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nos habia acaecido...... diciéndome...... que ellos me ayudarian hasta morir para satisfacerme del daño que...... (los mexicanos) me habian hecho; porque, demás de les obligar á ello el ser vasallos......... (del monarca español), se dolian de muchos hijos y hermanos que en mi compañía les habian muerto, y de otras muchas injurias que los tiempos pasados dellos habian recibido...... E que pues yo venia herido, y todos los demás de mi compañía muy trabajados, que nos fuésemos á la ciudad (la capital de Tlaxcala)....... que allí descansariamos, y nos curarían y nos repararian...... yo se lo agradecí, y acepté su ruego...... y me fuí con ellos á la....... ciudad, donde asimismo hallamos buen recebimiento."1

Aquella república hizo un gran duelo por todos sus hijos muertos á manos de los mexicanos: "qué llorar, y qué tristeza tenian (exclama Díaz del Castillo) por los demás indios que no venian, que se quedaron muertos.'

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"Cortés nos dijo (escribe el mismo cronista) que, pues éramos pocos..... que nos rogaba que en Tlascala no les hiciésemos enojo (á los naturales), ni se les tomase ninguna cosa."3 Los castellanos no refrenaban sus criminales hábitos sino cuando se sentían impotentes para resistir el justo enojo de sus víctimas.

Refiere un testigo presencial, Gonzalo Mexía, que Cortés, al huir de México, "avia hecho cargar la parte de su oro en una yegua e a un criado suyo que se dezia Torrezicas envio con ella e a otros hombres e questa yegua ni el oro ni el Torrezizas nunca mas parescio."4 Por supuesto que Cortés no se conformó con la pérdida, sino que, apenas hubo llegado á Tlaxcala, "fizo llamar a toda la gente e dio un pregon que todos los que avian sacado oro de la cibdad lo fuesen a manifestar so pena de muerte e..... asy como lo yvan a manifestar se lo tomava e despues el dicho D. Fernando se tomo todo el oro para sy e dixo quel oro que se avia perdido en la yegua hera de lo del rey e que aquello hera lo suyo e asy se quedo con ello..... que serian fasta quarenta e quatro o quarenta e cinco mill pesos. ."5 Á la rapacidad sin nombre de Cortés no escapaba ni su mismo soberano,

.....

La expoliación produjo naturalmente muchos descontentos entre los

1 Cortés, 140-41.

2 1381.

3 1372.

4 Proceso de Cortés, I, 101.

5 Ídem, I, 102.

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castellanos; aun trataron entonces de seguir hasta Veracruz, quizá para abandonar allí al capitán que tan desvergonzadamente les robaba, y volver todos á Cuba. "Viendo los de mi compañía (dícenos Cortés) que eran muertos muchos, y que los que restaban quedaban flacos y heridos y atemorizados..... fuí por muchas veces requerido dellos que me fuese á..... Veracruz, y que allí nos harianos fuertes..... E yo, viendo que mostrar á los naturales poco ánimo, en especial á nuestros amigos, era causa de mas aína dejarnos y ser contra nosotros, acordándome que siempre á los osados ayuda la fortuna, y que éramos cristianos, y confiando en la grandísima bondad y misericordia de Dios..... les dije que yo no habia de desamparar esta tierra..... E que me determinaba de por todas las partes que pudiese, volver sobre los enemigos, y ofenderlos por cuantas vias á mí fuese posible."1

Para llevar adelante tal determinación, Cortés implora con humildes ruegos la ayuda de los tlaxcalteca ofreciéndoles en cambio "parte de todo lo que conquistase."2 Como los señores de Tlaxcala aceptaron, concertó Cortés formalmento con ellos "que le diesen socorro y ayuda de gente, y armas, y comida para hacer la guerra de México, y que les prometía en nombre del Emperador..... de darles á Cholula en repartimiento, y ciertos pueblos que solian ser efectos, (sic) y de partir con ellos lo que conquistase y ganase, y que les daria la tenencia de la fortaleza que se habia de hacer en México, y les prometió otras muchas libertades y exenciones é que ellos y sus descendientes é sucesores serian libres de tributo para siempre."3

Esa alianza no se celebró sin que el indómito Xicotencatl Axayacatzin, "Capitan General de la provincia, por ser valentissimo hombre," se opusiese de manera enérgica, mostrándose de nuevo enemigo de los españoles, "que querian en todo mandar." 5 Mas la oposición del valeroso joven no encontró eco en los demás jefes tlaxcalteca.

§ 17. GUERRA DE TEPEYACAC.

"E habiendo estado en esta provincia veinte dias (manifiesta Cortés), aunque ni yo estaba muy sano de mis heridas, y los de mi compañía

1 142-43.

2 Muñoz Camargo, 236.

3 Informacion de Tlaxcala, 21-2 y passim.

4 Aguilar, 19.

5 Herrera, II, 2742.

todavía bien flacos, salí della para otra que se dice Tepeacá, que era de la liga y consorcio de los de Culúa, nuestros enemigos..... que habian muerto diez ó doce españoles que venian de la Veracruz á la gran ciudad..... y les hicimos la guerra, y pelearon muchas veces con nosotros, y..... siempre los desbaratamos, y matamos muchos, sin que en toda la dicha guerra me matasen ni hiriesen ni un español..... en obra de veinte dias hobe pacíficas muchas villas y poblaciones.....

"En cierta parte desta provincia, que es donde mataron aquellos diez españoles..... hice ciertos esclavos, de que se dió el quinto á los oficiales ..... (del Rey)." 1

No obstante que hasta aquí Cortés para nada menciona á los aliados indígenas, fueron éstos, como siempre, los que proporcionaron el mayor contingente para la guerra. Según Díaz del Castillo, "Cortés habia pedido á los caciques de Tlascala..... cinco mil hombres," 2 á quienes era de ver "tan animosos cómo peleaban."3 Herrera escribe por su parte: "Salió..... de Tlascala Hernando Cortés, con sus Castellanos, i seis mil Flecheros, entretanto que se acababan de juntar los cinquenta mil Tlascaltecas, que havia de llevar Xicotencatl, á lo qual le aiudaban Alonso de Ojeda, i Juan Marquez, los quales medianamente hablaban aquella Lengua. Fuese á dormir tres Leguas á Cinpancingo, adonde acudió tanta Gente de las Señorías de Guaxocingo, i de Chulúla, que se tuvo por cierto, que eran en todos ciento i cinquenta mil Soldados..... (Refiriéndose después á un reñido combate que dieron á Cortés los de Zacatepeque, manifiesta el mismo Herrera que) adonde los Tlascaltecas peleaban, havia maior resistencia." 4 El propio Cortés, al hablar de la batalla librada en Huexotzinco, escribía á Carlos V: "certifico á V. S. M. que habia ya juntos de los dichos nuestros amigos mas de cien mil hombres."5

Momento á momento crecía el número de aliados indígenas que se unían á Cortés: éste nos dice, verbigracia: "E iba en mi compañía (poco después de dada aquella batalla) tanta gente de los naturales de la tierra, vasallos de V. M., que casi cubrian los campos y sierras que podiamos alcanzar á ver. E de verdad habia mas de ciento y veinte mil hombres."6

1 143-44.

2 1411.

3 Díaz del Castillo, 1421.

4 II, 275-76.

5 149.

6 150-51.

Cortés había vuelto á su primera táctica de buscar aliados en los infinitos pueblos indígenas que sin lazos algunos de cohesión existían en Nueva España; sea por medio de tentadores ofrecimientos, como los hechos á Tlaxcala, sea por medio del terror, arrasando á sangre y á fuego los lugares que no se le sometían, lograba Cortés arrastrar en pos suya á casi toda la gente guerrera de los pueblos por donde transitaba. Con su buena fe y sencillez pristimas, los naturales creían firmemente cuantas falsas promesas les hacían los españoles; así que, sin sospechar ni remotamente que sólo servían á Cortés para remachar uno á uno los eslabones de la cadena con que habían de quedar secularmente engrillados, caminaban á su lado llenos de entusiasmo, convencidos de que, ayudados por él, pronto destruirían el imperio mexicano que tan pesadamente les dominaba, y recobrarían al fin su ansiada libertad: no otra cosa sino el amor ciego á ésta les precipitaba en crudelísima servidumbre.

Réstanos decir que en la referida guerra de Tepeyacac, los castellanos mostraron una vez más su carácter ferozmente vandálico, ya "quemando los pueblos de la Comarca..... (ya) embiando diversas vandas de Gente á correr la Tierra, i destruirla............. (ya robando cuanto encontraban), Sal, Algodon, Plumeria, i joias i..... todas las demás cosas," ya, por último, esclavizando á un gran número de indígenas: Serrano de Cardona, testigo presencial, aseguraba que la gente de Cortés "metio a sacomano la dicha cibdad (de Tepeaca) e toda la tierra della e tomaron muchos yndios e yndias e mochachos los quales el dicho D. Fernando Cortes mando herrar e se herraron por esclavos e estando en la dicha cibdad el dicho D. Fernando enbio capitanes por la tierra comarcana los quales fizieron otro tanto como se fizo en Tepeaca especialmente en Acachula de adonde se truxo mucha cantidad de gente e a las mugeres e mochachos el dicho D. Fernando Cortes mando herrar por esclavos e a los honbres mando matar a lanzadas e a cuchilladas e asy se fizo."2

Solía suceder que los pueblos indígenas atacados por Cortés, se le entregaran de paz incondicionalmente; empero, no por esto se sustraían de la sanguinaria ferocidad de aquel gran criminal: declara Vázquez de Tapia "questando conquistando la provincia de Tepeaca el dicho D. Fernando Cortes enbio a Cristoval Doli por capitan de cierta gente de cavallo e a pie entre los quales yva..... (el propio declarante) e fueron

1 Herrera, II, 2761y 2.

2 Proceso de Cortés, I, 199.

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a una villa que se dize Chachula e Tecamachalco e a otros pueblos comarcanos a el para ver que voluntad tenian sy querian ser amigos o estar de paz e que llegados a la dicha provincia hallaron la gente toda en el canpo onbres e mugeres e los onbres con sus armas e que llegados los españoles e ellos les dixeron que no quisiesen pelear con los xpianos porque los matarian todos e que luego que los dichos yndios oyeron la razon que los xpianos les dezian dexaron las armas en el suelo e estuvieron quedos e vinieron a hablar a los xpianos e los xpianos llevaron todos los onbres e mugeres adonde estaba el dicho Hernando Cortes quera cinco o seys leguas de alli e que llegados donde el dicho D. Fernando estaba el dicho D. Fernando hizo apartar de los dichos yndios los onbres a un cabo que serian a su parescer de este testigo dos mill poco mas o menos e las mugeres e muchachos e niños a otra parte que serian quatro mill poco mas o menos e que ansi apartados los unos de los otros mando matar á todos los onbres e las mugeres e muchachos hizo esclavos dellos (é) se vendieron e otros se repartieron entre la gente."1

Aquella falta absoluta de humanidad, compadecíase sin embargo con un ardentísimo celo religioso. Allí mismo, en Tepeyacac, fundó Cortés la villa de Segura de la Frontera; instalado el cabildo, ordenó, como providencia primera, con fecha 4 de septiembre, "que nenguna persona sea osada de blasfemar del nombre del Señor ni de su bendita Madre, ni de nengun Santo ni Santa:"2 al mismo tiempo mandaba "hacer el hierro con que se habian de herrar los que se tomaban por esclavos, que era una G, que quiere decir guerra."8

.....

Por cierto, que al proceder al herraje, "ya juntas todas las piezas .. apartan el real quinto, y luego sacan otro..... para Cortés; y demás desto, la noche antes, cuando metimos las piezas..... habian ya escondido y tomado las mejores indias, que no pareció allí ninguna buena, y al tiempo del repartir dábanmos las viejas y ruines; y sobre esto hubo muy grandes murmuraciones contra Cortés."4

No pudiendo sufrir más á su hurtador Capitán, varios de los castellanos le pidieron licencia para regresar á Cuba; aunque Cortés se las concedió "por excusar escándalos é importunaciones,"5 no por esto disminu

1 Idem, I, 59-60.

2 Documentos de América, XXVI, 18.

3 Díaz del Castillo, 1421.

4 Idem, 1471.

5 Idem, 1481.

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