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ninguno oracion, antes dicen la Salve y el Are María, con las manos al cielo como lo amnestran, y hacen la señal de la cruz. Toda

la lengua tambien es una, y todos amigos, y creo que sean todas estas islas y que tengan guerra con el Gran Can, á que ellos llaman Carila, y á la provincia Bafan, y así andan tambien desnudos como los otros. Esto dice el Almirante. El rio, dice, que es muy hondo, y en la boca pueden llegar los navíos con el bordo hasta tierra: no llega el agua dulce á la boca con una legna, y es muy dulce. Y es cierto dice el Almirante questa es la tierra firme, y que estoy, dice él, ante Zayto y Guinsay, cien leguas (1) poco mas ó poco menos lejos de lo uno y de lo otro, y bien se amuestra por la mar que viene de otra suerte que fasta aquí no ha venido, y ayer que iba al Norueste fallé que hacia frio.

Viernes 2 de Noviembre. - Acordó el Almirante enviar dos hombres españoles: el uno se llamaba Rodrigo de Jerez, que vivia en Ayamonte, y el otro era un Lais de Torres que habia vivido con el Adelantado de Murcia, y habia sido judío, y sabia diz que hebraico y caldeo y aun algo arábig), y con estos envió dos indios, uno de los que consigo traia de Guanihani, y el otro de aquellas casas que en el rio estaban poblados. Dióles sartas de cuentas para comprar de comer si les faltase, y seis dias de término para que volviesen. Dióles muestras de especería para ver si alguna della topasen. Dióles instruccion de cómo habian de preguntar por el Rey de aquella tierra, y lo que habian de hablar de parte de los Reyes de Castilla, cómo enviaban al Almirante para que les diese de su parte sus cartas, y un presente, y para saber de su estado y cobrar amistad con él y favorecelle en lo que hobiese dellos menester &c., y que supiesen de ciertas provincias, y puertos y rios de que el Almirante tenia noticia, y cuanto distaban de allí &c. Aquí tomó el Almirante el altura con un caadrante esta noche, y halló questaba 42 grados de la línea equinocial, y dice que por su cuenta halló que habia andado desde la isla del Hierro mil y ciento y cuarenta y dos leguas (2), y todavía afirma que aquella es tierra firme.

Sábado 3 de Noviembre.-En la mañana entró en la barca el Almirante, y porque hace el rio en la boca un gran lago, el cual hace un singularísimo puerto muy hondo y limpio de piedras, muy buena playa para poner navíos á monte (3) y mucha leña, entró por el rio arriba hasta llegar al agua dulce, que seria cerca de dos legnas, y subió en un montecillo por descubrir algo de la tierra, y no pudo

[1] Esta algaravía no entiendo yo. (Casas.)-Como el Almirante estaba persuadido que aquella tierra era el extremo del continente de la India, se creia tambien á distancia de 100 leguas de las ciudades que cita. Marco Polo hace la descripcion de Quinsay ó Guinsay en el cap. 98 de la relacion de su viaje. (Nav.)

[2] La verdadera distancia andada era de 1.105 leguas. (Nav.)

[3] Poner los barcos á monte era vararlos en la playa para limpiar ó recorer sus fondos. (Nav.)

ver nada por las grandes arboledas, las cuales eran muy frescas, odoríferas, por lo cual dice no tener duda que no haya yerbas aromáticas. Dice que todo era tan hermoso lo que via, que no podia cansar los ojos de ver tanta lindeza, y los cantos de las aves y pajaritos. Vinieron en aquel dia muchas almadías ó canoas á los navíos á resgatar cosas de algodon filado y redes en que dormian, que son hamacas.

Domingo 4 de Noviembre.-Luego en amaneciendo entró el Almirante en la barca y salió á tierra á cazar de las aves que el dia antes habia visto. Despues de vuelto vino á él Martin Alonso Pinzon con dos pedazos de canela, y dijo que un portugues que tenia en su navío habia visto á un indio que traia dos manojos della muy grandes; pero que no se la osó resgatar por la pena quel Almirante tenia puesta que nadie resgatase. Decia mas, que aquel indio traia unas cosas bermejas como nueces. El Contramaestre de la Pinta dijo que habia hallado árboles de canela. Fué el Almirante luego allá y halló que no eran. Mostró el Almirante á unos indios de allí canela y pimienta, parece que de la que llevaba de Castilla para muestra, y conosciéroula diz que, y dijeron por señas que cerca de allí habia mucho de aquello al camino del Sueste. Mostróles oro y perlas, y respondieron ciertos viejos que en un lugar que llamaron Bohío (1) habia iufiuito, y que lo traian al cuello y á las orejas, y á los brazos y á las piernas, y tambien perlas. Entendió mas que decian que habia naos grandes y mercaderías, y todo esto era al Sueste. Eutendió tambien que lejos de allí habia hombres de un ojo, y otros con hocicos de perros que comian los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebian su sangre, y le cortaban su natura. Determinó de volver á la nao el Almirante á esperar los dos hombres que habia enviado para determinar de partirse á buscar aquellas tierras, si no trajesen aquellos alguna buena nueva de lo que deseaban. Dice mas el Almirante: esta gente es muy mansa y muy temerosa, desnuda como dicho tengo sin armas y sin ley. Estas tierras son muy fértiles: ellos las tienen llenas de mames, que son como zanahorias (2), que tienen sabor de castañas, y tienen faxones (3) y fabas muy diversas de las nuestras, y mucho algodon, el cual no siembran y nace por los montes; árboles grandes, y creo que en todo tiempo lo haya para coger porque ví los cogujos abiertos, y otros que se abrian y flores todo en un árbol, y otras mil maneras de frutas que no me es posible escribir, y todo debe ser cosa provechosa. Todo esto dice el Almirante:

[1] Bohio llamaban los indios de aquellas islas á las casas, y por esto creo que no entendia bien el Almirante. Ante debia de decir por la Isla Española que llamaban Haiti. (Casas.)

[2] Los ajes ó batatas son estos. (Casas.)--Oviedo en su historia natural de Indias, cap. 82 distingue los ajes de las batatas. Aquellos (dice) tiran á un color como entre morado azul; y estas son mas pardas y mejores. No les da el nombre de mames. (Nav.)

[3] Acaso feroes, por fréjoles ó judías, como mas adelante. (Nav.)

Lunes 5 de Noviembre.-En amaneciendo mandó poner la nao á monte y los otros navíos, pero no todos juntos, sino que quedasen siempre dos en el lugar donde estaban por la seguridad, aunque dice que aquella gente era muy segura y sin temor se pudieran poner todos los navíos junto en monte. Estando así vino el Contramaestre de la Niña á pedir albricias al Almirante porque habia hallado almáciga, mas no traia la muestra porque se le habia caido. Prometióselas el Almirante, y envió á Rodrigo Sanchez, y á Maestre Diego á los árboles, y trujeron un poco della, la cual guardó para llevar á los Reyes, y tambien del árbol; y dice que se cognosció que era almáciga, aunque se ha de coger á sus tiempos, y que habia en aquella comarca para sacar mil quintales cada año. Halló diz que allí mucho de aquel palo que le pareció liñaloe. Dice mas, que aquel puerto de Mares es de los mejores del mundo y mejores aires y mas mansa gente, y porque tiene un cabo de peña altillo se puede hacer una fortaleza, para que si aquello saliese rico y cosa grande, estarian allí los mercaderes seguros de cualquiera otras naciones; y dice: nuestro Señor, en cuyas manos están todas las victorias, aderezca todo lo que fuere su servicio. Diz que dijo un indio por señas que el almáciga era buena para cuando les dolia el estómago.

Martes 6 de Noviembre.-Ayer en la noche, dice el Almirante, vinieron los dos hombres que habia enviado á ver la tierra dentro, y le dijeron como habian andado doce leguas que habia hasta una poblacion de cincuenta casas, donde diz que habia mil vecinos porque viven muchos en una casa. Estas casas son de manera de alfaneques grandísimos. Dijeron que los habian rescebido con gran solemnidad, segun su costumbre, y todos así hombres como mujeres los venian á ver, y aposentáronlos en las mejores casas; los cuales los tocaban y les besaban las manos y los piés, maravillándose y creyendo que venian del cielo, y así se lo daban á entender. Dábanles de comer de lo que tenian. Dijeron que en llegando los llevaron de brazos los mas honrados del pueblo á la casa principal, y diéronles dos sillas en que se asentaron, y todos ellos se asentaron en el suelo en derredor dellos. El indio que con ellos iba les notificó la manera de vivir de los cristianos, y como eran buena gente. Despues saliéronse los hombres y entraron las mujeres y sentáronse de la misma manera en derredor dellos besándoles las manos y los piés, atentándolos si eran de carne y de hueso como ellos. Rogábanles que se estuviesen allí con ellos al menos por cinco dias Mostraron la canela y pimienta y otras especias quel Almiraute les habia dado, y dijéronles por señas que mucha della habia cerca de allí al Sueste; pero que en allí no sabian si la habia. Visto como no tenian recaudo de ciudades se volvieron, y que si quisieran dar lugar á los que con ellos se querian venir, que mas de quinientos hombres y mujeres vinieran con ellos, porque pensaban que se volvian al cielo. Vino empero con ellos un principal del pueblo y un su hijo y un hombre suyo: habló con ellos el Almirante, hízoles mucha hoara, señalóle muchas tierras é islas que habia en aquellas partes, pen

só de traerlos á los Reyes, y diz que no supo que se le antojó, parece que de miedo y de noche escuro quísose ir á tierra; y el Almirante diz que porque tenia la nao en seco en tierra, no le queriendo enojar le dejó ir diciendo que en amaneciendo tornaria, el cual nunca tornó. Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba á sus pueblos, mujeres y hombres con un tizon en la mano, yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbraban (1): no hallaron poblacion por el camino de mas de cinco casas, y todos les hacian el mismo acatamiento. Vieron muchas maneras de árboles é yerbas odoríferas. Vieron aves de muchas maneras diversas de las de España, salvo perdices y ruiseñores que cantaban, y ánsares, y desto hay allí harto: bestias de cuatro piés no vieron, salvo perros que no ladraban. La tierra muy fértil y muy labrada de aquellos manes y fexoes (2) y habas muy diversas de las niestras, eso mismo panizo y mucha cantidad de algodon filado y obrado, y que en una sola casa habian visto mas de quinientas arrobas, y que se pudiera haber allí cada año cuatro mil quintales. Dice el Almirante que le parecia que no lo sembraban y que da fruto todo el año: es muy fino, tiene el capillo muy grande: todo lo que aquella gente tenia diz que daba por muy vil precio, y que una gran espuerta de algodon daba por cabo de agujeta ó otra cosa que le dé. Son gente, dice el Almirante, muy sin mal ni de guerra: desnudos todos hombres y mujeres como sus madres los parió. Verdad es que las mujeres traen una cosa de algodon solamente tan grande que le cobija su natura y no mas, y son ellas de muy buen acatamiento, ui muy negras, salvo menos que canarias." Tengo por dicho, serenísi mos Príncipes, (dice el Almirante), que sabiendo la lengua dispnesta suya personas devotas religiosas, que luego todos se tornarian cristianos; y así espero en Nuestro Señor que vuestras Altezas se determinarán á ello con mucha diligencia para tornar á la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirán, así como han destruido aquellos que no quisieron confesar el Padre, y el Hijo, y el EspírituSanto; y despues de sus dias, que todos somos mortales, dejarán

[1] En la Historia general de Indias que escribió el Obispo Casas, cap. 46, refiere mas circunstanciadamente este suceso. “Hallaron (dice) estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban á sus pueblos mujeres y hombres: siempre los hombres con un tizon en las manos y ciertas yerbas para tomar sus sahumerios, que son unas yerbas secas metidas en una cierta hoja seca tambien á manera de mosquete, hecho de papel de los que hacen los muchachos la Pascua del Espíritu-Santo, y encendido por una parte de él, por la otra chupan ó sorben ó reciben con el resuello para adentro aquel humo; con el cual se adormecen las carnes y cuasi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio. Estos mosquetes, ó como los llan ármos, llaman ellos tabacos. Españoles cognosci yo en esta Isla Española que los acostumbraron á tomar, que siendo reprei didos por ello diciéndoseles que aquello era vicio, respondian que no era en su mano dejarlos de tomar. No sé qué sabor ó provecho hallaban en ellos." Véase aquí el origen de nuestros cigarros. ¿Quién diria entonces que su consumo y uso llegaria á ser tan comun y general, y que sobre este vicio nuevo y singular se habia de establecer una de las mas pingües rentas del Estado? (Nav.)

[2] Lo mismo que fréjoles ó judías. (Nav.)

sus reinos en muy tranquilo estado, y limpios de heregía y maldad, y serán bien rescebidos delante el Eterno Criador, al cual plega de les dar larga vida y acrecentamiento grande de mayores reinos y señoríos, y voluntad y disposicion para acrecentar la santa religion cristiana, así como hasta aquí tienen fecho, amen. Hoy tiré la nao de monte (1) y me despacho para partir el Jueves en nombre de Dios é ir al Sueste á buscar del oro y especerías y descobrir tierra." Estas todas son palabras del Almirante, el cual pensó partir el Jueves; pero porque le hizo viento contrario no pudo partir hasta doce dias de Noviembre.

Lunes 12 de Noviembre.—Partió del puerto y rio de Mares al rendir del cuarto de alba para ir á una isla que mucho afirmaban los indios que traia, que se llamaba Babeque (2), adonde, segun dicen por señas, que la gente della coge el oro con candelas de noche en la playa, y despues con martillo diz que haciau vergas dello, y para ir á ella era menester poner la proa al Leste cuarta del Sueste. Despues de haber andado ocho leguas por la costa delante halló un rio, y dende andadas otras cuatro halló otro rio que parecia muy candaloso y mayor que ninguno de los otros que habia hallado. No se quiso detener ni entrar en alguno dellos por dos respectos, el uno y principal por quel tiempo y viento era bueno para ir en demanda de la dicha isla de Babeque; lo otro porque si en el hobiera alguna populosa ó famosa ciudad cerca de la mar se pareciera, y para ir por el rio arriba eran menester navíos pequeños, lo que no eran los que llevaba; y así se perdiera tambien mucho tiempo, y los semejantes rios son cosa para descobrirse por sí. Toda aquella costa era poblada mayormente cerca del rio, á quien puso por nombre el rio del Sol: dijo quel Domingo antes 11 de Noviembre le habia parecido que fuera bien tomar algunas personas de las de aquel rio para llevar á los Reyes porque aprendieran nuestra lengua para saber lo que hay en la tierra, y porque volviendo sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras costumbres y las cosas de la Fé, "porque yo ví é cognosco (dice el Almirante) questa gente no tiene secta ninguna ni son idolatras, salvo muy mansos, y sin saber qué sea mal, ni matar á otros, ni prender, y sin armas, y tan temerosos que á una persona de los nuestros fuyen ciento dellos, aunque burlen con ellos, y crédulos y cognoscedores que hay Dios en el cielo, é firmes que nosotros habemos venido del cielo; y muy presto á cualquiera oracion que nos les digamos que digan y hacen el señal de la cruz . Así que deben vuestras Altezas determinarse á los hacer cristianos, que creo que si comienzan, en poco tiempo acabará de los haber convertido á nuestra Santa Fé multidumbre de pueblos, y cobrando grandes señoríos y riquezas y todos sus pueblos de la España, porque sin duda es en estas tierras grandísimas suma de oro, que no sin cau

[1] Tirar la nao de monte, es botarla ó echarla al agua cuando está varada. (Nav.)

[2] Isla de Babeque ó Bohio llamaban los indios á la costa de tierra firme, conocida tambien de ellos por Caritaba. (Nav.)

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