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corto número de los guerreros castellanos. Habiendo sabido el Adelantado que el señor de la provincia se hallaba á cuatro leguas de su campo; le mandó decir con un prisionero que cesarian desde luego las hostilidades, dado caso que le entregase prisionera la persona del rey Guarinoex. El noble monarca indígena, dando un singular ejemplo del derecho de gentes, le contestó inmediatamente:-,,Decid ,,á los cristianos que Guarinoex es hombre bueno y virtuoso, que ,,nunca hizo mal à nadie, y que por esto es digno de compasion; y que ellos son malos, usurpadores de tierras agenas, que no quiero „su amistad, sino favorecer á Guarinoex." Las hostilidades comenzaron de nuevo; y aunque los ciguayos pedian con instancias a su rey la entrega de Guarinoex; como resultado de los tristes efectos de la guerra, aquel tuvo la noble constancia de sostener los sagrados derechos de la hospitalidad, hasta el punto de haberse visto abandonado por sus cobardes súbditos, que fueron á esconderse en el corazon de los montes. Cuando Mayobanex se vió en medio de este triste desamparo, buscó tambien asilo en los bosques con sus parientes y amigos, donde fué aprehendido con motivo de la revelacion de unos cuantos de sus mensageros, que no pudieron hacerse superiores á los crudos dolores del tormento. El rey Guarinoex cayó en poder de los castellanos á los muy pocos dias. Esta campaña duró mas de tres meses.

El genio de Cristóbal Colon, que habia concebido la esperanza de dar mayor brillo á la gloria de su nombre, no pudo permanecer tranquilo en presencia de los honores y mercedes, que los reyes de Castilla le concedian á manos llenas, sin implorar de su proteccion los recursos necesarios para un tercer viage al Nuevo Mundo. El 30 de mayo, despues de haber triunfado de innumerables osbtáculos que se le opusieron, salió de la barra de San Lúcar con seis buques; siguió en su navegacion una latitud mas baja; y descubrió la isla de la Trinidad, el golfo de Paria, la costa nordeste de la América meridional á la embocadura del Orinoco, y la isla de Margarita. El descubrimiento del continente americano se hizo el 1. de Agosto: ningun navegante habia pisado hasta entonces las playas de la Tierrafirme. Cristóbal Colón se imaginó haber encontrado el Paraiso Terrenal en esta parte del mundo, que creyó hallarse situada en el extremo oriental del Asia. A los pocos dias pasó á la Española, donde supo con desagrado la indisciplina y desórdenes de algunos castellanos, que se habian propuesto contribuir á la realización de los planes del cabecilla Roldan. Cuando su hermano le hubo informado de todos los, sucesos, determinó traerlos á la obediencia por medio de la contemporizacion.

Sumision de Francisco Roldan: expedicion y excesos de Alonso de Ojeda (1499). Muchos dias empleó el almirante en reducir los amotinados á la obediencia; pues el altanero carácter de Roldan, cuyos compañeros se habian acostumbrado á una vida de ócio

y latrocinio en la provincia de Jaragua, sirvió de poderoso obstáculo á cuantos razonables medios se quisieron poner en obra. Al fin, la consideracion de los dias que pasaban sin fruto en el arreglo de estos escandalosos desórdenes, y el temor de que fueran tomando incremento en perjuicio de los intereses de la colonia, produjeron en el ánimo del almirante la intima persuacion, de que convenia por cualquier medio reconquistar el imperio de la paz. Así es que, bajo condiciones muy poco honrosas al buen nombre de la autoridad ofendida, el cabecilla Roldan se sometió al legítimo gobierno constituido en la isla, habiendo conseguido que se le conservase en el destino de alcalde mayor, y que se diese á sus compañeros el derecho de vecindad y la propiedad de algunas tierras de cultivo. Por este tiempo, merced á los repartimientos de terrenos, habian empezado á establecerse poblaciones en las provincias sometidas; pero el almirante, á pesar de la dulzura de su gobierno paternal, se veia contrariado á cada instante en sus disposiciones, y las mismas autoridades que habia creado, eran las primeras que daban pábulo al descrédito de su prestigio.

Cuando se supo en Castilla el último descubrimiento del almirante, Alonso de Ojeda armó sus buques en Sevilla y se hizo á la vela para el Nuevo Mundo. Despues de haber navegado á lo largo de la costa de Paria, avanzando hacia el oeste mas de lo que lo habia hecho el almirante, determinó tocar en la Española antes de su regreso á Europa. En esta expedicion iba el aventurero Américo Vespucio, que se valió de artificios para usurpar á Colon la gloria de su descubrimiento, y cuya historia de viage le sirviô para legar á los futuros siglos el recuerdo de sus perfidias y engaños; pues su nombre lo conserva todavia el continente que descubrió el ilustre genovés. Cuando éste creia asegurado el sosiego público en la Española, el capitan Ojeda desembarcó á ochenta leguas del puerto de Santo Domingo, afectando deseos de proveerse de viveres para la tripulacion de sus buques, aunque sus verdaderas intenciones eran tomar indios por esclavos, y abastecerse del palo de tinte que abundaba en dicho punto. Francisco Roldan, de cuyo ascendiente se valió el almirante para evitar mayores escándalos, manifestó en esta ocasion un gran celo por la conservacion del órden; pero al principio quedó satisfecho de las engañosas disculpas que le dió Ojeda, con motivo de haber ido á reconvenirle su desembarco en la isla sin permiso del gobierno, y aun le concedió licencia para que continuara proveyéndose de viveres todo el resto del año. Sin embargo, tan pronto como el comisionado de Colon hubo vuelto la espalda, el capitan Ojeda dió la vela para el golfo de Jaragua, doude empezó á inquietar el ánimo de los naturales con crueldades y latrocinios; y declaró guerra á todos los españoles amigos de la tranquilidad pública, porque no habian querido mezclarse en un plan de conspiracion que tramaba contra el gobierno

del almirante, á pesar de haber pretendido hacer valer sus favores para con el obispo Fonseca, árbitro entonces de las Indias y enemigo declarado de los Colones. El astuto Roldan le salió al encuentro, desconcertó sus planes y lo ahuyentó de la provincia; de suerte que el capitan Ojeda, despues de cometer algunas depredaciones en las costas, partió con sus esclavos indios para Castilla, donde quedaron sin castigo sus robos y asesinatos. Otros aventureros esploraron la tierra firme en este mismo año; pero no se fijó establecimiento alguno colonial.

La indisciplina de los castellanos se hacia cada vez mas notable en la Española; pues ya no bastaban los medios suaves y persuasivos, ni ya era suficiente el paternal cuidado del supremo gefe de la colonia. No pasaba un mes sin que hubiera señales de rebelion; porque la mayor parte de los colonos, gente arrancada del cieno de los crímenes para formar la poblacion de la Española, no consideraba con respeto la autoridad del almirante, cual sus virtudes y fatigas merecian. Entonces, obligado por las circunstancias, determinó valerse de la fuerza para cubrir la enorme responsabilidad que habia contraido con sus reyes; de suerte que, con motivo de la continuacion de los desórdenes, mandó ahorcar á unos, encerrar á otros en oscuros calabozos, y perseguir á muerte á los que se guarecian en las pacíficas poblaciones de los indios, con el inicuo objeto de hostilizarlos en sus vidas y propiedades. Se hizo necesario que el principio de la fuerza interviniese en los negocios de la colonia.

Prision del almirante y sus hermanos: descubrimiento de las playas del Brasil (1500). Mientras que la isla se hallaba envuelta enmedio de estos desagradables desórdenes, los enemigos de Colon se proponian desacreditar desde la metrópoli el bueu nombre de su gobierno. A la cabeza de estas maquinaciones se encontraba el obispo Fonseca, ministro de Indias, cuyo ódio á todos los grandes descubridores lo ha hecho notable á los ojos de la historia. Pero los reyes de Castilla, en vez de apoyar las enérgicas disposiciones de su almirante, acordaron poner en otras manos las riendas del gobierno; y al efecto enviaron con el carácter de juez pesquisidor á Francisco Bobadilla, á quien dieron tambien las provisiones de gobernador para que usase de ellas en caso necesario. Francisco Bobadilla, hombre de ruines intenciones, â poco de haber desembarcado en el puerto de Santo Domingo, mandó leer en la puerta de la Iglesia los reales despachos que llevaba consigo; y desde luego reclamó de Don Diego, porque el almirante y el Adelantado se hallaban ausentes á la sazon, la entrega de todos los presos que estuviesen en la fortaleza: reclamo que fué considerado por aquel como ofensivo á las preeminencias de su hermano. Pero al siguiente dia el pesquisidor, habiendo juntado multitud de malcontentos, mandó destrozar los cerrojos que guardaban las puertas de la fortaleza, y se apoderó de todos los presos y sentenciados.

Cristóbal Colon supo con admiracion las violentas determinaciones de Bobadilla; pues imposible le parecia que los mismos reyes, á quienes habia servido con la mayor constancia y lealtad, hubiesen trocado repentinamente sus beneficios en insultos y vergonzosos agravios; pero sus preocupaciones acerca de la augusta dignidad de los reyes, le hicieron olvidar los errores é ingratitudes del corazon humano. Cuando Bobadilla se vió reconocido como gobernador de la isla, no tardó en apoderarse de las armas, haciendas y cuanto poscia el almirante; pero éste, tan pronto como supo la calumniosa acusacion que se formalizaba contra su conducta, deponiendo en ella como testigos sus mas declarados enemigos, se puso inmediatamente en camino para el puerto de Santo Domingo; donde en vez de encontrar la completa justificacion de su inocencia, recibió en sus piés los ignominiosos grillos de los criminales, y se le mandó encerrar en un oscuro calabazo de la fortaleza. Igual desgracia cupo en suerte á sus hermanos Don Diego y Don Bartolomé.

Los dias que pasó el almirante en la prision fueron de crueles angustias y sobresaltos; pues sus enemigos se complacieron en insultar de mil maneras la desgracia de su injusta suerte; y aun Ilegó á temer que Francisco Bobadilla, no contento todavia con su baja y ruin conducta, se propusiera terminar tan vergonzosos padecimientos con el suplicio. De suerte que cuando se le sacó de la prision para enviarlo á Castilla, dirigió al comandante de los buques las siguientes preguntas:,,¿Donde me lleva vd., Vallejo?-AI ,,navío, le contestó.--Vallejo, ¿es verdad?--Lo juro por vida de vues,,tra señoría." Estas palabras tranquilizaron su angustiado ánimo; pues habia creido que se le iba á conducir al suplicio.

A fines de Noviembre llegaron los buques al puerto de Cadiz. Alonso de Vallejo usó con el almirante y sus hermanos del mejor tratamiento posible; y como hubiese querido aliviarlos del peso de los grillos, Don Cristóbal no quiso permitirlo hasta que fuese por órden de los católicos reyes. De tal modo con escándalo del mundo entero, se presentó en las costas españolas el ilustre Colon, el primer navegante que osó arribar á las playas de un nuevo continente. La pluma del historiador echa un negro borron sobre la corona de Castilla, cuyos grandes y heróicos hechos han sido notables en muchas épocas; pero en esta vez no supo hacerse superior á las intrigas de los émulos de su almirante, cuyo genio abrió á las riquezas del mundo un nuevo campo, y dió á sus guerreros el medio de adquirir nuevas glorias y conquistas. Las cadenas que pesaron ignominiosamente sobre los piés del almirante, si fueron un efecto de la ignorancia é ingratitud de los hombres, no por eso empañaron su grande y brillante gloria. Cuando se presentó sin grillos en la cárte de sus reyes, se le dió cumplida satisfaccion por el agravio que habia recibido; pero ella nunca podrá borrar la odio

sa mancha de ingratitud, que los católicos monarcas echaron sobre esa época de su reinado.

Los portugueses habian encontrado el paso para la India Oriental por el Cabo de Buena Esperanza. El navegante Alvarez Cabral que partió con trece buques con direccion à aquellos mares, se desvió hácia occidente para evitar los peligrosos vientos y calmas que reinan á lo largo de las costas de África, y descubrió casualmente para la corona de Lisboa las playas del imperio del Brasil. Algunos aventureros españoles esploraron en el siguiente año las costas de Paría y Tierrafirme; pero nunca llegaron á establecer en ellas ninguna colonia permanente.

Nicolás de Ovando, gobernador de la Española: cuarto y último viage de Colon al Nuevo Mundo (150i á 1505). Habiéndose penetrado Isabel la Católica por la extensa relacion del almirante, á quien apreciaba en mas alto grado que su augusto marido, de las arbitrariedades que habia cometido en su nombre Francisco Bobadilla, determinó conferir las riendas del gobierno de la isla á Nicolás de Ovando, comendador de Lares, é individuo que gozaba de mucha reputacion en la córte. Circunstancias particulares retardaron algunos meses su salida, cuyo tiempo aprovecharon los reyes para darle muy sábias instrucciones sobre el buen gobierno de la isla, no descuidando en ellas todo lo tocante á la conversion, buenas costumbres y bienestar de los naturales; pues una de las cláusulas decia:,,Que todos los indios de la Española fuesen libres ,,de servidumbre, y que no fuesen molestados de alguno; sino que " viviesen como vasallos, libres, gobernados y conservados en jus„ticia, como lo eran los vasallos de los reinos de Castilla; y que „procurase que en la Santa Fé Católica fuesen instruidos". La rei na Isabel de Castilla, que nunca descuidó lo conveniente al buen tratamiento de los indígenas, vió con bastante desagrado los casos de esclavitud que se hicieron notables durante el gobierno del almirante; porque ella, al poner en obra el establecimiento de la colonia, nunca pensó hacer esclavos á los pueblos del Nuevo Mundo, sino que quiso hacerlos partícipes de los adelantos del cristianismo y civilizacion.

Nicolás de Ovando salió de la barra de San Lúcar el 13 de Febrero de 1502, con treinta y un buques y mil quinientos hombres: en esta ocasion se embarcaron diez frailes de San Francisco para establecer en las Indias su órden religiosa, la primera que se conoció en las posesiones americanas. Nicolás de Ovando llegó al puerto de Santo Domingo el 15 de Abril, no sin haber sufrido horrorosa tormenta cerca de las islas Canarias, en la que creyó ser víctima de un naufragio. Los habitantes de la Española lo recibieron con muestras de aprecio y regocijo. Desde luego que tomó posesion del gobierno de la isla, empezó á poner en obra sus instrucciones acerea de la residencia de Bobadilla, y se dedicó á formar causa á los TOM. I.

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