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bre de los Soberanos: se le acordó que poblase donde le pareciera,

ya, é de Molina, Duques de Atenas, é de Neopatria, Condes de Ruisellon, é de Cerdania, Marqueses de Oristan, é de Gociano: Vimos una Carta de merced firmada de nuestros nombres, é sellada de nuestro sello, fecha en esta guisa:

Se omiten las primordiales capitulaciones de Granada por estar insertas á la página 2 de este tomo.

E agora, porque plugo á nuestro Señor que vos fallásedes muchas de las dichas islas, é esperamos con la ayuda suya que fallareis é descubriéreis otras islas é tierra-firme en el dicho mar Océano á la dicha parte de las Indias, é nos suplicastes é pedistes por merced que vos confirmásemos la dicha nuestra Carta que de suso va encorporada, é la merced en ella contenida, para que vos e vuestros hijos, é descendientes, é subcesores, uno en pos de otro despues de vuestros dias, podades tener é tengades los dichos oficios de Almirante, é Visorey, é Gobernador del dicho mar Océano, é islas é tierra-firme, que así habeis descubierto é fallado, é descubriéredes, é falláredes de aquí adelante, con todas aquellas facultades, é preeminencias, é prerogativas de que han gozado é gozan los nuestros Almirantes, é Visoreyes, é Gobernadores que han sido é son de los dichos nuestros Reinos de Castilla é de Leon: é vos sea acudido con todos los derechos é salarios á los dichos oficios anejos é pertenecientes, usados é guardados á los dichos nuestros Almirantes, Visoreyes, é Gobernadores; é vos mandásemos proveer sobre ello como la nuestra merced fuese: E Nos acatando el arrisco é peligro en que por nuestro servicio vos posistes en ir á catar é descobrir las dichas islas, é en el que agora vos poneis en ir á buscar é descobrir las otras islas é tierra-firme; de que habemos sido é esperamos ser de vos muy servidos; é por vos facer bien é merced, por la presente vos confirmamos á vos é á los dichos vuestros hijos é descendientes é subcesores, uno en pos de otro, para agora é para siempre jamás, los dichos oficios de Almirante del dicho mar Océano, é de Visorey é Gobernador de las dichas islas é tierra-firme que habeis fallado é descubierto; é de las otras islas é tierra-firme que por vos ó por vuestra industria se hallaren é descubrieren de aquí adelante en la dicha parte de las Indias. E es nuestra merced é voluntad que hayades é tengades vos, é despues de vuestros dias vuestros hijos é descendientes é subcesores, uno en pos de otro, el dicho oficio de nuestro Almirante del dicho mar Océano, que es nuestro, que comienza por una raya ó línea que Nos habemos fecho marcar que pasa desde las islas de los Azores á las islas de Cabo Verde, de Septentrion en Austro, de polo á polo; por manera, que todo lo que es allende de la dicha línea al Occidente, es nuestro é nos pertenece; é así vos facemos é creamos nuestro Almirante, é á vuestros hijos é subcesores, uno en pos de otro, de todo dello para siempre jamás; é asimismo vos facemos nuestro Visorey é Gobernador, é despues de vuestros dias á vuestros hijos é descendientes, é subcesores uno en pos de otro, de las dichas islas é tierra-firme descubiertas, é por descubrir en el dicho mar Océano, á la parte de las dichas Indias, como dicho es. E vos damos la posesion é casi posesion de todos los dichos oficios de Almirante, é Visorey, é Gobernador para siempre jamás; é poder é facultad para que en las dichas mares podades usar é usedes del dicho oficio de nuestro Almirante en todas las cosas, é en la forma é manera, é con las prerogativas, é preeminencias, é derechos, é salarios, segun é como lo usaron é usan é gozaron é gozan los nuestros Almirantes de las mares de Castilla é de Leon; é para en la tierra de las dichas islas é tierra-firme que son descubiertas é se descubrieren de aquí adelante en la dicha mar Océana en la dicha parte de las Indias, porque los pobladores de todo ello sean mejor gobernados vos damos

é hiciera sin consulta los nombramientos de Alcaldes y demás opoder é facultad para que podades como nuestro Visorey é Gobernador usar por vos, é por vuestros Lugarestenientes, é Alcaldes, é Alguaciles, é otros Oficiales que para ello posiéredes, la jurisdiccion cevil é criminal, alta é baja, mero-mixto imperio, los cuales dichos Oficiales podades mover é quitar, é poner otros en su lugar, cada é cuando quisiéredes é viéredes que cumple á nuestro servicio: los cuales puedan oir, librar é determinar todos los pleitos, é causas ceviles é criminales, que en las dichas islas é tiera-firme acaescieren é se movieren, é haber é llevar los derechos é salarios acostumbrados en nuestros reinos de Castilla é de Leon, á los dichos Oficios anejos é pertenecientes: é vos el dicho nuestro Visorey é Gobernador podades oir é conocer de todas las dichas causas, é de cada una dellas cada que vos quisiéredes de primera instancia ó por via de apelacion 6 por simple querella, é las ver, é determinar, é librar como nuestro Visorey é Gobernador. E podades facer, é fagades vos, é los dichos vuestros Oficiales cualesquier pesquisas en los casos de derecho premisas, é todas las otras cosas á los dichos oficios de Visorey é Gobernador pertenecientes: é que vos é vuestros Lugarestenientes, é Oficiales que para ello pusiéredes, é entendiéredes que cumple á nuestro servicio, é á ejecucion de la nuestra justicia; lo cual todo podades, é puedan facer, é ejecutar, é llevar á debida ejecucion con efeto, bien así como lo debrian, é podrian facer si por Nos mesmos fuesen los dichos oficios puestos. Pero es nuestra merced, é voluntad que las Cartas é Provisiones que diéredes, sean é se expidan é libren en nuestro nombre, diciendo: D. Fernando é Doña Isabel, por la gracia de Dios, Rey é Reina de Castilla é de Leon, &c., é sean selladas con nuestro sello, que Nos vos mandamos dar para las dichas islas é tierra--firme; é mandamos á todos los vecinos é moradores, é otras personas que estan é estovieren en las dichas islas é tierra--firme que vos obedezcan como á nuestro Visorey é Gobernador dellas, é á los que anduvieren en las dichas mares de suso declaradas vos obedezcan como á nuestro Almirante del dicho mar Océano, é todos ellos cumplan vuestras cartas é mandamientos, é se junten con vos é con vuestros Oficiales para executar la nuestra justicia, é vos den é fagan dar todo el favor é ayuda que les pidiéredes é menester hobiéredes, so las penas que les pusiéredes; las cuales Nos por la presente les ponemos é habemos por puestas, é vos damos poder para las executar en sus personas é bienes. E otrosi, es nuestra merced é voluntad que si vos entendiéredes ser cumplidero á nuestro servicio, é á ejecucion de nuestra justicia, que cualesquier personas que estan é estovieren en las dichas islas é tierra-firme salgan dellas, é que no entren ni esten en ellas, é que vengan é se presenten ante Nos, que lo podais mandar de nuestra parte, é les fagais salir dellas; á los cuales Nos por la presente mandamos que luego lo fagan é cumplan é pongan en obra, sin Nos requerir ni consultar sobre ello, ni esperar ni haber otra nuestra carta ni mandamiento, no embargante cualquier apelacion é suplicacion que del tal vuestro mandamiento ficieren é interpusieren. Para lo cual todo que dicho es, é para las otras cosas debidas é pertenecientes á los dichos oficios de nuestro Almirante é Visorey é Gobernador, vos damos todo poder cumplido con todas sus incidencias é dependencias, emergencias, anexidades é conexidades; sobre lo cual todo que dicho es, si quisiéredes, mandamos al nuestro Canciller é Notarios, é á los otros Oficiales que estan á la tabla de los nuestros sellos, que vos den, é libren, é pasen, é sellen nuestra Carta de Previllejio rodado, la mas fuerte é firme é bastante que les pudiéredes é menester hobiéredes; é los unos ni los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced é de diez inil maravedís para la nuestra Cámara, á cada uno que lo contrario ficiere. E demás mandamos al home que vos esta nuestra Carta mos

ficios de Gobierno. Con todos estos preparativos regresó el Almirante á Sevilla, y de allí al puerto de Cádiz, para disponer su embarque.

Varios de estos individuos que acompañaban al Almirante y que se le presentaron para servir eu Indias, eran criados de la Casa Real, y algunos otros caballeros é hijos-dalgos de la corte y de las Andalucías. El Almirante habia sido nombrado Capitan General de la armada y de las Indias, y Antonio de Torres su segundo, para volver con las naves á Europa. Designóse á varios para mandar las carabelas. Alvaro de Acosta llevó el cargo de Alguacil mayor de la armada: Bernardo Diaz de Piza el de Contador y Sebastian Olano el de Tesorero: Francisco Peñalosa, criado de la Reina, el de capitan de la gente de guerra, con Alonso de Vallejo como segundo: y el de Veedor, Diego Marquez. Los mas principales de distincion eran el Comendador Gallegos, Sebastian de Olano, el Comendador Arroyo, Rodrigo Abarca, Miser Jirao, Juan de Lujan, Pero Hernandez Coronel (á quien hizo el Almirante Alguacil mayor de la Española) Mosen Pedro Margarit (caballero catalan), Alonso Sanchez de Carbajal (que era regidor de la ciudad de Baeza) Ginés Gorvalan, Luis de Arriaga, Alonso Perez Martel, Francisco de Zuñiga, Alonso Ortiz, Francisco de Villalobo, Perafan de Rivera, Melchor Maldonado, Alonso Malaver, el Dr. Chancas (célebre médico), Alonso de Ojeda (criado del Duque de Medinaceli), Gil García (Alcalde mayor) y Fermin Cedó (ensayador del oro).

Alistadas las naves de gavia y catorce carabelas se dió á la vela el Almirante el veinte y cinco de Setiembre y llegó á Canarias el dia tres de Octubre; y allí y en la Gomera se proveyó de ganados de cerda, vacuno, cabras, ovejas, gallinas y semillas de frutas y hortalizas. Dió sus órdenes de derrotero á todas las naves para el puerto de la Navidad, en la Española, y el catorce de Octubre levó anclas, navegando ochocientas leguas, hasta el dos de Noviembre en que descubrió la isla Dominica, y seguidamente pasó por otra, á quien puso el nombre de su nave Marigalante, y tomó posesion de ella.

Al dia siguiente descubrió y desembarcó gente en la Guadalupe: allí tomó instruccion de los indios, que le explicaron la situacion de la Española y de las islas intermedias. Reconoció en seguida

trare que vos emplace que parescades ante Nos en la nuestra Corte, do quiera que Nos seamos, del dia que vos emplazare fasta quince dias primeros siguientes so la dicha pena; so la cual mandamos á cualquier Escribano público que para esto fuere llamado, que dé ende al que se la mostrare testimonio signado con su signo, porque Nos sepamos en como se cumple nuestro mandado. Dada en la ciudad de Barcelona á veinte y ocho dias del mes de Mayo, año del Nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de mil y cuatrocientos é noventa é tres años.=YO EL REY.=YO LA REINA.=Yo, Fernando Alvarez de Toledo, Secretario del Rey é de la Reina nuestros Señores, la fice escribir por su mandado.-Pedro Gutierrez, Chanciller.-Derechos del Sello y del Registro, nihil. En las espaldas.=Acordada.=Rodericus, Doctor. Registrada. Alonso Perez.

la de Monserrate, la de Santa María la Rotunda, la de Santa María la Antigua, la de San Martin, con otras varias, á quienes no puso nombre, y siguió á la de Santa Cruz, á la de Santa Ursula y á las Once mil Vírgenes, hasta descubrir la mas grande de aquel archipiélago, llamada por los indios Borinquen, y á la que denominó de San Juan Bautista de Puerto-Rico; la costeó por el Sur y prosiguió su viaje hasta el veinte y dos, en que avistó á la Española, cerca del golfo de Samaná, adonde hizo desembarcar un Indio de los bautizados y traidos de Castilla, para que, entrando á la tierra, refiriese á los indios todo lo grande y portentoso que habia visto y los indujese á la buena correspondencia y amistad con los españoles. El indio ofreció cumplirlo; pero no volvió, ni se supo mas de él, y el Almirante continuó felizmente su navegacion, fondeando el veinte y cinco en el puerto de Monte-Cristi.

Deseoso de saber si en las cercanías de la boca del Rio del Oro (Yaque) habria sitio cómodo para poblar, hizo reconocer la tierra con alguna de su gente, y á poco encontraron dos hombres muertos, uno con un lazo al cuello y el otro atado á un palo. Al dia siguiente descubrieron otros dos tambien muertos, muy poblados de barbas, por lo que se persuadieron que eran cadáveres de los españoles del fuerte de la Navidad, y como este solo distaba doce leguas, trataron de dirigirse prontamente á él, como lo hicieron en los dos dias inmediatos.

En el puerto y punta del Cabo Santo (1) recibió noticias el Almirante, por algunos indios de la playa, de que habian muerto algunos españoles de enfermedades, y otros se habian internado á la tierra adentro con las mujeres de aquellos, por lo cual sospechó aquel alguna desgracia. El fuerte de la Navidad habia desaparecido, y un pariente del Cacique Guacanagarí, que venia entre los que se presentaron, que ya hablaba algunas palabras castellanas, dijo que aquel no ocurria, porque otros dos caciques, uno llamado Caonabo y otro Mayreni, que habian ido á pelear con él, le habian quemado el lugar y le habian herido; y para calmar de alguna manera las sospechas que pudiera levantar el Almirante, le ofreció el enviado un presente de dos carátulas de oro.

Al dia siguiente de esta noticia bajaron á tierra los españoles y se encontró muy cercano el sitio donde estuvo el fuerte, ya quemado y derribado, y algunos vestidos esparcidos en las inmediaciones, y mas adelante ocho ó diez cadáveres enterrados, de los españoles que habian quedado en él. Por mas esfuerzos que hizo el Almirante, no pudo conseguir que viniese abordo Guacanagarí; y esta conducta causó no poca impresion y tristeza en su ánimo, porque no solo dejaban traslucir los indios alguna doblez en los últimos acontecimientos, sino que temia que produjesen un mal efecto en las gentes que le acompañaban.

En medio á tanta perplejidad resolvió el Almirante visitar al Cacique y disimular sus sospechas de que hubiese cooperado á la

[1] El Cabo Francés ó Guarico.

destruccion de los españoles, ora porque inferia que tal vez los indios habrian cometido aquellas violencias por necesidad de su propia defensa, ora porque importaba así á sus proyectos ulteriores. No fué posible averiguar las circunstancias de lo ocurrido con toda certidumbre, porque aunque algunos indios conocian y pronunciaban palabras que pudieran explicar los sucesos, ellos se cuidaban de no revelar secretos que podian traer á los suyos graves consecuencias. Lo que pudo descubrirse con mas probabilidad fué que, despues de la partida del Almirante, se insurreccionaron los soldados españoles contra el capitan Diego de Arana, y que los cabecillas fueron los vizcaínos que muchos se ausentaron á las provincias del Este, llevándose algunas indias, y que los que en el fuerte quedaron con Arana, perecieron por el asalto de los de Caonabo y Maireny, caciques del interior; y aun se adelantaba el discurso á creer que no estaban exentos de culpa Guacanagarí y los suyos.

Sin embargo de todos estos recelos fué el Almirante á visitar á este Cacique, á quien encontró recostado en su hamaca y con una herida que el Dr Chancas reconoció como fingida. Trató de disculparse de los sucesos ocurridos, é hizo un presente al Almirante de ochocientas cuentas menudas y piedras ensartadas, que los indios apreciaban en mucho, algunas otras pedrezuelas, una corona de oro y tres higüeras de granos del mismo metal, y no queriendo este estorbar los progresos de su descubrimiento, disimuló y admitió con agrado el regalo, contestándolo con otro de cosillas de vidrio, cascabeles, alfileres, agujas, espejuelos y una imágen de Nuestra Señora, que le colgó al cuello, y que no habia querido recibir el Cacique antes de aquella ocasion. Acompañó al Almirante á su hospedaje y se admiraron él y los suyos por primera vez del aspecto de los caballos, de sus movimientos y de lo que los españoles hacian con ellos.

Despues de esta visita pretendia el Padre Boyl que se prendiese al Cacique, pero el Almirante se opuso, porque veia que lo acaecido no tenia remedio, y no convenia principiar á poblar un país imponiendo castigos que podrian adoptarse mas adelante, si realmente era culpable.

Teniendo el Almirante por azaroso y desgraciado el sitio donde estuvo el fuerte de la Natividad, pensó trasladar la colonia á otro punto mejor. A este fin mandó recorrer la costa al capitan Melchor Maldonado, asociado de trescientos soldados. Continuó este por tierra adentro su incursion hasta la boca del rio Yaque, sin encontrar paraje á propósito para establecerla, porque carecia el terreno de piedras de construccion y de materiales indispensables. Reconoció á Bayajá, á quien denominó Puerto Real, despues de haber visitado en aquella un Cacique, dependiente probablemente de Guacanagarí, que vivia en un pueblo de grande caserío.

Con estas nuevas volvió Maldonado y su gente al puerto, y comunicadas al Almirante, partió el siete de Diciembre toda la armada, en busca de asiento cómodo y proporcionado para establecer la nueva poblacion. Pasó por delante de Monte-Cristi, montañas de Puer

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