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§ 2. COZUMEL. POTONCHÁN.

Alistada ya la expedición por Cortés, "como vió tiempo, hízose á la vela, habiendo primero oido misa y rogado á Dios le guiase aquella mañana, que fué á 18 del mes de hebrero del año de 1519 de la navidad. de Jesucristo, redemptor del mundo;"1 llevaba Cortés nueve navíos sin contar dos que se adelantaron y á los cuales alcanzó en Cozumel, lugar en el que, habiendo hecho alarde, "halló por su cuenta que éramos quinientos y ocho (dice Díaz del Castillo), sin maestres y pilotos é marineros, que serian ciento y nueve, y diez y seis caballos é yeguas, las yeguas todas eran de juego y de carrera, é once navíos grandes y pequeños, con uno que era como bergantin, que traia á cargo un Ginés Nortes, y eran treinta y dos ballesteros y trece escopeteros, que así se llamaban en aquel tiempo, é tiros de bronce é cuatro falconetes, é mucha pólvora é pelotas."2 Antes nos hace saber dicho autor que “eran diez tiros de bronce." "Habia tambien docientos isleños de Cuba para carga y servicio, ciertos negros y algunas indias."4 Saavedra Guzmán habla igualmente de "dozientos amigos Indios."5

"Nombró (Cortés) por Capitan del Artilleria á Francisco de Orozco, que havia sido Soldado en Italia, i era Hombre de valor: hiço Piloto Maior á Anton de Alaminos, repartió la Gente en once Compañías, encargólas á los Capitanes Alonso Hernandez Puertocarrero, Alonso Davila, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velazquez de Leon, Christoval de Olid, i Pedro de Alvarado, i otra tomó påra sí; i cada Capitan se embarcó en vn Navio, para serlo de Mar, i Tierra." Sabido es que formó parte de esta expedición el soldado Bernal Díaz del Castillo, que asimismo había acompañado á Hernández de Córdova y á Grijalva.

Jerónimo de Aguilar, de quien hablamos en el § 1 de la primera parte de este capítulo, vino á Cozumel á reunirse con sus compatriotas; conocedor ya de las lenguas indígenas, sirvió desde entonces á Cortés co

1 Gomara, 3021.

2 21-2.

3 201.

4 Gomara, 3011.

6 Herrera, II, 951.

1

mo intérprete. Por lo que concierne á Gonzalo Guerrero, refiere Díaz del Castillo que cuando Aguilar le invitó para que se fuese también con Cortés, "por mas que le dijo é amonestó, no quiso venir;"1 era que Guerrero amaba mucho á su mujer indígena y á los tres hijos que en ella había tenido para entonces.2 Fueron aquéllos los primeros miembros de la nueva raza hispano-mexicana.

"En 4 días del mes de marzo de 1519 años, habiendo tan buen suceso en llevar tan buena lengua y fiel, mandó Cortés que nos embareásemos segun y de la manera que habiamos venido antes que arribásemos á Cozumel. 3

Hase ponderado mucho el valor de Cortés; extráñanos, sin embargo, que al pasar frente á Champotón, no se detuviera allí para vengar la muerte de sus compatriotas, los compañeros de Hernández de Córdoba; siguió directamente hasta Potonchán, "adonde el Cacique havia vestido de pies á cabeça de Oro, á Grijalva."4 La elección no era dudosa.

Llegó Cortés á Potonchán el 12 de marzo; aunque los naturales, según cuentan los cronistas españoles, no se mostraron dispuestos á recibir en su pueblo á Cortés, “trajeron en cinco ó seis barquillos pan, fruta y ocho gallipavos, y diéronselo todo dado."5 "Hernando Cortés les dixo, que tenia mucha Gente, i que aquello no bastaba; respondieron, que esperasen hasta otro dia, pues era tarde, i que bolverian con mas comida." Aparentó conformarse Cortés, pero en su espíritu falso y criminal tramaba ya una celada para destrozar á los indígenas. Así que, idos éstos, mandó á Ávila y á Alvarado que se emboscasen con trescientos hombres, y salieran á una señal convenida. Al amanecer, volvieron los indios con más bastimentos y rogaron mucho á los españoles "tomasen aquello y se tornasen á la mar, y no curasen de desasosegar la gente de la tierra ni alborotalla mas...... (Cortés pidió todavía más vituallas y aun amenazó seriamente á los naturales, de lo cual éstos) se rieron mucho y mofando se fueron al lugar á contar las soberbias y locuras que les parescia haber oido. En yéndose los indios, comieron los españoles, y dende á poco se armaron y se metieron en

1 222.

2 Gomara, 3042

3 Díaz del Castillo, 242,

4 Herrera, II, 1051.

5 Gomara, 3062.

6 Herrera, 11, 1052.

las barcas y bergantines, y aguardaron así á ver si los indios tornaban con alguna buena respuesta; pero como declinaba ya el sol y no venian, avisó Cortés á los españoles, que estaban puestos en celada, y él embrazó su rodela; y llamando á Dios y á Santiago y á San Pedro, su abogado, arremetió al lugar con los españoles que allí estaban, que serian obra de docientos, y en llegando á la cerca que tocaba en agua, y los bergantines en tierra, soltaron los tiros y saltaron al agua hasta el muslo todos, y comenzaron á combatir la cerca y baluartes, y á pelear con los enemigos, que habia rato que les tiraban saetas y varas y piedras con hondas, y á manos, y que entonces, viendo cabe sí los enemigos, peleaban reciamente de las almenas á lanzadas, y flechando muy a menudo por las saeteras y traviesas del muro, en que hirieron cuasi veinte españoles; y aunque el humo y el fuego y trueno de los tiros los espantó, embarazó y derribó en el suelo, de temor en oir y ver cosa tan temerosa y por ellos jamás vista, no desampararon la cerca ni la defensa sino los muertos; antes resistian gentilmente la fuerza y golpes de sus contrarios, y no les dejaran por allí entrar si por detrás no fueran salteados. Mas como los trecientos españoles oyeron la artillería allá do estaban emboscados, que era la señal para acometer ellos tambien, arremetieron al pueblo; y como toda la gente dél estaba intenta y embebescida peleando con los que tenian delante, y les querian entrar por el rio, halláronlo solo y sin resistencia por aquella parte que ellos habian de entrar, y entraron con grandes voces, hiriendo al que topaban. Entonces los del lugar conoscieron su descuido y quisieron socorrer aquel peligro; y así, aflojaron por do Cortés estaba peleando. Con esto pudo entrar por allí él y los que á par dél combatian, sin otro peligro ni contradicion; y así, unos por una parte y los otros por otra, llegaron á un tiempo á la plaza, yendo siempre peleando con los vecinos, de los cuales no quedó ninguno en el pueblo; sino los muertos y presos; que los otros desamparáronlo, y fuéronse á meter al monte que cerca estaba, con las mujeres, que ya estaban allá."1

"Entendióse luego en el saco: hallaron las Casas llenas de Maíz, Gallinas, i otros Bastimentos, i Oro ninguno, i quedando pacificos Señores del Pueblo."2

"Derramóse mucha sangre de indios en la toma deste lugar, por pe

1 Gomara, 3071 y 2.

2 Herrera, II, 1061.

lear desnudos; heridos fueron muchos, y cativos quedaron pocos; no se contaron los muertos...... Desta manera se tomó Potonchan, que fué la primera ciudad que Fernando Cortés ganó por fuerza en lo que descubrió y conquistó."1

Mártir, que escribió en vista de las relaciones de los conquistadores, asegura que ascendieron á cuarenta mil los combatientes indígenas, 2 cifra absolutamente inadmisible, porque antes nos ha dicho él mismo, al hablar de la expedición de Grijalva, cuando no había interés en aumentar el número, que la población de Potonchán era de quince mil habitantes. Así que, descontados los ancianos, inválidos, niños, mujeres y demás individuos no guerreros, que ya estaban en los montes, el ejército indígena no podía comprender sino unos cuatro ó cinco mil hombres á lo más. Díaz del Castillo empero llega hasta indicar, en un arranque ciego de andaluz, que "habia para cada uno........... (de los españoles) trecientos indios," número que daría un total de 150,000 combatientes indígenas, calculando sólo en quinientos los soldados de Cortés. Sin detenernos en esta exageración absurda, y volviendo á Mártir, podríamos aún tachar de excesiva la población de quince mil habitantes que da éste á Potonchán, en atención á que el lugar no sólo era estéril, como nos dijo Herrera, sino además muy enfermizo, á tal grado, que según ya indicamos, hacia 1579 no existía allí sino "un poblezuelo que se dize tabasquillo ques lo que a quedado del pueblo de Potonchan...... el qual es de quinze vecinos poco mas ó menos."6

Preciso es que repitamos aquí que los conquistadores tendían siempre en sus relaciones á enaltecer sus propios hechos; por esto se pintan á cada paso luchando victoriosamente con miles y miles de indígenas. Volvamos á nuestra relación.

Después de esa primer batalla que sostuvo Cortés, hubo otra más reñida, en la cual, según Díaz del Castillo, perecieron "mas de ochocientos (indios), é todos los mas de estocadas," número que debe haber sido mayor: Herrera al menos lo hace pasar de mil, y Mártir di

8

1 Gomara, 307-8.

2 III, 67.

3 III, 35.

4 282.

5 Docs. de Ultramar, XI, 366.

6 Idem, XI, 346.

8 II, 1072

ce que "atacando los jinetes á los bárbaros (sic) por detrás, desbarataban los pelotones, matando é hiriendo á derecha é izquierda, como á rebaños descompuestos, sirviéndose de las armas de fuego. Amedrentados por el prodigio, los infelices se encontraban tan embarazados que ni tenían ocasión de usar sus dardos. Creían que era una misma cosa el caballo y el hombre que lo montaba......

"Estuvieron en la población veintidós días; los nuestros pasándolo muy bien, y los bárbaros á la intemperie, hambrientos uno y otro día, sin atreverse siquiera á acercarse á los nuestros."

Vencidos, pues, por el hambre, se presentaron los naturales ante Cortés hacia fines de marzo con un rico presente en señal de paz; “y no fué nada este...... en comparacion de veinte mujeres, y entre ellas una......... que se dijo doña Marina, que así se llamó después de vuelta cristiana...... Cortés las repartió á cada capitan la suya, é á esta doña Marina, como era de buen parecer y entremetida é desenvuelta, dió á Alonso Hernandez Puertocarrero...... y desque fué á Castilla el Puertocarrero (26 de julio de 1519) estuvo la doña Marina con Cortés, é della hubo un hijo, que se dijo don Martin Cortés, que el tiempo andando fué comendador de Santiago."2

“Doña Marina sabia la lengua de Guacacualco, que es la propia de Méjico, y sabia la de Tabasco, como Jerónimo de Aguilar, sabia la de Yucatan y Tabasco, que es toda una; entendíanse bien, y el Aguilar lo declaraba en castellano á Cortés; fué gran principio para nuestra conquista; y así se nos hacian las cosas."3

Al recibir Cortés el presente de los naturales de Potonchán, "preguntó, que de qué parte traian oro y aquellas joyezuelas. Respondieron que de hácia donde se pone el sol, y decian Culchúa y Méjico," lugar que desde entonces debe haber revuelto la codicia de los españoles y sido el blanco de las miras de todos ellos.

El lunes santo (18 de abril) dejó Cortés á Potonchán dirigiéndose hacia San Juan de Ulúa.5

Digamos algunas palabras acerca del emperador de México.

§3. MOTECUнZOMA II.

El vasto territorio descubierto por Hernández de Córdova y Grijal

1 III, 67-8.

2 Díaz del Castillo, 30-1.

3 Idem, 321 y 2 ̧

4 Idem, 30.2

5 Idem, 31.2

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