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loga á veces á una llamarada de calor que sube á la cabeza, y otras veces á la sensacion de la corriente eléctrica ó del dolor neurálgico que sigue el trayecto de un nervio. Este síntoma precede á veces á los insultos de epilepsia (aura epileptica) y de histerismo (aura hysterica.) El aura, partiendo de un punto cualquiera, al cual suele referirse, se estiende en general hasta la cabeza, ó va de una region de la cabeza á otra parte del cuerpo.

La mayor parte de los géneros pertenecientes á esta familia son oriundos del Asia, puesto que solo se cuentan dos ó tres procedentes de Madagascar, y que hasta el dia la América solo presenta dos; pero el cultivo difundió algunos por toda la superficie del globo, donde crecen segun el clima, bien sea al aire libre ó bien abrigados.

El género citrus, que nos suministra la naranja, el citron y el limon, corresponde á la familia de las auliantiaceas, que muy recientemente Endlicher, sábio botánico aleman ha dividido en tres secciones ó tribus, funda

los óvulos y en su disposicion: dichas tribus reciben el nombre de limóneas, clausineas y citreas.

En una muger á quien asistia un doctor célebre, y que era histérica en alto grado, el aura partia de la region parietal izquierda, recorria el brazo y todo el costado, é iba á rematar há-das en el número de los estambres, en el de cia la region ovárica izquierda. Durante los accesos, todo el costado izquierdo y el miembro abdominal eran teatro de subsultos convulsivos los mas violentos. Dicha muger habia esperimentado el primer ataque del mal algun tiempo antes de la pubertad: habia curado lue- | go que se estableció la menstruacion, y despues habia tenido catorce criaturas. Cuando la vió el indicado doctor, estaba dada á la embriaguez, y se hallaba ya en la edad crítica.

En una observacion muy curiosa de accidentes epileptiformes publicada por Mr. Recamier (Journal de Trousseau), se habla de una aura muy evidente que partia de un punto determinado del antebrazo.

Parécenos que lavoz aura, si bien trasciende á ontologismo, debe ser conservada en la ciencía; porque si no indica cosa alguna precisa, y si bien hay motivos para creer que no es mas que un dolor neurálgico, no se ha encontrado hasta ahora otra voz mas exacta para espresar el fenómeno à que corresponde.

AUREOLA. Se da este nombre al círculo ó corona con que han adornado los pintores y escultores la cabeza de los personages de origen celeste. Esta palabra viene del latin aureola, corona de oro, y en efecto, los pintores griegos de la época del renacimiento, y los de Italia, hasta el siglo XV, acostumbraban dorar en sus cuadros aquella parte.

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La aureola al principio solo se concedió á Jesucristo, y posteriormente á la Virgen, á los apóstoles y á los ángeles: desde el siglo V se hizo el atributo de todos los santos y santas, y aun llegó á darse al cordero, á la paloma y |á los demas animales simbólicos de los evangelistas. Cuando los pintores en vez de bosquejar simples retratos en sus cuadros, procuraron dar á sus personages místicos una espresion de nobleza ó beatitud que su propia imaginacion les inspiraba, fué insensiblemente cayendo en desuso aquella costumbre, y hoy se ha abandonado del todo.

y su forma, que es bastante regular, puede compararse con la de un óvalo, cuyo gran diámetro fuese vertical, y cuya ancha estremidad estuviese vuelta hacia arriba; encorvado en varias direcciones, preséntase sin obstáculos en la parte superior, en la inferior y hacia atrás, mientras dentro y fuera se dilata y com pleta con las partes vecinas.

AURANTIACEAS. (Botánica.) Esta familia de plantas dicotiledoneas, á las cuales algunos sábios dan asimismo el nombre de hesperideas, AURICULA. Diminutivo de auris, oreja: se comprende varios árboles ó arbustos, muy gla- llama asi en anatomía el pabellon de la oreja bros, algunas veces espinosos, de hojas alter-que está colocado detrás de las megillas, debanas y articuladas, provistas de glándulas vesi-jo de las sienes y delante de la apófisis masculosas, llenas de un aceite volátil y traspa- toidal; su volúmen varía segun los individuos, rente, con flores odorificas y por lo regular terminales. El cáliz de estas flores es monosé palo, persistente, con tres ó cinco divisiones mas o menos profundas, teniendo su corola de tres á cinco pétalos sexiles, libres ó ligeramente soldados entre sí. El número de los estambres es doble y algunas veces múltiplo, con filamentos, ora libres, ora soldados en un solo tubo ó en varios manojos, é insertos, juntamente con los pétalos, en torno de un disco hipogineo, sobre el cual se aplica el ovario: el estilo, siempre sencillo, algunas veces muy corto y muy denso, termina en un estigma discoide, ya simple ó lobulado. El fruto, en general carnoso, aunque seco algunas veces, está separado interiormente en varios receptáculos, por tabiques membranosos, en estremo sutiles, que contienen una ó varias semillas. El pericarpio, que es bastante espeso, comprende numerosas vesículas llenas de accite esencial.

La aurícula en la botánica es ese apéndice redondo en forma de lóbulo que se observa en la base de cicrtas hojas, tales como las de la sávia medicinal, ó de ciertos pediculos, como los del naranjo.

En conquiologia es un género de conchas univalvas, pertenecientes á los moluscos gasterópedos, cuyas especies son distintas y probablemente terrestres.

AURORA. La aurora, como mensagera del sol, pertenece a la astronomía; como fenómeno luminoso á la meteorologia; á la #gricultura por sus lágrimas; á la pintura, à la poesía,

por su brillantez y hermosura. ¿Qué cosa es, ¡ pues, esa aurora que pertenece à tantos ramos de la ciencia? Apenas lo creereis: los primeros Las plantas que vegetan en lugares secos rayos del sol, cuando está á 48o bajo el hori- están cubiertas de mas pelusilla que las de los zonte, sobre un circulo vertical que se supone pantanos, porque no pudiendo sacar su alimenpasar por el zenit del lugar donde se encuento de la tierra, han sido provistas de la facultra. Estos rayos que se replegan para acercar- tad de absorber mayor cantidad de aire y de se á nosotros; pasan por encima de nuestras rocio. Como no hay ventajas sin inconvenien. cabezas an es de alcanzarnos; refléjanse sobre tes, el rocio es para los árboles la causa de una las densas partículas del aire para formar un enfermedad que se llama quemadura. Cada débil resplandor que, descompuesto por las gota de rocío, siendo diáfaña y esférica, fornubes, forma esos brillantes colores que pre- ma otros tautos espejos ardientes, que peneceden á la aparicion del astro del dia. trados por los rayos del sol, queman todos los Si la tierra no estuviese envuelta en su at- puntos donde se situan; ó bien la evaporizamósfera, no abria ni aurora ni crepúsculo, y cion rápida de cada gotita de agua produce el los seres animados pasarian súbitamente de la frio, y por consiguiente una suspension de mas lóbrega noche al dia mas fulgurante. De-traspiracion perjudicialísima al vegetal. El abamos gracias a la Providencia que en ninguna te Rosier, el mas instruido, y al propio tiempo de sus obras ha consentido se verifiquen seme- el mas circunspecto de los antiguos agricultores jantes bruscas transiciones, y ha combinado franceses, no se atrevió á decidir á cual de estos las diversas partes de la materia en un todo dos sistemas debe concederse la preferencia. El armonioso. Bajo el círculo polar, hay una no- fundador y el padre de la agricultura francesa che de seis meses, y un dia que dura ofro tan- aconseja pasar una y otra vez, antes que amato; empero la aurora, el crepúsculo y las nezca, una larga cuerda cogida por los estreauroras boreales suplen al astro del dia. A me- mos, sobre los cereales hechidos de rocio, dida que nos acercamos al polo, estos res- á fin de que el sol no pueda quemarlos, y de plandores son mas duradores, y se pretenden sacudir los árboles frutales para obtener el misque en ciertos dias del año su luz es bastante mo resultado; pero entrambos procedimientos clara en San Petesburgo para poder leer con aplicables à un jardin no lo son á una vasta su auxilio á media noche. heredad, por ejemplo, se pueden fácilmente garantir de la quemadura los árboles espueslos al Levante, cubriéndolos con esteras de paja.

celular de los vegetales, y sobre todo, el de las plantas oleosas.

Indaguemos aliora que se entiende por las lagrimas de la aurora. Las lágrimas de la aurora son únicamente el rocio; y vamos à deciros lo que es este, porque supouemos que, si no posecis una magnifica quinta, tendreis al menos un jardin, y á falta de jardin, algun tiesto de flores en vuestra ventana, alguna vid ú otro cualquier arbusto que estiende sus brazos flexibles à la casa situada enfrente de la vuestra, lo cual facilita un medio para mantener muy agradables relaciones de vecindad. Esas plantas y flores, pues, están en comunicacion con todas las partes de la atmosfera, tan bien como una selva de dos mil yuga

das.

El rocio nace de los vapores que elevandose de la tierra se condensan durante la noche por el enfriamiento del aire, para volver å Caer en el suelo de donde brotaron. La traspiracion de las plantas, que es cien veces mas abundante que la de los animales, comparativamente á su volúmen, contribuye tambien á formar el rocio, que se compone en su origen de un primer átomo liquido, el cual por la ley de las afinidades atrae necesariamente à si otras partes acuosas. Hay mas rocio bajo el Ecuador que bajo la zona templada, mas en verano que en invierno, mas en las tierras cultivadas que en las incultas. Cuando al terminar el dia se sucede un viento cálido á otro frio, cuando el aire es desecante y la tierra está á una temperatura mas alta que él, no hay rocio. Debe mirársele como un suplemento de la lluvia, que penetra mas fácilmente el tejido

Carece de fundamento la creencia vulgar que atribuye el mobo al rocio de la primavera; hoy está probado que este, lo mismo que la carcoma y el secarse determinadas partes de los árboles es efecto de ciertas plantas microscópicas de la familia de los uredos. No debemos dejar de notar, ya que la ocasion se presenta, que las tierras desmigajadas por continuas labores, por yesos y gredas calcáreas, atraen el rocio que penetra hasta las rai. ces de las plantas, y concurre asi á la prosperidad de la agricultura.

¿Quereis ahora saber lo que se ha hecho de esa nieve, de esos rayos solares que la penetran, de esa lluvia que se llama rocío, que hace reverdecer nuestros prados y estropea nuestro calzado? ¿Quereis saber lo que ban hecho de estas cosas tan útiles y tan naturales, los griegos, ese admirable pueblo, á quien debemos nuestra civilizacion, nuestras leyes, nuestras bellas artes, sin las cuales, nosotros, hombres civilizados, nos moriríamos de fastidio, porque aun estariamos tal vez, bajo el dominio de los druidas, bajo el régimen del sombrio y monótono Egipto, bajo la disciplina mosaica, tan dura y salvage, ó bien bajo el imperio de los romanos, que no conocieron mas que las armas y los sangrientos juegos del circo?

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En la Europa civilizada do quiera se encuentra la huella de los griegos, hasta en nuestras columnas corintias, coronadas de un chapitel de hojas de acanto, y que nos representau á las doncellas atenienses, llevando en la cabeza un canastillo de flores; hasta en nuestras péndolas, cuya esfera y caja representan los templos y altares, siendo el movimiento invencion moderna, y el conjunto una imágen bastante exacta del espíritu positivo de nuestros tiempos, y del genio creador de la antigüedad.

nombre de ángeles rebeldes, hicieron caer al|ban fácilmente en la memoria de los jóvenes. mas grande de todos en un prado, cuyo lije. ro manto de verdura le encantó de tal modo que se unió á la tierra que le producia. De este matrimonio nació una niña, empleada cuando llegó á ser grandecita en uncir los cuatro caballos del sol. Pronto tuvo ella un carro con dos caballos, cuyos nombres nos ha conservado Homero, y que caminan como batidores delante del carro del Sol. Llegada à la pubertad, y corriendo siempre, conoció á un quidam llamado Astreo, y de estas relaciones nacieron los vientos, los astros, y el planeta que llaman Lucifer. Inconstante, como una cortesana, se enamoró perdidamente del ven Tython, lo robó, se casó con él, y tuvo dos hijos, el primero fué rey de Etiopía con el nombre de Memnon, y el segundo, llamado Hermathon, reinó en una parte del Asia. Murieron estos dos reyes, y ella derramó abun dantes lágrimas con motivo de su pérdida; lágrimas que se bau llamado despues el rocio; y no obstante que Aurora ha llorado luengos siglos, y que llora todavía, no por eso dejó de contraer nuevas bodas con Céfalo, á quien ar rebató à Procris, su legitima esposa, y a quien condujo á Siria, donde tuvo un hijo de él. Habiendo luego renunciado á todas las consideraciones que una cortesana de alta gerarquia debe guardar siempre, tuvo con muchos aventureros, y particularmente con Orion, intrigas tan escandalosas, que la hubieran valido si viviese en Madrid, ser alojada gratis en la galera. De este modo los griegos, para hacerse perdonar los vicios que nacian espontáneamente en su voluptuoso clima relegaron su ejemplo á las divinidades del Olimpo.

Los griegos con el esquisito gusto de que estaban dotados tan eminentemente, sabian jó-embellecerlo todo, sin salir jamás de los límites que, aun á la ficcion impone la verdad. Los modernos, por el contrario, lo han echado á perder todo frecuentemente por la exageracion ó la afectacion. Sin duda bastaba ya con una diosa Aurora; pero los poetas y pintores modernos, habiendo apercibido un punto blanco en el horizonte, antes de la aparicion de aquella, han creado una segunda divinidad llamada Alba. Hanla revestido, como era natural, con una flotante y blanca vestidura, sembrando de lirios y jazmines las puertas del dia, y precediendo en tilburi la radiante carroza de la Aurora. Unicamente es de deplorar que ha yan daño á esta divinidad de nuevo cubo, cabellos de hilaza, y la tez de un albino, para contrastar sin duda con los guantes color de rosa y el rojo vegetal con que han matizado el semblante de la Aurora.

El Alba es á esta lo que una simple condesa es à una princesa; sus galanterías son mas cándidas, pero menos nobles. El mundo entero duerme aun cuando aparece, y ella no He aqui como Guido ha representado el obra sino de paso, porque no tiene tiempo panacimiento de la Aurora. «Mientras que la no- ra urdir intrigas; apercibe en la cumbre de che envuelve aun la vasta superficie de los los montes un jóven cazador que espía á la mares, iluminada á intervalos por la espuma de gamuza, ó espera la vuelta de una liebre á su las olas, que bullen, serpean y se agitan man- cueva; baja, le despierta, derrama sobre él samente, jóven, sencilla, encantadora, vesti- baleas de flores, y continua asi de cazador en da con velos de todos colores, emblemas in-cazador, siempre fácil y benévola, porque togeniosos y brillantes de las nubes que la do hombre que encuentra es para ella un Céacompañan, y henchidas sus manos de flores, falo ó un Orion. Basta lo dicho para conocer aparece la Aurora de repente en el espacio que esos amores son muy vulgares, y que deiluminando por grados el aire que la circunda.bia ruborizarse de ellos, si el Alba pudiese ruAdelántase mirando atrás con amorosos ojos al Sol que la sigue y la contempla con igual No obstante, esta definicion moderna no es ternura. La Aurora y el Sol, en efecto, no del todo mala; denota el amor universal que pueden alcanzarse, y apenas se ven un ins- atrae á todas las partes de la materia, desde el tante en los dias hermosos. Cuatro soberbios planeta mas grande que ama y gira en torno corceles hienden caracoleando las olas azu-del sol, hasta el leve vapor que envuelve el ladas que se incendian, y empujan el carro de pico de una montaña. Gocemos de lo que exis grana y oro. Las hijas mas jóvenes de la Au- te, y no nos metamos à profundizar demasiarora, las primeras Horas, tan parecidas á su do la naturaleza de las cosas que tienen una madre, y tan parecidas entre si, sonrien cogi-existencia real, ó que quizá no son mas que das de la mano alrededor del carro, mientras ilusiones. Tal vez el universo entero solo es que el Amor revoloteando entre las diosas y los un sueño que se desvanecerá al despertar. corceles, lleva la antorcha del Sol, la sacude No nos dejemos arrebatar por el gusto del sisobre el universo, y brilla al punto el dia.glo, que tiene una propension invencible à Estas graciosas fábulas, que nos enseñan en proceder al exámen de todo con el frio escalla niñez, modifican la inteligencia, y se gra- Į pelo del analisis.

borizarse.

AURORA BOREAL. (Fisica.) Meteoro mas ólumnas se inclina reciprocamente, tienden la menos brillante, que aparece casi siempre en una bácia la otra, y se reunen para formar un la parte septentrional del firmamento, distin-arco, o mas bien una bóveda de fuego de una guiéndose del crepúsculo, en invierno por su inmensa estension. Ya formado el arco se sosposicion, y en estio por su refulgor, su blancu- tiene magestuosamente en la bóveda cerúlea ra, sa radiacion particular, y con frecuencia por espacio de horas enteras: el espacio que por el arco luminoso que le acompaña. Las au- comprende es en general bastante sombrío, roras boreales se ven generalmente todo el pero en cortos intervalos se ve atravesado por año, pero mejor todavía en la época de los luces difusas y diversamente coloradas. Por el equinoccios, sin que se les pueda designar ni contrario, en el arco mismo, se ven incesanseñalar una época fija de presentacion. Es lo temente rastros de fuego de un vivo resplanregular que aparezcan poco tiempo despues de dor que se lanzan hacia fuera, surcan el cielo ponerse el sol, durante una ó muchas horas, y verticalmente á modo de centellas fusiformes, reapareciendo algunas veces en la misma no-pasan mas allá del zenit y van á concentrarse che ó varias noches seguidas. en un pequeño espacio á corta diferencia cir

Pudiera admitirse que comienzan á pre-cular, que se llama la corona de la aurora bosentarse á los 45o de latitud sobre poco mas o real. Ya formada esta corona, el fenómeno es menos, y que desde este punto de partida re-completo: la aurora ha estendido en el cielo sullan mas numerosas al paso que aumenta la | los pliegues de su igneo manto y se la puede altura polar. contemplar en toda su magestad. Despues de algunas horas, y á veces apenas trascurridos algunos instantes, la luz se debilita poco á poco; sus destellos se hacen menos vivos y menos frecuentes; la corona va desapareciendo, el arco resulta apenas imperceptible, y por último solo se perciben inciertos resplandores que van cediendo lentamente y antes de mucho se estinguen,»

La aurora boreal fué observada por los antiguos, para los cuales era un objeto de terror | y de supersticion. Los cronistas de la edad media nos hablan de sangrientas armadas vistas en el cielo, como de un presagio de grandes estragos, de aflictivos acontecimientos entre los humanos. Gassendi fué el primero que observó este fenómeno como debe hacerlo un filósofo, habiendo repelido por varias veces su observacion, y con mas especialidad el 12 de setiembre de 1621, y entonces fué cuando describió el meteoro, dándole el nombre de aurora boreal.

¿Cuál es la altura á que llegan las auroras boreales? Esta cuestion ha escitado por mucho tiempo la curiosidad general, pero presenta ta| les dificultades que toda la molestia que hasta el dia se han tomado muchos sabios para resolverla con acierto no ha conducido á ningun buen resultado. Segun diferentes apreciaciones, resulta que las auroras boreales se estienden en altura por un espacio de 4 à 150 millas geográficas. Si se desechan las antiguas medidas como menos exactas, y se adoptan las de Potter, se tendrán los dos estremos, 4 y 50 mi

A contar desde esta época se han multiplicado las observaciones, formando tablas de las auroras boreales observadas desde los tiempos mas remotos. Fobré ha publicado una que alcanza hasta el año de 1739, en la cual se deja ver que desde el año 583 de nuestra era hasta entonces se contaban 783 auroras boreales en que se habia designado con exac-llas geográficas. titud el dia, mes y año de su aparicion. Los testimonios que afirman la existencia He aqui la descripcion que Mr. Pouillet, de un ruido cualquiera durante las auroras bouno de los mas célebres físicos de nuestros reales son tan numerosos y de tal importancia dias, hace de este fenómeno meteorológico: que apenas parece posible poner en duda la Si la aurora boreal debe aparecer, en cuan- verdad de este hecho, y sin embargo no falta to comienza á ponerse el sol, distinguese una quien establezca una opinion muy contraria. Juz confusa hacia el Norte, y en breve varios Considerando la cuestion de un modo general, destellos de luz se elevan por encima del ho-los que admiten un ruido cualquiera tienen á rizonte: son anchos, difusos é irregulares, de- su favor una apariencia de verdad, pues pucjándose ver que en general tienden hacia el ze- den decir que no sostienen que toda aurora nit. Despues de estas apariencias ya muy va boreal deba ser acompañado del ruido que riadas, que son como el preludio del fenóme- mencionan, sino que este ruido se verificó cuanno, se perciben á grandes distancias dos vastas do los observadores lo han llegado á oir. columnas de fuego, la una al Orto y la otra al La aurora boreal está en íntima relacion Ocaso, que suben lentamente por encima del con el magnetismo terrestre, como lo comhorizonte. Mientras que se elevan con veloci- prueban las observaciones mas modernas. Aldades desiguales y variables, cambian sin ce-gunos físicos, en verdad, han negado que este sar de color y de aspecto: varias lineas de fenómeno ejerza su influjo sobre la aguja magfuego de mas o menos intensidad en su bri-nética; pero la mayor parte de los observadollantez recorren su longitud ó las envuelven res han demostrado esta influencia con una tortuosamente, pasando su refulgor desde el evidencia tal, que se puede considerar en el amarillo al verde oscuro ó al púrpura con des- dia como un hecho cierto. tellos. Por último, la cima de estas dos co

El 28 de marzo de 1826 Mr. Arago observó

en París varios movimientos anómalos en la boreales visibies entre los lapones, los groenaguja imantada, y estos movimientos le hicie-landeses, y todos los habitantes de las regioron sospechar la presencia de una aurora bones polares.

Mairan: Tratado fisico é histórico de la aurora borcal.

Tratados elementales de fisica, de Mres. Poullet, Peclet y Desprez.

real en mas altas latitudes; y su conjetura Para la ampliacion de este articulo pueden quedó plenamente justificada por la observa- consultarse con fruto las siguientes obras. cion simultánea de una aurora boreal, que Dalton hacia por aquel entonces en Manchester. Otros hechos que se han publicado acerca del particular, de tal modo merecen la mas plena confianza, que ya no es posible dudar por mas tiempo de la influencia que las auroras boreales ejercen sobre la brújula, á pesar de las notables contradicciones de Brewster. No se ha de creer que el meteoro que nos ocu-la pa sea estraño al polo austral, pues corresponde á los dos polos, y debiera ser mas exactamente designado con el nombre de luz polar.

Cookoc refiere algunas observaciones de auroras australes, y antes de este navegante, al doblar Frasier el cabo de Hornos en 4742, habia percibido una al través de las nieblas tan comunes bajo estas latitudes. Mas tarde este fenómeno ha sido observado por otros muchos navegantes en el mar Austral.

Entre las numerosas hipótesis propuestas para esplicar la causa de las auroras borcales, solo indicaremos la de Halley. Este sábio atribuia la formacion de la aurora boreal á la materia magnética que se inflama con las limaduras de hierro. La opinion de Halley, en cuanto a la influencia del fluido magnetico sobre la aurora boreal, hubiera adquirido mayor importancia si se hubiesen conocido en su tiempo las preciosas observaciones que han servido para establecer cierta analogia entre las auroras borcales y el maguetismo. He aqui”, en que términos se ocupa de ellas Mr. Pouillet: La cima del arco de la aurora boreal se halla siempre en el meridiano magnético del lugar de la observacion, ó al menos no parece desviarse de él de una manera sensible. La corona de la aurora boreal se halla siempre en la prolongacion de la aguja de inclinacion en que se observa; así, pues, si en París se dejase ver una aurora boreal completa, la corona iría á formarse hacia el Sur como à 30° mas allá del zenit, en un plano vertical inclinado como 22o con respecto al meridiano terrestre.»

AUSCULTACION. (Medicina.) Del latin ausculto, yo escucho. Delaberge y Monneret, en su Compendium de médecine pratique, definen auscultacion en los términos siguientes: «Es dicen, un método de diagnóstico basado en el conocimiento de los ruidos que produce el organismo en funcion, tanto en el estado sano como en el de enfermedad. Comprende todos los ruidos que pueden percibirse á distancia, ó pór la aplicacion inmediata del oido sobre la region que resuena, ó tambien por el intermedio de instrumentos destinados à conducir el sonido. Aprecia su valor tanto si son producidos natural como artificialmente.»

La idea de esplorar el pecho por medio del oido, viene ya del tiempo de Hipócrates; y con efecto, en su Tratado de las enfermedades, libroll, 2. 60, se encuentra el siguiente pasage: «Cuando veais que el volúmen es un conjunto de agua y no de pus, si despues de haberle prestado la suficiente atencion por algun tiempo ois en el pecho un ruido como el del vinagre agitado en un vaso...>>

Esta indicacion, que se lee en las obras del padre de la medicina, pasó desapercibida; y ni aun sus mismos comentadores la tomaron en cuenta, cayendo en el olvido mas completo. Hacia lines del siglo pasado, Avenbrugger interrogó los ruidos que produce el pecho, pero no empleó la auscultacion, sino la percu sion, la cual, introducida por Corvisart entre los franceses, y perfeccionada en nuestros dias, sirve al presente de complemento á la auscultacion. Verdad es, que Bayle, maestro de Laennec, aplicó el oido sobre la region del corazon para apreciar sus latidos; pero ni el maestro ni sus discipulos llevaron mas allá la aplicacion del método que forma el objeto de este artículo. A este bello descubrimiento le La aurora boreal desvia de sus posiciones sucedió lo mismo que á otros muchos igualordinarias á las agujas de inclinacion y decli-mente importantes y fecundos en buenos renacion, y produce estos cambios aun en los sultados; sugiérelos la casualidad, y perfeclugares donde no puede ser vista. En general ciónalos el genio. Dejaremos hablar al indesde la mañana del dia en que la aurora bo- ventor. real debe aparecer en algunas regiones de los «En 1846, dice Laennec, fui consultado por polos, la aguja de declinacion de París se des- una joven que presentaba síntomas generales via hacia el Occidente, asi como por la tarde de enfermedad del corazon, y en la cual la se inclina hacia el Oriente, cuyas desviaciones aplicacion de la mano y la percusion daban suelen elevarse á 42 ó 45'. A Mr. Arago es á pocos resultados á causa de estar muy gorda. quien debemos esta observacion fundamental Como la edad y el sexo de la enferma imposique ya habia anunciado desde 1825. Forzoso bilitaban la auscultacion inmediata, esto es, es confesar en conclusion, que de las altera-la aplicacion de mi oido sobre el pecho, me ciones de la aguja en nuestros climas, pode-acordé de un fenómeno de acústica muy comos sacar partido para predecir las auroras nocido: si se aplica el oido á la estremidad de

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