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campo y le dieron traidora muerte: en seguida cargaron sobre el ejército, lo desordenaron é hicieron horrorosa carnicería. Así concluyó su vida Ixtlilxochitl á los siete años de reinado: dejó numerosa prole, y entre ella á Nezahualcoyotl, nieto por parte de madre del primer rey de México, y que despues de muchos trabajos se hizo digno de suceder á sus mayores.

Tezozomoc mandó despues de la victoria pasar á cuchillo las ciudades de Tezcoco, Huexotla, Coatlichan, Coatepec é Iztapaluca; cuyos habitantes, que habian permanecido fieles al legítimo gobierno, murieron en su mayor parte por defender la patria esclavituada, y los que pudieron escapar á las armas enemigas, se refugiaron mas allá de los montes que ciñen el valle de México por el oriente. Despues de conceder el tirano un indulto general, se proclamó en Tezcoco rey de Acolhuacan en 1413, y declaró á Atzcapuzalco córte y capital de todo el reino. Los mexicanos y tlatelolcas obtuvie. ron el correspondiente premio que habian merecido por sus grandes y señalados servicios: los primeros adquirieron en feudo la ciudad de Tezcoco, y los segundos la de Huexotla. Muchos nobles acolhuis que se habian refugiado á Huexocingo y Tlascala, resolvieron en una asamblea que tuvo efecto en Papalotla, someterse á los nuevos gobernadores de sus ciudades, sufriendo de cualquier modo los males que dieran por resultado el yugo de la tiranía.

Apenas el anciano y pérfido Tezozomoc se vió sentado en el trono de los chichimecas, cuando creó nuevas y pesadas contribuciones coutra ellos y los toltecas, que vivian esparcidos en el pais. Eu vano se hicieron reclamaciones en contra de semejante injusticia; porque el tirano, aunque destituido de fuerzas y calor natural por su decrepitud, tenia verdadera complacencia en redoblar los males del pueblo sometido. A los ocho años de un crnel reinado, sintiendo su imaginacion poblada de negras visiones contra su vida, llamó á sus tres hijos para encargarles el asesinato del príncipe Nezahualcoyotl, heredero legítimo del trono de Acolhuacan, sin que nadie supiese ó pudiera sospechar de dónde partia el golpe. Un año despues de este suceso, á los nueve de su reinado, murió este tirano en edad muy avanzada y aborrecido de cuantos abrigaban sentimientos de humanidad en el pais. Los dias de su gobierno fueron un verdadero azote para todo el reino.

Debió haberle sucedido su hijo Tayatzin, pero la ambicion y codicia de un hermano suyo burló las disposiciones del difunto tirano, como sucede casi siempre en los paises donde ha perdido una vez su prestigio la autoridad.

Maxtlaton, segundo tirano de Acolhuacan. (1422). Apenas el anciano Tezozomoc hubo cerrado los ojos á la luz del dia, cuando su hijo Maxilaton, señor de Coyoacan, abrogándose facultades que no le competian, dió parte de la muerte de su padre á los reyes de México y Tlate!olco, como tambien á otros señores, para que asis

tiesen á las honras fúnebres. El príncipe Nezahualcoyotl, aunque perseguido constantemente por sus enemigos, tuvo la osadía de presentarse en la córte de Atzcapuzalco en tan críticas circunstancias. Cuando entró en la sala del Palacio, donde se hallaban ya reunidos los principales personages del reino, fué saludándolos uno por unơ con mucha cortesía, ocupando en seguida un asiento al lado de su tio Quimalpopoca, rey de México. Teuctzintli, uno de los hijos de Tezozomoc, tuvo la inhumanidad de concebir el pensamiento de un asesinato en presencia del cadáver de su padre; pero Maxtlaton, mas prudente aunque no menos cruel, le pareció impolítico dar el espectáculo de tan grave atentado á los ojos de la córte, y rechazó en consecuencia las proposiciones de su hermano, aplazando la ejecucion del crímen para tiempo mas oportuno.

Al siguiente dia de los funerales, el señor de Coyoacan manifestó sin reserva sus intenciones de apoderarse de las riendas del gobier no, aunque para ello tuviera que emplear el principio de la fuerza armada. El príncipe Tayatzin, que desde la muerte de su padre habia concebido temores contra su hermano, partió á la ciudad de México para conferenciar con Quimalpopoca sobre el partido que debia tomar en tan graves circunstancias: el rey de México, que aborrecia de muerte al nuevo usurpador, aconsejó á Tayatzin que lo convidase á un banquete y le quitase repentinamente la vida. Esta proposicion la rechazó interiormente el príncipe con bastante sorpresa; pero llegada á oidos del pérfido Maxtlaton por la infidelidad de un criado, ardió en su alma el deseo de la venganza en medio de sus sentimientos de hipocresía.

Fingió por entonces renunciar á sus ideas de mando, con el obje to de ocultar mejor sus traidores designios. En seguida mandó fabricar una casa, donde hizo creer que queria vivir cuando viniese de su Estado á la córte; pero apenas se hubo concluido la obra con bastante prontitud, cuando dispuso un espléndido festin en obsequio de su estreno, convidando á sus dos hermanos, á los reyes de México y Tlatelolco, como tambien á fendatarios del reino. Quimal popoca se escusó con bastante cortesía; pero Tayatzin, que no pudo imaginar la red que se le preparaba, recibió la muerte traidoramente en presencia de los convidados, á quienes dió despues el tirano una falsa explicacion sobre las intenciones de la víctima y los consejos del rey de México. Estos señores feudales, en vez de satisfacer de tan sangriento suceso á la vindicta pública, aclamaron por su rey al pérfido y ambicioso fratricida, cuyo corto reinado se hizo notable por sus crueldades y crímenes.

Prision y muerte de Quimalpopoca: Izcoatl, cuarto rey de Mérico. (1423). Maxtlaton, no habiendo podido vengarse aun de los agravios de Quimalpopoca, cuyos consejos hubieran cortado de raiz sus atrevidos planes, concibió el pensamiento de acabar con él tan pronto como se viese asegurado en el sangriento trono de su padre.

Por entonces se contentó con despreciarlo, prodigándole las mayores injurias, y tratándolo de afeminado y cobarde. La historia refiere que el tirano trajo engañada á su corte una de las mugeres mas hermosas del rey de México; y que sin embargo de sus lágrimas y esfuerzos en defensa de su honor, tuvo la osadía de obligarla á que satisfaciese el desenfreno de su pasion. La desgraciada muger hizo presente å su marido la mancha que el tirano habia impreso sobre su frente; porque este hecho atroz debia considerarse como una verdadera ignominia.

No queriendo Quimalpopoca ser víctima del furor de su enemigo, que de tal modo acababa de poner en espectáculo el ultrage de su honra, se determinó á ofrecer su vida en sacrificio al númen de la nación azteca, al sanguinario dios Huitzilopochtli. Los cortesanos apoyaron con placer su bárbara resolucion; y muchos de ellos quisieron seguir la misma suerte que su desgraciado monarca. Despues de un solemne baile, los sacerdotes del templo empezaron por sacrificar una por una las infortunadas víctimas, que debian servir de objeto al fanatismo de la religion azteca. El rey presenció con serenidad la suerte de sus predecesores; y cuando faltaba ya muy poco para que llegase su vez, se apoderó repentinamente de su persona un cuerpo de tropas enviado por Maxtlaton, que instruido á tiempo de su bárbara resolucion, trató de librarlo del sacrificio para hacerlo juguete de sus crueldades.

Cuando llegó Quimalpopoca á Atzcapuzalco en calidad de preso, el tirano lo mandó encerrar en una jaula de madera, cuya prision era muy comun en la nacion tepaneca. No satisfecho todavia mandó llamar á su córte al príncipe Nezahualcoyotl, legitimo heredero del trono, con pretesto de abrir negociaciones con él sobre el reino de Acolhuacan. El temerario príncipe, aunque no se le ocultaban las intenciones del tirano, se presentó á los pocos dias en Atzcapuzalco, eutró en palacio acompañado de un favorito, y habló al rey en estos términos: Sé que habeis aprisionado al rey de México, ,,y no sé si habeis mandado darle muerte, ó si vive aun en su pri„sion. He oido tambien que quereis quitarme lavida. Si así es, aquí „estoy: matadme con vuestras manos, á fin de que se desahogue ,,Vuestra cólera, con un príncipe no menos inocente que desgracia,,do." Estas enérgicas palabras, que fueron terminadas con el enternecimiento del infortunio, hicieron ocultar á Maxtlatou por aquel instante sus pérfidos designios; y no solo trató de justificarse de la prision en que tenia al monarca mexicano, sino que ofreció al príncipe, un magnífico alojamiento en la real córte.

Sabida por Quimalpopoca la llegada de su sobrino á Atzcapuzalco, mandó llamarle inmediatamente para anticiparse á los proyectos del tirano. Nezahualcoyotl, que obtuvo sin dificultad el superior permiso, tuvo el gusto de estrechar por la última vez entre sus brazos al cautivo rey de México. Pero éste que conocia la inmensidad del

peligro á que se habia expuesto su parieute, le manifestó en pocas par labras la historia de su desgracia, le hizo patente la perfidia del tirano, le aconsejó la fuga como el mejor medio de librar su vida de los lazos de aquella traidora córte, y confió á su honradez una sincera y celosa recomendacion de sus abandonados vasallos. Nezahualcoyotl salió apresuradamente de Atzea puzalco, tomó en Tlatelolco una canoa con buenos remeros, llegó á la ciudad de Tezcoco y se ocultó á las persecuciones de los agentes de su enemigo. El desgraciado cautivo, no queriendo que se realizasen los deseos de Maxtlaton, se ahorcó á los pocos dias en la jaula con su mismo ceñidor; pues prefirió esta muerte á la afrentosa que debia esperársele siu duda alguna.

De tal modo terminaron los dias del tercer rey de México. Durante su reinado, que fué de trece años, no solo hizo notables progresos la nacion en cultura y mejoras materiales, sino que alcanzó tambien no poca gloria con el buen éxito de sus armas. La historia refiere una batalla naval que sostuvo contra los habitantes de Chalco, en la cual tuvo pérdidas tanto de gente como de canoas. En tiempos de este rey fué trajda á la ciudad una gran piedra para los sacrificios ordinarios, como tambien otra de mayor tamaño para el sacrificio gladiatorio, cuyos sangrientos espectáculos formaban el principal elemento de la bárbara religion del pueblo mexicano.

Este pueblo, que vió acéfalo el gobierno en presencia del ódio de sus antiguos enemigos, levantó por rey al ilustre principe Izcoatl, hermano natural del difunto Quimalpopoca; pues no tuvo presente á otro que fuera mas digno de reprimir con las armas la insolencia del tirano. A sus antecedentes como hombre político y moderado, se añadia el servicio que habia hecho á la patria combatiendo á la cabeza de sus tropas por el largo periodo de treinta años.

Alianza de Nezahualcoyotl con el rey de México: rebelion contra el tirano. (1424). Desde que Izcoatl se vió sentado en el trono de su naciente Estado, concibió el pensamiento de hacerse respetable á los ojos del tirano de Acolhuacan, tomando á su cargo la defensa del legítimo heredero de esta corona, cuyo talento y valor lo habian hecho arrostrar sin cobardía los mayores infortunios. Los toltecas y chichimecas sintieron hervir en sus corazones las esperanzas de una completa reparacion: Nezahualcoyotl por su parte aplaudió con entusiasmo la feliz eleccion de los mexicanos.

Este desgraciado príncipe tenia quince años cuando su angusto padre fué víctima de la perfidia del ambicioso Tezozomoc: huyendo á la persecucion de este tirano, cayó poco despues en poder de los satélites de su gobierno, que lo llevarou preso á la ciudad de Atzcapuzalco para hundirlo en un calabozo. El gobernador de la fortaleza, que era secreto partidario de su familia, tuvo la nobleza de ponerlo en libertad bajo el mayor sigilo, y respondió con su cabeza à la grave responsabilidad que habia contraido. El fugitivo

príncipe, merced á la interposicion del rey de México, alcanzó permiso al fin para vivir en esta ciudad, y se estableció despues en el palacio real de Tezcoco, donde pasó ocho años entregado á los estudios bajo la direccion de un hombre sábio, que le habia servido de ayo en los dias de su niñez.

La muerte de Tezozomoc, cuyos temores le movieron á ordenar á sus hijos el asesinato del príncipe, interrumpió su pacífica y estudiosa vida al empezar el reinado del inhumano Maxtlaton. No solo tuvo la cortesía de honrar con su presencia los funerales del usurpador del imperio; sino que luego fué en persona á pagar tributo de obediencia al nuevo monarca, que lo rehusó abiertamente y le volvió la espalda delaute de sus cortesanos. Nezahualcoyotĺ regresó sin pérdida de tiempo á la ciudad de Tezcoco; y aunque el ardor de la juventud reclamó á su espíritu la satisfacción del agravio, los consejos de sus verdaderos amigos le inclinaron á tomar el partido de la fuga como el mas prudente. Su persecucion era un hecho decretado; porque la popularidad que habian conquistado sus virtudes entre los antiguos vasallos del reino chichimeca, no podia verla con indiferencia el carácter celoso del nuevo tirano.

Empleó primeramente medios traidores para asesinar al príncipe; pero viendo que la vigilancia de su ay o se los frustraba, mandó un respetable cuerpo de tropa á Tezcoco con la expresa órden de que lo matase en su mismo palacio. El príncipe fué advertido á tiempo por sus amigos; pero se propuso burlar á su satisfaccion el descaro é insolencia del opresor de su pátria, aunque corriendo por su parte no poco peligro en el imprudente designio. Los agentes del gobierno le encontraron jugando tranquilamente á la pelota; y despues de haberlos recibido con muestras de benevolencia, dándoles á su vez refresco á usanza del pais, entró en un salon inmediato sin inspirar sospecha alguna, porque tenía sus puertas abiertas; y al favor del espeso humo que despedia un incensario en el tránsito, se ocultó repentinamente á la vista de los soldados, tomó por un camino subterráneo de la régia habitacion, donde estuvo escondido hasta entrada la noche, penetró Inego por las silenciosas calles de los árboles, y encontró asilo en la choza de un respetable amigo de su familia.

Esta persecucion á muerte empezó desde el suicidio del infeliz Quimal popoca, cuya suerte habia arrancado una víctima á las crueldades del tirano. Apenas supo éste la fuga inesperada de Nezahualcoyotl, cuando se atrevió á poner su cabeza á público pregon, ofreciendo por ella una noble dama ricamente dotada. Sin embargo de esta proniesa los fieles partidarios del príncipe, à quien sus enemigos persiguieron por muchos dias, le salvaron con peligro de sus bienes y existencia; y algunos perecieron antes que declarar el lugar de su refugio: tanto era el ascendiente que gozaba ya entre los antiguos súbditos del reino de Acolhuacan, donde la

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