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andaba con la Florida; pero ¿dónde están luego agora estas islas que entre manos traia? Ayudaba á esto que hacia diz que gran calor; pero claro es que si estuviera en la costa de la Florida que no hobiera calor sino frio: y es tambien manifiesto que en cuarenta y dos grados en ninguna parte de la tierra se cree hacer calor sino fuese por alguna causa de per accidens, lo que hasta hoy no creo yo que se sabe. Por este calor que allí el Almirante dice que padecia, arguye que en estas Indias, y por allí donde andaba, debia de haber mucho oro. Este dia se apartó Martin Alonso Pinzon con la carabela Pinta, sin obediencia y voluntad del Almirante, por cudicia diz que pensando que un indio que el Almirante habia mandado poner en aquella carabela le habia de dar mucho oro, y así se fué sin esperar sin causa de mal tiempo, sino porque quiso. Y dice aquí el Almirante, "otras muchas me tiene hecho y dicho."

Jueves 22 de Noviembre.-Miércoles en la noche navegó al Sur cuarta del Sueste con el viento Leste, y era cuasi calma: al tercero cuarto ventó Nornordeste: todavía iba al Sur por ver aquella tierra que por allí le quedaba, y cuando salió el sol se halló tan lejos como el dia pasado por las corrientes contrarias, y quedábale la tierra cuarenta millas. Esta noche Martin Alonso siguió el camino del Leste para ir á la isla de Babeque, donde dicen los indios que hay mucho oro, el cual iba á vista del Almirante, y habria hasta él diez y seis millas. Anduvo el Almirante toda la noche la vuelta de tierra, y hizo tomar algunas de las velas y tener farol toda la noche, por que le pareció que venia hácia él, y la noche hizo muy clara, y el ventecillo bueno para venir á él si quisiera.

Viernes 23 de Noviembre.-Navegó el Almirante todo el dia hácia la tierra, al Sur siempre, con poco viento, y la corriente nunca le dejó llegar á ella, antes estaba hoy tan lejos della al ponerse el sol, como en la mañana. El viento era Lesnordeste y razonable para ir al Sur, sino que era poco; y sobre este cabo encabalga otra tierra ó cabo que va tambien al Leste, á quien aquellos indios que llevaba llamaban Bohío, la cual decian que era muy grande y que habia en ella gente que tenia un ojo en la frente, y otros que se llamaban Caníbales, á quien mostraban tener gran miedo. Y desque vieron que lleva (1) este camino, diz que no podian hablar porque los comian, y que son gente muy armada. El Almirante dice que bien cree que habia algo dello, mas que pues eran armados seria gente de razon, y creia que habian captivado algunos, y que porque no volvian á sus tierras dirian que los comian. Lo mismo creian de los cristianos y del Almirante al principio que algunos los vieron.

Sábado 24 de Noviembre.-Navegó aquella noche toda, y á la hora de tereia del dia tomó la tierra sobre la isla llana (2), en

[1] Ha de decir llevaba. (Nav.)

[2] Cayo de Moa. (Nav.)

aquel mismo lugar donde habia arribad la semana pasada cuando iba á la isla de Babeque. Al principio no osó llegar á la tierra porque le parecia que aquella abra de sierras rompia la mar mucho en ella. Y en fia llegó á la mar de nuestra Señora, donde habia las muchas islas, y entró en el puerto questá junto á la boca de la entrada de las islas, y dice que si él antes supiera este puerto, y no se ocupara en ver las islas de la mar de nuestra Señora, no le fuera necesario volver atrás, aunque dice que lo da por bien empleado por haber visto las dichas islas. Así que llegando á tierra envió la barca, y tentó el puerto, y halló muy buena barra, honda de seis brazas, y hasta veinte, y limpio, todo basa: entró en él poniendo la proa al Sudueste, y despues volviendo al Oueste, quedando la isla llana de la parte del Norte, la cual con otra su vecina hace una laguna de mar en que cabrian todas las naos de España y podian estar seguras sin amarras de todos los vientos. Y esta entrada de la parte del Sueste, que se entra poniendo la proa al Sursudueste, tiene la salida al Oneste muy honda y muy ancha: así que se puede pasar entremedio de las dichas islas, y por cognoscimiento dellas, á quien viniese de la mar de la parte del Norte, qués su travesía desta costa. Están las dichas islas al pié de una grande montaña qués su longura de Leste Oueste, y es harto luenga y mas alta y luenga que ninguna de todas las otras que están en esta costa adonde hay infinitas, y hace fuera una restinga al luengo de la dicha montaña como un banco que llega hasta la entrada. Todo esto de la parte del Sueste y tambien de la parte de la isla llana hace otra restinga, aunquesta es pequeña, y así entremedias de ambas hay grande anchura y fondo grande, como dicho es. Luego á la entrada á la parte del Sueste dentro en el mismo puerto, vieron un rio grande y muy hermoso, y de mas agua que hasta entonces habian visto, y que bebia el agua dulce hasta la mar. A la entrada tiene un banco, mas despues adentro es muy hondo de ocho y nueve brazas. Está todo lleno de palmas y de muchas arboledas como los otros.

Domingo 25 de Noviembre.-Antes del sol salido entró en la barca, y fué á ver un cabo ó punta de tierra (1) al Sueste de la isleta llana, obra de una legua y media, porque le parecia que habia de haber algun rio bueno. Luego á la entrada del cabo de la parte del Sueste, andando dos tiros de ballesta, vió venir un grande arroyo de muy linda agua que descendia de una montaña abajo, y hacia gran ruido. Fué al rio, y vió en él unas piedras relucir con unas manchas en ellas de co or de oro, (2) y acordóse que en el rio Tejo, que al pié dél junto á la mar se halló oro, y parecióle que cierto debia tener oro, y mandó coger ciertas de aquellas piedras para llevar á los Reyes. Estando así dan voces los mozos grumetes, diciendo que vian pinales. Miró por la sierra, y vídolos tan grandes y tan maravillosos, que no podia encarecer su altura y derechura como

[1] Punta del Mangle ó del Guarico. (Nav.)

[2] Estas debian ser piedras de Margarita. (Casas.)

husos gordos y delgados, donde cognosció que se podian hacer navíos é infinita tablazon y masteles para las mayores naos de España. Vid robles y madroños, y un buen rio, y aparejo para hacer sierras de agua La tierra y los aires mas templados que hasta allí, por la altura y hermosura de las sierras. Vido por la playa muchas otras piedras de color de hierro, y otras que decian algunos que eran de minas de plata, todas las cuales trae el rio. Allí cogió una entena y mastel para la mezana de la carabela Niña. Llegó á la boca del rio, y entró en una cala (1) al pié de aquel cabo de la parte del Sueste muy honda y grande, en que cabrian cien naos sin alguna amarra ni anclas, y el puerto que los ojos otro tal nunca vieron. Las sierras altísimas, de las cuales descendian muchas aguas lindísimas; y todas las sierras llenas de pinos, y por todo aquello diversísimas y hermosísimas florestas de árboles. Otros dos 6 tres rios le quedaban atrás. Encarece todo esto en gran manera á los Reyes, y muestra haber rescebido de verlo, y mayormente los pinos, inestimable alegría y gozo, porque se podian hacer allí cuantos navíos desearen, trayendo los aderezos, siuo fuere madera y pez que allí se hará harta, y afirma no encarecello la centésima parte de lo que es, y que plugó á nestro Señor de le mostrar siempre una cosa mejor que otra, y siempre en lo que hasta allí habia descubierto iba de bien en mejor, así en las tierras y arboledas, y yerbas y frutos y flores como en las gentes, y siempre de diversa manera, y así en un lugar como en otro. Lo mismo en los puertos y en las aguas. Y finalmente, dice que cuando el que lo ve le es tan grande admiracion, cuánto mas será á quien lo oyere, y que nadie lo podrá creer si no lo viere.

Lunes 26 de Noviembre.Al salir el sol levantó las anclas del puerto de Santa Catalina adonde estaba dentro de la isla llana y navegó de luengo de la costa con poco tiempo Sudneste al camino del Cabo del Pico, (2) que era al Sueste. Llegó al Cabo tarde porque le calmó el viento, y llegado vido al Sueste cuarta del Leste, otro cabo questaria dél setenta millas, y de allí vido otro cabo questaria hacia el navío al Sueste cuarta del Sur, y parecióle que estaria dél veinte millas, al cual puso nombre el Cabo de Campana (3), al cual no pudo llegar de dia porque le tornó á calmar del todo el viento. Andaria en todo aquel dia treinta y dos millas, que son ocho leguas. Dentro de las cuales notó y marcó nueve puertos muy señalados (4), los cuales todos los marineros hacian maravillas, y cinco rios grandes, porque iba siempre junto con tierra para verlo bien todo. Toda aquella tierra es montañas altísimas muy hermosas, y no secas ni de peñas, sino todas andables y valles hermosísi

[1] Puerto de Jaragua. (Nav.)

[2] Punta del Mangle ó del Guarico. (Nav.)

[3] Es Punta Vaez. (Nav.)

[4] Entre los nueve puertos que dice vió y marcó en aquel trozo de costa, deben notarse la ensenada Yamanique y los puertos de Jaragua, de Taco, Cayaguaneque, de Nava y Maravi. (Nav.)

mos.

Y así los valles como las montañas eran llenos de árboles altos y frescos, que era gloria mirarlos, y parecia que eran muchos pinales. Y tambien detrás del dicho Cabo del Pico, de la parte del Sueste, están dos isletas que terá cada una en cerco dos leguas, y dentro dellas tres maravillosos puertos y dos grandes rios. En toda esta costa no vido poblado ninguno desde la mar; podria ser haberlo, y hay señales dello, porque donde quiera que saltaban en tierra hallaban señales de haber gente y huegos muchos. Estimaba que la tierra que hoy vido de la parte de Sueste del Cabo de Campana era la isla que llamaban los indios Bohío: parécelo porquel dicho cabo está apartado de aquella tierra. Toda la gente que hasta hoy ha hallado diz que tiene grandísimo temor de los de Caniba ó Canima, y dicen que viven en esta isla de Bohío, la cual debe de ser muy grande, segun le parece, y cree que van á tomar á aquellos á sus tierras y casas, como sean muy cobardes y no saber de armas. Y á esta causa le parecia que aquellos indios que traia no suelen poblarse á la costa de la mar, por ser vecinos á esta tierra, los cuales diz que despues que le vieron tomar la vuelta desta tierra no podian hablar temiendo que los habian de comer, y no les podia quitar el temor, y decian que no tenian sino un ojo y la cara de perro, y creia el Almirante que mentian, y sentia el Almirante que debian de ser del señorío del Gran Can, que los captivaban.

Martes 27 de Noviembre.-Ayer al poner del sol llegó cerca de un cabo, que llamó Campana, y porquel cielo claro y el viento poco no quiso ir á tierra á surgir, aunque tenia de sotavento cinco ó seis puertos maravillosos, porque se detenia mas de lo que queria por el apetito y deleitacion que tenia y rescebia de ver y mirar la hermosura y frescura de aquellas tierras donde quiera que entraba, y por no se tardar en proseguir lo que pretendia. Por estas razones se tuvo aquella noche á la corda y temporejar hasta el dia. Y porque las aguages y corrientes lo habian echado aquella noche mas de cinco ó seis leguas al Sueste adelante de donde habia anochecido, y le habia parecido la tierra de Campana: y allende aquel cabo parecia una grande entrada que mostraba dividir una tierra de otra, y hacia como isla en medio: acordó volver atrás con viento Sudueste, y vino adonde le habia parecido el abertura, y halló que no era sino una grande bahía (1), y al cabo della de la parte del Sueste un cabo, en el cual hay una montaña (2) alta y cuadrada que parecia isla. Saltó el viento en el Norte y tornó á tomar la vuelta del Sueste, por correr la costa y descubrir todo lo que allí hobiese. Y vido luego al pié de aquel Cabo de Campana un puerto (3) maravilloso y un gran rio, y de allí á un cuarto de legua otro rio, y de allí á media legua otro rio, y dende á otra media legua otro rio, y dende á una legua otro rio, y dende á otra otro rio, y dende á otro

[1] Era el puerto de Baracoa. (Nav.)

[2] El monte del Yunque. (Nav.) [3] El puerto de Maravi. (Nav.)

cuarto otro rio, y dende á otra legua otro rio grande, desde el cual hasta el Cabo de Campana habria veinte millas, y le quedan al Sueste; y los mas destos rios tenian grandes entradas y anchas y limpias, con sus puertos maravillosos para naos grandísimas; sin bancos de arena ni de peña ni restingas. Viniendo así por la costa á la parte del Sueste del dicho postrero rio halló una grande poblacion (1), la mayor que hasta hoy haya hallado, y vido venir infinita gente á la ribera de la mar dando grandes voces, todos desnudos con sus azagayas en la mano. Deseó hablar con ellos y amainó las velas, y surgió y envió las barcas de la nao y de la carabela por manera ordenados que no hiciesen daño alguno á los indios ni lo rescibiesen, mandando que les diesen algunas cosillas de aquellos resgates. Los indios hicieron ademanes de no los dejar saltar en tierra y resistillos. Y viendo que las barcas se allegaban mas á tierra, y que no les habian miedo se apartaron de la mar. Y creyendo que saliendo dos ó tres hombres de las barcas no temieran, salieron tres cristianos diciendo que no hobiesen miedo en su lengua, porque sabian algo della por la conversacion de los que traen consigo. En fin, dieron todos á huir que ni grande ni chico quedó. Fueron los tres cristianos á las casas, que son de paja y de la hechura de las otras que habian visto, y no hallaron á nadie ni cosa en alguna dellas. Volviéronse á los navíos y alzaron velas á medio dia para ir á un cabo hermoso (2) que quedaba al Leste, que habria hasta él ocho leguas. Habiendo andado media legua por la misma bahía vido el Almirante à la parte del Sur un singularísimo puerto (3), y de la parte del Sueste unas tierras hermosas á maravilla, así como una vega montuosa dentro en estas montañas, y parecian grandes humos y grandes poblaciones en ella, y las tierras muy labradas; por lo cual determinó de se bajar á este puerto, y probar si podia haber lengua ó práctica con ellos; el cual era tal que si á los otros puertos habia alabado, este dice que alababa mas con las tierras y templanza y comarca dellas y poblacion: dice maravillas de la lindeza de la tierra y de los árboles donde hay pinos y palmas (4), y de la grande vega, que aunque no es llana de llano (5) que va al Sursueste, pero es llana de montes llanos y bajos, la mas hermosa cosa del mundo, y saleu por ella muchas riberas de aguas que descienden destas montañas. Despues de surgida la nao saltó el Almirante en la barca para sondar el puerto, qués como una escodilla; y cuando fué frontero de la boca al Sur halló una entrada de un rio que tenia de anchura que podia entrar una galera por ella, y de tal manera que no se veia hasta que se llegase á ella, y entrando por ella tanto como longura de la barca tenia cinco brazas

[1] La de Baracoa. (Nav.)

12 La punta de Maici. (Nav.)

[3] El puerto de Baracoa. (Nav.)

[4] Siempre donde hay palmas de las muy altas es fertilísima tieIra. Casas.)

[5] Quiere decir que no es rasa. (Casas.)

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