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rras volcán y nevada, en un llano que ellos llaman el patio].... (pero descubierta la superchería por los aliados de Cortés) se volvió avergonzado y confuso."

Al regresar, encontró el emisario á los nigrománticos y encantadoá quienes por segunda vez había encomendado su salvación Motecuhzoma, pero sin obtener mejor resultado que antes, pues aquéllos fracasaron nuevamente en sus maleficios. Juntos pues el emisario y los hechiceros, llegaron á México y se presentaron ante Motecuhzoma, el cual, luego que les hubo oído, "entristecióse grandemente, púsose cabisbajo...... y no podia hablar...... hízosele un ñudo en la garganta; después..... (chisporroteando todavía en él su antigua pujanza, exclamó): pues que los dioses y sus amigos nos desfavorecen, y nuestros enemigos vienen prósperos, ya yo estoy determinado y determinémonos todos de poner el pecho á todo lo que se ofreciere, no nos habemos de esconder, ni habemos de huir, ni habemos de mostrar cobardía: no pensemos que la gloria mexicana ha de perecer aquí. Compadézcome de los viejos y viejas y de los niños y niñas que no tienen pies ni manos para defenderse, que de los demas ya tenemos determinado de morir por la defensa de nuestra pátria.”2

Motecuhzoma nada hizo empero para rechazar á los españoles. Era que le dominaba el fatalismo, porque "de sus antepasados tenian y sabian........... que de donde salia el sol auia de venir una gente baruada y armados; que no les diesen guerra, porque avian de ser Señores de la tierra."3

De allí que Motecuhzoma recurriese á remedios de encantamientos y nigromancias, y no al "perentorio que era el de venir á las manos con los españoles."4

Dijimos que se encontraba ya á las puertas de México Hernán Cortés. El ejército de aliados indígenas que le seguía era tan numeroso, que al decir de P. Sahagún, "apenas se habia movido la retaguardia de Ixtapalapa cuando la vanguardia entraba ya por México."5

"Y fué (escribe Díaz del Castillo) esta nuestra venturosa é atrevida entrada en la gran ciudad de Tenustitlan..... á 8 dias del mes de noviembre, año de nuestro Salvador Jesucristo de 1519 años."

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1 Sahagún, Relación, 63-4.

2 Idem, 70-1.

3 Aguilar, 12.

4 Sahagún, Relación, 73.

5 Idem, 79.

El recibimiento que se hizo en México á los españoles fué imponentemente grandioso. Salieron primeramente como mil hombres principales á recibir á Cortés con reverencia suma media legua fuera de la ciudad,1 en el punto donde se unían la calzada principal de México y otra más angosta que conducía á Coyoacán,2 precisamente donde se fabricó después la "Hermita de San Anton."3

Continuada la marcha hasta "la primera entrada de la gran ciudad de México, como un cuarto de legua de las casas reales,"4 ó sea en el espacio que media "desde la iglesia de San Antonio.............. ácia el hospital de la Concepcion (hoy de Jesús)", 5 presentóse el propio Motecuhzoma acompañado de grandes caciques con ceremoniosa pompa:" "venia (escribe Cortés) por medio de la calle con dos señores, el uno á la mano derecha (Cacama, rey de Tetzcoco) y el otro á la izquierda (Cuitlahuac, rey de Ixtapalapam)............. todos tres vestidos de una manera, excepto el Muteczuma, que iba calzado, y los otros dos señores descalzos: cada uno le llevaba de su brazo; y como nos juntamos, yo me apeé, y le fuí á abrazar solo: é aquellos dos señores qne con él iban me detuvieron con las manos para que no le tocase."7

Después que los mexicanos dieron á los españoles "flores [como ellos acostumbran] y tambien un presente de oro y piedras: lo cual recibido de los españoles, Moctheuzoma habló al marqués con gran reverencia y benevolencia, y desque D. Hernando Cortés hubo entendido por medio de sus intérpretes lo que habia dicho, respondió á Moctheuzoma con muy amigables palabras, y quitándole el temor que ningun daño recibiria en su persona ni en su reino, y que él le informaria de la causa de su venida."8

Regresó á poco hacia la ciudad el Monarca con su séquito, cuidando antes de ordenar al señor de Tetzcoco y al señor de Coyoacan "que se fuesen con nosotros hasta aposentarnos...... (los cuales) nos llevaron...... á unas grandes casas, donde habia aposentos para todos nosotros, que habian sido de su padre del gran Montezuma, que se decia Axayaca, adonde en aquella sazon tenia el gran Montezuma sus gran

1 Cortés, 84.

2 Díaz del Castillo, 831. 3 Torquemada, I, 4502.

4 Códice Ramírez, 87.

5 Sahagún, Relación, 82.

6 Díaz del Castillo, 831y 2.

8 Sahagún, Relación, 82.

des adoratorios de ídolos, é tenia una recámara muy secreta de piezas y joyas de oro, que era como tesoro de lo que habia heredado de su padre Axayaca, que no tocaba en ello; y asimismo nos llevaron á aposentar á aquella casa por causa que como nos llamaban teules, é por tales nos tenian, que estuviésemos entre sus ídolos, como teules que allí tenia."1

Una vez que entraron los españoles en aquel palacio, Motecuhzoma "me tomó por la mano (dice Cortés) y me llevó á una gran sala.............. E allí me fizo sentar en un estrado muy rico....... y me dijo que le esperase allí, y él se fué, y dende á poco rato, ya que toda la gente de mi compañía estaba aposentada, volvió con muchas y diversas joyas de oro y plata, y plumajes, y con fasta cinco ó seis mil piezas de ropa de algodon, muy ricas y de diversas maneras tejidas y labradas. E después de me las haber dado, se sentó en otro estrado, que luego le ficieron allí junto con el otro donde yo estaba; y sentado, propuso en

esta manera:

"«Muchos días há que por nuestras escrituras tenemos de nuestros antepasados noticia que yo ni todos los que en esta tierra habitamos no somos naturales della, sino extranjeros y venidos á ella de partes muy extrañas; é tenemos asimismo que á estas partes trajo nuestra generación un señor, cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió á su naturaleza, y después tornó á venir dende en mucho tiempo, y tanto, que ya estaban casados los que habian quedado con las mujeres naturales de la tierra, y tenian mucha generacion y fechos pueblos donde vivian; é queriéndolos llevar consigo, no quisieron ir, ni menos recibirle por señor; y así, se volvió. E siempre hemos tenido que de los que dél descendiesen habian de venir á sojuzgar esta tierra y á nosotros, como á sus vasallos. E segun de la parte que vos decis que venis, que es á do sale el sol, y las cosas que decis dese grand señor ó rey que acá os envió, creemos y tenemos por cierto él ser nuestro señor natural; en especial que nos decis que él há muchos dias que tiene noticia de nosotros. E por tanto vos sed cierto que os obedecerémos y ternémos por señor en lugar de ese gran señor que decis, y que en ello no habrá falta ni engaño alguno; é bien podeis en toda la tierra, digo en la que yo en mi señorio poseo, mandar á vuestra voluntad, porque será obedecido y fecho, y todo lo que nosotros tenemos es para lo que vos dello quisiéredes disponer. E pues estais en vuestra na

1 Díaz del Castillo, 83-4.

turaleza y en vuestra casa, holgad y descansad del trabajo del camino y guerras que habeis tenido; que muy bien sé todos los que se vos han ofrecido de Puntunchan acá, é bien sé que los de Cempoal y de Tlascaltecal os han dicho muchos males de mi: no creais mas de lo que por vuestros ojos verédes, en especial de aquellos que son mis enemigos, y algunos de ellos eran mis vasallos, y hánseme rebelado con vuestra venida, y por se favorecer con vos lo dicen; los cuales sé que tambien os han dicho que yo tenia las casas con las paredes de oro y que las esteras de mis estrados y otras cosas de mi servicio eran asimismo de oro, y quo yo que era y me facia dios, y otras muchas cosas. Las casas ya las veis que son de piedra y cal y tierra.» Y entonces alzó las vestiduras y me mostró el cuerpo, diciendo á mi: «Veisme aquí que soy de carne y hueso como vos y como cada uno, y que soy mortal y palpable.» Asiéndose él con sus manos de los brazos y del cuerpo. «Ved cómo os han mentido; verdad es que yo tengo algunas cosas de oro que me han quedado de mis abuelos: todo lo que yo tuviere teneis cada vez que vos lo quisiéredes. Yo me voy á otras casas, donde vivo; aquí sereis proveido de todas las cosas necesarias para vos y vuestra gente, é no recibais pena alguna, pues estais en vuestra casa y naturaleza.”1

"Cortés le respondió (manifiesta Díaz del Castillo)...... que no sabe con qué pagar él ni todos nosotros las grandes mercedes recebidas de cada dia, é que ciertamente veniamos de donde sale el sol...... y otras muchas cosas buenas...... E acabado este parlamento, tenia apercebido el gran Montezuma muy ricas joyas de oro...... que dió á nuestro capitan, é asimismo á cada uno de nuestros capitanes dió cositas de oro y tres cargas de mantas de labores ricas de pluma, y entre todos los soldados tambien nos dió á cada uno á dos cargas de mantas.”2

No de otra suerte entregó su imperio á los hombres blancos venidos del oriente el supersticioso Motecuhzoma, acatando ciegamente la profecía de Quetzalcoatl.

Empero, los españoles no abandonaron sus sentimientos hostiles; por esto nos dice Díaz del Castillo: "repartimos nuestros aposentos por capitanías, é nuestra artillería asestada en parte conveniente, y muy bien platicada la órden que en todo habiamos de tener, y estar muy apercebidos, así los de á caballo como todos nuestros soldados; y nos

1 85-7.

tenian (agrega el cronista) aparejada una muy suntuosa comida á su uso é costumbre, que luego comimos."1

Motecuhzoma pasó por alto, ó no se dió cuenta de aquellos aprestos bélicos, y continuó mostrándose imperturbablemente espléndido con los invasores. En uno de los siguientes obsequios que les hizo tocaron á cada soldado "dos collares de oro...... é dos cargas de mantas." 112

"E desta manera (habla Cortés) estuve seis dias muy bien proveido de todo lo necesario, y visitado de muchos de aquellos señores."3

"Habria quedado, (pues), el negocio de los españoles muy bien puesto...... si los soldados...... refrenaran un poco la mucha cobdicia que traian de riquezas, la qual les impedia tanto que no les dejaba sosegar para tener una poca de paciencia en aguardar felicissimas coyunturas que se ofrescieron para entregarse de paz toda esta tierra. Porque...... saquearon las casas reales, y las demas principales donde sentian que habia riquezas, por cuya causa tomaron (los mexicanos) vehemente sospecha de que el trato de los españoles era doble, y assi los indios de temor, comenzaron á ausentarse, y á faltar en acudir á lo necesario para los españoles, comenzaban á padecer hambre especialmenle los caballos y perros de ayuda que traian consigo, que eran muchos, muy feroces y diestros en la guerra: llegó á tanto que fué necessario fuessen los indios amigos á buscar con algunos Mexicanos bastimentos." Sahagún, por cierto bastante adicto á Cortés, afirma que éste "permitió que sus soldados saqueasen las casas reales de México, y las casas propias de Moctheuzoma."5 Acerca del robo del palacio de Axayacatl, Cortés dijo tranquilamente á Motecuhzoma: "«Estos cristianos son traviesos, é andando por esta casa han topado ahí cierta cantidad de oro, é la han tomado: no recibais dello pena.»>" 6

Insaciables, no obstante, en su ambición de oro los españoles, ó como dice el P. Durán: "andando con la mesma hambre que aun con tener aquello allí no se les amataba, no dexaban rincon ni cámara que no andaban y buscaban y trastornaban, y así fueron á dar con un aposento, muy secreto apartado, donde estaban las mugeres de Montezuma, con sus damas y amas que las servían y miraban por ellas, las cuales se abían recogido en aquel aposento y retraimiento de temor y

1 841.

2 Díaz del Castillo, 861.

3 87.

4 Códice Ramírez, 88.

5 Relación, 89.

6 Tapia, 580.

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