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efectos no son efímeros, y esto me convence de que no podemos todavia reconocer la opinion pública de los mexicanos, porque ó no la tienen todavia ó aun no la han manifestado. En el espacio de doce años se han podido contar otras tantas opiniones públicas, ó que al menos han pasado por tales.

,,Cuando comenzaron las alteraciones yo preví los resultados; pero no pude resistir á los efectos del destino. Estaba en el caso de aparecer como un hombre débil ó como un déspota: preferí la primera alternativa, y no me arrepiento. Yo sé que no soy débil. He disminuido los males que amenazaban al pueblo, y levanté un dique que contuvo torrentes de sangre. La satisfaccion que experimenté de haber obrado de este modo es mi recompensa.

,,No ignoro el amor que se tiene á mi persona en diferentes lugares, de lo que no puedo dudar despues de haber recibido los testimonios menos equívocos. Tampoco ignoro que fomentando el espíritu de discordia y alentando los progresos de anarquía que amenazan el pais, las ciudades que en el dia están divididas, expresarian votos diferentes y se declararian de una manera decisiva. Mas mi sistema no será nunca alimentar la discordia. Miro con horror la anarquía: detesto su fatal influencia, y deseo ver reinar la union como la única fuente de bienestar del pais en que he nacido, y que por tantos títulos es caro á mi corazon.

,,Yo espero que el partido que he tomado para poner un término á las disensiones, asegurará la paz y la armonía, el órden y la tranquilidad. Olvidándome de mí mismo, solo he pensado en las ventajas de la nacion, y me he sometido á todos los sacrificios, á fin de que el pueblo no se viese obligado á hacer ninguno. He procurado los medios de impedir que la revolucion tomase el carácter de una reaccion violenta, la que siempre es sanguinaria, y de ha cer que cada movimiento fuese indicado primero por el pueblo y ejecutado despues con prudencia por las autoridades. He enviado comisionados á Jalapa para tratar de una manera confidencial y amistosa con los generales y gefes del ejército, para ver si era posible terminar de una manera pacífica las diferencias que se habian suscitado. Sometí á la deliberacion de la junta instituyente los puntos que impiden todavia la conclusion de una negociacion de la mayor importancia. Decreté el restablecimiento del congreso, luego que los comisionados y los diputados de esta provincia me aseguraron que esta medida era conforme á los votos de la mayoría de los pueblos, así como al de los gefes y oficiales del ejército. He restablecido el congreso, tan pronto como supe que habia en México un número suficiente de diputados para formarlo. En el día mismo de su reinstalacion, le manifesté que estaba yo dispuesto a hacer todos los sacrificios que el bienestar efectivo de la nacion exigiese. Le dejé elegir, como debia ser, el lugar en que queria reunirse, y le he reiterado mi deseo de conformarme á la voluntad ge

neral de la nacion y del congreso que le representa. Propuse que las tropas se retirasen, si lo deseaba así esta asamblea para su mayor libertad en las deliberaciones, á fin de que no estuviese rodeada de hombres armados. Manifesté por los conductos respectivos, que si las medidas ya tomadas para esta libertad y seguridad no le parecian suficientes, se me indicasen las que se considerasen necesarias, y el gobierno proveeria á su ejecucion. He abdicado la corona, declarando que si mi presencia sobre el trono era el origen de las disensiones, yo no queria ser un obstáculo á la felicidad del pueblo, y añadí que cuando se decidiese este punto, yo mismo me des. terraria de América é iria á fijar mi residencia y la de mi familia en un suelo extrangero, en donde lejos de México, no pudiese pensarse que empleaba alguna influencia para perturbar la tranquilidad, ni impedir los progresos de esta grande nacion en la carrera de la libertad y prosperidad. Declaré que durante la discusion sobre mi abdicacion, yo me retiraria de la capital, dando con esto una prueba de mi deseo de que el congreso delibere con entera libertad un asunto tan importante. Invité al congreso para que encargase á algunos de sus miembros la comision de tratar con los generales del ejército, oyéndome á mí sobre la manera decorosa con que yo podia retirarme. Yo mismo he propuesto que el general D. Nicolás Bravo, que merece la confianza pública, mandase esta escolta. He aplicado todos mis cuidados á procurar que cualquiera que sean los futuros destinos del pueblo mexicano, jamás pueda atribuírseme la mas pequeña parte en sus desgracias.

,,No se me ha presentado la necesidad de ningun otro sacrificio; pero si fuese posible que hubiese algun otro que exigiese de mí el bien público, estoy dispuesto á hacerlo. Yo amo mucho á mi patria, y creo que legaré á mis hijos un nombre cubierto de gloria mas sólida, sacrificándome por mi pais, que gobernando á mis conciudadanos desde un trono rodeado de peligros. Dejo á México, y antes de partir con toda mi familia, he querido desenvolver el sistema de mi gobierno y manifestar los sentimientos de mi alma. Sabia que esta rica porcion de la América no debia estar sometida á Castilla. y como este era tambien el voto de la nacion, me puse á su cabeza para defender sus derechos y proclamar su independencia. He dirigido su gobierno cou celo, y abdicado la corona. ¡Haga el cielo que esta abdicacion contribuya á su felicidad!

,,En el dia el congreso es la primera autoridad: á él toca dar direccion á los movimientos del pueblo. Si este cuerpo consigue un buen éxito á sus deseos sin derramar la sangre de sus conciudadanos; si unido al rededor de un centro comun pone un término á la discordia y á las divisiones intestinas; si gobierna por leyes sábias, formadas sobre bases sólidas, el pueblo verá asegurados sus derechos, y trabajará en aumentar las fuentes de la riqueza pública, si no es agitado por disensiones políticas. Si la nacion es protegida

por un gobierno que no la sobrecargue con impuestos y no ponga trabas a la industria, el pueblo llegará á ser opulento. Si la nacion mexicana, fuerte con la prosperidad de sus hijos, se eleva en fin al rango que debe ocupar entre las naciones, yo seré el primero en admirar la sabiduría del congreso, me gozaré en la felicidad de mi patria y descenderé contento al sepulcro."

La redaccion de esta proclama se atribuye generalmente á D. José del Valle, último ministro de relaciones durante el gobierno imperial, y es preciso confesar que ella no reune las circunstancias que pudieran haberla hecho notable en un acto tan solemne como sentido. Nosotros no nos atreverémos á decir algo en contra de la conducta de este ministro de estado; nada acerca de la vasta instruccion que le han concedido algunos escritores mexicanos; pero sí pudiera asegurarse sin temor de cometer una grave equivocacion, que fiel á sus sentimientos en favor de las formas republicanas, contribuyó sobremanera á inclinar el ánimo de Iturbide à adoptar su última y estravagante resolucion. El Sr. del Valle, corifeo del partido republicano en la asamblea nacional, fué uno de los diputados reducidos á prision por mandamiento del emperador, y de ella salió á los cinco meses para desempeñar una de las carteras de su ministerio, en union de D. Juan Gomez de Navarrete que tomó á su cargo la secretaría de justicia. Por mas caballerosidad que quisiéramos conceder á los sentimientos de D. José del Valle, en quien no suponemos una mezquina venganza bácia el hombre que lo redujo á una vergonzosa prision, nos es imposible conciliar sus opiniones republicanas con el buen desempeño de sus deberes bajo una administracion imperial. Así pues, su nombramiento lo consideramos como uno de los muchos errores que cometió el desgraciado héroe de Iguala; porque el hombre astuto y político que se encuentra á la cabeza de los destinos de un pais, jamás debe tender la mano á sus contrarios con intenciones y esperanzas de sostenerse en el poder. La fusion es un problema todavia en política. El esclusivismo es el carácter mas marcado en los partidarios de todas las naciones.

A pesar de que por la relacion de Iturbide nos hemos instruido de algunos sucesos posteriores á su abdicacion, nos parece conveniente volver á tomarlos para referirlos con todos sus pormenores. El nuevo poder ejecutivo quedó encargado de diligenciar su viage fuera del pais; pues debia ser trasportado á Europa en un buque neutral á espensas del Estado. Le ofrecieron una escolta de honor de quinientos hombres, elegida á sit voluntad entre los que le habian sido fieles hasta su caida; pero quiso mas bien que esta escolta se entresacase de las filas del ejército revolucionario, solicitando al propio tiempo que se confiase su mando al brigadier Bravo, el mismo que lo acompañó hasta la Antigua á poca distancia de Veracruz. Parece que este noble militar, tan humano y generoso du

rante los largos años de su vida, desplegó todo su rigor contra eft ilustre caudillo de la independencia mexicana; púes durante los dias de camino, cuando los habitantes de los pueblos venían á tributar justo homenage al desgraciado prisionero, el brigadier Bravo lo trataba con aspereza y lo sujetaba á vergonzosas privaciones. Por el contrario D. Guadalupe Victoria, encargado de custodiario hasta verificar su embarque, usó con él de finas y singulares consideraciones, cual cumplia á los generosos sentimientos de un bravo so! dado de las filas republicanas. El ex-emperador de México, despues de haber manifestado su gratitud al Sr. Victoria, se hizo á la vela el 11 de Mayo de 1823 con direccion á Italia, y cuando las olas lo alejaban de las playas que resonaban todavia con las aclamaciones de su nombre, ya era demasiado tarde para poner en obra la felicidad que el destino habia preparado á su patria digna de mejor suerte. Un genio á la cabeza de esta nacion, asistido de los recursos y ascendientes de que podia disponer el héroe de Iguala, hubiera bastado para colocarla en el camino del órden y prosperidad; porque el pueblo mexicano, simple espectador y víctima de la ensañada guerra de algunos partidarios, hace mucho tiempo que reclama la presencia de uno de esos grandes hombres que hacen época en los paises. Si la Providencia se lo hubiera concedido en la aurora de su libertad política, como plugo hacerlo respecto á la Francia en los dias de su mayor angustia, no sabemos hasta qué punto hubiera llegado el engrandecimiento de esta tierra bendecida, por la.naturaleza, donde el viagero encuentra muchas cosas que admirar despues de haber recorrido el mundo entero. Todos sus males derivan de la inexplicable conducta del ilustre caudillo de su independencia.

Los borbonistas y republicanos fueron demasiado severos con el gefe de la administracion imperial. A pesar de la pureza con que manejó los caudales públicos, lo acusaron de haberse enriquecido á la sombra del alto puesto que ocupaba; pero en los dias de su amargo destierro, cuando escribia las Memorias que hemos citado. tantas veces, contaba únicamente para su subsistencia con la pension que le habia asignado la asamblea nacional. La desgraciada suerte de su familia ha venido á poner mas en claro la integridad de su conducta despues de la independencia. Estas acusaciones fueron hijas del innoble carácter de los partidos; pero á la historia toca considerar á este héroe bajo su verdadero punto de vista. El soldado americano que ensangrentó los campos de batalla, ejerciendo crueles represálias contra los enemigos del sistema colonial, pudo tal vez haber merecido la justa indignacion de sus compatriotas; pero despues de concluida la primer revolucion, cuando este mismo americano desenvainó su espada para hacer la independencia de su pais, reedificando su pasada conducta por medio de hechos grandes y gloriosos, dejó de ser un hombre cruel y se convirtió de una

manera loable á los intereses de su patria. Sus únicos defectos fueron la debilidad y la indecision. Sus numerosos enemigos, aquellos que estaban filiados en los partidos borbonista y republicano, creyeron vengarse de Iturbide con la destruccion del trono imperial recientemente levantado; ¿pero el pais adelantó alguna cosa con esta violenta medida? Nada seguramente; pues una vez destruido el edificio vacilante del imperio, quedaron en medio de sus ruinas la confusion y la anarquía.

FIN DEL TOMO PRIMERO.

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