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ranos que los bisoños, que las mujeres y que los niños, que los ancianos y que los lisiados; dice Herrera: "Mientras peor iba á los Mexica nos, tanto mas peor fiaban, i crecia su rabia de tal suerte, que las Mugeres Viejas, barrian la tierra, i polvo de las Azoteas, i lo echaban sobre los Castellanos, para cegarlos: los Muchachos se atrevian á tirar Piedras, i Varas, diciendo las injurias que oían á sus Padres...... Los Mancos, i los Coxos, i los que no podian andar por las Azoteas, adereçaban piedras para tirar con las hondas, no dexando nadie de quantos havia, que no se ocupase en algo, para la defensa."1 Palabras dignas á fe de ser esculpidas en oro.

Acerca de las mujeres mexicanas, escribía Oviedo: "Muchas cosas acaescieron en este cerco, que entre otras generasciones estuvieran discantadas é tenidas en mucho, en especial de las mugeres de Temistitan, de quien ninguna mencion se ha fecho. É soy certificado que fué cosa maravillosa é para espantar ver la prontitud é constancia que tuvieron en servir á sus maridos, y en curar los heridos, y en el labrar de las piedras para los que tiraban con hondas, y en otros officios para más que mugeres."

§ 31. REANUDA CORTÉS LOS ASaltos sobre México.

Aquella actitud de los mexicanos, sin ejemplo en la Historia, habría mantenido indefinidamente en su temeroso desaliento á los españoles, si don Fernando Ixtlilxochitl no hubiese dicho al fin “á Cortés que advirtiese que tenia vergüenza de lo poco que hacian; y que mirase que los españoles se apocaban; que le parecia que él (Ixtlilxochitl) entraria por aquellas calles y sus españoles detras, y como fuesen ganando casas las fuesen echando por el suelo y cegando acequias, si no fuese las necesarias para los bergantines y que con esto veria lo que pasaba." s La inactividad prolongada de los castellanos tenía que impacientar naturalmente á los aliados, deseosos de volver á sus pueblos y abandonados hogares; muestras de esta impaciencia había dado ya Chichimecatecuhtli al combatir á México él solo al frente de sus soldados tlaxcalteca.

Omitiendo Cortés el justo extrañamiento que le hizo Ixtlilxochitl,

1 III, 41.1 y 2

2 III, 517.1
3 Fragmentos, 148.

manifiesta: "yo, viendo cómo estos de la ciudad estaban tan rebeldes y con la mayor muestra y determinacion de morir que nunca generacion tuvo, no sabia qué medio tener con ellos para quitarnos á nosotros de tantos peligros y trabajos...... viendo que el negocio pasaba desta manera, y que habia ya mas de cuarenta y cinco dias que estábamos en el cerco, acordé de tomar un medio para nuestra seguridad y para poder mas estrechar á los enemigos, y fué que como fuésemos ganando por las calles de la ciudad, que fuesen derrocando todas las casas dellas del un lado y del otro; por manera que no fuésemos un paso adelante sin lo dejar todo asolado, y lo que era agua hacerlo tierra firme, aunque hobiese toda la dilacion que se pudiese seguir. E para esto yo llamé á todos los señores y principales nuestros amigos, y dijeles lo que tenia acordado; por tanto, que hiciesen venir mucha gente de sus labradores, y trujesen sus coas, que son unos palos, de que se aprovechan tanto como los cavadores en España de azada; y ellos me respondieron que así lo harian de muy buena voluntad, y que era muy buen acuerdo." 1

Sin dilación llegaron al real español "mas de cien mil (zapadores),"2 con el cual refuerzo, y "concertado con nuestros amigos (habla Cortés) que por la tierra y por la mar los habiamos de ir á combatir, otro dia de mañana (20 de julio), después de haber oido misa, tomamos el camino para la ciudad; y en llegando al paso del agua y albarrada que estaba cabe las casas grandes de la plaza (acequia que corria de Oriente á Poniente y pasaba por el costado Sur del hoy Palacio Nacional), queriéndola combatir, los de la ciudad dijeron que estuviésemos quedos, que querian paz; y yo mandé á la gente que no pelease, y díjeles que viniese allí (esquina S.O. del Palacio Nacional) el señor de la ciudad á me hablar y que se daria órden en la paz; y con decirme que ya le habian ido á llamar, me detuvieron mas de una hora; porque en la verdad ellos no habian gana de la paz, y así lo mostraron, porque luego, estando nosotros quedos, nos comenzaron á tirar flechas y varas y piedras. E cómo yo vi esto, comenzamos á combatir el albarrada y ganámosla; y en entrando en la plaza, hallámosla toda sembrada de piedras grandes porque los caballos no pudiesen correr por ella, porque por lo firme estos son los que les hacen la guerra, y hallamos una calle cerrada con piedra seca y otra tambien llena de piedras, porque los caballos no pu

1 240-41.

2 Ixtlilxochitl, I, 371.

diesen correr por ellas. E dende este dia en adelante cegamos de tal manera aquella calle del agua que salia de la plaza, que nunca después los indios la abrieron; y de allí adelante comenzamos á asolar poco á poco las casas, y cerrar y cegar muy bien lo que teniamos ganado del agua; y cómo aquel dia llevábamos mas de ciento y cincuenta mil hombres de guerra, hízose mucha cosa; y así, nos volvimos aquel dia al real, y los bergantines y canoas de nuestros amigos hicieron mucho daño en la ciudad, y volviéronse á reposar;"1 los ciento cincuenta mil hombres susodichos, contábanse "sin los Gastadores:"2 "y por esta órden entramos en la ciudad cinco ó seis dias arreo...... Y con esto, y con las celadas...... cada tarde alanceábamos algunos."3

Sabemos por el P. Durán que al reanudarse los ataques sobre México, fueron los Chalca quienes tomaron "la delantera del exército, У con ellos Ixtlilxochilt Señor de Tezcuco con su espada dorada en la mano."4

En una de las celadas á que recurrieron los asaltantes "se mataron mas de quinientos (mexicanos), todos los mas principales y esforzados y valientes hombres...... Y esta...... victoria...... fué bien principal causa para que la ciudad mas presto se ganase."5 En efecto, tan sensible pérdida tuvo que agravar extraordinariamente la precaria situación de los mexicanos ya debilitados en grado sumo.

"Mientras se peleaba, antes de retirarse, hallaron los Castellanos en vna sepultura, alguna cantidad de Oro, que seria como mil i quinientos pesos; porque nunca el Castellano, en la Guerra, dexa de ocuparse en algo;" "en este mismo tiempo, Ixtlilxuchitl peleando con los enemigos prendió á su hermano Cohuanacochtzin, que era entonces general de los Mexicanos, y se lo entregó á Cortés, el cual le mandó echar unos grillos y ponerlo en el real con muchas guardas, de lo cual se sintieron mucho Cuauhtemoc y los Mexicanos, porque con la pérdida de este Señor, de todo punto perdieron la esperanza de algún socorro; demás de que todos los Aculhuas sus vasallos que eran de su parte y habían estado en Mexico en su favor, se pasaron á la parte de Ixtlilxu.

דיי.chitl

1 Cortés, 241-42.

2 Herrera, III, 432.

3 Cortés, 242.

4 II, 61.

5 Cortés, 244-45.

6 Herrera, III, 442.

7 Ixtlilxochitl, I, 372.

Á tal extremo se hacia sentir el hambre para entonces en México, que las mujeres y niños, aguijados irresistiblemente por la necesidad, "salian de noche á pescar por entre las casas de la ciudad, y andaban por la parte que della les teniamos ganada buscando leña y yerbas y raíces que comer."1 Sabido esto por Cortés, en cuya alma nunca prendieron sentimientos algunos de humanidad, resolvió caer sobre los hambrientos moribundos, resuelto á "hacer (en ellos, dícenos) todo el daño que pudiésemos."2 Para no fracasar en su diabólico intento, preparó Cortés una emboscada, mandando á los suyos permanecieran en silencio hasta no oir una señal convenida; dada ésta, salieron repentinamente de su escondite los castellanos, y "dimos sobre infinita gente (habla Cortés); pero cómo eran de aquellos mas miserables y que salian á buscar de comer, los mas venian desarmados y eran mujeres y muchachos; é ficimos tanto daño en ellos por todo lo que se podia andar de la ciudad, que presos y muertos pasaron de mas de ochocientas personas, é los bergantines tomaron tambien mucha gente y canoas que andaban pescando, y ficieron en ellas mucho estrago:"3 la chusma española, comparable apenas á una manada de repugnantes lobos, despedazaba sin compasión á aquella muchedumbre inerme de mujeres y niños, que sólo trataba de encontrar yerbas y raíces con que calmar los enloquecedores martirios del hambre.

A partir de esta abominable carnicería, á la que gustoso llama Díaz del Castillo "gran matanza...... desde allí adelante no nos seguian al tiempo del retraer."4

"Otro Dia de mañana salió Cortés, con mui buena orden, i la misma llevaban los Indios Amigos, de los quales por saber el mal estado de los Mexicanos, i por el aborrecimiento que les tenian, teniendo á dicha verse libres de su imperio, havian acudido, sin numero, á pelear contra ellos;"5 "era tanta la multitud que de cada dia venian, que no tenian cuento. E aquel dia acabamos de ganar toda la calle de Tacuba y de adobar los malos pasos della, en tal manera que los del real de Pedro de Albarado se podian comunicar con nosotros por la ciudad, é por la calle principal, que iba al mercado, se ganaron otras dos puentes y se cegó bien el agua, y quemamos las casas del señor de la ciudad, que

1 Cortés, 245.

2 Loc. cit.

3 Loc. cit.

4 193-94.

5 Herrera, III, 451.

era mancebo de edad de diez y ocho años, que se dicia Guatimucin, que era el segundo señor después de la muerte de Muteczuma; y en estas casas tenian los indios mucha fortaleza, porque eran muy grandes y fuertes y cercadas de agua.'

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La comunicación debió quedar establecida por la calzada que seguía hacia donde corren hoy las calles del Factor, León, y siguientes; la primera se llamó primitivamente de Guatemuz, quizá porque allí se encontraban los palacios del invicto monarca.

"Tambien se ganaron otras dos puentes de otras calles que van cerca desta del mercado, y se cegaron muchos pasos; de manera que de cuatro partes de la ciudad las tres estaban ya por nosotros, y los indios no hacian sino retraerse hácia lo mas fuerte, que era á las casas que estaban mas metidas en el agua.'

112

"Otro dia siguiente, que fué dia del apóstol Santiago (jueves 25 de julio), entramos en la ciudad por la órden que antes, y seguimos por la calle grande, que iba á dar al mercado, y ganámosle una........... (zanja) muy ancha de agua (el canal divisorio entre Tenochtitlan y Tlaltelolco, abierto en el lugar ocupado ahora por las calles de San Lorenzo, Espalda de la Misericordia y siguientes hacia el Oriente)...... y fué peligrosa de ganar, y en todo este dia no se pudo, como era muy ancha, de acabar de cegar....(entretanto por los lados de dicha calle grande) no se entendió sino en quemar y allanar casas, que era lástima cierto de lo ver; pero cómo no nos convenia hacer otra cosa, eranos forzado seguir aquella órden. Los de la ciudad, cómo veian tanto estrago, por esforzarse decian á nuestros amigos que no ficiesen sino quemar y destruir, que ellos se las harian tornar á hacer de nuevo, porque si ellos eran vencedores, ya ellos sabian que habia de ser así, y si no, que las habian de hacer para nosotros."3

El viernes 26 Cortés llegó hasta un templo pequeño desde el cual se llegaba á "la calzada del real de Sandoval..... no pasamos de allí, pero peleamos mucho con los indios..... ya que era tarde, nos volvimos al real."4

Escribe Díaz del Castillo: "digamos cómo fuimos batallando por la parte de Pedro de Albarado y llegamos al Tatelulco, y habia tantos mejicanos en guarda de sus ídolos y altos cues, y tenian tantas albarra

1 Cortés, 246.

2 Loc. cit.

3 Cortés, 246-47.

4 Idem, 247.

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