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las exalaciones de la tierra. Los miserables restos de esta célebre nacion, harto afligidos para permanecer en ella, se dirigieron unos á Guatemala, otros á Campeche, y muy pocos quedaron esparcidos en el pais de Anáhuac, que estuvo casi enteramente desierto durante ciento diez y nueve años, Desde entonces desapareció como nacional el nombre tolteca.

Los chichimecas: Jolotl, primer rey. (1170).- Otra nacion originaria de los paises septentrionales, vino despues de este tiempo á poblar el templado suelo del mediodia. Los chichimecas, cuyo origen tambien se ignora, disgustados de vivir en su patria conocida con el nombre de Amaquemecan, en donde la autoridad real se habia dividido entre los hijos de su último mouarca, al sentir los malos efectos de esta division de gobierno, determinaron establecerse bajo un clima mas suave y en tierras mas fértiles que las suyas. Jolotl, el mas joven de sus príncipes, queriendo fundar su monarquía con entera independencia de la de su hermano, encendió en el corazon de su pueblo el espíritu de la emigracion. En consecuencia, puesto al frente de numerosa tribu de guerreros, á quienes acompañaban sus mugeres é hijos, salió de Amaqnemecan con direccion al mediodia: encontró en su tránsito las arruinadas poblaciones de los toltecas, admirando sobre todo la gran cindad de Tula, que divisó al año y medio de su atrevida peregrinacion; pasó en seguida á Zempoala y Tepepolco, donde creyó conveniente detenerse por algunos dias; y desde allí dió órden á su hijo Nopaltzin para que hiciese un reconocimiento del pais.

Este príncipe, á la cabeza de unos cuantos guerreros, costeó las lagunas y altas montañas del valle de México; y luego que hubo observado la hermosura de este estenso territorio, no descuidó arrojar desde una altura cuatro flechas hacia los cuatro vientos cardinales, para hacer valer de tal modo la posesion que tomaba de dicho valle en nombre de su padre. Poco tiempo despues se estableció Jolotl en Tenayuca, situada al norte de México, y distribuyó sus vasallos en la extension de veinte leguas, fundando además muchas villas y ciudades.

Los chichimecas, que en breve formaron alianza y se mezclaron con las familias toltecas, esparcidas en algunos lugares del valle, aprendieron de ellas el cultivo de la agricultura y adquirieron útiles conocimientos en las artes; porque este pueblo, aunque algo civilizado respecto á la forma de su gobierno, que sabia hacer distinciones del mérito y nacimiento, no tenia nociones todavia del cultivo de la tierra, aunque vivió congregado desde un principio en miserables cabañas: su único ejercicio era la caza. El culto del Sol, á quien ofrecian yerbas y flores, formaba la religion de sus antepasados. En cuanto a sus costumbres, no se notaba en ellas la barbarie que distingue á los pueblos errantos y cazadores.

La alianza de esta nacion con las familias toltecas, además de los

matrimonios que contrajeron algunos nobles, se consolidó con el que tuvo á bien celebrar el príncipe Nopaltzin, sucesor å la corona, cont la doncella Azcajochitl, descendiente de uno de los príncipes que sobrevivió á la ruina de su nacionalidad.

Los historiadores suponen que Jolotl, no queriendo disfrutar á so las de las delicias de su nueva patria, dió noticia de sus ventajas materiales á los habitantes de Amaquemecan; y que esta noticia, difundida en los paises circunvecinos, promovió en breve el espíritu de la emigracion entre sus habitantes. Apenas habian pasado ocho años del establecimiento de los chichimecas, cuando aparecieron en Tenaynca seis personages con séquito numeroso de vasallos, los que procedian, segun se cree, del mismo pais de donde salieron despues los mexicanos. Habiéndolos recibido Jolotl con muestras del mayor regocijo, les señaló tierras en que pudieran vivir congregados.

A fines del siglo XII, cuando la córte del rey chichimeca se hallaba temporalmente establecida en la cindad de Tezcoco, cuyo lugar ofrecia gran ventaja por su situacion, llegaron á ella con grueso ejército tres magnates de la nacion Acolhua, pais muy distante del reino de Amaquemecan. Los príncipes extranjeros, que se llamahan Acolhuatzin, Chiconquauhtli y Tzontecomatl, despues de haber hecho al rey algunas ceremonias á su usanza, que cousistian en inclinarse y tocar con la mano el suelo, le manifestaron cuál era sır origen, la intencion que tenian de establecerse bajo el hermoso cielo del mediodia, y su deseo de querer vivir dependientes de la autoridad de tan humano como benéfico monarca. Jolotl, prendado en alto grado de la cortesanía de sus nuevos huéspedes, mandó darles alojamiento cual correspondia á su noble descendencia; é informado despnes de su índole como tambien de la disposicion de sus vasallos en admitirlos, no solo concedió á los acolhuis estados en su reino, sino que casó á los príncipes Acolhuatzin y Chiconquanhtli con dos de sus hijas; y al tercero con una doncella noble de Chalco, que descendia de uno de los enlaces establecidos entre la nacion tolteca y la dominante.

Las bodas se celebraron con mucha esplendidez: las fiestas públicas duraron sesenta dias, en los cuales ostentaron su genial habilidad los chichimecas en la lucha, carrera y combate de fieras. El pueblo, á ejemplo de sus príncipes, se unió en matrimonio con las ingeres extrangeras; de suerte que las dos naciones, formando corr el tiempo una sola familia, tomaron el nombre de Acolhua por ser el mas noble, y el reino se llamó de Acolhuacan. Sin embargo, algunas tribus cazadoras, pertenecientes á la nacion chichimeca, que se establecieron en los montes del norte de México, habiendo formado alianza con los otomies, conservaron su nombre genealógico hasta mucho despues de la conquista por los españoles. Esta fraccion segregada no olvidó nunca sus primitivas costumbres.

Jolotl dividió los estados de su reino entre sus yernos y otros no

bles: á Acolhuatzin, casado con su hija mayor, dió el gobierno del estado de Atzcapuzalco; á Chiconquauhtli, el de Jaltocan; y á Tzontecomalt, el de Coatlichan. La fusion de estas dos naciones produjo en breve el aumento de las poblaciones y cultura de los pueblos; pero el espíritu de rebelion, que comenzó á dominar el inquieto corazon de algunos nobles, como ha sucedido en todos los paises feudales, hizo necesaria la adopcion de medidas severas para reprimirlo en su mismo origen: medidas que repugnaron sobremanera á los humanos sentimientos dei monarca chichimeca, que en la mayor parte de su reinado habia adoptado un sistema blando para el gobierno de sus vasallos.

El rigoroso castigo de algunos nobles, lejos de producir saludable ejemplo, los precipitó hasta el punto de haber intentado, aunque sin efecto alguno, anegar los jardines del rey cuando éste durmiese descuidadamente en ellos, como acostumbraba hacerlo despues de las penosas tareas del gobierno. Habiendo Jolotl sabido á tiempo la conspiracion, si pudo librarse con maña de sus tristes consecuencias, no así de la fuerte impresion que hizo en su anciano espíritu la ingratitud de su pueblo; pues dentro de poco falleció en la ciudad de Tenayuca, cuando se hallaba resuelto á descargar sobre los conjurados la espada de la ley. Nopaltzin y su yerno Acolhuatzin oye ron de la moribunda voz del monarca saludables consejos sobre el sistema que ambos debian adoptar para el buen gobierno de sus pueblos, recomendándoles sobre todo la fraternidad y armonía que debian observar entre sí.

Este monarca, que reinó por espacio de cuarenta años, se distinguió tanto por su prudencia como por su valor; aunque la excesiva benignidad para con sus nobles y pueblo, sirvió alguna vez de obstáculo al respeto de que debe rodearse la autoridad del trono. Su cadáver fué adornado, ademas de las insignias reales, con varias figurillas de oro y plata; lo sentarou en una rica silla de goma de copal; lo tuvieron cinco dias expuesto á la curiosidad y sentimiento del pueblo; y últimamente, cuando se hallaban reunidos en la córte todos los personages del reino, fué quemado públicamente el real cadáver; cuyas cenizas, depositadas en una urua de piedra, permanecieron durante cuarenta dias en una sala del Palacio. Conducidas y colocadas despues en nua gruta que estaba situada cerca de la ciudad, en medio de un séquito numeroso del pueblo, todo se preparó al siguiente dia para celebrar el nuevo reinado.

Nopaltzin, segundo rey chichimeca (1210).—La exaltacion de este inonarca se celebró con otros cuarenta dias de fiestas públicas. Despues que hubo tranquilizado el espíritu de inquietud que turbó el último periodo del gobierno de su padre, dividió entre sus hijos algunos estados del reino; á Tlotzin, que era el primogénito, coucedió el gobierno de la ciudad de Tezcoco, para que fuera insensiblemente aprendiendo el modo de regir á los pueblos con prudencia y

sabiduría; y á los otros dos confirió autoridad en los estados de Za catlan y Tenamitic.

Hubo poco despues algunas guerras entre los feudatarios de la corona: el príncipe Acolhuatzin con permiso del rey se apoderó á viva fuerza del estado de Tepozotlan, a pesar de la desesperada resistencia que hizo su señor Chalchiuhcua, y lo agregó al suyo de Atzcapuzalco. Tambien Huetzin, hijo del príncipe acolhua Tzontecomatl y señor de Coatlichan, con motivo de una rivalidad amorosa venció en batalla campal á Jacazozolotl, y se apoderó de su estado con la aprobacion del monarca.

Habiéndose rebelado en seguida el señor de la provincia de Tulanzingo con frívolos pretextos, Nopaltzin salió contra él con numeroso ejército, y despues de haber tenido diez y nueve dias de dudoso combate, refrenó al fin su audacia por medio de una completa victoria, castigando con el último suplicio à los principales motores de la insurreccion. Otros quisieron seguir el mismo ejemplo; pero la actividad del monarca los redujo en breve á la obediencia. El príncipe de Acolhuatzin, señor de Atzcapuzalco, á quien sucedió su hijo Tezozomoc, dejó de existir cuando se hallaba tranquilo el reino. Al poco tiempo murió Nopaltzin á los treinta y dos años de reinado y como noventa de edad. Este monarca se hizo digno del buen nombre de su padre, aunque alcanzó una época muy llena de turbulencias.

Tlotzin, tercer rey chichimeca. (1242). De este príncipe, que sucedió á Nopaltzin en el gobierno del reino, casi nada nos refiere la historia. Solo se sabe que su dulce y benigno carácter creó innumerables simpatías en el corazon de sus vasallos; y que sin embargo de su genio è inclinaciones pacíficas, no descuidó la instruccion de sus súbditos en el arte de la guerra. Murió en Tenayuca á los treinta y seis años de reinado. Sus cenizas, depositadas en una urna de piedra preciosa, estuvieron cuarenta dias á la espectacion pública debajo de un pabellon.

En

Quinatzin, cuarto rey chichimeca. (1278). Este príncipe que como hijo primogénito debia suceder á Tlotzin en el gobierno del estado, celebró su exaltacion al trono en la ciudad de Tezcoco, que desde entonces hasta la invasion española sirvió de residencia á los reyes de Acolhuacan, con mayor aparato que sus antecesores. sn tránsito de la antigua á la nueva córte, se hizo conducir en magnífica litera descubierta, que llevaban en hombros cuatro señores principales. Esta litera, la primera que se habia conocido en el pais, pues todos acostumbraban andar á pié, despertó en los señores y magnates el deseo de ostentar de tal modo su orgullo y vanidad, cuyas consecuencias han sido siempre perjudiciales á los pueblos.

Aunque en los primeros años de su gobierno se disfrutó de suma tranquilidad, no así en los sucesivos en que la guerra civil penetró en el corazon del reino. Tuvo que sujetar á fuerza de armas los

estados de Meztitlan, Tototepec, Tetepulco, Huehuetoca, Totolapa, Mizquic, y otras cuatro ciudades rebeldes. El rey marchó en per→ sona contra algunos de estos estados, enviando contra los demás á sus mejores generales.

Origen y vicisitudes de los aztecas: fundacion de México. (1325). Antes de pasar adelante, no haciendo caso de muchas naciones que fueron poblando sucesivamente el extenso territorio de Anáhuac, de las cuales nos ocuparémos á su tiempo, vamos á referir la historia de un pueblo que, de miserable y cautivo, se coNStituyó con el tiempo en señor del imperio mas poderoso de la América Septentrional. Los aztecas ó mexicanos vivieron hasta el año de 1160 en el reino de Aztlan, que se cree haber estado situado al norte del seno de Californias, distante de la ciudad de México como novecientas leguas. Este año, movidos los aztecas por las persuasiones de un personage muy sábio entre ellos, abandonaron, su pais en compañía de otras seis tribus (1). Despues de haber pasado felizmente el rio Colorado, creyeron conveniente dirigirse hácia el sudeste y se encontraron con el rio Gila, en cuyas márgenes se detuvieron algunos años; pues no ha mucho se veian las ruinas de los grandes edificios que fabricaron. Continuando su camino en la misma direccion, al llegar á los veintinueve grados de latitud, hicieron alto en un lugar que distará mas de ochenta leguas de Chihuahua, hacia el norueste. Este lugar, que es conocido hoy con el nombre de Casas Grandes, por un vasto edificio que existe ó existia en él, ha ofrecido á los curiosos muchos vestigios del tránsito de este pueblo; pues se han encontrado debajo de tierra algunos platos, ollas, vasos, y espejos de itztli, segun nos refiere el historiador Clavigero.

Despues de haber atravesado la escarpada sierra de Taraumara, llegaron camino del mediodia á lo que es hoy Culiacan, Jugar situado sobre el seno de Californias, donde se detuvieron tres años. Entonces erijieron una estátua de madera como imágen de Huitzitopochtli, númen fabuloso que mandaba y publicaba las guerras en la nacion azteca; y para que los protegiese en su larga peregrinacion, le fabricaron una silia de juncos y cañas, sobre la cual, despues de haber elegido algunos sacerdotes que de cuatro en cuatro se auxiliasen, fué viajando continuamente cargado sobre sus hombros.

De Culiacan, tomando la direccion hacia el Oriente, llegaron al cabo de muchos dias á Chicomoztoc, cuya situacion no ha podido averiguarse con certidumbre; aunque algunos creen que se hallase distante siete leguas de la ciudad de Zacatecas, porque se han figu

(1) Estas tribus, conocidas con el nombre de Nahuatlacas, llegaron al reino chichimeca mucho antes que los mexicanos; y despues favorecidos por Jolotl, establecieron sus poblaciones en las cercanías de las lagunas de México, de donde proviene el nombre de nahuatlacas que significa cercanos á la laguna. Estas tribus han sido clasificadas en la historia con los nombres de sochimilcos, chalqueños, tepanecos, colhuis, tlahuicas y llazcaltecas,

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