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§ 14. NOCHE TRISTE.

"Viendo el gran peligro en que estábamos (manifiesta Cortés) y el mucho daño que cada dia los indios nos hacian, y temiendo que tambien deshiciesen aquella calzada (la de Tlacopan, única que quedaba transitable)....... que deshecha, era forzado morir todos, y porque de todos los de mi compañía fuí requerido muchas veces que me saliese, é porque todos ó los mas estaban heridos, y tan mal, que no podian pelear, acordé de lo hacer aquella noche (la del sábado 30 de junio)."1

La huída debía verificarse "cuando viésemos (habla Díaz del Castillo) que los escuadrones guerreros estuviesen mas descuidados; y para mas les descuidar, aquella tarde les enviamos á decir con un papa de los que estaban presos, que era muy principal................ y con otros prisioneros, que nos dejen ir en paz de ahí á ocho dias, y que les dariamos todo el oro...... demás desto, estaba con nosotros un soldado que se decia Botello, al parecer muy hombre de bien y latino, y habia estado en Roma, y decian que era nigromántico, otros...... que tenia familiar, algunos le llamaban astrólogo; y este Botello habia dicho...... que si aquella noche...... no saliamos de Méjico...... ningun soldado podria salir con la vida...... se dió luego órden que se hiciese de maderos y ballestas muy recias una puente que llevásemos para poner en las puentes que tenian quebradas; y para ponella y llevalla, y guardar el paso...... señalaron y mandaron á cuatrocientos indios tlascaltecas y ciento cincuenta soldados; y para llevar el artillería...... ducientos y cincuenta indios tlascaltecas y cincuenta soldados...... y para que fuesen en la delantera peleando...... á Gonzalo de Sandoval y á Francisco de Acebedo el pulido, y á Francisco de Lugo y á Diego de Ordás é Andrés de Tapia.............. y otros ocho ó nueve (capitanes) de los de Narvaez...... y...... cien soldados mancebos sueltos....... para que fuesen entre medias del fardaje y naborias y prisioneros, y acudiesen á la parte que mas conviniese de pelear, señalaron al mismo Cortés y á Alonso de Avila, y á Cristóbal de Olí é á Bernardino Vazquez de Tapia, y á otros capitanes de los nuestros...... con...... cincuenta soldados; y para la retaguarda señalaron á Juan Velazquez de Leon y á Pedro de Albarado, con otros muchos de á caballo y mas de cien soldados, y todos los mas de los de Narvaez; y para que llevasen á cargo

1 Cortés, 134-35.

los prisioneros y á doña Marina y á doña Luisa (hija de Xicotencatl) señalaron trecientos tlascaltecas y treinta soldados." No es exacto que los castellanos pensaran llevar consigo á los mexicanos prisioneros; como éstos eran un estorbo para el ejército español que bastante carga tenía ya con cuidar de su propia existencia, "a ora de bisperas..... Cortes, con parecer de los capitanes, mandó matar (á todos los señores mexicanos detenidos) sin dexar ninguno;"2 Sahagún nos dice que los españoles "dieron garrote á todos los señores que tenian presos, y los echaron muertos fuera del fuerte;" Ixtlilxochitl nos hace saber á su vez, que al rey Cacama, el heroico patriota tetzcocano que lanzó el primer grito de rebelión en contra de los españoles, "le dieron cuaren, ta y siete puñaladas, porque como era belicoso se quiso defender de ellos; y hizo tantas bravezas, que con estar preso les dió en que entender."4

Nos refiere Díaz del Castillo que cuando "ya era noche.....mandó Cortés..... que todo el oro y plata y joyas lo sacasen de su aposento á la sala...... y mandó á les oficiales del Rey...... Alonso de Avila y Gonzalo Mejía, que pusiesen en cobro todo el oro de su majestad, y para que lo llevasen les dió siete caballos heridos y cojos y una yegua, y muchos indios tlascaltecas, que, segun dijeron, fueron mas de ochenta, y cargaron dello lo que mas pudieron llevar, que estaba hecho todo lo mas dello en barras muy anchas y grandes...... y quedaba mucho mas oro en la sala hecho montones. Entonces Cortés llamó su secretario, que se decia Pedro Hernandez, y á otros escribanos del Rey, y dijo: «Dadme par testimonio que no puedo mas hacer sobre guardar este oro. Aquí tenemos en esta casa y sala sobre setecientos mil pesos por todoy veis que no lo podemos pasar...... los soldados que quisieren sacar dello, desde aquí se lo doy......» y desque aquello oyeron, muchos soldados de los de Narvaez y aun algunos de los nuestros cargaron dello."5 "El que menos tomó (observa Gomara), libró mejor, ca fué sin embarazo y salvóse; y aunque algunos digan que se quedó allí mucha cantidad de oro y cosas, creo que no.”

Terminados todos los aprestos, "el Capitan hernando Cortes con los

1 Díaz del Castillo, 13312.

2 Aguilar, 17.

3 Relación, 113.

4 II, 396.

5 133-34.

6 3681.

demas capitanes dieron orden cómo todos saliesen con gran silencio; mas empero, todo esto no bastaua ni era posible salir, porque la claridad de la luna y braseros de lunbre que auia en las calles y açoteas lo estorvava, y asi no se podia hazer sin ser sentidos. Auia muchos enfermos xpianos, heridos: diose rremedio cómo en algunos cavallos saliesen dos o tres dellos, asi que apenas uvo cavallos para todos. Estando en esto, ya que anochecia se levantaron unos rremolinos y torbellinos, de manera que a las nueve o diez de la noche començó de llovisnar y tronar y granizar tan rresiamente, que parecia rronperse los cielos."

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Por último, aprovechando los castellanos la obscuridad y la lluvia, "antes de media noche, comenzaron á traer la madera é puente, y ponella en el lugar que habia de estar, y á caminar el fardaje y artillería y muchos de á caballo, y los indios tlascaltecas con el oro; y después que se puso en la puente, y pasaron todos así como venian, y pasó Sandoval é muchos de á caballo, tambien pasó Cortés con sus compañeros de á caballo tras de los primeros, y otros muchos soldados."2

"El primero foso que toparon pasáronle con las puentes: este lugar se llama Tecpantzinco (hoy calle de la Mariscala). Habiendo pasado este foso, una muger que iba á tomar agua dél, viólos como iban en silencio, y todos ordenados, y luego dió voces llamando á los mexicanos para que saliesen contra sus enemigos." Según Cortés, la voz de alarma la dieron "ciertas velas que en...... (el primer puente) estaban, las cuales apellidaban tan recio, que antes de llegar á la segunda estaba infinito número de gente de los contrarios sobre nosotros, combatiéndonos por todas partes, así desde al agua como de la tierra."4 Efectivamente, "todo el ejercito Mexicano, salió en seguimiento dellos con tanta furia y coraje, que comenzaron á hazer gran daño por todas partes á los españoles.... los quales, con la turbacion y temor los que habian ya pasado de aquel paso con el capitan don Hernando Cortés comenzaron á huir, y los miserables que quedaban cargados de oro y riquezas, cayeron en aquel hoyo, tanto que le hincheron, sirviendo de puente para que otros pasassen."5 "De los nuestros (habla Gomara) tanto mas morian, cuanto mas cargados iban de ropa y de oro y joyas; ca

1 Aguilar, 17.

2 Díaz del Castillo, 1341. 3 Sahagún, Relación, 121.

5 Códice Ramírez, 90.

no se salvaron sino los que menos oro llevaban...... por manera que los mató el oro y murieron ricos."1

Descompuesta y á medio quitar la puente, "carga tanto guerrero mejicano para acaballa de quitar, que por bien que peleábamos, y matábamos muchos dellos (escribe Díaz del Castillo), no se pudo mas aprovechar della...... Cortés y los capitanes y soldados que pasaron primero á caballo, por salvar sus vidas y llegar á tierra firme, aguijaron por las puentes y calzadas adelante, y no aguardaron unos á otros."2

Para salvarse, los castellanos no encontraron nada mejor que sacrificar inhumanamente á los aliados indígenas; dice Francisco de Aguilar: "como cargaron sobre...... (la puente levadiza) se quebró y hizo pedaços, por manera que cinco o seys calçadas o azequias que auia de agua, bien de dos estados en ancho poco mas o menos, hondas y llenas de agua, no auia cómo pasarse, salvo que proveyo nuestro Señor el fardaje que llevavamos de yndios y yndias cargados. Aquestos metiendose en la primera azequia se ahogaron, y el hanto, [sic] y hazian puente por donde pasavamos los de á cavallo. De manera que echauamos delante el fardaje, y por los que alli se ahogauan, saliamos de la otra parte; y esto se hizo en las demas asequias, donde a rebuelta de los yndios y yndias ahogados quedavan algunos españoles."3 Tan monstruoso hecho pinta por sí solo á los conquistadores.

Después de avanzar largo trecho, "yendo por la calzada cerca de tierra firme, cabe el pueblo de Tacuba, (asienta Díaz del Castillo)...... oiamos voces que daba Cristóbal de Olí y Gonzalo de Sandoval y Francisco de Morla, y decian á Cortés, que iba adelante de todos: «Aguardad, señor capitan; que dicen estos soldados que vamos huyendo, y los dejamos morir en las puentes y calzadas á todos los que quedan atrás..... Y la respuesta que dió Cortés, que los que habiamos salido de las calzadas era milagro.»"4 Fué tal la desmoralización del ejército, que Francisco de Aguilar asegura que varios españoles quedaron tendidos "de miedo y espanto sin herida alguna, desmayados; y como todos yvamos huyendo, no avia honbre que ayudase y diese la mano a su conpañero, ni aun á su propio padre, ni hermano [a] su propio hermano." 5

1 3682.

2 13412.

3 17-8.

4 1342.

Como Alvarado formaba la retaguardia, no alcanzó al grueso del ejército sino cerca ya de Tlacopan; venía "bien herido, con una lanza en la mano, á pié...... y traia consigo siete soldados...... todos corriendo sangre de muchas heridas...... como supieron (Cortés y los suyos) que no venian mas soldados, se les saltaron las lágrimas de los ojos..... y preguntando Cortés por los demás, dijo (Alvarado) que todos quedaban muertos, y con ellos el capitan Juan Velazquez de Leon........ diré que en la triste puente que dicen ahora que fué el salto del Albarado, yo digo que en aquel tiempo ningun soldado se paró á vello, si saltaba poco ó mucho, que harto teniamos en mirar y salvar nuestras vidas, porque eran muchos los mejicanos que contra nosotros habia...... el Pedro de Albarado...... dijo á Cortés, que habia pasado asido á petacas y caballos y cuerpos muertos, porque ya que quisiera saltar y sustentarse en la lanza en el agua, era muy honda, y no pudiera allegar al suelo con ella para poderse sustentar sobre ella; y demás desto, la abertura muy ancha y alta, que no la podria saltar por muy mas suelto que era." Vimos ya que los castellanos pasaron las puentes rellenándolas antes con los indígenas aliados; de otro modo no habría salvado la vida ni uno solo de los que huyeron, ó bien todos habrían tenido que dar iguales saltos al imposible que atribuyó la fábula á Alvarado.

Reunidos con Cortés en Tacuba los españoles que lograron escapar, no permanecieron allí sino breves momentos; "porque los que estábamos ya en salvo (dice Díaz del Castillo)...... no nos acabásernos del todo de perder, é porque habian venido muchos mejicanos y los de Tacuba y Ezcapuzalco y Teneyuca y de otros pueblos comarcanos sobre nosotros, que todos enviaron mensajeros desde Méjico para que nos saliesen al encuentro en las puentes y calzadas, y desde los maizales nos hacian mucho daño, y mataron tres soldados que ya estaban heridos, acordamos lo mas presto que pudiésemos salir de aquel pueblo...... y con seis ó siete tlascaltecas que sabian ó atinaban el camino de Tlascala, sin ir por camino derecho nos guiaban con mucho concierto hasta que saliésemos á unas caserías que en un cerro (de Totoltepec) estaban......... junto á un cu é adoratorio y como fortaleza, adonde reparamos...... digamos cómo nos defendiamos en aquel cu..... nos albergamos, y se curaron los heridos....... en aquel..... . adoratorio, después de ganada la gran ciudad de Méjico, hicimos una iglesia, que se dice Nuestra Señora de los Remedios." 2

1 Díaz del Castillo, 1351.

2 1352.

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