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cia lo que se le encargaba, mas nada pudo conseguir por entonces. El Papa reinante, que era S. Pio V., hombre de severidad inflexible, se negó á dar la aprobacion que se le pedia, sin ver antes la Biblia y aun amenazó prohibirla, si salia á luz y examinada de su órden no se hallaba cual convenia. Recurrióse á la memoria escrita por Montano para aquietar al Papa, que la mandó ver á los Cardenales Sirleto y Tiani: y estos hallaron en ella tantas dificultades, que ya el Embajador, aprovechándose de otra órden separada que para esto tenia (1), se contentaba con que se concediese á Plantino el privilegio, de que nadie sino él pudiera imprimir la Biblia en los Estados Pontificios, prometiéndose, si obtenia esta gracia, lograr se extendiese en tales términos, que equivaliese á la aprobacion. Fr. Miguel de Medina y Pedro Fontidueñas, que se hallában á la sazon en Roma, tuvieron sus conferencias con los Cardenales sobre esto, y ellos ofrecieron al Embajador sus buenos oficios con el Papa; pero Su Santidad se negó tambien a dar el privilegio, diciendo que seria dar una aprobacion indirecta: cosa no usada por sus antecesores sin haber precedido el exámen de la Santa Sede. Recurrióse tambien al medio de que se cometiese á la Universidad de Lovaina el exámen de lo añadido en la nueva edicion y dificultades que en ello se ofrecian; ó bien á las personas que Su Santidad diputase; y que si estas lo aprobaban, podria dar sin recelo alguno el privilegio; pero nada bastó. El santo Pontifice dijo resueltamente, que si querian aprobacion ó privilegio, viniese todo á Roma y alli se examinaria: y que sin esto, lo único que podria aprobar seria la Biblia de Alcalá (2), si se quisiese repetir la edicion; y que todo lo demas era cansarse en vano.

59. Los reparos que se oponian para la aprobacion eran en suma estos: Que se habia hecho nueva traslacion latina del testamento nuevo, la cual no se sabia si seria la de Erasmo ú otra, y era preciso examinarla. Que al texto siriaco, si era el impreso antes en Francia, le faltaba el Apocalipsis, y otros escritos que los hereges porfiaban no ser canónicos. Que los tratados de arcano sermone, y simbolis rerum contenian cosas no ciertas ni bien averiguadas, especialmente en lo de ponderibus et mensuris y que tales cosas no debian juntarse con el texto (1) Documento núm. 362. (2) Documento núm. 37.

sagrado: ademas de que aquel tratado de sermone arcano no se sabia si era cabalístico. Que en la traslacion de Pagnino se habian hecho muchas alteraciones, que era preciso ver. Que se citaba al Talmud y al Munstero, y se insertaba una epístola dirigida á Arias Montano por Andrés Masio, de quien se tenia en Roma alguna sospecha (1). Era este Masio, de quien ya arriba hablamos, un literato ilustre Secretario del Duque de Cleves, que se habia distinguido mucho en los estudios sagrados, y que entre los católicos de Flandes conservaba buena opinion (2): y su carta, que está en el tomo 1.° del Aparato, era una especie de disertacion sobre la lengua sira dirigida á Arias Montano, remitiéndole su gramática y diccionario que él mismo le habia mandado escribir. Tampoco en España seria sospechoso el nombre de este literato, cuando el Jesuita español Gaspar Sanchez, docto y piadoso expositor, en su Comentario de Isaías (cap. 11 v. 15.) lo cita sin el menor reparo en apoyo de su opinion,

60. De todo dieron cuenta al Rey el Embajador y el Duque de Alva, proponiéndole que para no hacer en Roma el negocio eterno con escritos y exámenes, fuese allá Arias Montano con su Biblia, y él mismo verbalmente diese satisfaccion á los reparos que se oponian. Convino el Rey, luego que vió las cartas del Duque, en este medio que antes habia él mismo adoptado como subsidiario, para en el caso de no creerse bastante la satisfaccion que diese Montano por escrito: y mandó al Duque lo habilitase de dinero para el viaje, y que llevase consigo todos los cuerpos de la Biblia, y los testimonios de aprobacion de la facultad de teología de Lovaina, para que pudiese dar cuenta y razon á Su Santidad de lo que se habia hecho, y mostrarle ser todo tan católico y provechoso como se requiere que lo sea (3). "Que ,, yo creo, (añadia Felipe II. en esta carta) que Montano lo dará á entender de manera que cesèn todas las dudas:" y el éxito hizo ver que no se engañaba, como luego veremos. En la misma carta prevenia S. M. al Duque mandase á Plantino, que no saliese de su poder la Biblia ni parte de ella, ni la vendiese, prestase, ni dejase ver á nadie, hasta que estuviese aprobada por Su Santidad, y se pudiese es

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(1) Documento núm. 37.

(2) Documento núm. 38 y 39.

(3) Documentos números 39 á 46.

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tampar al frente el breve de su aprobacion. Á Montano escribió que hiciese lo que ordenase el Duque : y al Embajador dió aviso de la ida de Montano y su objeto, y que llevaba un ejemplar de los impresos en pergamino, para presentar á Su Santidad en su Real nombre, como primicias de la obra. Le encarecia mucho los cuidados y atenciones que debia tener con Montano, y le encargaba que él mismo lo presentase al Papa, "diciéndole (son las palabras de la carta) como ,, es criado mio, de tanta virtud, cristiandad, letras, y buenas par,,tes, que por ellas le tengo yo mucha voluntad: y que asi suplico á Su Santidad le mande dar grata audiencia, y despacharlo con el favor y gracia que merece lo que se pide en respeto de la dicha Biblia &c." No contento Felipe II. con esto, escribió tambien al Cardenal Pacheco, dándole gracias por sus anteriores oficios en favor del asunto, encargándole los continuase, y recomendándole eficazmente la persona virtud y letras de Arias Montano, á quien enviaba comisionado para el efecto. Y aun al mismo Papa escribió, pidiéndole aprobase y bendijese la Biblia, á cuya impresion se habia movido por causas tan importantes á la Religion y á la Iglesia. Donde se vé que ya, dejado aquel recato con que al principio procedia, daba abiertamente la cara; bien fuese porque muerto ya San Pio V, tuviese mas satisfaccion con su succesor Gregorio XIII, ó por algun otro motivo que ahora ignoramos.

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61. Estas cartas escribia el Rey á 19 de Junio en Madrid, y ya en 31 de Agosto le avisaba el Embajador desde Roma, que con la llegada de Arias Montano quedaba todo concluido como se podia desear (1). De manera, que un hombre menos modesto que él, viendo disipadas con su presencia tantas dificultades, pudiera haber dicho como Cesar: Llegué, ví, y vencí. La carta del Embajador fue muy brereducida á decir que en 16 de aquel mes se habia presentado la Biblia á Su Santidad, habiendo antes instruido muy bien Arias Montano al Cardenal Sirleto, para que pudiese satisfacer á cualquier reparo del Papa, si por ventura le ocurrian algunos como á su antecesor; pero que ninguno habia puesto, luego que entendió la aprobacion de la Universidad de Lovaina; antes bien habia aceptado las (1) Documento ‍núm. 47.

primicias de la obra, alabando y bendiciendo al Rey por su celo en darla á luz, y habia concedido tambien el privilegio que se pedia para Plantino, y respondido á la carta de S. M. con un breve que habia llevado el correo anterior. Bien pudo contribuir á esto la carta de aquella Universidad á Su Santidad, asegurándole el cuidado con que se habia examinado alli todo, y la notoria probidad y sabiduría de los Doctores especialmente comisionados para el exámen. Y no menos la juiciosa y bien meditada alocucion de Arias Montano al presentarle la Biblia: que uno y otro, con el breve dirigido al Rey en contestacion á su carta, se halla impreso en el primer tomo.

62. De Arias Montano decia el Embajador en su carta al Rey, que el Papa lo habia honrado y favorecido como merecian sus letras y virtud: por las cuales habia tenido en aquella Córte la misma aceptacion que generalmente tenia en todas partes donde eran conocidas. Por otra carta (1) del mismo Embajador sabemos, que permaneció alli hasta el dia 8 de Octubre en que salió para Flandes, recibida órden de volver á aquellos Estados: y con fecha del 4 escribia al Rey el Cardenal Sirleto (2) lo acertado que habia sido enviarlo á él mismo personalmente con la Biblia, asi por su gran doctrina y prendas rarísimas, como por su diligencia y puntualidad en dar razon de todo lo concerniente á aquella grande obra, con mucha satisfaccion de las personas inteligentes. El Embajador en esotra carta en que daba cuenta al Rey de su salida de Roma decia: "El es tan poco codicioso, que ,, no solicitó que Su Santidad le premiase su trabajo, y asi se partió ,,sin ninguna remuneracion. Pero aflígese mucho de que V. M. le man,, de ocupar en negocios que son fuera de su profesion, y parécele ,, que si V. M. fuese servido de darle licencia para que se recogiese, ,, que podria hacer mucho servicio á la Iglesia y á V. M. en escri

,,bir: y los que han visto sus obras, y entienden de cuánto prove

,,cho son, le encargan mucho la conciencia de que prosiga en la es,, critura." Y últimamente, el buen Embajador, sin que Arias Montano se lo hubiese pedido, añadia: "No puedo dejar de decir á V. M. ,, que es imposible poderse sustentar con los trescientos ducados que ,, se le dan de partido, y que sé que él se socorre de parientes y de (1) Documento núm. 48. (2) Documento núm. 5o.

,, amigos; y ha empleado tan bien su tiempo, y en tanto servicio ,, de V. M. que no es justo que ande con esa necesidad." No se ofendió el Rey de esta advertencia, pues en contestacion dijo (1) que la agradecia, y le habia parecido de consideracion, y que la tendria para mirar en ello; y con el bien particular de Arias Montano la cuenta que merecia: y que holgaba de que se le hubiese acordado.

63. Vuelto sin dilacion á Flandes, recibió alli cartas del Rey muy expresivas y honoríficas, en una de las cuales (2), despues de darle gracias por su final y buen desempeño en la comision de la Biblia, y ofrecerle que con su persona y virtud tendria la cuenta que él se merecia para hacerle favor y merced; le mandaba permanecer por entonces en aquellos Estados, donde su buen celo y doctrina podria ser de mucho servicio á Dios y á su Iglesia: ademas de otras cosas que ocurrian y se le encargaban, con la seguridad que se tenia en su desempeño; y que con esta confianza se le enviaba un crédito de seis mil ducados, como le diria mas por extenso Zayas, por medio del cual podia él ir avisando de lo que fuese haciendo, como lo habia ejecutado hasta allí. Hablábale al mismo tiempo de otras cosas, que por menos importantes omito, mostrando en todo la singular estimacion y confianza que de él hacia. La cual se dió mas á entender despues, cuando habiendo sucedido al Duque de Alva en el gobierno de Flandes el Comendador mayor de Castilla Don Luis Requesens, le envió el Rey copia de ciertos avisos que habia escrito Arias Montano conducentes á aquel gobierno, previniéndole que los platicase con él, si le parecia, (que era su fórmula ordinaria) y que lo favoreciese y honrase cuanto sabia que lo merecia por su virtud y buenas partes. Y á él le escribió dándole gracias por sus avisos, y encargándole que los continuase, pues estaba bien satisfecho de su intencion y celo: y que al Comendador mayor, á quien enviaba copia de ellos, no dejase de advertirle de lo que mas viese convenir al beneficio de aquella provincia: en la cual era su Real voluntad se quedase á residir por entonces; que de ello seria servido, y el Comendador mayor tendria con él la cuenta que merecia (3).

(1) Documento núm. 51. (2) Documento núm. 52.

(3) Documentos números 52 2,0

y 52 3.0

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