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ligereza habrían huído entonces hacia sus pueblos, sino únicamente de parte de los españoles; uno de ellos, Francisco de Aguilar, que escribió su Historia "sin andar por ambajes y circunloquios," nos confiesa que el “parecer y senblante fiero..... (de los tlaxcalteca y sus) gritos y bozes..... causavan en los que los oyamos muy gran temor y espanto, tanto que uvo muchos españoles que pidieron confesion."2

Al siguiente día, Cortés se consagró á devastar los indefensos pueblos cercanos, en los que no había guerreros, por lo que pudo sin peligro dejar yermos aquéllos: "antes que hobiesen lugar de se juntar (nos dice) les quemé cinco ó seis lugares pequeños de hasta cien vecinos, é truje cerca de cuatrocientas personas, entre hombres y mujeres, presos, y me recogí al real..... sin que daño ninguno me hiciesen." Mártir nos hace saber que además Cortés "saqueó cuanto le vino á la mano."4

Empero, temeroso del ejército de Tlaxcala, Cortés comisionó el día 3 á dos principales prisioneros indígenas para que fuesen á proponer la paz á aquella República: "la respuesta que les dió su capitan Xicotenga el mozo fué que fuésemos á su pueblo, adonde está su padre; que allá harian las paces con...... honrar sus dioses con nuestros corazones y sangre, é que para otro dia de mañana veriamos su respuesta."5

Fiel á su palabra el esforzado mancebo, ataca briosamente á otro día á los españoles poniéndoles en angustioso aprieto: "Una cosa nos daba la vida (exclama Díaz del Castillo), y era que, como eran muchos y estaban amontonados, los tiros les hacian mucho mal; y demás desto, no se sabian capitanear, porque no podian allegar todos los capitanes con sus gentes; y á lo que supimos, desde la otra batalla pasada habian tenido pendencias y rencillas entre el capitan Xicotenga con otro capitan hijo de Chichimeclatecle...... por manera que en esta batalla no quiso ayudar con su gente el Chichimeclatecle al Xicotenga; antes supimos muy ciertamente que convocó á la capitanía de Guaxolcingo que no pelease...... (Debido á esta división y asimismo á que) les matamos un capitan muy principal........ comenzaron á retraerse con buen concierto, y los de á caballo á media rienda siguiéndolos po

1 3.

2 6.

8 62.

4 III, 137.

5 Díaz del Castillo, 571.

co trecho, porque no se podian ya tener de cansados; y cuando nos vimos libres de aquella tanta multitud de guerreros, dimos muchas gracias a Dios. Allí nos mataron un soldado y hirieron mas de sesenta, y tambien hirieron á todos los caballos."1

Las pérdidas de los tlaxcalteca no se conocieron.

No hemos tratado de fijar el número de los guerreros de Tlaxcala, porque es imposible, dadas las exageraciones groseras y grandes divergencias de los cronistas. De esta suerte, al referirse Cortés á la batalla del día cuatro, nos dice que los tlaxcalteca eran "mas de ciento y cuarenta y nueve mil;"2 Díaz del Castillo por su parte asegura que todas las capitanías de Tlaxcala "eran á la cuenta cincuenta mil," pero advierte que dos de ellas, formadas cada una de diez mil guerreros, "no les acudian," reduciendo por tanto la cifra de los enemigos á treinta mil; no es remoto que exagere todavía Díaz del Castillo, de acuerdo con su constante práctica; así, por ejemplo, al hablar de la batalla que Cortés libró en Potonchán, indica que el ejército indígena ascendía á 150,000 guerreros, ejército que, como oportunamente dijimos, á lo más podía comprender unos cuatro ó cinco mil hombres.

Volvamos á Cortés. Nuevamente emprende sus vandálicas correrías el día seis; "torné (dice) á salir por otra parte antes que fuese de dia, sin ser sentido dellos, con los de caballo y cien peones y los indios mis amigos, y les quemé mas de diez pueblos, en que hobo pueblo dellos de mas de tres mil casas...... E como traiamos la bandera de la cruz, puñábamos por nuestra fe y por servicio de...... S. M., en su muy real ventura nos dió Dios tanta victoria, que les matamos mucha gente, sin que los nuestros recibiesen daño. Y poco mas de mediodía, ya que la fuerza de la gente se juntaba de todas partes, estábamos en nuestro real con la victoria habida."5

La veneranda cruz donde expiró el inmensurable Hombre por sus semejantes envolviéndoles á todos en una sublime mirada de caridad y de amor, servía hoy á los españoles para llevar al cabo con despiadada crueldad la matanza de numerosos pueblos inocentes: aquellos facinerosos hacían así del símbolo de la universal confraternidad, un presagio inexorable de latrocinio y de muerte.

1 581.

2 62. 3.572.

4 581.

5 62-3,

La gente que habitaba en los pueblos incendiados por Cortés, componíase de niños, mujeres y otras personas desvalidas que ningún mal podían hacer á los castellanos; toda la gente guerera se hallaba en Tlaxcala; no obstante, Cortés, "como un tigre con cría...... Despoblando, destruyendo y aprisionando ó matando á todos los que encontraba...... lo pasó todo á sangre y fuego."1

La conducta de Cortés era una repetición fiel de la observada siglos antes en Europa por Atila, el azote de Dios, que se vanagloriaba de que la yerba no crecería más donde su caballo había pisado; entre ambos devastadores del linage humano hubo sin embargo una diferencia profunda, á saber: que Atila fué un bárbaro del siglo V y Cortés, un letrado del siglo de oro.

El día 7 vinieron cincuenta mensajeros de Tlaxcala brindando con la paz; "traiéronme de comer (escribe Cortés) y ciertas cosas de plumajes que ellos usan y tienen en estima.............. (mas como alguien sospechó que eran espías) los mandé tomar á todos cincuenta y cortarles las manos."2 Tan montruosa crueldad dió motivo á que en la noche del propio día se presentara ante el campo español el valeroso Xicotencatl con "obra de diez mil indios, los mas esforzados que tenia;" 3 pero avisado á tiempo Cortés, logró rechazar el ataque.

No eran pocas las pérdidas sufridas hasta entonces por los invasores; refiriéndose Díaz del Castillo al amanecer del día 8, manifiesta: "nos vimos todos heridos á dos y á tres heridas, y muy cansados, y otros dolientes y entrapajados, y Xicotenga que siempre nos seguia, y faltaban ya sobre cincuenta y cinco soldados, que se habian muerto en las batallas y dolencias y frios, y estaban dolientes otros doce, y asimismo nuestro capitan Cortés...... y aun el padre fray Bartolomé de Olmedo, de la órden de la Merced, con el trabajo y peso de las armas, que siempre traiamos á cuestas, y otras malas venturas."4

El deplorable estado de los cristianos fué causa de que Cortés diese una breve tregua á sus devastaciones; mas "después de estar algo descansado (nos dice) salí una noche...... Y antes que amaneciese di sobre dos pueblos, en que maté mucha gente. E no quise quemar las casas por no ser sentido, con los fuegos, de las otras poblaciones, que estaban muy juntas. E ya que amanecia dí en otro pueblo tan grande,

1 Mártir, III, 138.

2 63.

3 Díaz del Castillo, 591.

que se ha hallado en él, por visitacion que yo hice hacer, mas de veinte mil casas. E como los tomé de sobresalto salian desarmados, y las mujeres y niños desnudos por las calles, é comencé á hacerles algún daño;"1 Mártir añade que como "los habitantes de aquella gran ciudad estaban desprevenidos y sin temer nada, de improviso la invadió (Cortés) en la segunda vigilia de la noche, y los acometió dispersos y dormidos."2 Cuán cierto que la conquista española era destrucción de la tierra como indica Oviedo sin embozo alguno.3

Entretanto, tornó Cortés á comisionar á tres prisioneros principales "dijesen á los caciques de Tlascala que les rogábamos que vengan luego de paz y que nos dén pasada por su tierra para ir á Méjico."4 Varios de los soldados españoles, desalentados por la heroica resistencia de los tlaxcalteca manifestaban á Cortés, "que faltaban ya sobre cincuenta y cinco compañeros...... é que seria bueno volver á nuestra villa, y que en la fortaleza que hicimos, y entre los pueblos de los totonaques, nuestros amigos, nos estariamos hasta que hiciésemos un naνίο que fuese á dar mandado á Diego Velazquez y á otras partes é islas para que nos enviasen socorro é ayudas."5 Con dificultad pudieron Cortés y sus partidarios más adictos acallar á los descontentos.

"En este espacio los señores y principales y valientes hombres de Tlaxcala entraron en consejo consigo mismos para ver que les convenia hacer en este trance; dando y tomando gran rato, vinieron á concluir todos, que pues que aquella gente que venia habia hecho tan gran destrozo y matanza...... no les convenia salirles de guerra sino que se diesen á ellos saliéndoles de paz;"6 indignado, dijo entonces el joven Xicotencatl: "que ya habia muerto muchos teules y la yegua, y que él queria dar otra noche sobre nosotros y acabarnos de vencer y matar;" empero, como todos los señores de Tlaxcala, inclusive el padre del indomable joven, optaron por la paz, al fin se celebró ésta.

Entró Cortés en Tlaxcala el 23 de septiembre de 1519; el recibimiento que se le hizo "fué el más solemne y famoso.............. (que) nunca á príncipe alguno se había hecho otro tal."9 Fieles los tlaxcalteca á

1 64.

2 III, 145.

3 III, 361.

4 Díaz del Castillo, 582.

5 Idem, 612.

6 Sahagún, Relación, 41.

7 Díaz del Castillo, 602.

8 Idem, 671.

9 Muñoz Camargo, 186.

su tratado de paz, á partir de aquel día, siempre "fauorecieron y ayudaron (á los castellanos) con todo su poder, hasta por ellos poner muchas vezes la vida al tablero."1

Discutió desde luego Cortés con los Tlaxcalteca "cómo y de qué manera se podía entrar y tomar á México y ganar las demás ciudades y provincias...... de manera que desde allí en adelante no se trataba de otra cosa que de hacer gente contra los Culhuas Mexicanos."2

§ 7. CHOLULA.

Como en Tlaxcala no cesaban los españoles de oir hablar "de las grandes riquezas de Montezuma y su próspera ciudad," enardecióseles su inveterada codicia y resolvieron continuar la marcha sin dilación.

Dirigiéndose hacia Cholula, dejó Cortés á Tlaxcala á mediados de octubre; le acompañaban ahora no sólo los incontables indígenas que había recogido á su paso desde Cempoala, sino además "cien mil............. (tlaxcalteca) muy bien aderezados de guerra (según confiesa Cortés, no sin afirmar en seguida): y llegaron conmigo hasta dos leguas de la ciudad; y desde allí, por mucha importunidad mia, se volvieron, aunque todavía quedaron en mi compañía, hasta cinco ó seis mil dellos."4

Con tan crecido acompañamiento de guerreros indígenas, consideróse Cortés señor absoluto de toda la tierra, y á poco andar, enfatuado ya extremadamente, ordenó se hiciese un serio extrañamiento á los habitantes de Cholula, porque "no nos enviaban á visitar y hacer...... acato."5 Atemorizados los cholulteca, se apresuraron á enviar mensajeros á Cortés; pero como no pareciesen á éste "de mucha autoridad...... prevíneles (escribía entonces al monarca español) que dentro de tres dias pareciesen ante mí á dar la obediencia á V. A. y á se ofrecer por sus vasallos, con apercibimiento que pasado el término que les daba, si no viniesen, iria sobre ellos y los destruiria...... otro dia vinieron algunos de los señores de la dicha ciudad ó casi todos, y me dijeron que si ellos no habian venido antes, la causa era porque los

1 Aguilar, 9.

2 Muñoz Camargo, 207. 3 Díaz del Castillo, 711.

5 Díaz del Castillo, 721.

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