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en el Pirú, las hallaron tan llenas de gente, que apenas había palmo de tierra despoblada en todas ellas, y se juntaban [de la mesma manera] cien mil hombres, al son de cuatro caracoles marinos, como pudiera en Europa juntarse veinte mil al de las trompas y clarines, con rigurosas órdenes de sus príncipes y reyes." 1 "Y como quiera, Señor, (agrega el marqués) que la última ruina y miseria mayor de los reynos y provincias es su despoblación, porque á ella conspiran todas las desdichas humanas, y lo que más puede hacer una furiosa peste, el hambre, la guerra, el cuchillo y la persecución y la crueldad, es despoblar una provincia, y aun eso no lo puede conseguir frecuentemente; fácil es de conocer cuál y cuán terrible es esta enfermedad de las Indias, por los efectos que causa; que son el descaecer del todo y para siempre sus naturales, y con ellos, ellas. Qué sentimiento causara á V. M. si paseándose por lo mejor de España no hallase apenas hombres ni mujeres, lugares ni ciudades! y esos pobres y desnudos, sin tener con qué cubrir las carnes sus moradores, y viese los templos y las casas caídas, y toda su hermosura y grandeza por el suelo! Así se ven en las Indias; apenas se halla lugar en que hospedarse, sino que todo es páramo y soledad, y llegará tiempo en que se vea ni aun vestigios de lo que fué, estando tan á los principios." 2

Ahora bien, preciso es declarar que la destrucción de las Indias fué llevada al cabo á ciencia y paciencia de la monarquía española.

Escribía en 1566 el bachiller Luis Sánchez: "vienen....... de las Indias personas de bien y religiosas, huyendo de los grandes males que allá ay, con gran fervor y celo de informar acá la verdad para que se remedie. Estos son muy pocos y conocerse an, en que vienen pobres y no bien quistos de gente de Indias. Estos con gran calor, comienzan á decir verdades y á desengañar de las cosas de Indias, y como acá, todos y el Consejo, están escarmentados de las mentiras que á todos los demás an oido, no saben á quien crean; y como á los buenos no les dan crédito, ni á las veces oidos, y si los oyen tibiamente, cánsanse y déxanlo; y tambien quando echan ojo en lo que trabajó el buen Obispo de Chiapa (el incomparable fray Bartolomé de Las Casas), y en su gran constancia y en lo que padeció mi buen amo el Obispo de Popayan (fray Agustín de Coruña, llamado por sus virtudes el Obispo Santo) y como ambos murieron con este pio, de que se supiese la

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verdad de lo que en las Indias pasa, y se remediase y ambos sacaron poco fructo de sus trabajos, como veen esto, desanímanse y déxanlo, y así no se acaba de averiguar la verdad de lo que en las Indias pasa.' Que efectivamente la monarquía española tuvo entero conocimiento desde temprano acerca de todos los males que causaban sus súbditos en las Indias, nos lo hace ver Carlos V en la cédula que expidió en Granada á 17 de noviembre de 1526, en la cual decía: "Nos somos certificados y es notorio que por la desordenada codicia de algunos de nuestros súbditos que pasaron á las nuestras islas é Tierra Firme del mar Océano, por el mal tratamiento que 'ficieron á los indios naturales de las dichas islas é Tierra Firme, ansí en los grandes y excesivos trabajos que les daban, teniéndolos en las minas para sacar oro, y en las pesquerías de perlas, y en otras labores y grangerías, faciéndolos trabajar excesiva é incómodamente, no les dando el vestir ni el mantenimiento necesario, peor que si fueran esclavos; lo cual todo ha sido é fué causa de la muerte del gran número de los dichos indios en tanta cantidad que muchas de las islas y parte de Tierra Firme quedaron yermas y sin poblacion alguna de los dichos indios naturales de ellas, y que otros huyesen, é se fuesen... á los montes é otros lugares para salvar sus vidas y salir de la dicha sujecion y mal tratamiento......... ansimismo somos informados que los capitanes y otras gentes que por nuestro mandado y con nuestra licencia fueron á descubrir y poblar alguna de las dichas islas é Tierra Firme...... movidos con la dicha codicia, olvidando el servicio de Dios nuestro Señor é nuestro firieron é mataron á muchos de los dichos indios en los descubrimientos é conquistas, y les tomaron sus bienes, sin que los dichos indios les hobiesen dado causa justa, ni hobiesen precedido ni hecho las amonestaciones que eran tenidos de les facer, ni fecho á los cristianos resistencia ni daño alguno." 2

Empero, hemos visto cómo la destrucción de las Indias continuó perdudablemente bajo la dominación española.

Si la Monarquía hubiese vuelto á hablar con sinceridad de la despoblación general de la América, veinticuatro años después de expedida la citada cédula, y para ello hubiera consultado "los papeles, cartas, libros e escripturas (de los archivos reales),"3 habría dicho con el cronis

1 Docs. de América, XI, 167.

2 Docs. de España, 1, 111-12.

3 Docs. de América, XXXVII, 102–3.

ta mayor del reino, Antonio de Herrera: "se falla que faltan en sesenta e ocho años muertos a nuestras manos, quarenta millones en todas las Indias; e de solo cargar los ombres, quince millones."1

Hay que advertir que acerca de esos papeles, cartas, libros é escripturas, decía entonces el autorizado Colegio Hispano Boloniense: "fascen fé."2

§ 11. DEGENERAción de los natuRALES DE AMÉRICA.

Para concluir, pasamos á indicar de manera sintética cuál fué la suerte de los pocos indígenas que pudieron sobrevivir á tan despiadado exterminio.

Vistos los naturales por sus dominadores españoles como "más semejantes á bestias feroces que á criaturas racionales," fueron víctimas desde un principio de inauditas vejaciones y crueles martirios. Sin hogar, porque desde niños eran arrancados del seno de sus familias, y cuando llegaban á la edad viril, ó bien no podían mantener esposa, ó bien no querían buscarla para no engendrar esclavos; de complexión endeble y enfermiza á causa de que carecían de alimentos bastantes; rotos sus músculos por el exceso de trabajo á que se entregaban, ya para satisfacer la ambición sin límites de sus encomenderos ó señores, ya para pagar al clero los onerosísimos diezmos, primicias y gastos de festividades religiosas, ya para cubrir los exhorbitantes tributos impuestos por la Monarquía; lesionado con frecuencia su cerebro: "todos los indios plebeyos (decía el marqués de Barinas) traen hundida la frente [como si fueran bueyes] del temacán con que cargan, que es una faja que se ponen para aliviar el peso que les echan;" aletargadas sus facultades mentales, debido á que no tenían instrucción alguna, excepto la religiosa, que viciada y aislada no infundía en ellos sino superstición, fanatismo é intolerancia: profesábase la máxima: á los indios "es preciso..... no educarlos,' "5 "salvo tocante a la Relygion Crystiana;" sin poder sustraerse al vicioso y depravado ejemplo de los españoles: "no es de maravillar (decía Mendieta) sino cómo todos ellos no se han pervertido y trocado del todo, segun las ocasiones que se les dan y han dado de malos ejem

1 Idem, 201.

2 Idem, 103.

3 Beaumont, II, 128.

4 212.

5 Zumárraga, en Recueil, II, 102.

6 Docs. de América, XLII, 466.

plos que de nosotros han recebido y reciben;"1 faltos de solaces y descansos que dilataran su comprimido ánimo; escasos de recuerdos que les consolaran en las tristes horas de su existencia; sin abrigar esperanza de dicha ni de alivio; despreciados siempre; impotentes aun para quejarse; condenados á eterna opresión mortal....... todas estas causas hicieron que las razas indígenas de América no sólo perdieran una á una las infinitas cualidades que con sobrados bríos lucieron gloriosamente en sus días de libertad, sino que degenerasen con inconcebible rapidez y al fin cayeran en el lastimoso estado en que todavía las miramos al fenecer el siglo XIX.

Empero, esas razas infortunadas, rescatadas ya de la servidumbre y colocadas de nuevo en medio propicio, volverán á manifestarse prósperas y pujantes, luego que empiecen á sentir la mágica influencia de una eficaz educación, física, intelectual y moral; sus facultades, aunque profundamente adormecidas, no han podido morir y antes bien son susceptibles de alcanzar pronto y vigoroso desarrollo: México debe sus más preciadas instituciones, las que dieron origen y sér á su actual progreso, á un miembro de esas mismas razas, al imperecedero don Benito Juárez, que, con inteligencia superior y energía nunca quebrantada, extirpó de nuestro suelo el obscurantismo pernicioso hondamente arraigado á la sombra secular de la dominación española.

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TABLA BIBLIOGRÁFICA

DE LOS

AUTORES Y EDICIONES QUE SE CITAN EN LA PRESENTE OBRA.1

Acosta, Joseph de.

1894. Historia Natural y Moral de las Indias. Publicada en Sevilla en 1590 y ahora fielmente reimpresa de la primera edición. Madrid. 2 vols. en 16!

Confiesa el autor que comúnmente siguió á Polo Ondegardo en las cosas del Perú y á Juan Tovar en las de México (II, 143).

Actas de Cabildo de la Ciudad de México.

1889-99.-Edición del "Municipio Libre." Publicada por su propie

tario y director Ignacio Bejarano. México. (Imprenta y librería de Aguilar é Hijos). 14 vols. en 4--Continúan en publicación.

Las actas publicadas comprenden el período transcurrido desde el 8 de marzo de 1524 hasta el 8 de febrero de 1602. En mi colección de manuscritos tengo copia de varias actas posteriores.

Aguilar, Fray Francisco de.

Historia de la Nueua España. Relatio breue de la Conquista de la Nueua España. En Anales del Museo Nacional, tomo VII.

Nos dice el Autor que fué "conquistador de los primeros que pasaron con hernando Cortes a esta tierra," (pág. 3).

1 Adoptando las medidas establecidas por la American Library Association, llamo vol. en 24 al que no excede de 15 centímetros de longitud; en 16° al que no excede de 17; en 120, de 20; en 8, de 25; en 40, de 30; en fol., de 35; en fol.4, de 40; en fol. 5, de 50, y en fol. 6, de 60 centímetros.

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