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mision de Cristóbal de Tápia, hizo presente que tenia intenciones de avocarse con él, para concluir el negocio de una manera favorable á los intereses de la colonia. Considerando el cuerpo municipal que el dominio de los españoles no estaba todavia bien asegurado, manifestó el deseo de nombrar una comision de tres oficia les del ejército, para que en su nombre significasen á Tápia lo necesario que era en México la presencia de Cortés, razon por la cual se veian obligados á apelar ante el emperador, de sus mismas provisiones; pero el conquistador, que no queria enemistarse con su antiguo amigo Tápia, le propuso el mando de la nueva colonia de Medellin, la cual habia fundado poco antes en honor del pueblo de su nacimiento. Tápia aceptó esta propuesta bajo ciertas condiciones; pero al poco tiempo se volvió cargado de oro y plata á la Es pañola, en donde fué ágriamente reprendido por la audiencia y por los religiosos de San Gerónimo, que funcionaban entónces como gobernadores de aquella isla; pues estas autoridades le habian prohibido antes de su marcha que pasase á la Nueva-España, á fin de impedir de tal modo las tristes consecuencias que hubierau resultado con el relevo de Cortés, cuyo genio estaba esclusivamente destinado para llevar á un feliz término la conquista del imperio azteca.

Cortés es nombrado goberuador y capitan general de Nueva-España: llegada de Francisco de Garay al rio de Pánuco (1523). Los apoderados y amigos del conquistador, sostenidos por el poderoso influjo del duque de Béjar, se aprovecharon del regreso á España del emperador Cárlos V, en Julio de 1522, para hacer valer en la córte las justas representaciones de Don Martin Cortés, legítimo padre de Don Hernando, contra quien conspiraban todos los amigos y favorecedores del gobernador de Cuba. Descando Cárlos V tomar una resolucion definitiva sobre los asuntos de México, formó una junta ó tribunal, compuesto de varios consejeros y altas dignidades del reino, en la cual aparecieron como acusadores de Cortés dos individuos que debian tenerle aversion: Pánfilo de Narvaez y Cristóbal de Tápia redujeron su acusacion á que Cortés se habia apoderado de la armada de Velazquez; que luego habia usurpado facultades que estaban fuera de los límites de sus atribuciones; que habia tratado indignamente á Narvaez y á Tápia, autorizados legalmente para intervenir en los asuntos de la conquista; que habia dado tormento á Cuauhtemotzin y defraudado los tesoros reales, invirtiéndolos en inútiles empresas é innecesarios gastos. Los defensores de Cortés alegaron en su favor la parte que habia empleado en el equipo de la expedicion; que aunque los poderes de Velazquez estaban limitados únicamente al comercio, el ejército creyó conveniente establecer una colonia para bien de los intereses del trono de Castilla, teniendo cuidado de enviar al emperador una noticia de todo lo que habia acontecido, á fin de obtener de una mancra legal una completa aprobacion; que las violentas medidas de

Narvaez le habian obligado á un rompimiento que procuró evitar å toda costa; que Cristóbal de Tápia no era á propósito para dirigir el delicado gobierno de la Nueva-España; que al tesorero Alderete se debia principalmente la cruel tortura del príncipe Cuauhtemotzin; que lejos de defraudar Cortés el quinto perteneciente al rey, le habia enviado mucho mas de lo que le correspondia; y en suma, que si el general habia gastado en expediciones y obras públicas, lo habia hecho en bien de la corona y comprometiendo su crédito para conseguir aquellos objetos. Los defensores de Cortés se quejaron de las dificultades que Velazquez y el obispo de Burgos habian suscitado al intrépido conquistador, á este genio que habia triunfado de todas ellas para poner un grande imperio bajo la obediencia de su principe.

Los miembros del tribunal, despues de haber examinado el negocio con bastante detenimiento, resolvieron que la cuestion con Diego Velazquez se viese y decidiese en el consejo de Indias, por considera rla un negocio perteneciente á la jurisdiccion contenciosa de los jueces ordinarios; pero deseando recompensar los brillantes servicios que habia hecho Cortés sin menoscabar los intereses de la corona, lo nombró Gobernador y Capitan general de Nueva-España, con facultades de nombrar á los empleados civiles y militares, pudiendo desterrar del pais á cualquier persona que fuere nociva á la tranquilidad pública. El emperador confirmó esta determinacion en Valladolid, á 15 de Octubre de 1522. Desde entonces perdió su influjo el obispo de Burgos en los negocios pertenecientes á Cortés.

Estos despachos llegaron á México á principios de 1523, donde fueron recibidos con la unánime aprobacion de los buenos españoles; pero como el emperador tuvo por conveniente anular los repartimientos que Cortés habia dado á sus oficiales y veteranos; éstos prorumpieron en espresiones poco decorosas á la magestad real, considerando como una injusticia manifiesta aquella sábia resolu cion; y como tuvieron cuidado de hacer muchas representaciones á Cortés sobre este interesante punto para ellos, el conquistador se vió obligado á sobreseer é informar al rey de los inconvenientes que traia consigo su filantrópica determinacion. Si esta prudente medida no se hubiera puesto en práctica desde luego, los oficiales y veteranos hubieran comprometido los intereses no cimentados todavia de la nueva colonia.

Hasta entonces Cortés no habia cesado un momento en mandar expediciones à todas las provincias del pais; pero las demás nacioDes del Anáhuac no se sometierou á los cristianos con tanta facilidad como los habitantes de Michoacan. Cortés y sus capitanes tuvieron que sostener mil reñidos combates en todo el territorio comprendido desde el Norte hasta el Sur. Cada reaccion ó revuelta de aquellos naturales despues de estinguirse, proporcionaba á los conquistadores un paso mas, hasta que al fin traslimitaron el antiguo rei

no de Moctezuma. Encargado Sandoval de esplorar las tierras del Sur bañadas por el rio Goazacoalco, triunfó fácilmente de la oposicion de algunas tribus indias, las cuales desaparecian ó se sometian á las armas españolas. Se construyó el fuerte del Espíritu Santo para contenerlos, asegurando en aquellas comarcas la dominacion de los castellanos. Varios pueblos miztecas y zapotecas, en guerra con el señor de Tuxtepec, los llamaron en su auxilio que obtuvieron desde luego; pues Alvarado marchó inmediatamente al frente de un puñado de valientes, libró del enemigo al pueblo amenazado, ocupó sus tierras, dejó guarnicion en sus poblaciones amuralladas, y se dirigió á la conquista del pais de Soconusco en el reino de Gua temala. En aquellas regiones, que los españoles recorrieron por la primera vez, observaron algunas huellas de una antigua civilizacion, reconocieron algunos palacios de piedra cortada, ciudades de una legua de circuito rodeadas de altos muros, muy gruesos y esculpidos, y edificios de un órden arquitectónico mas elegante que los de México. Igual espectáculo, aunque mas maravilloso, les aguardaba en el reino de Guatemala, cuya estrema frontera atravesaron para llegar á las costas del mar del Sur.

Allí se fijó atentamente la vista de Cortés, y desde cuyo punto, segun órdenes de su gobierno, debia intentar nuevos descubrimientos. Allí se lisonjeaba encontrar el paso ya buscado entre el Atláutico y el oceano Pacífico: este camino de Indias que los primeros descubridores de la América habian investigado. Tal fué el objeto del viage de Yañez Pinzon, de Juan y Sebastian Cabot, de Córte, de Real y de Ponce de Leon. La certeza de que el continente americano se interponia entre la Europa y el Ásia, se adquirió en 1513, cuando Vasco Nuñez de Balboa percibió el grande oceano desde la cúspide de las montañas de Pancas, en él itsmo de Panamá. Cor- 1 tés ignoraba que Magallanes habia hallado en el año anterior un paso al Sur: Cortés lo buscó en la latitud de la Nueva-España, y su expedicion á Michoacan condujo uno de sus capitanes á la embocadura del rio Zacatula. La expedicion de Alvarado le hizo alcanzar la misma costa occidental, entre el 15. y 16. grados de latitud Norte. Dirigió sobre Zacatula todos los carpinteros del ejército, é hizo trasportar de Veracruz las velas, cuerdas y hierro. Se construyeron dos naves para esplorar la costa, en la cual hizo Olid algunas infructuosas investigaciones por órden de Cortés.

No hay duda que este último, desde el segundo año de su conquista, hubiera dado mas estension á las esplotaciones del graude oceano, si no se hubiera visto obligado á enviar tropas bajo las órdenes de Sandoval, para echar del pais de Pánuco á la gente de Francisco de Garay, que se habia declarado independiente de él. Este español habia surgido en el rio de las Palmas con una fuerte armada, trayendo bajo sus órdenes ochocientos cincuenta hombres de todas armas, y se proponia hacerse gobernador del territorio que

habia conquistado Cortés; pero los nuevos soldados expedicionarios, seducidos por las ofertas de las guarniciones que habia apostadas por aquellas costas, se habian desertado de las banderas de su gefe, esparciendo el terror en medio de las naciones indígenas, quienes empezaron á cometer asesinatos de españoles en todas las poblaciones pequeñas. Francisco de Garay pidió y obtuvo completa proteccion de la generosidad de su afortunado rival. hasta el estremo de haber contraido matrimonio el hijo mayor de Garay con una hija de Cortés; pero á pesar de haberse establecido entre ambos este lazo de alianza y parentesco, los indios de Pánuco no cesaban de cometer cada dia nuevos y horrorosos asesinatos, contra los españoles que se hallaban rebelados en aquella provincia desde su desercion de la bandera de Garay.

Cortés combatió mas de una vez contra estos terribles indios, los cuales volvian á tomar las armas tan luego como se ausentaban los españoles; pero al fin resolvió acabar con ellos para completo escarmiento de las provincias vecinas. Encargó á Sandoval que los persiguiese de muerte reduciéndolos á la esclavitud; marcando en seguida á los prisioneros con hierro ardiendo, y repartiendo sus tierras entre los soldados para poblar aquel territorio: así se ejecutó. Sandoval llevó mas allá el rigor de la venganza; pues gracias á su artillería y á los mexicanos que entonces ayudaban á castigar á sus antiguos tributarios, aquellas poblaciones sucumbieron bajo el acero esterminador de los castellanos, y cuatrocientos de sus gefes fueron cogidos y quemados vivos en presencia de sus mugeres.

Defeccion de Cristóbal de Olid: expedicion de Cortés à la provincia de Honduras: suplicio de Cuauhtemotzin: disturbios de Mérico: vuelta de Cortés: desconfianza de la corte de Castilla. (1524 á 1526). Sometida casi en su totalidad la provincia de Pánuco, la ambicion de Cortés tentó uuevamente apoderarse del pais de Hibueras ú Honduras, sobre el cual tenia excelentes noticias acerca de sus ricas minas de oro. Al jóven Cristóbal de Olid, uno de sus tenientes mas favoritos, confió el honor de plantar en aquella tierra el pendon de Castilla, en la cual no habia podido penetrar el águila mexicana. La expedicion salió de Veracruz en 11 de Enero de 1524: Olid tocó en la Habana para abastecerse de provisiones y caballos; pero allí Diego de Velazquez, en cuya casa se habia criado, consiguió alejarlo de la fidelidad de su antiguo compañero de armas. Llegado el capitan español al pais que debia conquistar, tomó posesion de él en nombre del gobernador de Cuba, y permaneció ocho meses sin escribir á su general, quien asegurado de la traicion por la llegada á Veracruz del factor Gonzalo de Sandoval, envió contra él al capitan Francisco de las Casas á la cabeza de ciento cincuenta hombres. Perseguido por las tempestades y sin esperiencia de las costas, las Casas perdió la mayor parte de su gente y cayó prisionero en poder de su contrario; pero ayudado de

su audacia y buena suerte, aprovechó un golpe de mano y consiguió apoderarse por sí mismo de aquel gefe rebelde. Olid fué juz. gado como traidor y decapitado en Naco; despues de haber visto á todos sus partidarios reunidos bajo la autoridad de Cortés.

Sin embargo, este general en absoluta ignorancia de cuanto sucedia en aquella poblacion, se decidió á ejecutar en persona la conquista de Honduras, y á buscar en sus riberas un paso para penetrar en el otro oceano; pues como él mismo escribia á Cárlos V.: „hay ,,opinion de muchos pilotos, que por aquella bahía sale estrecho á la ,,otra mar, que es la cosa que yo en este mundo mas deseo topar, ,,por el gran servicio que se me representa que de ello V. C. M. re,,cibiria." Cortés dejó á México ocupado en engrandecerse, en poblarse de palacios é iglesias, en cambiar sus chozas en casas, y en hacerse bella, rica y elegante, mientras que él emprendia su marcha con el pomposo aparato de un príncipe soberano. Le acompañaban una numerosa servidumbre de oficiales, mayordomos, pages y lacayos, y cubria el servicio de su persona una compañía de guardias. Doña Marina seguida de las mugeres que la servian, era tambien de la comitiva en este viage. Gonzalo de Sandoval mandaba la division española fuerte de ciento cincuenta caballos y otros tantos infantes, llevando consigo tres mil mexicanos á las órdenes de sus gefes naturales. Cortés no quiso dejar en México al desgraciado rey Cuauhtemotzin y otros señores principales, temiendo las inquietudes que hubieran podido causar durante su larga ausencia. El ejército se dirigió por Örizava á Goazacoalco, hasta donde mas bien parecia una jornada real que una expedicion militar. En aquel punto recibió los honores y homenages de todos los gefes de la provincia, á quienes habia reunido para exigirles juramento de fidelidad al rey de España. Entre estos nobles indios se hallaban los padres de Marina ¿cuál fué su sorpresa cuando en la grande dama favorita de Cortés, sentada á su lado, reconocieron á la pobre jóven que habian expulsado y vendido? El corazon de esta hermosa americana estaba formado para las nobles pasiones, motivo por el cual acogió á su anciana madre temblorosa, como tierna hi⚫ja, la llenó de beneficios é hizo ascender á su hermano al rango de los principales gefes del pais. Los padres abrazaron al instante la religion de Marina, que rechazaba la venganza como un crímen, y se hacia un deber con perdonar las injurias.

La campaña de Honduras fué para Cortés una cadena de calamidades. No le seguirémos hasta el centro de dilatados prados innundados de profundos lodazales, en donde los caballos se enterraban hasta el pecho: ni á las grandes villas desiertas, en medio de poblaciones enérgicas que le disputaban palmo á palmo un terreno dificil. No recordarémos aquellas numerosas escenas de sangre y patriotismo: aquellas tribus prefiriendo la muerte á la dominacion de sus enemigos. Unos sacerdotes encerrados en sus templos, de

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