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dios á apocarse de tal manera, que ya los cristianos pensaron que bien é seguramente los podian repartir entre sí para se servir dellos, como de hecho lo hicieron. É este repartimiento.......... se comenzó por esta manera: quel Comendador mayor sobredicho con todo el otro pueblo cristiano que acá estaba, hicieron una informacion á la muy Católica Reina, de gran memoria, Da Isabel, que Nuestro Señor tenga en su gloria, diciéndole que por ninguna manera estos indios podrian ser cristianos ni venir al conoscimiento de nuestra santa fée católica, sino venian á poder de los cristianos, é así conversando con ellos verian las cosas de nuestra fée é tomarlas hian. Este fue el color que los cristianos tovieron para se servir de los indios; pero en la verdad..... no era la que ellos decian, segun el efecto que despues se siguió, que fue echarles las ánimas á los infiernos, porque ansí han muerto sin conoscimiento alguno de fée que los cristianos les diesen, é los cuerpos al muladar, sino henchirse de oro sus bolsas é voluntades para tornar ellos ricos á Castilla é dexar la tierra destruida é disipada, como de hecho ha quedado. La muy Católica Reina respondió, que le parecia bien que los indios viniesen á compañía de los cristianos por esta manera: que mirasen los cacique é señores que en la tierra habia, é vista la gente que cada cual dellos tenia, que le determinasen un cierto número de hombres para que fuesen compelidos á venir á trabajar con los cristianos é á conversar con ellos, con la intencion que arriba habemos dicho, conviene á saber, que recibiesen la fé; empero que se les guardase toda manera de libertad, pagándoles su jornal é salario á cada cual, segun la cantidad de trabajo é de la tierra, é que aquellos cansados ó fatigados, que se fuesen á su señor é viniesen otros; de forma que siempre hobiese indios envueltos con los cristianos, é así podrian todos ellos, andando el tiempo, venir en conoscimiento de nuestra santa fée católica.

"En esta cédula....................... no venia determinado el salario que á cada uno se debia de dar por su trabajo, ni tampoco el número de la gente que á cada señor se le debia de determinar para que viniese al servicio é compañía de los cristianos, salvo questas dos cosas se dexaban á discrecion é determinacion de los que acá estaban é gobernaban; é los cristianos, decimos, no teniendo por fin lo que su peticion mostraba, que era la conversion desta gente, sino henchir su insaciable apetito de oro, determinaron aquellas dos cosas por esta manera: que siendo el trabajo de las minas el mayor de los trabajos del mundo, é ganando un peon castellano acá tres reales por cada un dia, determiná

ronles á ellos por su salario de cada un dia tres blancas, que aun tanto no sale, porque les daban por todo un año medio castellano de cacona, que acá llaman, que vale acá doscientos veinte y ocho reales.

"Finalmente, acabó de tenerlos molidos el trabajo, é el un tercio dellos por la mayor parte en cada un año muerto. Dábanles en cabo del año una camisa, á otro una caperuza, á otro un peine, á otro un cinto que llevaba ceñido sobre el pellejo desnudo, á otro un espejo, cada cual segun que demandaba que le comprasen de aquella poca moneda que por su servicio les daban. Teníanlos por una demora, que acá llaman, ó tiempo en el servicio del oro, trabajándolos tan réciamente é dándoles tan flacos mantenimientos, que de ciento que les daban para su servicio, acaescia no volver los sesenta, ó más ó menos, segun que eran mejor ó peor tratados. Pero finalmente el que mejor los trataba habia de hacer por cada un año al menos el cuarto ó el quinto dellos.

"É acaesció muchas veces que la mitad, é alguna vez de trescientos que á uno dieron, no le quedaron más de los treinta, é enviábanlos á sus caciques ó señores ó incaieques, que así llaman á sus pueblos. La comun manera que acá se tenia de nombrar esta enviada, era engordarlos para que volviesen dende á tres meses gordos al trabajo, no los pocos que enviaban, sino el número que á cada uno de los cristianos era determinado, segun su estado más ó menos que le daban en su repartimiento, que así se nombraba. É ponemos un exemplo desta manera: que si á uno daban doscientos indios en su repartimiento, é viniendo á su servicio mataba con hambre dura é ásperos trabajos los cincuenta, volvian á su tierra ciento é cincuenta, pero cuando los habian de volver al trabajo habian de ser doscientos, suplidos los cincuenta de la gente del cacique. É por esta manera vino á tanto la diminucion de los caciques, que ya no venian ni vienen al trabajo solos los hombres, más hombres é mujeres, chicos é grandes, en tanto que ningun amo queda en su tierra que pueda levantar un terron del suelo que no venga á subir al cristiano.

"Ya que la gente se iba apocando é la codicia de los cristianos cresciendo, ó viniendo nuevamente de Castilla, ó algunos habiendo ya muerto su cacique, inventaron nueva manera de pedir, que fue pedir las demasías desta manera: que si á uno eran encomendados doscientos indios en su cacique é á otro ciento en aquel mismo, é á otro cincuenta en aquel mismo, que eran por todos trescientos cincuenta, pedian que les diesen la demasía destos trescientos cincuenta, é si le

hallaban quince ó veinte más, sacábanselos todos para servicio de aquel otro cristiano que pedia las demasías, de forma que se quedaba el cacique como choza sola de melonar.

"Ordenaron eso mesmo que las mujeres preñadas ó paridas hasta los dos años no viniesen á trabajar, é así dejaban á las paridas é preñadas é viejos é enfermos é niños en sus tierras. Finalmente, todos los que allá quedaban, no solo no eran importantes para trabajo alguno, mas antes era menester que de los trabajos de sus maridos ó parientes fuesen sustentados. É aunque los cristianos decian que les dejaban so color de piedad, mas era en la verdad, porque dellos ningun servicio se podria haber, sino costa. Así acaescia que quedando en el pueblo de un cacique veinte ó treinta niños de dos años abajo, ó de tres ó de cuatro, ya vé V. M. I. S. cómo ó quién los habia de mantener. Así de hecho acaescia todas las veces que cuando volvian los indios á sus tierras á descansar, hallaban todos los niños muertos. É si alguna madre con piedad de su hijo lo llevaba consigo al trabajo para allá curar dél, el minero daba tan dura vida á la madre, porque no trabajaba tanto cuanto á él placia, que la madre era compelida á dejar morir su hijo de hambre, no pudiendo sufrir las ásperas crueldades que en ella eran ejercitadas, por respeto que de su hijo tenia algun cuidado.

"En este caso acaescieron........... cosas tan ásperas, que no pueden ser oidas de ningun fiel, que con paciencia lo pueda soportar. Allá vieran estar los niños al calor insoportable del sol, que en esta tierra hace más que en otra, atado el pié con una cuerda á una piedra ó mata, como si fuera perrillo, porque no se le perdiese á la madre, la boca llena de tierra y todo el cuerpo tan empolvorado, así como si fuera gusano de los que se crian en la tierra.

"Acaesció por muchas veces, que viniendo la madre á dar á mamar á su hijo, venia el minero ó estanciero, que se dice el que tiene cuidado de las minas ó de las haciendas, é tomábale á la india el niño de los brazos, como quien se huelga con él, é arrojábalo por detrás á algunas peñas donde se despedazase, y volvia récio la cabeza á ver al niño, diciéndoles: «< bullió». No tenian en mucho si alguna preñada traian al trabajo, antes que se pregonase que no viniesen á darle puntillazos é coces para hacerle mover (abortar) las criaturas. Estas é otras muchas maneras se hacian cerca de los niños, por donde ningun aumento habia en las gentes, sino siempre disminucion. Por forma, que como las madres viesen que no podian engendrar ni criar hijos, sin que por ello padesciesen intolerables trabajos y crueldades, eran compelidas, ó á no se

empreñar, ó si estaban preñadas á mover, ó si parian, á matar el hijo por no dejarlo en tan áspero sacrificio é cativerio como ellas estaban, é finalmente, porque tal no podian hacer. Y por esta causa les han levantado que la culpa del no multiplicar era en las indias, que como bestias mataban á sus hijos, lo cual es imposible que de ninguna gente se diga, lo que no se puede decir de ninguna bestia fiera, aunque fuese tigre ó serpiente, mas antes todo animal quiere criar su hijo; pero ellas, como dicho es, no pudiendo sufrir las crueldades de los castellanos, querian estar libres para poder servir á los cristianos segun sus apetitos.

"Cuanto á los mantenimientos que á esta gente se les daban...... era cazabí, ques un pan que acá se hace de raices de yerbas como de aserraduras de palos, que así las rayan para hacer el pan, de las cuales se hace un pan como tabla seco, el cual no tiene sabor ni sustancia. Este era su mantenimiento mojado en una agua que acá llaman agi, que es una caldera de agua, en que echan á cocer cuatro ó cinco granos tan grandes como bellotas de aquel agi, la cual agua toma un sabor como de pimienta, y allí mojan aquel pan, no todo lo que quieren, sino cada uno su racion; la cual se comia toda junta por la mañana, porque en todo el dia, hasta la noche, no se sentaban á comer, ni reposo alguno tenian hasta quen la noche venian, que les daban otro pedazo de aquel pan, que dicho habemos.

“La cama qué hallaban aparejada era por la mayor parte el suelo, á la redonda de un hueco que hacian medio envueltos en la ceniza, como los gatos se suelen poner en el invierno á la redonda del fuego, sin ninguna ropa, sino solos sus pellejos, sobre los cuales recibian las humidades é frios de la noche é el intolerable calor del sol, andando cavando en las minas ó haciendas de los cristianos. Pocos dellos eran los que tenian hamacas, que se entiende unas como mantas colgadas en el aire, donde se echaban á la meitad, y con la meitad se envolvian, é los que estas tenian, ó eran caciques ó muy allegados á ellos, que toda la otra gente, así hombres como mugeres, por la manera susodicha dormian.

"Habia algunos cristianos que no teniendo cazabí para dar á sus indios, coxian otras raices que se llaman guaiaros, que son unas raices montesinas, las cuales rayadas para se hacer pan, que se pueda comer sin que mate, es menester que primero se pudra y se hinche de gusanos, y entonces se puede comer sin que mate, y deste pan sin otra cosa alguna, mantenian sus indios por ahorrar de la costa, que en el cazabí se podia hacer.

"Finalmente...... ninguna estima se tenia destas gentes más que de mulos, no propios, sino alquilados; é así se traia por comun hablar: Yo tengo indios para tres años, é yo para cuatro, é yo para dos, é yo para no más de uno, é estos acabados, sino me dieren más, iréme á Castilla ». Y con muy poca vergüenza y menos temor de Dios, despues de haber muerto ciento ó doscientos ó los que les daban en repartimiento, venian á pedir más, como si de derecho se les debiera, diciendo que habian hecho servicios al Rey muy grandes en esta isla.

"De aqueste modo de matar cada uno á sus indios, vino á la isla una manera de buscar nuevos repartimientos en esta color, diciendo: que el repartimiento que Fulano hizo fue injusto; por tal razon y tal no lo pudo hacer; por tanto, venga otro que más justamente entienda en hacer el repartimiento y no deje tantos agraviados.

"Y en la verdad....... no era esta la causa, sino á que aquellos principales, á los cuales habian dado grandes repartimientos de indios, como á los que residian en Castilla ó á otros factores suyos que acá tenian puestos, habian muerto la mayor parte de los indios que les era dada, y no tenian otro mejor color para tornarse á entregar en el complimiento de sus repartimientos, sino viniendo repartimiento nuevo, tornando todos los indios á monton, é ya ellos estaban informados cuáles eran buenos indios ó malos, conviene á saber, más provechosos ó menos provechosos. Y no era más el ser malos ó buenos, sino estar bien tratados ó mal, para los que hallaban bien tratados tomar para sí, é dejar los otros ya desollados y chupada su sangre para otros."1

"Viendo los cristianos que ya el número de los indios, que en esta isla Española habia se acababan, queriendo remediar á sus desordenados apetitos é rabiosa ánsia que por el oro tenian, viendo que sin gente no lo podian haber, determinaron de traer de las otras islas comarcanas á estas gentes, é fue pedida al Rey muy católico D. Fernando, que nuestro Señor tenga en su gloria, licencia para los traer, so esta piadosa color que viniendo á esta isla podrian ser cristianos tratando con ellos; y S. A. con este titulo la otorgó, por lo cual han despoblado más de cuarenta islas que llaman de los Lucayos y otras tres islas que llaman de los Gigantes, en las cuales unas é otras bien habia de pobladores más de cincuenta ó sesenta mil indios. Todos ellos los han sacado de su tierra para los traer á esta, é aunque sea la verdad segun dicen que á esta isla no hayan metido más de hasta veinte mil dellos,

1 Docs, de América, VII, 412-20.

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