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do en 1508 por Don Felipe y Doña Juana, la temprana muerte de aquel y las enfermedades de ésta, pusieron la direccion de los negocios en manos de ávidos cortesanos que procuraron sacar de la Española extraordinario aprovechamiento. Cuando el rey Don Fernando volvió de Nápoles en 1507, deseoso de revivir el pasado entusiasmo por los negocios de las Indias, proveyó lo conveniente al buen gobierno espiritual y civil de la Española, como tambien cuanto pudiera acrecentar el espíritu de nuevos descubrimientos. Se erigieron dos obispados en aquella isla: uno en la villa de la Concepcion y otro en la de Santo Domingo.

El comendador Ovando habia procurado conservar el órden y sosiego público en toda la isla, cuya poblacion castellana ascendia ya á doce mil almas; y al efecto desterró á cuantos practicaban acciones contrarias á las buenas costumbres, siguiendo en esto una política distinta á la que habia observado el grande almirante. No por eso dejó de consentir los abusos de algunos cortesanos, que habiendo perdido la esperanza de alcanzar mercedes en España, obtuvieron de la munificencia real la asignacion de algunos indios en la Española, unos con el objeto de establecerse en ella, y otros para confiar la administracion de los nuevos esclavos á los sirvientes de sus casas: estos abusos fueron el origen del vicioso sistema de colonizacion en el Nuevo Mundo. En este tiempo ocupaba la atencion general la explotacion de las minas, cuyo trabajo se habia confiado á la semi-esclavitud de los indígenas: las fundiciones de cada año, segun el cronista Herrera, producian cuatrocientos sesenta mil pesos de oro. Con el objeto de que disfrutasen los indígenas de las Lucayas de la predicacion del eristianismo, aunque mas bien pudo ser para mayor aumento de los intereses coloniales, se empezaron á tras· portar á la Española algunos centenares de ellos, cuya sencillez se prestó fácilmente á las engañosas promesas del pueblo conquistador: de suerte que en menos de cinco años ascendió la emigración á cnarenta mil almas.

Entre tanto Juan Diaz de Solís y Vicente Yañez Pinzon, uno de los capitanes que sirvieron á Colon en su primer viage, habian formado el proyecto de proseguir el camino de los descubrimientos en las costas del continente. En efecto, habiendo navegado hacia el occidente de la Guayana, reconocieron la ensenada ó bahía de Yucatan, como tambien una gran parte de las costas de esta península; pero las ideas que pudieron concebir acerca de las riquezas de estas tierras, no fueron ciertamente tan risueñas como las que concibió el descubridor de Nueva-España; porque hasta entonces no hubo nadie que continuase la obra comenzada.

La isla de Cuba, descubierta por Cristóbal Colon en 1492, permaneció mucho tiempo desconocida al gobierno español, á pesar de su inmediación á la isla de Santo Domingo. Confundiéndola el almirante unas veces con la famosa Cimpango y otras con la China, for

mo en su acalorada imaginacion grandes y engañosos proyectos; pero la muerte le sorprendió sin que hubiera podido navegar por toda la extension de sus hermosas playas. Cuando regresó de Nápoles el rey Don Fernando, estrañando que nada se hubiera hecho en favor de aquella isla, libró órdenes á Nicolás de Ovando para que se hiciera de una vez su descubrimiento. El capitan Sebastian de Ocampo, que tomó á su cargo el desempeño de esta comision, salió del puerto de Santo Domingo á principios de este año, navegó á lo largo de las costas septentrionales de Cuba, deteniéndose durante el tránsito en muchos y muy regulares puertos; dió carena á sus bu-' ques en el conocido hoy con el nombre de la Habana, el cual fue llamado por mucho tiempo el puerto de Carenas; dobló.el cabo de San Antonio que está situado en el estremo occidental de la isla; tomó hacia el oriente por las costas meridionales, y regresó á la Española á los ocho meses de navegacion. Durante el tiempo que permaneció en el puerto de Jagua, uno de los mejores de la isla, pudo formarse muy buen concepto de sus sencillos naturales por el cumplido recibimiento que mereció de ellos. Hecho el descubrimiento de las costas de Cuba, no se pensó ya en los dorados sueños del gran de almirante.

El teniente gobernador de la provincia de Higuey, Juan Ponce de Leon, habiéndose informado del mucho oro que contenia la isla de Boriquen, descubierta por Colon en 1493, obtuvo permiso del comendador Ovando para inquirir personalmente la verdad de esta noticia, é instruirse del carácter y costumbres de sus habitantes. Emprendió el viage con algunos castellanos y varios indígenas prácticos; desembarcó en la provincia que obedecia al cacique Agacibaná, el señor mas poderoso de la isla, y cuya hospitalidad se hizo bastante recomendable á sus ojos; recorrió en compañía del cacique los principales rios del territorio, donde descubrió entre otros los de Manatuabon y Cebuco, que produjeron con el tiempo mucha riqueza á la corona de Castilla; y antes de su partida de esta isla, á la que nombró San Juan de Puerto-Rico, dejó establecida en ella una colonia de españoles, que recibieron el mejor acogimiento en los primeros dias de la conquista. Esta isla, en su mayor parte montañosa, ostenta una vegetacion tan rica como la de Cuba y Haití, comprende cincuenta y siete leguas de extension y catorce de anchura; y segun el parecer de algunos historiadores, contaba con una población de seis-, cientas mil almas, á quienes hostilizaban continuamente los caribes de las islas inmediatas.

Don Diego Colon, primogénito y heredero del almirante, desde que el rey católico regresó de Nápoles, no habia cesado un momento de reclamarle la restitucion de los privilegios de su padre, puesto que se le habia despojado sin causa alguna legitima. Pero el temor que Fernando habia concebido sobre la concesion de ellos, se presenta

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ba como poderoso obstáculo al cumplimiento de sus deseos, pues el rey creia poco prudente confiar á un solo individuo tanto poder en lejanas tierras. En tal estado obtuvo permiso para representar sus derechos ante los tribunales de la nacion; pero no era por cierto el mas fácil y prudente camino para la consecusion de sus deseos, porque en España habia un partido contrario al nombre de Colon, y que trabajaba sordamente para separarlo de los favores del trono. Lo que hubiera sido dificil por medio de largos y embroilados trámites judiciales, pudo conseguirlo hasta cierto punto el matrimonio que contrajo Don Diego con Doña María de Toledo, hija del duque de Alva, personage bastante distinguido por su nacimiento y servicios hechos durante la ausencia del rey en Nápoles. El noble duque, deseoso de favorecer las intenciones de su yerno, hizo repetidas súplicas al católico Fernando, cuyo ánimo se resolvió á concederle únicamente los títulos de almirante y gobernador de las Indias, dejando á salvo la declaracion que hicieran los tribunales sobre la justicia de sus derechos.

El 29 de Octubre de este año expidió una real provision confiriendo á Don Diego el nombramiento para aquel gobierno, aunque sus poderes se limitaban á los que habian sido concedidos á Francisco Bobadilla y Nicolás de Ovando: & principios de Diciembre escribió á los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, disponiendo que de las exportaciones é importaciones de las Indias que tuviesen relacion con los intereses del almirante, como tambien de las que hubieran tenido efecto en años pasados, se diese cuenta y razon á quien Don Diego confiriese su poder para ello: por otra real cédula dispuso (13 de Diciembre) que los oficiales de la Casa de Contratacion tuvieran presente cuanto se habia observado con Nicolás de Ovando en su pasage á las Indias, para que se hiciese lo mismo con el almirante sin omitir cosa alguna; y por último, á solicitud del mismo Don Diego, expidió la siguiente cédula:,,Porque podria ser que ,,por Yo no ser bien informado, mande despachar algunas cartas „para las Indias en cosa que viniese perjuicio á nuestro servicio, Yo ,,os mando que veais las tales cartas y las obedezcais, y en cuanto ,,al cumplimiento nos lo hagais luego saber, para que sobre ello os. ,,envie á mandar lo que se haga. Pero en recibiendo nuestro segun„do mandado, obedecedlas y cumplidlas enteramente como os lo en,,viare á mandar, sin poner en ello dilacion alguna.” El nuevo almirante tuvo á bien solicitar esta real cédula, porque sabia que los privados del rey habian de procurar sorprender á cada paso su confiado ánimo, para arrancarle algunas concesiones en perjuicio de los intereses de ultramar. La energía con que se manejó Nicolás de Ovando en contra de semejantes abusos, contribuyó sobremanera á que fuese de tan corta duracion el periodo de su gobierno: aunque si hubiera sido dado à la Católica Isabel prorogar el término de su vida, habria sido depuesto del gobierno de la Española desde 1504;

porque sus muchas crueldades para con los indígenas habian disgustado ya el piadoso ánimo de aquella princesa.

Don Diego Colou partió para Sevilla en compañía de su esposa, de su hermano Don Feruando, de sus dos tios Don Bartolomé y Don Diego, y otros nobles personages de la córte. Nombró para su alcalde mayor al Lic. Marcos de Aguilar, persona esperimentada en los negocios judiciales, y que gozaba de una reputacion bastante buena en España. El nuevo almirante recibió instrucciones por es. crito para el buen gobierno de la Española: ellas se hallaban concebidas de un modo favorable al bienestar de los indígenas, cuya conversion al cristianismo excitaba vehementes deseos en el corazon del monarca; porque en su nombre se habia justificado el derecho de conquista á fuerza armada. Se le recomendaba sobretodo la buena asistencia de las iglesias y hospitales, el aumento de poblaciones y fortalezas, la cumplida administracion de justicia en los negocios del fisco y particulares, la exacta observancia de las buenas costumbres en todas las clases de la sociedad, el cumplimiento del sacerdocio en los deberes de su ministerio, el buen tratamiento de los caciques é indígenas de la isla, y que se tomase el mayor empeño porque fuesen desterradas sus antiguas fiestas y ceremonias. Se le encargó que tuviera mucha vigilancia sobre la prohibicion que tenian los isleños de vender sus heredades á colonos españoles, á menos que las ventas se hicieran en el justo precio de su valor: tampoco debia consentir que nadie empeñase ni prestase á los indígenas ninguna arma ofensiva ni defensiva, ni permitir la colonizacion extrangera en el territorio de las islas. Siendo la explotacion de las minas, cuya mitad de utilidades pertenecia al católico soberano, el principal interés en los trabajos de las Indias, se encargó á el almirante mucha diligencia en proveer todo lo necesario para el fomento de ellas, como tambien la no permision de fraudes en las casas de fundiciones. Las anteriores instrucciones encerraban muy buenos principios para el régimen administrativo del gobierno espiritual y civil; porque seria pedir demasiado al siglo que fué testigo de los descubrimientos de la América, la realizacion de unas doctrinas que no conoció, y que los siglos posteriores han arrancado del profundo seno de la ciencia económico-política. El soberano de Aragon, al mismo tiempo que queria despojar las tierras del nuevo mundo de sus inagotables riquezas, cuyos medios de explotacion no le fué dado comprender en sus justos límites, no descuidaba por eso de reformar las costumbres de los indígenas, y fue muy solícito en promulgar leyes que los defendiesen contra las crueldades de algunos europeos. Si el tiránico sistema de los repartimientos se conservó durante el periodo de su reinado, las únicas causas que pudieron justificarlo ante su inteligencia y buena fé, no fueron otras sino la mas fácil reforma de costumbres y conversion al cristianismo de los indígenas. Si no siempre llenaron los gobernadores las filantró

picas intenciones del trono, se debió no solo á la gran distancia de las posesiones de ultramar, sino tambien á las intrigas de muchos

cortesanos.

Don Diego Colon toma posesion del gobierno de la Española: colonizacion de la isla de Jamaica (1509). El almirante llegó á Santo Domingo en el mes de julio de este año: los habitantes de la isla lo recibieron con fiestas públicas, y muchos de ellos mostraron sentimiento al recordar los agravios hechos al gran Colon. En seguida procedió á tomar residencía á Nicolás de Ovando y á sus alcaldes mayores. El primero partió para Castilla en el ines de setiembre; y aunque se hallaba todavia de presidente del Consejo Don Alvaro de Portugal, cuyo corazon habia llenado de indignacion el frio é inhumano asesinato de la reina Anacaona,› como hemos dicho anteriormente, no por eso experimentó el justo castigo de sus reprobados procedimientos. A los pocos dias de haberse ausentado de la Española, algunos individuos le formaron capítulos sobre abusos cometidos durante el periodo de su gobier no; pero no tuvieron efecto por haberse intentado despues de los treinta dias de publicada la residencia.

La isla de Jamaica, descubierta por Cristóbal Colon en 1494, habia permanecido mucho tiempo indiferente á la conquista de los.españoles; pero Don Diego quiso señalar los primeros dias de su gobierno con la sumision de los habitantes de ella, en cuyas playas su augusto padre habia encontrado hospitalaria acogida en 1503. Juan de Esquivel la ocupó este año á la cabeza de setenta aguerridos castellanos, y luego se propuso formar en ella la primer colonia europea. Los caciques se armaron en favor de su libertad amenazada; pero habiendo vencido y ahorcado á los principales de ellos, logró someter toda la isla bajo el yugo de la obediencia. En seguida comenzó a dedicar el ánimo de los naturales al cultivo del algodon, cuyo producto parecia ser el mas privilegiado del pais. Los isleños de Jamaica, aunque muy semejantes en costumbres á los otros, dieron pruebas de mayor valentía que los de la Española y Cuba.

Expedicion de Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa a Tierrafirme (1510). En esta época se pensó sériamente en la formacion de un establecimiento permanente en las costas de la Tierrafirme. Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa tomaron á su cargo llevar á efecto dicha expedicion: el primero se habia hecho ya notable por su arriesgado espíritu y carácter emprendedor; y el segundo no tenia otros méritos que ser noble y rico propietario de la isla de Santo Domingo. El monarca español confirió á Ojeda el gobierno de la region comprendida entre el cabo de Vela hasta el golfo de Darien, y nombró á Nicuesa por gobernador de la que se extiende desde dicho golfo hasta el cabo de Gracias a Dios. Ambos obtuvieron las mas ámplias facultades para reducir los indígenas á

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