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MEMORIAS

DEL GENERAL

DON FRANCISCO ESPOZ Y MINA.

MI EMIGRACION EN INGLATERRA.

AL dia siguiente de haber fondeado el bergantin en el puerto de Plymouth, fué visitado por la comision de Sanidad. La circunstancia de venir el buque del crucero sin patente de Barcelona hizo que fuese puesto en cuarentena de observacion, reservando consultar el caso. Mediaron tambien contestaciones entre el comandante francés y el del puerto sobre el número de cañonazos que se dispararian para contestar al saludo, y convenidos al fin, á los tres dias de la llegada hiciéronse las respectivas salvas.

Fijados ya posteriormente que habian de ser nueve los dias de observacion en la cuarentena, y noticiosos en la ciudad de que la mision del bergantin francés era la de conducirme con mis compañeros á aquella tierra

clásica de la hospitalidad, manifestóse el mayor interés por nosotros, deseando con impaciencia que llegase el dia del desembarco.

Desde el primero de la llegada á la bahía se presentó á distancia de poderse comunicar una lancha empavesada. Venia en ella el capitan del ejército inglés Jorge Lloid Hodges, con otros caballeros, que saludándome con las mayores demostraciones de aprecio, me dijeron en francés: « Salud, General; que seais bien venido al país de la libertad; y haciéndome toda clase de ofrecimientos, se retiraron. Habia yo conocido y tratado mucho en mi primera emigracion en Paris al capitan Hodges, que se hallaba allí con su familia; y si podia serme grato este encuentro puede presumirlo el que considere las circunstancias que me rodeaban de extranjero, sin conocimiento de la lengua y costumbres particulares del país; ignorancia que era comun á los que me acompañaban. Mientras duró la cuarentena, á pesar del tiempo frio y lluvioso, y en un clima como el de Inglaterra, rodeaba gran número de botes al bergantin desde que amanecia hasta el anochecer, deseando ver la gente que paseaba sobre cubierta.

Esta curiosidad y los continuos hurras y demostraciones de simpatía que se manifestaban en favor de los defensores de la malograda causa de España, picaron extraordinariamente el orgullo del comandante y oficialidad del bergantin, por parecerles sin duda que redundaban en descrédito de la nacion francesa, no contribuyendo poco á mortificarlos un caballero anciano de noventa y dos años, que se presentó en un bote, y en los términos mas lisonjeros por la causa que me condu

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