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tener mas; el martirio prosiguió á pretesto de decir que el infeliz mentia; y murió el desgraciado expediendo por las plantas de los pies el túétano de sus huesos.

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Habiendo visto que no era mal producto el de tan infernal invencion, se repitió su escena muchas veces con diferentes Caciques de la Tierra-Firme, para sacarles el oro.

1 En una ocasion salió un Capitan español con su gente á perseguir una porcion de familias que habían huido al monte por librarse de las crueldades indicadas. Los Españoles matáron á muchos Indios y robáron setenta ú ochenta mugeres jóvenes. Los Indios no pudiendo soportar con paciencia este robo se reuniéron y marcháron contra los Españoles. Estos inhumanos las matáron para estar mas expeditos á la defensa. Los Indios penetrados del dolor gritáron :

Barbaros con las Iras (esto es con las mugeres) >> procedeis asi? Y vosotros sois hombres?» Es eso aprobado por vuestra religion cristiana? Vosotros no sois sino bestias fieras abominables.

A diez ó quince leguas de Panamá vivia un Cacique mui rico, señor de un territorio de treinta leguas, sumamente poblado, cuya capital era mui grande y estimada. Llegó allí un Capitan cristiano con su compañia. El Cacique lo recibió como á hermano suyo; y sabiendo que el mayor obsequio era dar oro, le regaló cincuenta mil Castellanos. El Capitan y su gente pensáron que quien daba voluntariamente tan

considerable suma, no podia menos de tener mucho mas, aparentáron quedar contentos y se despidiéron como para irse; pero habiendose retirado por la tarde volvieron al pueblo en la mañana siguiente; incendiáron las casas, matáron á muchos habitantes, robáron á todos hasta sesenta mil Castellanos y apresáron á varios para esclavos. El Cacique pudo escaparse, reunió grande número de Indios de la campaña; persiguió con valor á los Cristianos, mató á cincuenta, puso á los demas en fuga, y les cogió hasta ciento y treinta, ó ciento y quarenta mil Castellanos. El Capitan español dispuso luego nueva expedicion; asoló el pueblo ; hizo una mortandad horrible; marcó para esclavos á los que conserváron la vida; robó lo que no es calculable, y despobló el pais de manera que ya no existe ni aun vestigio del sitio donde se hallaba tan grande poblacion. Aquel mal hombre repitió estas barbaras escenas muchas veces en aquellos vastíssimos reynos.

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en

ARTICULO VIo.

De la provincia de Nicaragua.

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El mismo tirano entró el año 1522, ó el siguiente à la provincia de Nicaragua. Su tierra es llana, fertil, deliciosa, llena de huertas con infinitas frutas, de una calidad finísima y de un gusto mui delicado. Su

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poblacion era inmensa. Entre sus muchos lugares' algunos habia tan grandes que ocupaban tres y cuatro leguas. Toda ponderacion es corta para explicar lo delicioso de aquella provincia. Sin embargo aquel tirano la despobló como á las demas y por los mismos medios. Enviaba cincuenta ó mas hombres de á caballo para no dejar persona viva en una provincia mayor que el condado del Rosellon, y sus barbaros satélites no perdonaban á viejos, niños, ni mugeres. Y con que pretestos? Porque no habian acudido á presentarse á el con la prontitud que debian : porque no le llebaban tantas cargas de Maiz como habia pedido : porque no venian tantos Indios á servir como había designado; en fin por cosas tanto ú mas despreciables que estas. Los infelices Indios no podian huir porque allí no hay montes, selvas, ni bosques. Pero ahora tode está desierto.

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Otras veces enviaba una compañía de soldados á descubrir nuevos paises y robarlos. Mandaba venir de los pueblos sometidos el número de Indios que se le antojaba para servir de bestias de carga transportando viveres y demas objetos. Sus satélites ataban con cadenas á los infelices esclavizados, les imponian peso de tres y cuatro arrobas, les escaseaban el alimento, les daban crueles palos y golpes de mil especies los pobres Indios debilitados caian en tierra con la carga, ó lloraban afligidos cuando no podian seguir el paso de los compañeros encadenados con los crueles Españoles al ver esto, les cortaban

él; y

cian

por

cabezas, que caian por un lado cuando el cuerpo caia por otro. Que consuelo para los otros pobres que se hallaban proximos á escena semejante! Así perecuando se reúltimo todos ó casi todos: y petian semejantes llamamientos, solian los llamados exclamar diciendo. «¡ Que desdicha esta! Por fin >> cuando se nos mandaba servir en el pueblo á los » cristianos, lo haciamos con la esperanza de volver » á ver despues de algun tiempo á nuestras mugeres » y á nuestros hijos: pero ahora este viage será el >> último, sin quedarnos esperanza de vivir ».

Era tan injusto aquel tirano y tan lleno de pasiones abominables que una vez hizo nuevo, repartimiento de Indios solo por tener ocasion de privar á un Español de los Indios que gozaba y darlos á otro de su afecto. Practicó esta injusticia en la temporada de la siembra; y los Indios con motivo de sus viages à présentarse donde se les mandaba, no pudiéron sembrar Maiz. Faltó despues el pan para los cristianos, el gobernador mandó apoderarse del que tenian los Indios para mantener á sus mugeres é hijos; y las resultas fuéron morir de hambre mas de veinte mil ó cerca de treinta mil naturales del pais. Huvo entónces muger que mató á su hijo para comerselo y satisfizo así por poco tiempo su hambre. Accion ciertamente bárbara pero mas lo fue la del que dió motivo á tantos homicidios.

Siendo huertas todo el territorio de Nicaragua, se distribuyeron los terrenos y sus habitantes entre los

tos,

Españoles con título de Encomiendas. Resultó de aquí establecerse cada Encomendero en el territorio que se le habia distribuido y reputarse verdadero señor de las tierras, de los frutos, de las labores, de las casas y de los habitantes. Estos le servian no solo en sembrar, trabajar, y recoger los frusino en los oficios personales y domésticos como esclavos suyos: el niño, el viejo, y la muger no tenian mas exencion del trabajo que el hombre jóven y robusto : comian poco y mal porque el Español disponia de los frutos como de cosa enteramente suya, sin embargo de no haber sembrado, plantado, ni gastado en labores. Los Españoles excedian en éste genero de tiranías á lo que habian practicado los otros en la Isla Española. Era consiguiente aniquilarse luego la poblacion y así acaeció.

Una de las cosas que han contribuido á lo mismo, fué la obligacion que tambien se impuso á los Indios de llevar al puerto de mar, distante mas de treinta leguas, las tablas y maderas para contruccion de navíos. Otras veces se les hacia recorrer los montes para encontrar miel y cera, de cuyas resultas muchos fueron devorados por los tigres. Las mugeres y los niños no tenian suerte mas feliz, aun cuando aquellas estuviesen preñadas. Todos sufrian cargas superio res á sus fuerzas, siendo tratados como bestias; y muerte llegó á ser el único principio de su descanso. Otra distinta causa de la despoblacion fué la practica que se introdujo de dar el Gobernador á los

la

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