Imatges de pàgina
PDF
EPUB

que

ba hacia el hijo del almirante el ódio que á aquel habia profesado, produjo, aunque solo en parte, el efecto que deseaban los descontentos, con tanta mas facilidad, cuanto que entraba en las miras del frio y astuto rey de España D. Fernando V el acortar las facultades y prerogativas de mando los sucesores del almirante tenian derecho á reclamar sobre los paises por él descubiertos. Con este intento, estableció el año 1510 en la colonia de Santo Domingo un tribunal soberano, con el nombre de Real Audiencia, ante el cual podia apelarse de todas las sentencias dadas por el virey ó gobernador, é investido de las facultades necesarias para resolver aun en aquellos negocios que hasta entonces habian estado reservados esclusivamente á la corona. Mas adelante, despues de la muerte de D. Fernando, el cardenal Cisneros, regente de España durante la menoridad del emperador Cárlos V, para cortar de raiz los motivos de queja que ecsistian en las colonias por los abusos que en ellas se cometian, particularmente contra los naturales, dispuso dar intervencion en el gobierno de los nuevos establecimientos á tres monges gerónimos, escogidos entre doce priores que al efecto presentaron el general y el capítulo privado de la órden. No obstante estas disposiciones, que tendian á menoscabar la autoridad del sucesor del almirante, conservó éste el mando en la isla de Santo Domingo hasta la época de que vamos hablando, pues aunque en el año 1515 pasó á España con el objeto de vindicarse de las acusaciones de sus enemigos, dejó encargados del gobierno durante su ausencia á su esposa y á su tio D. Bartolomé, y despues regresó á tomar de nuevo posesion de él á fines del año 1520.

En la época de su gobierno en la Española, procedió D. Diego á la conquista y colonizacion de las islas de Cuba, PuertoRico y Jamaica, en las cuales estableció autoridades que por algunos años se conservaron dependientes de la que residia en aquella isla, aunque su nombramiento debia ser aprobado por la corte de España. Ademas de estos nuevos establecimientos, formáronse otros por órden del rey en las costas del Darien, cuyo istmo se dividió en dos provincias separadas por una

Kínea imaginaria que corria por el golfo de Uraba. El gobierno de la provincia oriental, que se llamó Nueva Andalucía, fué confiado á Alonso de Ojeda, y el de la occidental, que comprendia la costa de Veragua, á la que se dió el nombre de Castilla del Oro, á un caballero llamado Diego de Nicuesa. En 1514 fué enviado de España para encargarse del gobierno de esta última provincia D. Pedro Arias de Avila, llamado vulgarmente D. Pedrarias, el cual logró unir á su nombre una funesta celebridad por haber dado en matrimonio una de sus hijas al descubridor del mar Pacífico, Vasco Nuñez de Balboa, y hécholo degollar poco tiempo despues sobre el teatro de sus glorias, esto es, á la vista del mismo océano que habia descubierto. Con este D. Pedrarias, vino por primera vez al Nuevo-Mundo Bernal Diaz del Castillo, personage tan conocido en los anales americanos, por haber acompañado mas tarde á D. Fernando Cortés en la conquista de México y dejádonos una historia, si no la mas hermosa, sí la mas verídica y la mas curiosa de aquel estraordinario suceso.

En cuanto á la administracion interior de las nuevas colonias, fácil es esplicarla en pocas palabras. Siendo por entonces el principal objeto tanto del gobierno español como de los particulares que pasaban al Nuevo-Mundo, el sacar las mayores riquezas posibles de los paises descubiertos, todas las providencias tendian naturalmente al logro de sus deseos. En vista de estas miras ambiciosas por parte de los nuevos pobladores europeos, fácil es tambien comprender que la suerte de los indios, obligados por la fuerza á un trabajo duro y continuo á que no estaban acostumbrados, era cada dia mas horrible y desesperada. No obstante las repetidas órdenes que durante su vida y aun á la hora de su muerte habia dado la humana reina Doña Isabel la Católica, para el buen tratamiento de los naturales, á quienes llamaba "sus nuevos vasallos," éstos fueron siempre víctimas de la brutal codicia de sus bárbaros opresores. Por una parte los fuertes tributos se les ecsigian, y por otra el sistema de los repartimientos que redujo á casi todos ellos á la mas dura é insoportable esclavitud,

que

fueron diezmando de tal modo á los infelices indios, que al cabo de algunos años quedó completamente esterminada en diversos puntos la raza originaria.

Estas atroces crueldades cometidas por los europeos con los pacíficos é inofensivos naturales del Nuevo-Mundo, hicieron al fin que algunos hombres filantrópicos, horrorizados á la vista de tantos crímenes elevaran su enérgica voz en favor de la humanidad, haciendo ver al gobierno español las crueldades que se cometian en sus nuevas posesiones, é implorando de él las providencias necesarias para poner un término á tan inhumano sistema. Entre los que tomaron á su cargo la defensa de tan santa causa, se contaban algunos buenos eclesiásticos, distinguiéndose sobre todos ellos el religioso domínico Fr. Bartolomé de las Casas, despues obispo de Chiapas, quien por el infatigable celo y actividad que desplegó en favor de los naturales, ha merecido con justicia el grato renombre de "Padre de los indios."

Las diversas representaciones hechas á la corte por aquellos cristianos varones, sin lograr que se cortasen de raiz las desgracias que ellos deploraban, sirvieron únicamente para fomentar otro abuso no menos bárbaro y cruel. Hablo de la introduccion de esclavos negros de Africa para dedicarlos al trabajo de la labranza y de las minas en las nuevas posesiones de América.

Algunos escritores, resentidos contra Casas por haber revelado éste públicamente las crueldades que cometieron los primeros europeos con los habitantes del Nuevo-Mundo, han querido presentarlo como autor de aquel mal, haciéndolo aparecer inconsecuente con los mismos principios de humanidad que sostenia. Verdad es que cuando Casas pasó á España en 1517, no pudiendo obtener del emperador Cárlos V las disposiciones que pretenpara salvar á la raza indígena de la total destruccion que la amenazaba si continuaba entregada al duro trabajo á que se le obligaba por la fuerza, se conformó con el permiso que aquel dió entonces para introducir cuatro mil negros de Africa en las nuevas posesiones de América; mas no es cierto que él fuese el autor de semejante tráfico, como no lo es tampoco que el gobierno

dia

español fuese guiado por un sentimiento de humanidad al mandar negros á sus colonias, porque es bien sabido que aquel permiso, lo mismo que otros posteriores, sirvió para enriquecer á los favoritos del emperador, que monopolizaron en su provecho privado tan infame comercio, y es igualmente sabido que el motivo de que se echara mano de los negros para las colonias, fué el haber demostrado la esperiencia que el trabajo de uno de éstos equivalia al de cuatro indios.

Ademas, la introduccion de negros africanos como esclavos, tanto en las costas de España, como en las nuevas posesiones adquiridas por esta nacion en América, ecsistia ya antes de que Casas hiciese sus instancias en favor de los indios. En el año 1501, es decir, un año antes de que Casas visitase por primera vez la isla Española ó Santo Domingo, se espidió una real órden permitiendo importar esclavos negros en esta colonia, aunque con la condicion de que habian de ser nacidos entre cristianos; y segun una carta del gobernador Ovando, escrita en 1503, aparece que habia ya entonces muchos en ella, puesto que pedia al gobierno de España que no permitiese traer mas. En 1506 se prohibió la introducion de esclavos negros de Levante educados entre moros, previniéndose que no se llevasen á la colonia sino los de Sevilla, por estar ya suficientemente instruidos en la fé cristiana para ayudar á la conversion de los indios. En 1510, persuadido el rey Don Fernando de la debilidad física de estos, dispuso que se enviasen de Sevilla cincuenta africanos para el trabajo de las minas, y en los tres años siguientes dió diversas órdenes para que llevasen directamente de la costa de Guinea gran número de éstos á la Española. En 1516 dió Cárlos V licencia á algunos flamencos para introducir negros esclavos en las colonias; y por último, en 1517 dió el mismo emperador el permiso para importar los cuatro mil de que Casas tuvo conocimiento. Se vé, pues, claramente la injusticia con que ha querido atribuírsele á este hombre ilustre la invencion de aquel infame y repugnante tráfico en las nuevas posesiones de América, y es muy digna de notarse por otra parte, la coincidencia de que habiendo sido la colonia de

Santo Domingo la primera parte de América donde se introdujeron los esclavos africanos, haya sido tambien esta isla el teatro en que aquella raza ejerció tres siglos despues una venganza sangrienta con sus opresores.

El estado de la agricultura en general de las colonias, limitada á producir lo necesario para el alimento de sus habitantes, era poco considerable, y puede decirse que este ramo de la riqueza pública se encontraba en su infancia. Sin embargo, en los últimos años de la época que abraza esta relacion, habia ya tomado grande incremento el plantío de la caña dulce, particularmente en la Española, donde se producia ya con tanta abundancia, que llegó á decirse proverbialmente en España, que los magníficos palacios erigidos por Cárlos V en Madrid y en Toledo, se habian labrado con el azúcar de aquella isla (1).

Respecto del comercio entre la metrópoli y sus nuevas colonias, dispuso el gobierno español que éste debia hacerse precisamente por el puerto de Cádiz, donde, como hemos visto ya en otro lugar, se estableció al efecto una aduana, dependiente de la gran casa de contratacion de Sevilla. Este privilegio que disfrutó aquel puerto desde entonces hasta pocos años antes de terminar la dominacion española en sus grandes posesiones de América, hizo de Cádiz la primera ciudad mercantil de la Península.

Dada ya una idea general de los descubrimientos hechos progresivamente, así en las islas como en el continente de esta parte del globo, conocida por mucho tiempo con el misterioso nombre de El Nuevo-Mundo, y de los pasos dados en ella por los primeros europeos que la visitaron hasta el año 1518, resta que hablar en particular de la isla de Cuba, por ser este el punto de donde partieron las diversas espediciones que dieron por resultado el descubrimiento y conquista del grande imperio de Moteuczoma.

En otra parte hemos visto ya que tanto D. Cristóbal Colon como los que lo acompañaron en el último reconocimiento que hizo en las costas de aquella isla, la mayor de las Antillas, juzga

(1) Washington Irving, Vida y Viages de Cristóbal Colon, tomo IV pág. 124.

« AnteriorContinua »