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La falta de sentido moral en los miembros del clero fué causa de que todos ellos trabajasen desde un principio para que se dieran los indios en servidumbre por la monarquía española. Escribía el rey don Fernando al hijo del Almirante con fecha 20 de marzo de 1512 acerca del sermón que fray Antonio Montesinos predicó en la Española en favor de la libertad de los naturales: "Me á muncho maravillado en gran manera, de descir lo que dixo, porque para descirlo, nengund buen fundamento de Theología nin cánones nin leyes thernia, sygund discen todos los letrados, e Yo ansi lo Creo, porque cuando Yo e la Señora Reyna Mi muxer-que Gloria faya-Dimos una Carta para que los yndios syrviesen a los crysthianos como agora les sirven, Mandamos xuntar para ello todos los del Nuestro Consexo e munchos otros letrados theólogos e canonistas, e vista la gracia e donacion que Nuestro Muy Sancto Padre Alexandro sexto Nos fizo de todas las Islas e Tierra-Firme descobiertas e por descobrir en estas partes........ e las otras cabsas escriptas en derecho e conforme a rrazon para ello abrá, acordaron en presencia e con parescer del Arzobispo de Sevilla que agora es, que se debian de dar (en esclavitud los indios) e que era conforme a derecho humano e devyno; pues por la rrazon que los legos pueden alcanzar, e vosotros vedes quan necesario es queso esté ordenado como está en quanto a la servidumbre que los yndios facen a los crysthianos, muncho más Me a maravillado de los que non quysieron absolver a los que se fueron a confesar sin que primero posiesen los yndios en su libertad, abiéndoseles dado por Mi mandado, que si algund cargo de concyencia para ello podia aber-lo que non ayera para Mi e para los que Nos aconsexaron, que se ordenase lo questá ordenado, e non de los que thienen los yndios; e por cierto que fuera rrazon que usáredes ansí con el que predicó, como los que non quysieron absolver de algund rrigor, porque un yerro fué muy grande." 1

Por las incansables gestiones hechas en pro de los indígenas por su gran benefactor, el licenciado don Bartolomé de Las Casas, celebróse en España el año de 1519 una junta de altas personas presidida por el joven rey Carlos V. En ella se concedió primero la palabra al venal obispo de Darien, fray Juan de Quevedo, quien dijo en sustancia: "soy de sentir que (los indios) han nacido para la esclavitud, y solo en ella los podrémos hacer buenos. No nos lisonjeemos; es preciso renunciar sin remedio á la conquista de las Indias y á los provechos del Nuevo

1 Docs. de América, XXXII, 375–76.

Mundo si se deja á los indios bárbaros una libertad que nos seria funesta...... Si en algun tiempo merecieron algunos pueblos ser tratados con dureza, es en el presente los indios, más semejantes á bestias feroces que á criaturas racionales. ¿Qué diré de sus delitos y de sus excesos, que dan vergüenza á la misma naturaleza? ¿Se nota en ellos alguna tintura de razón? ¿Siguen otras leyes que no sean las de sus brutales pasiones? Pero dicen que por el rigor de sus amos y tiranía de los repartimientos no abrazan la religion. ¿Qué pierde la religion con tales sugetos? Se pretende hacerlos cristianos, casi no siendo hombres........ sostengo que la esclavitud es el medio más eficaz, y añado que es el único que se puede emplear...... sin esta diligencia, en vano se trabajaria en reducirlos á la vida racional de hombres y jamás se lograria hacerlos buenos cristianos."1 Hermoso contraste formó en verdad con este bárbaro é inhumano discurso el que pronunció en seguida el licenciado Las Casas, sostenido por su inquebrantable energía é inflamado de la sublime caridad que jamás se apagó en él; después de manifestar el excelso defensor á Carlos V, el mayor autócrata de la época, que no quería para sí merced ni galardón alguno, ni obraba "por servir á V. Mag. porque es cierto...... que de aqui á aquel rincon no me mudase, por servir á V. Mag...... (sostuvo como únicamente él supo hacerlo, que las gentes del Nuevo Mundo) son capacisimas de la Fé Christiana, i á toda virtud, i buenas costumbres, por raçon, i doctrina traíbles, i de su natura son libres, i tienen sus Reies, i Señores naturales, que goviernan sus Policias."2 Los indígenas siguieron no obstante en servidumbre.

Tratóse posteriormente en España, hacia 1525, de declarar libres á los indios, pero "entre varias opiniones de varones graves, estamos en duda (escribía Mártir entonces), principalmente por el parecer de los religiosos de la religión dominicana, que con sus escritos nos inclinan á lo contrario." Fray Tomás Ortiz, por cierto de los eclesiásticos que fueron más favorables á los indios (decimos esto con sinceridad), presentó en tal ocasión un memorial á nombre propio y de otros religiosos, titulado «Estas son las propiedades de los indios, por donde no merecen libertades,» en el cual no hay vicio ni delito que no se impute á los naturales de América; se les hace culpables hasta de que "son

1 En Beaumont, II, 128-29.

2 Herrera, II, 93-4.

3 IV, 124.

sin barbas, y si algunas les nascen, pélanlas y arráncanlas." Herrera asienta que el obispo de Osma, fray Francisco de Loaysa, presidente del Consejo, era de parecer que no se tocase á los indios en su libertad, pero que al fin dió grandísimo crédito á fray Tomás Ortiz y á otros frailes domínicos y de la orden de San Francisco, que aconsejaban la servidumbre, "por lo qual, declaró el Emperador que estos Indios fuesen Esclavos, con acuerdo de los del Consejo.'

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Como consecuencia de tan inhumana declaración, "no solamente (manifiesta Oviedo) fueron repartidos los indios á los pobladores, pero tambien se dieron á caballeros é privados, personas aceptas y que estaban cerca de la persona del Rey Cathólico, que eran del Consejo Real de Castilla é Indias, é á otros;"3 advierte luego dicho autor que se dictaron diversas providencias reales para el buen tratamiento de los indios, "pero yo veo (agrega) que ninguna cosa ha bastado para que esta gente infelice no se haya consumido en estas islas...... Y desta culpa no quiero señalar á ninguno de los que acá han estado; mas sé que lo que los frayles dominicos decian lo contradecian los franciscos..... y lo que los franciscos amonestaban, negaban los dominicos..... Y despues andando el tiempo, lo que tenian los dominicos lo defendian los franciscos; y lo que primero alababan los franciscos, ellos mismos lo desecharon y lo aprobaban entonces los dominicos."4

Es inconcuso, por tanto, que si se redujo á la esclavitud á los indígenas, se debió exclusivamente á la tenaz oposición del clero, el cual dió origen con esto á que sucumbiesen millones y millones de seres inocentes, víctimas del crudelísimo trato que les dieron sus amos.

Hubo una agravante imperdonable en esa actitud de los eclesiásticos, á saber, que hablaban de la incapacidad de los naturales sin conocer la lengua de éstos; en 1533, fray Jacobo de Tastera escribía al rey: "A qualquier juyzio, por grosero que sea, pregúntele V. M. á quien tal dixo, mayormente sy fué religioso, sy aprendió la lengua de los yndios.............. é pues esta puerta no les fué abierta para entrar á contenplar los secretos desta gente, ni los sentimientos de sus ánimas, porque quieren ser testigos dormidos de lo que nunca vieron."5 Veinte años después, fray Angel de Valencia y sus compañeros decian á su

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magestad: "quasi no ay (clérigo) ninguno que sepa lengua.' "1 Fray Bartolomé de Las Casas manifestaba por su parte á Pío V: "á V. B. suplico humildemente que les mande (á los obispos) aprender la lengua de sus ovejas, declarando que son á ello obligados por ley divina y natural, porque por momentos suceden muchos y pésimos, indignos en la presencia de V. Sa por despreciar los obispos de aprender la lengua de sus feligreses."2

No se limitó el clero español á hacer esclavos á los indígenas, sino que llegó á tratarles con excesiva crueldad; poca conmiseración podía tener para aquellos á quienes veía plagados de diabólica idolatría incurable. Hablaremos únicamente de los franciscanos establecidos en México, los que más se vanagloriaban de haber protegido á los indígenas. Consta por una información rendida en 1529, que en los monasterios de San Francisco no sólo se tenían encerrados "a todos los señores prencipales desta tierra e a sus fixos chequitos...... (sino que también había allí) cárceles, cepos e cadenas, donde meten en prysiones a los yndios basallos de Su Magestad por lo que se les antoxa."3 El arzobispo de México, don Alonso de Montúfar, declaraba al Real Consejo de Indias en 1556: "ha aprovechado tan poco nuestro mandamiento, que no nos han querido obedecer los indios por más que se lo hemos reñido y nos hemos quejado al...... Visorey para que se lo mande, como se lo ha mandado, y tan poco vale su mandamiento como el nuestro, no siendo á voluntad de los religiosos (franciscanos), porque es tan grande el temor que les tienen los indios por los castigos grandes que les hacen, que aun hablarnos ni quejarse algunos indios no lo osan hacer de su miedo."4 Don Diego de Quijada manifestaba al rey siete años después, cómo algunos indios de Yucatán, para librarse de los suplicios que les infligían los mismos religiosos, "se iban á ahorcar á los montes."5 Esos suplicios quedan descritos, aunque ligeramente, en el siguiente párrafo de una carta escrita á la monarquía por los indios gobernadores de varias provincias de Yucatán: "Despues que nos vino el bien, que fué conoscer á Dios Nuestro Señor por solo verdadero Dios, dexando nuestra ceguedad é ydolatrias,

1 Idem, 108.

2 Docs. de México, II, 600.

3 Docs. de América, XL, 472.

4 Idem, IV, 496.

5 Cartas de Indias, 383.

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y á V. M. por señor temporal, antes que abriessemos bien los ojos al conoscimiento de lo vno y de lo otro, nos vino vna persecucion, la mayor que se puede ymaginar, y fué, en el año de sesenta y dos, por parte de los religiosos de Sant Francisco, que auiamos traydo para que nos doctrinassen, que, en lugar de lo hazer, nos començaron á atormentar, colgandonos de las manos y açotandonos cruelmente, y colgandonos pesgas de piedras á los pies, y atormentando á muchos de nosotros en burros, echandonos mucha cantidad de agua en el cuerpo, de los quales tormentos murieron y mancaron muchos de nosotros;" en dicha carta se señala á fray Diego de Landa, electo luego obispo de Yucatán, como "principal autor de todos estos males y trabaxos, (y se agrega): escriue (Landa) diziendo que V. M. ha aprobado las muertes, robos, tormentos y esclauonias y otras crueldades que hizieron en nosotros...... si V. M. se quiere ynformar desto, embie persona tal que lo auerigue, y verse a nuestra ynocencia y la gran crueldad de los padres; y si el obispo (fray Francisco de Toral) no viniera, todos fueramos acabados. Y porque, aunque queremos bien á Fray Diego de Landa y á los demas padres que nos atormentaron, solamente de oyrlos nombrar, se nos rebueluen las entrañas." 112

Entrando ahora á más detalles, trataremos, primero, de la conducta observada en las Indias por los más altos prelados, y en seguida, de la que guardaron los eclesiásticos subalternos.

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Era el ya dicho obispo de Cuba fray Miguel Ramírez, electo hacia 1527, "grande arrebolvedor y escandaloso,' "3 al cual no podían sufrir ni los mismos religiosos que le estaban sujetos; 1 dado además á “palabras ynjuriosas," 5 "muy desonestas las quales no son de escrevir," 6 y á especulaciones indebidas; los más de los negros destinados á la construcción de la iglesia de Santiago, decía el Cabildo de esta ciudad, "trabajan en las haciendas del dicho obispo." 7 El Obispo, no obstante, se quejaba de pobreza; mas con tan buenas grangerías, pudo no sólo pagar las muchas deudas que tenía, sino volver inmensamente ri

1 Idem, 407.

2 Idem, 409.

3 Docs. de Ultramar, IV, 251.

4 Idem, 77.

5 Idem, 154.

6 Idem, 288. 7 Idem, 171.

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