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pertenecientes al sacerdocio, dividieron al pueblo en facciones, y desde luego comenzó la guerra civil. El ilustre gobernador, acompañado de muchos nobles, buscó refugio en la ciudad de Tlamanalco. Cuando lo supo el rey de México, que respiraba aun venganza por la pasada derrota, los mandó matar en castigo del delito de rebeldía, y envió sus cadáveres al pueblo de Huexotzinco. Debe creerse aunque nada dice la historia, que no tardaria mucho en volver la república á la dominacion mexicana.

En 1498, deseando el rey facilitar la navegacion de la laguna, cuyo comercio aumentaba de un modo extraordinario, mandó abrir un gran acueducto de Coyoacan á México, contra la opinion de algunas personas inteligentes, para proveer la laguna de las aguas de una fuente que tenia su nacimiento en Churubusco. Esta fuente, aunque solia secarse una que otra vez, crecia considerablemente en tiempo de las aguas. La desgracia hizo que el mismo año, muy abundante en copiosas lluvias, se viese inundada la ciudad de México por la torpeza de su soberano, hasta el punto de no poderse transitar las calles sino por medio de canoas. Hallandose el rey en la estancia inferior de su palacio en los momentos de la inundacion, al intentar salir precipitadamente por una puerta demasiado baja, se dió un fuerte golpe en la cabeza que al poco tiempo le ocasionó la muerte. En medio de tan aflictivas circunstancias, que agravaban los continuados clamores del pueblo, imploró de la ciencia del monarca de Acolhuacan los auxilios necesarios; y Nezahualpilli, que descubrió muy pronto el remedio, mandó reparar el dique que se habia construido durante el reinado de su augusto padre. De tal modo concluyó la inundacion.

Al siguiente año experimentaron los mexicanos suma escasez, á causa de que la abundancia de las lluvias destruyó las siembras de maiz; mas tuvieron la fortuna de descubrir en el valle una cueva de tetzontli, cuya piedra emplearon con buen éxito en la reconstruccion de los templos y edificios arruinados. El rey tuvo gran empeño en que se hiciesen las fábricas con hermosura y magnificencia.

Nuevas conquistas: muerte de Ahuitzotl. (1502). No era posible que el monarca mexicano, aunque achacoso por el golpe que habia recibido en la cabeza, permaneciese indiferente a las exigencias de su carácter belicoso. No bien hubo recobrado la tranquilidad perdida por los males de su pueblo, cuando llevó a cabo con felicidad las conquistas de Izquixochitlan, Amatlan, Tlacuilollan, Jaltepec, Tehuantepec, y Huexotla en la Huasteca. El general mexicano Tiltotoc, estimulado por las glorias de su patria, emprendió tambien con buen éxito una correría por la provincia de Guatemala, que se halla á mas de trescientas leguas al sudeste de México. La historia guarda silencio sobre los acontecimientos de esta expedicion.

Este monarca dejó de existir á los veintiocho años de reinado; el

pueblo azteca, que tuvo que experimentar los efectos de su carácter belicoso, caprichudo é inhumano, le debió el engrandecimiento extraordinario de sus dominios. Además de esto fué generoso con su pueblo; pues cada vez que recibia' los tributos de las provincias sometidas á la corona, en la plaza pública distribuia comestibles y vestidos á los necesitados. Amante de premiar las virtudes militares y civiles de los aztecas, castigaba con inhumanidad los heróicos hechos de sus contrarios. A él debió la ciudad de México los buenos edificios que admiraron los españoles. En medio de su genio rencoroso y vengativo, era demasiado inclinado á la música y las mugeres, cuyos deleites lo distraian frecuentemente de los graves asuntos del Estado. Este monarca, rodeado de virtudes y defectos, fué el último que murió señor de sus extensos dominios: ellos escaparon de las manos de su sucesor. El siglo XVI fué testigo del mayor engrandecimiento del imperio azteca; y el siglo XVI contempló en pocos dias la decadencia, el heroismo, la consuncion y la muerte del mismo imperio.

CAPITULO III.

Civilizacion de los aztecas.

MITOLOGÍA MEXICANA: templos, sacerdotes, sacrificios humanos y oblaciones. Ayunos y penitencias. Cronologia, astronomía y fiestus religiosas. Costumbres privadas: nacimiento, educacion, matrimonio, entierros y sepulcros. Sistema social y político. Milicia, agricultura, caza, pesca y comercio. Idioma, poesia; música y baile. Conocimiento de la naturaleza: adelantos en la ciencia médica. Geroglíficos, manuscritos y aritmética. Escultura, obras de fundicion y á martillo, mosaicos. Arquitectura y otras artes mexicanas. Juegos, trages y alimentos.

MITOLOGIA MEXICANA: templos, sacerdotes, sacrificios humanos y oblaciones. Antes de dar principio al reinado del emperador Moctezuma II, rico en grandes y notables acontecimientos para la historia azteca, es preciso que nos ocupemos detenidamente de la descripcion del estado religioso, civil, militar y político de este antiguo pueblo; porque nada pudiéramos adelantar en el conocimiento de su genio é inclinaciones, si no viniese á nuestro auxilio el profundo estudio de los elementos que contribuyeron a su constitucion social. Cuando los españoles pisaron con atrevida planta el mas fuerte imperio de la América septentrional, su valiente caudillo tuvo ocasion de admirar los notables adelantos que habia hecho en el camino de la ilustracion; y si á él no le fué dado conservar con la conquista las

tradiciones históricas que se sepultaron entre las ruinas de la vieja Tenoxtitlan, muchos de sus contemporáneos cuidaron de recojer los manuscritos que existian en poder de uno que otro indígena, lo mismo que las noticias sueltas que corrian en boca de los aventureros españoles, conforme á la observacion que habian hecho durante los cortos dias que precedieron á la memorable noche triste, y de este modo algo ha podido salvarse de la mano destructora del tiempo.

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El sistema religioso de los aztecas presenta á un mismo tiempo dos fisonomías enteramente distintas: una que lo hace digna creacion de una cultura primitiva en la superficie mexicana; y la otra nos ofrece la idea de una salvage ferocidad introducida por los incultos pueblos del norte, cuya emigracion al pais del medio dia dió por resultado una confusa mezcla de dos diversas civilizaciones, la una comparativamente mas adelantada que la otra. Segun las pinturas geroglíficas que observó el historiador Gomara, en cuanto á la ficcion cosmogónica de las destrucciones y generaciones del universo, los aztecas creian que al sol del siglo diez y seis habian precedido otros cuatro en distintos tiempos ó edades, a cuyo término la especie humana habia sido aniquilada alternativamente por inundaciones, terremotos, incendio general y huracanes. Cuando la luz del último sol se apagó en el inmenso vacío, las tinieblas cubrieron el mundo por el espacio de veinticinco años; pero diez años antes de la aparicion del quinto sol, se verificó por quinta vez la regeneracion de los seres de humana naturaleza. La primera edad que se vé representada en los combates contra los gigantes, conforme á la esplicacion que de una antigua pintura hizo el baron de Humbolt, tuvo de duracion cinco mil doscientos seis años; mas habiendo descendido á la tierra un maléfico y destructor genio, desapareció con las yerbas y flores la primera generacion de los hombres. La edad del fuego que le sucedió inmediatamente, duró cuatro mil ochocientos cuatro años segun la misma pintura, y no habiendo podido salvarse del general incendio sino los pájaros, todos los hombres quedaron trasformados en su especie, excepto dos personas de diverso sexo que pudieron esconderse en lo profundo de una cueva. La edad del viento tuvo de duracion cuatro mil diez años; pero habiendo sobrevenido fuertes y asoladores huracanes, la mayor parte de los hombres desaparecieron de la superficie de la tierra, menos algunos que se vieron convertidos en la ridícula forma de monos. En la cuarta edad, que recibió el nombre de agua á consecuencia de una gran inundacion, se convirtió la especie humana en nadadores peces, exceptos dos de sus individuos que pudieron salvarse sobre el tronco de un árbol. El dibujo mexicano nos representa á Coxcox y su muger Jochiquetzal, únicos individuos que se libraron de la general inundacion, flotando sobre las aguas encima del mencionado trouco. Hasta entonces habian trascurrido diez y ocho mil veinte años; así es que añadiendo el tiempo que medió desde el diluvio de Coxcox

hasta la fundacion de México, cuya fijacion no aparece indicada en ninguna otra pintura, se viene en conocimiento que los aztecas atribuian al mundo una duracion de mas de veinte mil años. Es notable que en este dibujo se encuentre el emblema de los cuatro elementos del mundo, como ha podido observar con fundamento un ilustrado escritor moderno.

Habiendo manifestado al principio las dos épocas que caracterizan á la mitología mexicana, no será dudoso comprender y distinguir las puras ideas de un tiempo, de las salvages concepciones de otro menos antiguo. Los hombres que habitaron el valle de Anáhuac con anterioridad á las sucesivas invasiones de los pueblos del norte, tuvieron la idea de Dios en el secreto conocimiento de un ser invisible que daba la existencia y se bastaba á sí mismo, y aunque no tenian figura alguna que representase su sublime grandeza, lo adoraban con todas las señales de un verdadero entusiasmo y temor: ellos igualmente tribntaban culto al sol y los astros, como tambien ofrecian flores y frutos al autor de la fertilidad de la tierra; pero las naciones que ocuparon la llanura de México en una época posterior á ésta, crearon el culto sanguinario de sus fabulosos dioses, aplicando á la religion algunas prácticas ridiculas que demuestran la intervencion del sacerdocio en todos los actos de la vida civil. Clavigero nos refiere que creian en la existencia de un espíritu maligno que odiaba la raza humana, dejándose ver únicamente para hacer daño o espantar a los individuos de esta especie, espíritu que era conocido entre ellos con el nombre de Tlacatecolototl ó buho racional. Los aztecas y demás naciones del valle, aunque confundian la privilegiada naturaleza del hombre con la de los animales irracionales, creian en la imortalidad del alma y en tres lugares destinados para ella despues de la muerte. La casa del sol, ó la estancia donde iban las almas de los que morian en el campo de batalla ó sobre la piedra de los sacrificios, como tambien las de las mugeres que perecian en los momentos del parto, estaba destinada para el goce de una vida llena de ventura; y despues de haber acompañado al sol en su carrera por el tiempo de cuatro años, formando todos los dias alegres coros de canto y baile para saludarlo en su salida, sus gloriosos espíritus pasaban a animar las nubes y pájaros de ricos plumages, pudiendo habitar desde entonces entre las flores de los perfumados y deliciosos jardines. Las almas de los hombres que morian de ciertas enfermedades, como tambien las de los niños, gozaban de una existencia vegetativa en un ameno sitio nombrado Tlalocan, donde residia ordinariamente el dios de las aguas. El que estaba reservado para las demás almas, lugar conocido con el nombre de Mictlan ó infierno, era una caverna oscurísima donde iban á expiar sus culpas eternamente. Los tlascaltecas tenian ideas de la trasmigracion, á la manera del sistema de Pitágoras; pues creian que las almas de los nobles pasaban á habitar despues de la muerte el cuerpo de hermosos y cano

ros pájaros, muy al contrario de las de los plebeyos que animaban á los ruines y despreciables animales. Los otomies veian en la muerte el absoluto término de su transitoria vida; y ei habitante de la Mixteca, acostumbrado á morar continuamente en medio de sus bosques, vivia persuadido de que en una gran montaña de la provincia estaba colocada la puerta del Paraiso, motivo por el cual eran enterrados todos los nobles á las inmediaciones de una profunda cue va que se hallaba en dicho lugar. El religioso dominicano Gregorio Garcia hizo un estudio meditado de las creencias de estas y otras naciones americanas.

Además de ese ser supremo que conocian los mexicanos con el nombre de Teotl, existian otras divinidades materiales que formaban el objeto de sus homenages y oraciones, entre las cuales habia trece de un órden privilegiado respecto á sus ideas. La primera y principal se llamaba Tezcatlipoca o espejo reluciente, cuya figura es la de un jóven lozano que representa la Divina Providencia. Este númen que premiaba y castigaba las acciones de los hombres, tenia asientos destinados para él únicamente en las esquinas de todas las calles. El dios Ometeuctli y la diosa Omecihuatl, encargados de velar sobre el mundo y dirigir las inclinaciones de los hombres, habian fijado su residencia en una ciudad del alto firmamento. Los aztecas referian que habiendo tenido esta diosa muchos hijos en el cielo, dió á luz por último un cuchillo de piedra, que arrojado en seguida á la tierra por su demás prole, salieron de él mil y seiscientos guerreros de notable valentía; pero como observasen que el mundo se encontraba sin individuos de la especie humana, con motivo de una de las calamidades que marcan las edades de esta nacion, enviaron una embajada á là diosa para pedirle el don de crear hombres y dedicarlos á su servicio; y ella les contestó que no siendo dignos de vivir en el cielo por sus pensamientos terrenales, pidiesen al dios del infierno un hueso de muerto y lo regasen con su propia sangre, para que de él saliese un hombre y una muger que multip'icasen la raza humana. En efecto, uno de los héroes bajó á la oscura caverna de Mictlan, y habiendo conseguido el objeto de su peligrosa mision, se vió perseguido en seguida por el númen infernal hasta su llegada á la superficie de la tierra; pero sin embargo de haberse roto el hueso en partes desiguales durante la precipitada fuga del guerrero, se formó un niño á los cuatro dias de hallarse en una vasija empapados en la sangre de todos, sucediendo lo mismo á los otros tres dias con relacion á una niña que completó por en. tonces la especie humana. De este modo se verificó la nueva generacion. La diosa Cihuacohnatló la muger serpiente, conocida tambien bajo el nombre de Quilaztli, era adorada como la madre de los hombres, y se creia que su fecundo vientre paria siempre ge. melos. Le daban al mismo tiempo un lugar distinguido en el séquito de sus dioses, asegurando que se habia dejado ver con frecuen

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