, que se burlarian de su proyecto. Estaba muy mal vestido (6) y fué mirado como un hombre que proponia cosas nuevas con el fin de remediar sus necesidades, ó salir de la obscuridad, en que habia vivido hasta entonces. Con todo encontró un hombre de suposicion, que le diớ la mano, y formó un juicio muy distinto que los demas. Este fué D. Alonso Quintanilla, contador mayor de Castilla, hombre prudente, de gusto, y de pensamientos grandes: halló Colón en este caballero un gran protector, que despues le procuró otros, y le socorrió en sus necesidades, dàndole de comer, porque de otro modo no podria entretener tanto tiempo en tan larga pretension; hizo mas, pues obtuvo de la reyna Doña Isabel la gracia de que el plan del piloto genovés fuese exâminado, y se dió esta comision como arriba se apuntó al P. Fr. Fernando de Talavera, religioso de S. Geronimo, prior del Prado, y confesor de esta princesa, que fué despues el primer arzobispo de Granada: obedeció este religioso; pero como los que habia juntado eran ignorantes, no pudieron comprender nada de los discursos del almirante, quien tambien, (como dice Heirera, v lo espresa, D. Fernando Colón en su historia) temia esplicarse mucho, temiendo no le sucediese lo que en Portugal. Los cosmógrafos de la junta dijeron al rey, que el intento de Colón era imposible, y lo que objetaban al piloto ge

[6] Hasta el vestido contribuye á recomendar el mérito de los sugetos.

noves se reducia á que sin fundamento presumia aventajarse él solo á un número casi infinito de habiles naúticos que tenian per. fecta esperiencia de la navegacion; que despues de tantos millares de años no podian descubrir tierras desconocidas àcia al occidenty, no pudiendose haber ocultado á la vigilancia de un sin número de diestros cosmógrafos, y que si las hubiera, no dejarian por esas ra. zones de estár bien informados de su existencia. Otros decian, que para llegar á las Indias Orientales por el rumbo que queria tomar, siendo el mundo tan grande, necesitaba tres años á lo menos, y que una navegacion tan larga no se debia intentar por perso. nas cordátas. En confirmacion de esto traîan la autoridad de Séneca, en que por via de cuestion trataba si el Occeano era indnito?, dudando si era navegable, y cuando lo fuese, dudaban si ha, Ilarian ti rras habitables, y si se podria sin temeridad llegar á ellas, y dar vuelta al Occeano; y en fin que yendo al Occidente, se bajaba siempre, y que si alguno hiciera este viage no podria bolver á España, porque lo impedir a la redondez de la esfera; antes se veria obligado á subir por la mar, como por una especie de montaña, lo que era imposible aunque llevase buen viento. Por mu̟cho que D. Cristobal satisfacia à estas razones, no era entendido, por lo cual los de la junta juzgaron la empresa por una cosa imposible, y que no era decente que tan grandes príncipes se mo viesen á protegerla con tan déiles informes, conque se vió redu¬ cido Colón a esperar coyunturas mas favorables. Pasarónse como cinco años en esta materia, gastandose el tiempo en exâmenes, y averiguaciones porque se hacia increible su proposicion, y se reconocía mucha incertidumbre en la esperiencia, y muy espuesta á gastos inmensos, por cuyo motivo mandaron los reyes despues, que se respondiese á D. Cristobal, que por hallarse empeñados en mụchas guerras, especialmente en la conquista de Granada, no estaban para emprender nuevos gastos; que tuviese paciencia que acabada la guerra, se exâminarian despacio sus proposiciones, y se atenderia con gusto á la que ofrecia.

Despedido en buenos términos Colón fué á Sevilla, y no hallando en sus Altezas mejor conclusion que la pasada, dió cuen ta sucesivamente de su empresa á los duques de Medina Sidonia, y de Medina Coli. Dicen algunos, que el primero no le quiso oir, y que el segundo habia resuelto de armar dos pavios en el puerto de Santa Maria, que le pertenecia; pero que la corte nʊ lo quiso consentir: en substancia ambos señores lo desécharon tambien. No habiendo concluido nada despues de muchas platicas, como desaba en España, determinó entonces pasar á Francia, y escribió al rey cristianisímo C: rlos VIII. con intencion de pasar á Inglaterra á buscar á su hermano de quien no habia tenido noticia, en caso que los franceses no le admitiesen; pero se burlaron en aquella corte de su proyecto. Hay autores que digan que habia ocurrido primero á la señoría de Génova, como buen hijo, pero alli se tuvo por sueño esta pretension, y fue tratado como un vi

sionario. Así vaciló Colón tanto tiempo, proponiendo sus vastas ideas, ya á una corte ya á otra, sufriendo desaires, y desprecios en todas. Viendo pues que lo entretenian en la corte de los reyes católicos, medio desesperado de conseguir sus intentos, se fué al convento de la Rabida en Palos de Moguér, con intento de llevar à su hijo D. Diego á Córdova, y proseguir su viage à Francia; pero como Dios tenia guardado este descubrimiento para la corona de Castilla, y de Leon, le inspiró por el mucho tiempo que havia vivido en España una cierta repugnancia á salir de ella, á tratar con otros principes, y como dice Aroldo (7) le facilitó la comunicacion de un religioso franciscano llamado Fr. Juan Perez de Marchena, guardian del convento de la Rabida, situado á me dia legua de Palos de Moguér, algo cosmógrafo, y, versado en letras humanas, quien se honró con su amistad; y como le habia agradado tanto la empresa que Colón le comunicó, le causó sentimiento su resolucion, y por sus ruegos hizo que suspendiese el viage. Este padre para informarse mejor de los fundamentos de D. Cristobal, puso su proyecto en manos de algunas personas conocidas por su ciencia y erudicion, quienes lo aprobaron con mucho elogio de su penetracion, y solidéz; y asi pareciendole que su amigo Colón no iba fuera de camino, le aconsejó, que dejase de procurar esta navegacion, que no podia ser sino muy provechosa para España: y como el padre Marchena tena un vehemente de seo de la conversion de tantas almas sumergidas en los errores de la idolatria, y consideraba tan dilatado campo en este proyecto, para remediarlas con la introduccion del evangelio, le animó, y prometió favorecerle en la córte à donde tenia gran cabida por haber sido algun tiempo confesor de la reina. Escribióla, y S. M. le mandó que fuese á la córte, y que dejase á Colón en Palos con buena esperanza de su negocio. Habiendose visto Fr. Juan Perez "con la reina, la informó tambien de las circunstancias del proyecto ruidoso de un nuevo descubrimiento de tierras incógnitas hasta entonces, y la persuadió con tanta eficacia en distintas conferencias que tuvo con S. M. à que emprendiese una cosa tan útil y gloriosa para su corona, que la empeñó á dar audiencia á su amigo: mandó venir à Colón á la cóite, y con su llegada se volvió á tratar del negocio. Verdaderamente todo lo que proponia Colón se tuvo por muy juicioso y vercsímil; pero como el parecer del prior del Prado con el de otros que le seguian era contrario, y D. Cristobal pretendia condiciones muy grandes, y entre otras que se le dice título de almirante y virey perpetuo y hereditario de todas las tierras y mares que descubriese, pareció cosa dura conceder lo que queria si la empresa sucedia bien, y malográdose, ligereza, y asi se desvarató el negocio Viendo entonces Colón que no le quedaban esperanzas de lograr buen despacho en nuestra córte, se determinó de veras á pasar á Francia; pero el contador mayor Alonso de Quin

[7] Aroldo epitom. annal. min. an. 1492: fol. 605: núm. 2.

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